MARVIN SALVADOR CALERO MOLINA
Marvin Salvador Calero Molina. (Juigalpa, Chontales, Nicaragua 1983). Hijo de Salvador Calero Díaz y Rosibel Molina Cruz. Es MBA en Proyectos, Ingeniero Agrónomo de la Universidad Nacional Agraria (Jofiel Acuña Cruz- Juigalpa). Estudio la Licenciatura en Derecho en la Universidad Popular de Nicaragua (UPONIC). Estudios de especialización en CATIE, Turrialba Costa Rica. Es miembro del Clan Intelectual de Chontales y miembro fundador del grupo Nueva Generación Literaria.
Distinciones:
· En el año 2001 ganó el premio Nacional de Poesía (Centro de educación para la democracia CED) ”,
· En el año 2007 ganó el premio universitario de los juegos florales de la UNAN (Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua).
· Premio Internacional de narrativa de la Revista El parnaso Nuevo mundo (Perú 2016).
Obras publicadas:
· En el año 2000 publicó el poemario “Yo no conozco tu historia” sin editorial.
Hippie
A veces siento la necesidad de ser un hippie a orillas del Danubio
Con la mochila cargada de carreteras extranjeras
Y la agenda llena de direcciones y citas a las que nunca acudiré
Con decenas de culturas adheridas
A la mugre de mi vieja ropa
Con los amigos hasta el fondo del alma llenos de amistad
Y vivir de verdad vivir
Hacer una fogata con el aburrimiento
Y fumarme las tristezas
Mientras en el fondo los demás chicos
Canten sin esperar fama
Una vieja canción roída por voces desafinadas.
Abrazar a los amigos solo porque se les quiere
Y compartir a pedazos el pan y las salchichas
Aunque al otro lado la vida siga siendo la misma complejidad
Y las oficinas sean jaulas llenas de coyotes hambrientos
Comiéndosete el tiempo y las fechas especiales
El tiempo de los hijos
Y te desgarren lentamente hasta la vejez.
Con la soga al cuello
¿Cómo escribís la palabra ANGUSTIA
después que las esperanzas mueren
bajo el árbol testigo de tu muerte?
Es el frío de la madrugada,
los gallos roncos esperando
que volvás a negar a Cristo.
¿Cómo escribís la palabra ANGUSTIA
Con el último pedazo de cielo
ofrecido a alguien más?
porque hasta la salvación
está condicionada
Allá, al final del túnel de luces blancas
espirales diáfanas de la eternidad…
Lucifer y sus demonios pelean tu alma.
Y al fin, amigo,
para alguien
al menos
ahora
sos importante…
Los vientos de la madrugada atestiguan,
mientras la soga se ciñe a tu cuello
que escribís la palabra ANGUSTIA
con las uñas desprendidas que emanan
sangre sobre la cáscara de tu asistente.
HOY PUEDE SER UN GRAN DÍA
Para recoger las cortinas del cielo
que el sol no tenga miedo.
Salir a la calle y sonreír:
—porque sí, sin ningún motivo especial.
Poner tu mano en el pecho
y sentir que estás vivo.
Correr tras las palomas de la plaza
y abrazar a los amigos:
—porque sí, sin ningún motivo especial.
Dejar el auto guardado
y salir en bicicleta.
Abrir los brazos y sentir que abrazas a Dios:
—porque sí, sin ningún motivo especial.
Escribir una carta para tu amor
y llevarle flores hasta la puerta de la casa:
—porque sí, sin ningún motivo especial.
Quitarte la camisa y quedarte en playera
y dársela al señor que pide en la esquina.
Darle tu almuerzo al niño pobre
que no desayunó
y decirle hijo.
Llegar al hospital más cercano pintado de payaso
y hacer que la gente olvide las penas.
Decirle al mundo que Dios es grande
y reír, soñar, ser feliz:
—porque sí, sin ningún motivo especial.
Esoterismo hubiese hubiese
-El sueño de Cerbero.
(Primer lugar internacional de cuento en Perú 2016, Revista Hispanoamericana El parnaso del nuevo mundo)
¡Es cruel el guardián de las puertas del infierno! el demonio Cerbero. Son pocos los que han salido triunfantes sin sentir sus garras y colmillos desgarrando carne y entrañas. Hipnos, el señor del sueño lo ha dormido, en la profundidad del instante Cerbero era liberado en el mundo, corría de oriente a occidente, del norte hacia el sur como lebrel en casería. Meneaba la cola cuando los hombres le daban de comer; el corazón y sesos de sus hermanos, él lamia la mano de los Caín.
¡Es un festín tantas guerras en el mundo! que Cerbero pensó que el Hades era aburrido. En oriente medio, la guerra no tenía fin. Cerbero rugía, cuando los bombarderos más sofisticados hacían temblar la tierra y, el llanto de los niños amanecía con el alba. Los dromedarios de acero en el desierto, camuflados, esperando la señal de ataque. En el cielo, azores a control satelital tomaban fotos o simplemente buscaban objetivos en tierra. Cerbero no tenía que matar, solo se quedaba echado esperando la muerte de inocentes. Cerbero pensó que los hombres eran demonios de carne y hueso que evolucionaron para la guerra, todas las épocas estaban llenas de asesinos. Cerbero pensó que los hombres tenían esta semejanza de los dioses, porque las divinidades siempre han estado en guerra. Si quería un postre, Cerbero, podía ir a los barrios del ghetto y de vez en cuando alguien era acribillado por una pandilla. En Latinoamérica desde México hasta cabo de fuego, si no era un cartel en las fronteras, era una mara en Centroamérica. En fin, siempre había sangre y carne de algún inocente. Las favelas de Brasil eras los postres favoritos, Rio de Janeiro con todos sus carnavales guardaba historias sangrientas. A veces, Cerbero se echaba en un incendio forestal, otras en un volcán en erupción, buscaba los terremotos si quería hocicarse. El mundo es un caos aparentando quietud. Cuando Hipnos, trajo a Cerbero del sueño, este comenzó a aullar como perro en medio de la noche. Cerbero sintió que su hogar estaba en la tierra.
CANTO DEL OPTIMISTA
Hoy es lunes
y estoy más alegre que en un viernes;
tengo la oportunidad de cambiar
caras tristes
en rostros felices
-yo también soy feliz-
la verdad no aprendí nada
de mi vida pasada
y eso es mejor.
Ahora podría ser
un jefe compulsivo
con la prepotencia
y la superioridad de la piedra,
enfocado en metas irracionales,
fumando para liberar el stress,
bebiendo café cada dos horas;
esperando el final del mes
y culpando a los subordinados
por mis discapacidades.
Nunca estuve mal
solo estuve
en el sitio incorrecto
con gente equivocada
que vive a destiempo,
que desayunan
un café cargado
que suelen almorzar
a las dos de la tarde
que acostumbrar cenar
con el trabajo.
compulsivos con el reloj
apegados a la agenda
con fechas montadas
y a gritar por todo.
Por eso escribo en este parque
donde los niños ríen
y me enseñan a ser feliz
con tan solo
un viejo columpio oxidado
y un tobogán de cemento...
sin tarjetas de crédito
para cenar en los mejores
restaurantes del pueblo,
sin etiqueta.
Corren tras una pequeña bicicleta
que lleva sus sueños infantiles...
no cuelgan en sus paredes
de salas lujosas
reconocimientos
ni títulos universitarios
pero se cuelgan ellos mismos
sobre las argollas del columpio
orgullosos de ellos mismos.
He encontrado la fe que tenía
y creo en un mañana de versos
Los inmigrantes del mundo
I
Los inmigrantes cruzan el mediterráneo
en sus barcas improvisadas de África a Europa.
Sueños nutridos de esperanzas
albergados en sus cuerpos deshidratados.
El hambre les alienta divagaciones
en que existe un mundo feliz y humano.
La muerte los mece en el oleaje
y el mar les canta una canción de cuna.
II
Los inmigrantes latinos cruzan las fronteras de México,
entre coyotes asesinos y cárteles de drogas.
En medio del anonimato bodegas apestadas de ratas,
hediondas a cadáveres putrefactos,
escuchan la onomatopeya de la muerte
chirriar en sus cráneos despedazados.
Las niñas y las mujeres vendidas
en los prostíbulos de Miami;
mercadería con valor agregado,
carne exótica de la América Latina.
III
A nuestros inmigrantes
¿Quién les cantará
cuando las patrullas y sus perros
ladren en inglés les persigan,
después de haber realizado el trabajo de campo
y de construcción, mientras los yanquis miran
por televisión la recesión económica
que anteceden a sus guerras,
y los hijos de inmigrantes,
ahora norte americanos,
por el Ius soli peleen en los frentes de batalla
la guerra por petróleo de su nueva patria.
¿Quién cantará a esta gente
cuando en Europa los cheles detengan
el vehículo porque simplemente
estaba lleno de cabelleras negras
y al requisar descubran
las visas de turismo vencidas,
les hablen en alemán o en francés
quedando en silencio sepulcral.
Los del norte piensan que nosotros,
los del sur, llegamos a robar sus empleos.
Sin embargo, lejos a miles de kilómetros,
en el patio trasero, al otro lado del Mediterráneo,
o al otro extremo del atlántico,
con una frontera de dos o más mares,
el hijo hambriento espera la remesa familiar
para tener acceso a la escuela
y un futuro en el que no sea llamado
inmigrante ladrón de empleos y de sueños.
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