miércoles, 1 de septiembre de 2010

795.- EMMA PEDREIRA


Emma Pedreira Lombardía (A Coruña, 1978). Licenciada en Filología Hispánica, ha dirigido talleres literarios además de participar en el Colectivo Poético Humilladoiro. Como narradora ha publicado la novela Bestiario de silencios (2001) y ha sido galardonada con varios premios de narrativa corta como el Modesto Figueiredo por Casa tomada (2001) y el Concello de Marín. En su faceta poética, es una de las autoras más premiadas de los últimos tiempos y así, aparte de sus colaboraciones en revistas como Dorna, A Xanela ó Alquimia, ha ganado los premios Francisco Añón en 1999 y 2000, el Johán Carballeira en 1998 con Diario bautismal dunha anarquista morta (Diario bautismal de una anarquista muerta, 1999) y por segunda vez en 2000 con Velenarias (2001), así como el Lorenzo Baleirón con Grimorio (2000) y el Centenario de Fermín Bouza Brey por Os cadernos de amor e os velenos (Los cuadernos de amor y los venenos, 2002). A estas obras hay que sumar también Corpo (2001) y As posturas do día (2001). Autora de un discurso muy personal que varía en cada obra, Emma Pedreira enlaza con el resto de autoras de esta época en la construcción de un discurso erótico muy particular que se afianza en el uso de un lenguaje renovado y en el cambio de óptica de un sujeto femenino que pasa a expresar la vivencia sexual desde su propio yo. Con un lenguaje a veces violentado, esta poeta representa una de las voces más innovadoras de la última década.







MATRIA (III)

Todos los antepasados gritaron el fututo

a los ojos de mi madre:

“llevarás naciones entre los muslos
matarás y parirás hombres en un abrir
y cerrar de piernas”.

Después, todos nosotros fuimos llegando.


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PENÉLOPE D´INSANIA

Mi madre no quiso nunca que de estos ojos
partiese la atrocidad de las cosas.
Me contó que a mi padre le guardaron
su sombra durante años
en el cajón del pan, y habló también
de su infinita espera contra la voz de los antiguos
jugando con la tranquila indiferencia
de las extrañas horas que remueven los sueños.
Me habló del exilio donde destrozar la palabra
a los pies de todos los árboles.
De cómo quemar de una vez por todas
los bosques inmensos de la cordura
y hacer colgar en la ceniza la imposibilidad
de un odio que me rechaza desde niña.
Porque yo nunca fui mayor para abarcar
grandes venenos,
no tenía las manos hechas para reunir
el ágora de la revolución.
Acuso los dolores con los pequeños pechos
de la anarquía.
Nunca señalo con los dedos ni trazo caminos
hacia la casa de la derrota.
Hilo, tejo, ordeno con la entraña
la acostumbrada desidia de los desarmados
en las explícitas horas
de una redención que no tiene otro sentido
que la espera.


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SUCIO DIALECTO DE LOS QUE
NO FUIMOS NIÑOS

Nosotros no fuimos arena del tiempo.
No pateabas tú cabalgando los muros,
Y te quiero porque no eres yo, ni eres perfecto.
(Señor, si usted se muere, ¿puedo quedarme
con su alma?)
Tú no eres palabra de la historia,
Ni nuestro sexo habitará
en los diccionarios futuros.

(Ni llorar ni ir armados.
Prohibido censurar sentimientos) Pero a ti
Y a veces a mí,
Nos mataban los sueños a la hora
de la merienda.
(Oye: si te doy un beso ¿me das balas
para luego suicidarme?)

Tú no ibas a la escuela.
Amontonabas piedras en el bosque
y las balas te rozaban los cromos
Y los dibujos y las tostadas con mantequilla,
Y la guerra nos interpolaba los ojos.
Yo no hice castillos con arena
Pero enterré muñecos debajo de cada losa,
practicando para el dolor…
Te quiero porque ni siquiera hoy
me hablas de las guerras
En el sucio dialecto de los que no fuimos niños
ni fuimos nada.


(De Diario bautismal dunha anarquista morta, 1999)


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MODRANECT

Rechazo todas las vidas.

Todos
los momentos.

Que no sea
yo
este patíbulo.

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INVADIDA DE AZUFRE

Es por las noches que abro mi vientre
con la voracidad de las islas
en espirales
y aborto miserias si no me liberas de pronto
y alcanzo una profundidad
de violencia que me atosigó desde siempre.

Soy una imagen abierta por la mitad hacia las ruinas,
o no reaparezco para abordar mi sentido último,
mi sombra de cicatrices y cáncer de luz,
nuestro beso de cangrejos-cristal-deagua.

No desestimo una incómoda historia.

¿Se ablandaría mi cuerpo como metal de madera
o bastaría con derretir esta planicie ensimismada?
para gritarme
bruja
asesina
o puta en la bañera
encallada entre tus rodillas
para provocarme
para hacer de nosotros el prohibidísimo juguete
estéril
de la siempre insuficiente infancia
y no repoblarnos jamás las manos heridas de agua
tibia y retráctil
en que flotamos.

Si tú quisieses
en el inútil campo de la leña una hoguera aplicaría perfumes a mi nombre
y tu lloro permanecería ingrávido por el humo que me habita

y me destruye.

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DOMINIO

Sé que fui la perdida.
Me capturaron por el camino que fue desde el ruido
en la casa de la placenta
hasta la sombra arrodillada de mi padre
pidiendo otra luz
y otro día
a este desencantado cuento con el que mis ojos
se convirtieron en grises aberturas
en el invierno de todas las heridas
el dominio del silencio
los mil castillos inócuos en los que se descuartiza
esta casa vacía
los cristales de papel muy claro en los que relaté
una historia que jamás sería,
o mis manos muertas
en presencia de los fantasmas
de las bocas en ardora que cazaban las memorias.

Hazme ahora todo el tiempo
esa luz de teatro
para comprender el dominio de los remordimientos
y las cicatrices de la boca
de la barricada que fue mi vientre
desde el vientre oculto
una fogata que espera.


(De Grimorio, 2000)

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(sexo)

fue
promesa de leche
lastimándose
desde lo muy alto
y descender
a borbotones cada noche

pulsas el valor instantáneo
de una hemorragia de violetas
que fue por lo que quedaste impreso
en una agonía
de cuerpo entero
derramando azul-vida
por las comisuras
como un infierno fluvial y térmico

sabes a rojo por dentro (aproximadamente)
y más allá de la obsesión
está la boca prematura
desintegrando espacio de líquida espera

una matanza de armiños rojos
una sangre muy blanca

una caricia violenta

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(pies)

quien rayó
las palmas de los pies
adelantó un camino lento
que va a describir esta inmensa ruta
este adelantarse de las luces sobre la piel
con las dimensiones del fuego que avanza

por no saber
no sabré cómo se señalan a través del vientre
los pasos que derivan del profundo
itinerario de la ausencia
o cómo los pies pueden llevar un designio
de ocurrir
en un lugar preciso
donde poder crecer de tobillos hacia arriba
siendo raíz desde abajo por los dedos incrustados
en el íntimo momento de la lluvia
un lugar
que bajo tus pies se hace
lugar de los pasos caducifolios


(de Corpo, 2001)

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Sólo por tu mano
me desnudo

quizá las horadaré
todas
como envueltas en atmósfera
entran en mi cuerpo
para iluminar
o para hacerme una odisea
de piel entera

desvestida de mí
no tengo adentros
solamente
todo lo del mar

metido


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Me perdería

auque tu cuero estuviese circunscrito en fonética
oceánica
como la piel de los mapas
y perdonado por la luz
en todos los lugares a los que llega
llevases una marca de agua
en la boca
y yo una lectura engañosa enganchada a los dedos
cruzada una vez más
de lado a lado
esta herida de nosotros
enredada en el líquido negro
donde nacen los silencios y se silencian las posturas


(De As posturas do día, 2001)

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VIENTRE DE LAS BALLENAS

Clávate fuerte (en mí). Soy
una muchedumbres de esporas de plata oscura
formando carne a llamaradas,
este volumen de vientre de ballena donde entras
y presientes todas las edades de la desolación.
Soy una proclama erguida en un campo de muertas
con los ojos abiertos
y la boca llena de miedo (que no se pronuncia)
y callo
como siempre callamos desde la profundidad del vientre,
el escondite provocado
que emponzoña el intenso manantial de nebulosas
que nos hizo desde niñas el silencio.

Qué oscuridad hay por dentro.

Qué

oscuridad.

Dentro.
Qué oscuridad.

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PRIMARIA

La primera llegada fue espantosa.
Abrimos el cuerpo a un espacio de bestias
Y ahí había una comunión de sombras
que llena bocas que se abrieron inútiles
Hacia la luz,
Y fue este el momento preciso de levantarse
recién sembrada, todavía sin palabras,
Sin llevar calor animal a través del cuerpo,
Sin saber formas de ser materia fértil aún
Y teniendo ya implícita la boca de los mensajes
(-desconocidos-)
atravesando el lugar irrecuperable
donde se sufren las embestidas

alguien va a castrar a la mujer que piensa

yo no querré seguir a la que se redima

no

por ingrávida que sea la trayectoria
de los cuerpos hacia la derrota

o el altísimo cuerpo inicial

Y se deshizo después la boca
Como lugar de conjurar el sueño
Y vino contra el cuerpo el nombre primitivo
Como un animal noctívago clavado en la espina.
Ya no seremos paridoras de matrias
ni proporción láctea,
Justificación y deriva de las palabras arremetiendo
lágrimas boca adentro,
Ya no peligrará sobre nosotras el inmenso
poder del sexo
Enredado en el árbol de los venenos.
Ya no nos tendrá la historia a nosotras
como recinto inmaterial
Siendo palabra de arder.
Las próximas llegadas
A la vida
Serán ignífugas.


(De Velenarias, 2001)

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la translúcida

Por la materia o por su humo
la anterior permaneció dibujada en mí
como el animal de la caverna
y consistió su espina en las paredes
en parte de lloro y el vacío de mi nombre,
un cierto beso anidado entre las juntas
del cuerpo y algo del principio de gritar:
la pesadilla a altas horas.
Como homenaje repito todo lo que se atrapa
en mi cuarto,
toda la noche trasladando el frío del invierno
que dibuja su crimen en las paredes,
dolor de metralla y dedos que se me clavaron
en los delirios,
ese provocado inclinar de los techos
y ella que sobreviene llorando
como una ráfaga de piedra y lluvia de cal
muy lentas.
En la noche nos besamos justo en el momento
en que ella está a punto de perderse
en azul y cáncer por la profundidad
de mis pocos años
y sentirse rozada a través del estómago
y preñada de humo desde la boca
hasta el armazón del regazo
es persistir en su nombre
en el lugar que ocupa por las pinturas
y las humaredas.
Como una elíptica de perros
y piedra que devoran una noche
de la baja edad media,
la concatedral está abierta
para que toda su sangre
salga desdibujada y se presienta.
La casa está escondida
por entre los rincones de la casa.
Así
mi cuerpo
en su cuerpo.

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Carta VIII
LA PROVOCACIÓN

A veces a tu cuerpo lo filtran los cristales,
se infusiona en el aire y en el humo
y se solidifica como un pájaro viejo q
ue se tiende sobre la cama.
Para arrancarte la piel no me hacen falta los dedos,
basta con soplar como en superficies antiguas
y recupero tu corazón entre las raíces blancas
que se hunden incluso sin tocarlas.
Así quiero comerte el corazón como manzana
como piedra pómez como tubérculo.
Como quien espera
y repasa latitudes a lo lejos mientras mastica.
Y si puede,
que siga latiendo, como un animal
sin piel
y con espasmos.

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Carta XVI
LA TRÁGICA

Me encantaba que metieses mi nombre
a través de tu garganta… y que lo sacases mojado
de entre los dientes para mis oídos llenos de tierra…
y me da pena que mi nombre no tenga eses ni erres,
porque arrastras las letras como muebles,
y frotas mis palabras como palos para el fuego.
Ahora ni frotas estos dedos fríos, ya no buscas
que con mi aliento se haga el mar de los irlandeses
como hacía… amor… hazme el mar de stephen
dédalus y yo tiraba de un beso, hazme el mar de ulises,
y era lengua y era ombligo, hazme el mar
que nunca tendré delante, y subíamos
a los techos para caer como olas viejas.
Pesadamente.
Ya no rozas la lengua fría en azul tristeza
y apagada, como de náufraga.
No mordisqueas la piel para darle sabor al aire,
ya no quitas fresa ni nuez del interior de mi pelo,
ya no buscas brújula dentro de mi ni echas
a caminarme por todas las grietas
incluso sabiendo que ya no llaman ni obedecen.
Y qué es esta herida.
Qué es esta herida repetida sobre la piel,
cabezarriba, cabezabajo, cabeza machacada
y con veneno, cabeza con tiro de cañón oxidado,
cabeza descuartizada-boca partida,
qué son estos dedos en mi garganta,
y este remolino de tripas sacadas fuera del vientre,
qué son estas manos atadas a la espalda
y esta resignación pegada a mis ojos,
qué es esta escena trágica
por ser la muerte
dramática
por tu huída
cómica
por tu beso.
(Póstumo)


(De Os cadernos d´amor e os velenos, 2002)




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