lunes, 12 de enero de 2015

JUAN BERNARDO GUZMÁN SERRATOS [14.454] Poeta de México



Dr. Juan Bernardo Guzmán Serratos.

Nacido en Guadalajara, Jalisco. Méjico, en octubre de 1945.
Padre de seis hijos, Católico. Sin filiación política.
Médico Cirujano Odontólogo. Maestro universitario de su especialidad durante doce años.
Su padre, Médico, literato, pintor, músico; humanista completo, lo inició en la escritura desde la adolescencia.
Ha cultivado la poesía, cuento, oratoria y ensayo; escultura y música.  Sólo ha publicado desde el 2011-2014 en Guadalajara y Buenos Aires:
La Oración-poema “Totus Tuus” 
Director de Comunicación del Departamento de Bellas Artes del Gobierno de Jalisco durante los años ochentas.
Fundador y Coordinador General de La Casa de Los Colomos, Centro Cultural del Ayuntamiento de Guadalajara, durante los años ochentas.
Auxiliar de los Talleres de Literatura y Poesía en el mismo plantel. Impartidos por:
Lic. Carmen Gloria Lugo Serrano Maestra titular -literata, poeta-
Juan Bañuelos. Visitante. –poeta-
Juan Pablo Guzmán Alemán. Visitante –literato, poeta-
Juan José Arreola .Visitante. –literato-
Otros  visitantes no recordados
Colaborador del programa Cultural de radio, Sabatino, del Licenciado Javier Garavito, Radiodifusora Cultural del Gobierno de Jalisco,  durante los años ochentas.
Participante en recitales individuales y colectivos de poesía en:
La Casa de Los Colomos.
El Foro de Arte y Cultura, DBA.
Ex Convento del Carmen. DBA.
Casa de la Cultura de Zapopan.
Centro Cultural Vallarta. Puerto Vallarta.
Y otros más.
Fundador y Coordinador de Eventos  Especiales en La Sociedad de Guitarra Clásica de Guadalajara A. C. 
En la actualidad cultiva sus aficiones artísticas en forma privada. 
Ensayos en busca de editor.
“Quijote y Evangelio”
“Terrorismo Conyugal”
“Traición a Jesucristo”
Obras terminadas y registradas.
Guadalajara, Jalisco Méjico.
Enero del 2015




MI CONVICCIÓN

Soy hacedor de poesía
sin preceptos
ni  métrica,
sin ataduras;
libre y llana poesía.
Sin frases contratadas
que  busquen consonancia
o verborrea
dulzaina.

Soy hacedor de poesía,
perdedor de concursos
y defensor
del miedo.
Labrador del silencio,
de la noche,
del ruido,
de la intemperie.
Secuestrador del tiempo.

Soy hacedor de poesía
sin futuro social
o aspiración a un rango.
No sigo a un régimen
ni tengo grado.
No reparto mi nombre
ni ambiciono prestigio.

Soy hacedor de poesía,
no fabricante
de libros
ni vendedor de letras.
Soy mal calígrafo
y no tengo ortografía;
pero soy hacedor
de poesía…tan sólo eso:
¡hacedor de poesía!. 



A LA MUJER QUE 
UN DIA VOY A ENCONTRAR;
Y AUNQUE NO LA ENCUENTRE.

Poemas de carne y alma

A LA INASIBLE MUJER.

Quisiera decirte
Amor…¡te amo!
Cuando el silencio
carnal de contemplarte
se tiñera de lumbre
en vez de blanco.
Pero tus pasos Amor,
cardúmenes en fuga
te llevan al
presuroso nido de
otro hombre…¡Amor
vuelvo al silencio!.



EXORDIO

Déjame soñar contigo,
en el espacio 
ajeno
de tu cuerpo,

en el encuentro 
vital

de haberte conocido.

Déjame soñar contigo,
crepúsculo de 
tardes prometidas.

Déjame soñar contigo. 
Hendir
mis besos como quillas 
de luz
en tu sorpresa.
Soñar en  el fulgor
inalcanzable, 
 impreciso,
persistente 
de tu cuerpo
de aerolito.

Hacer
un vuelo 
al girasol de luz
de tu pupila
dilatada

Déjame soñar contigo
para llenar
mi  soledad
de invierno,
llenar con tus palabras
la empinada cuesta
hasta mis noches.
Abrigar tus respiros 
en el  párvulo
encuentro de dos
desconocidos…
¡Déjame soñar contigo!

Una irremediable espera 
me anuda
los párpados
para verte
hacia dentro
de mí.
Porque fuera de mi borda
tu sombra
se destiñe.
No eres del agua
pero eres
como el agua,
limpia
translucida
fugaz
 dulce.
En ti rielan mis ansias
de premura
destellos
mutilados,
crestas de luz 
entrecortada.
Como no puedo abrazarte 
te circundo
lúbrico,
a medio camino
del acto de besarte.
Tú, luminosa
no me
perteneces.

Allí duermes amor,
reposando tu esbeltez
de gladiola.
Quieta tu epidermis modorra,
ondilinea huella
entre las sábanas.
Adentro de tu capullo
de mampostería, 
tu recámara
envuelve asombrada
la intimidad
gloriosa de tu cuerpo.
Afuera, la irritada
noche ciudadana
se atomiza 
en luz desperdigada.

Te podré llamar
amor
porque te amo. 
Porque eres dura
frutal, inexistente
blanca
y de nadie.
Y  te nombro
con una nueva voz
de geología,
para que se haga
duradero 
y mineral
lo que te digo.
No por hoy,
no por una tarde
nomás:
¡para toda la
vida
viviendo
de vivirte!.

Es la nueva,
la impensada,
la impensable, 
la valiente y antigua
odisea
de ser amantes.
Amantes en invierno, 
en junio,
en adjetivo, 
en verbo 
y en las sábanas.
En el vértice
de nada y en lo maduro
de todo.

Porque no voy 
a decir ¡que no!
a la avidez
de tu entrepierna.
Para entonces;
ya lo tuyo
y lo mío
 será una matadura. 

En medio
de esta edad
yo te recibo.
De esta
mía niñez
exhausta y duradera
en que voy 
todavía
proa al arco iris. 
Te recibo
indispensable
y ya formada;
con toda
la premura
de tu arribo;
carne venidera,
y tus ayeres
y los nombres
que recuerdes…
¡Yo te recibo!.

Mucho antes
que tu cara,
tierna y de flor
apareciera,
yo te amaba.
Antes, mucho antes
de encontrarte
con tu forma
celular,
quería regalarte
a bocanadas
mis hormonas.
Adentro de mí
ya habías
venido.

Tenía la certeza
de que 
estabas hibernando,
para dejarte
crecer
en la nuevas
latitudes.
Sanando tus
espacios y tu lengua,
y esa pantorrilla.
¡Limpiándote el
alma
de otras clorofilas,
para venir
a mí
el día
que te encontrara!

Aquí estoy
para tu cuerpo.
Para llegar
a ese mapamundi
de piel 
con mis  dos
manos.
Para dejar
sobre tu espalda
de pampa
enrojecida, 
la huella 
digital 
que te hará mía. 


Allí estabas,
hecha un 
excitado contorno
de agridulces
promontorios;
con toda
la inquietud
de un juvenil
arroyo,
y con toda
la hambre
de tu diurna
espera.
Allí estabas,
primadona
de la sangre
alborozada…
sintiendo mi
presencia horizontal,
como marea
que se
entierra
en tus líquidos
clamores.

Quiero saber
como respiras
cuando trote
tu alma
piel afuera.
Escuchar tu 
destazado aliento
de mamífero
bramando;
contar
en mis oídos
el jadeo
que te arranque
mi cuerpo
con su ritmo…
Y luego,
otra vez
beberme el aire
que en 
tiempo de adagio
me respires.

Y andaré por
tu huella de ansiedades.
-rastro de júbilo
y cautela-
Porque fuiste
marcándome
los pasos
en la brecha
de carne
que me entregas.
¡Pareces ojo
de agua
llenándome la lengua!

Entrégame tu 
espacio
de abstinencias:
¡musgo nocturno
entre las ingles
solitarias!
Para hundir
el relámpago
biológico
que encienda
tus abismos
olvidados.
Mecha encendida
del tobillo
al alma.
Tiempo de mieles
y penumbra;
es el amor
urgente
que nace
de la hormona.



Oda del otoño de la encontrada musa. 

                                        A  la    propietaria 
                                        onírica de mis 
                                        desvelos. 

Cuando te veo
cada 
mañana,
geométrica y distante
se me escapa
la voz
para llamarte bella,
y un antiguo venero
en el fondo 
de lo que llaman
alma,  
renace con 
límpidas nostalgias .

¡El silencio de lo 
que nunca te dije
se dilata!

¿Por qué
vives en otro lecho?

¿Por qué 
vinieron otras manos
a tentar
tu agrimensura?

Antes,
mucho antes 
en mis dedos 
se escurrió tu pelo,
y antes ... 
mucho antes
boca con boca,
ya no supimos
qué hacer,
y no lo hicimos. 

No te puedo 
llamar dulcemente
amor perdido;
ni siquiera amor,
ni pasado, ni mujer que
fuiste mía...
Sólo te llamo tú;
la completa hermosura,
la realidad improbable
de aquél ensueño
tan probable.

El tiempo pasado
no ha pasado.
No fuiste la sonrisa
ni los ojos,
ni la efímera lindura.
Fuiste lo que eres
en tu vuelo 
intemporal
y planetario:
la sonrisa 
la lindura y los ojos. 

A veces me
pregunto
si es amarte
nomás pensar en ti;
en la corpórea ausencia 
de tus brazos,
en alguna palabra
que me diste solferina, 
en la entera
vaguedad
de no tenerte.

Tengo la certeza
de que
no me entregaste
lo tuyo,
ni yo te di
lo mío.

De que los dos
gravitamos
como pólenes dispersos;
como fulgores 
en órbitas distintas. 

Pero tu sola mirada
al recibirme,
y mi sola mirada
al encontrarte,
hacen los años-luz
de cercanías
que nos mantienen.

No sabría
si tu piel es de luna
o de soles
huérfanos de mediodías.
Porque es 
blanca
como el nácar marino
de la concha,
y luminosa
como la luz recién nacida.
Y no te puedo
entregar
los voces mías
ni decirte un, te quiero;
porque entera
desde la boca al
alma 
no eres mía.

¿Y si fueras mía , qué serías?.

¿Acaso un ramillete
de palabras encendidas?

¿Acaso la purpúrea
florescencia
de una esperanza ya tardía? 

Como el surco
que espera
la vida germinada
yo te espero;
vida de tallo
y pericarpios sonrosados.
Así, un viejo
y amoroso canto
te espera,
y te recibe
frutal
como la aurora.

¡Fiesta y dolor...
agitada geografía!

Un silencio te dirá
lo que yo enmudecido
callo,
porque una frase
enfrente de ti
nada diría,
pero con el silencio;
alada serpentina
el alma vuela y encuentra
la palabra:
¡eso quiero decirte!.

Es tanto
 lo que tengo que hablar
que enmudecido callo...

¡Oh... qué difícil es tenerte
en la metáfora, 
encontrar la frase 
luminosa.!
Porque tú, 
hermosura de espacios
aurorales, 
cultivas la luz
en tus orillas diamantinas. 

Yo soy contigo
una simbiosis,
sombra y lama
silencio y liquen
espina y sangre. 
... Y vimos tantas
cosas juntos,
sin saber que las 
veíamos juntos;
y quizá ya nunca
las veremos juntos...

Vimos la desangrada
muerte de los 
soles, 
el amarillo
vertical del medio día, 
los brazos del viento
rompiéndose
en el bosque;
la tormenta,
el relámpago
y la inútil faena
de la golondrina .

¡ Cuantas cosas 
nos faltaron 
para hacerlas juntos. !

Lo único que espero
de ti
es dejarme pensar
que sí te amo. 
Estar en la
estrechez nocturna
de las sombras,
abriendo 
las páginas
que sólo yo 
y tú,  algún día
abriremos. 

Porque lo nuestro,
es nada
en medio de una  inmensa
nada 
que podría palparse.
Y cada vez  
tan dilatada
es esa vaciedad
de cuerpo y alma,
que la tengo que llenar
de cielo
árboles
y nubes.

Es  
la distancia que tu hermosura
deja,
como si fuera 
el borde de las aguas 
insalvables;
desbordada
ansiedad por alcanzarte.

¡No, no quieres
que se alivie 
de amargura
mi amargura!

En esta fecha 
de nuevas ansiedades .



TU y YO.

Tu y yo
en el laberinto
inútil 
que la tarde pinta de azules.
Allí tu pecho,
petrificado
en la penúltima
vuelta de la espera…
Yo, erguido 
en la 
glorieta mojada 
de tu vientre.

Una parvada
de pájaros
distantes
nos mira
en blanco y negro;
anticipando
el luto
de un amor fracasado.
Y luego,
luego
nos besamos
como dos emigrantes.
Amor de tránsfugas
que velan
el insomnio
con los 
párpados crispados.
La manecilla
grande
recorre
los minutos,
y la chica
se clava
en el ombligo róseo
de un ensueño.

Tu y yo
no vamos 
a ninguna parte,
por más
que hollemos
nuestros besos
en el anhelo puro, 
en el miedo ,
en el  forzoso 
abrazo.
Porque no tenemos
qué
decirnos,
un acido 
de  muda
desnudez
nos cuelga sus 
racimos.

En lo nuestro
sólo existen
navegaciones 
de mármol…
Y al final; 
un Pegaso de hielo
nos perfora
el alma. 



Y NO QUISISTE.

¡Te ofrecí  mi mundo
Y no quisiste…!
Gambusina mujer
Que vas y vienes.

Te hice carabela
en mis oleajes,
estrella,
flor,
nube,
perfume, 
ritmo y clave de fa
en mi melodía…
y no quisiste.
Inquieta como el
filo
de los mares,
 y libre como
las mareas.
Te fuiste:
¡hembra de viaje!

Abrí mi yo,
para que entraran
tus pies y
 tus miradas…
y fueras recorriendo
sorprendida
el sorprendido
andador
hasta mi alma.
¡Todo yo
huelo a marisma,
 a hierba
de otoño
que se ofrenda;
a la corteza
café
del tamarindo.
El zumo
que mojó
tu despertado cuerpo…
el agridulce
aroma
de lo que
hicimos juntos,
semejante a la caña
fermentada.

¡Te ofrecí mi mundo
Y no quisiste…!
Volátil compañera
mía;
que dejaste
mi núcleo
cuando quise
tatuarte
mis colores.
Verde musgo
mi esperanza.
Mi estómago vacío
 es amarillo
y mi diurna
alegría también 
es amarilla.
Mi insomnio:
violeta…
 Aspiro al azul polar
que casi
no es terrestre.
Mi palabra 
 Polícroma y
mi soledad
 plateada.
Por último
el color universal
del beso:
el oxidado tinte
de la hemoglobina,
¡el rojo!.
¡Qué bien hubieran
pintado mis
colores
tu ligera
cadencia
de libélula!

¡Te ofrecí mi mundo
y no quisiste…!
El sápido entorno
que me hace
degustar
la sal
y la cebolla,
la viscosa 
miel de abeja
y el bárbaro sabor
del ajo.
Como esa aventura
en que 
mi boca,
recorrió
tu anatomía
de fresa
y yerbabuena.
Esos  músculo tuyos
casi de canela,
tuvieron prisioneros
a mis labios;
y mi lengua
descubrió
entre tus recónditos
repliegues,
el embriagante
extracto del comino.

¡Te ofrecí mi mundo
y no quisiste…!.
La melodía 
escondida  de los 
puntos  cardinales,
que vive entre
los ruidos
y el crepúsculo. 
Traté  de 
cuajar
en tus conductos
auditivos,
una abstracta sinfonía
con lo que
 escuchas;
y  luego con tu voz
y  con tu risa;
con  el inquieto 
voy  y  vengo
de  tus pasos,
llené una
 partitura
de  anhelado  gozo.

¡Te ofrecí mi mundo
y no quisiste…!
Soltaste tus
 amarras
dejándome  en los
 huesos
un frío
de Polo Norte.
Un gélido
adiós
acuchillándome
el cariño…
dejándome los besos
como secos 
meteoritos. 

¡Helada mujer
de témpanos erectos!


Carne culpable
que rechazó 
mi carne.
Si te fuera 
a enjuiciar
serías culpable.
Culpable
de cerrar los labios, 
de esconder las
manos;
de una geométrica
ausencia
de mi lecho. 
Tendrías un 
veredicto
de amante fugaz
y transitoria;
culpable de 
asesinar
mis  tuétanos,
mi  aliento,
mis  jugosos
renuevos.

¡Soledad!.
Será la soledad 
tu hermana 
del tiempo 
venidero;
como un acto 
punitivo
de tu propia
savia envejecida.
Yo nomás dejaré
de  estar
 presente. 
Perderás  al
compañero
de  tus  senos
vespertinos; 
testigo
ocular de tu 
desnudo cuerpo.
Al visitante 
del compas
abierto de tus muslos.
Y en la constante
oquedad
de mi amorosa
ausencia;
el  corazón
que  se nombraba
tuyo,
quedará  como
olvidado
en la nevera.
Aunque sientas
un millón de 
resuellos
en el alma;
aunque vengan frescas
epidermis
a tu pecho;
aunque estrujen 
la valva
enrojecida
de tu boca…
y la abundancia
de palabras
te acaricie
novedosa;
no llenarán con
su emoción
de fuego fatuo,
la fantasía
circense
en la habitas,
desde tu frívolo
adiós
de mariposa. 



FRÍO AGOSTO.

El día de tu partida
hizo frío. 
Escarcha de niebla
entre el glóbulo y el alma.
No hubo el
suficiente 
verano 
para  encender el día.
Dos personas
no cuelgan sus
adioses
en las siluetas ralas, 
en la separación de dos alcobas;
en el hoyanco 
de casas separadas. 

Se necesita la luz
del mismo domicilio,
para romperla
en bocas juntas…
en dedos trabados
como plumas de paloma.
En cuerpos
callados con las ingles
frente a frente…

El día de tu partida 
hizo frío. 
Un frio 
sin nombre  desde
el muslo hasta la luna, 

como una inflorescencia reptil
en el estómago 
vacio.

Ya huérfano, 
sin ti,
en la total ingravidez
de tus miradas cardinales,
espero que 
me abarquen tus iris 
color sepia,
con el abrazo
general
de tu amor ya germinado.

Allá, en un allá
que no imagino,
sin polvo quizá,
sin nervaduras,
sin la corriente
ecuatorial de las horas
mitad
que entresacamos. 
Sin los pétalos
maduros de la nada.
Allá ,
en el filo cortante
de las mañanas huecas,
de la ensanchada verdad
que se carga
en los hombros,
abrevarás
el dulce cristalino 
de imaginarme tuyo.  

¡Oh ninfa del siglo cibernético,
de los caminos 
a las múltiples
pantallas
de los ordenadores!. 
Ninfa que puedes caber
en un pixel
y en el corpóreo
vibrar
de la testosterona.
El día de tu partida
hizo frío.
El día de tu regreso
no se puede saber.  

Te guardas subcutáneo
el momento
y el aroma de ese
inacabado instante.
Te guardas el prodigio
de renacer
en el filo
intocable del milagro , 
porque tú , 
como todos los
veneros frutales,
eres un circular Adiós
que se renueva.



Cuarto Vacío

Te miro  en el escorzo
fugaz
de aquella noche,
torbellino de pliegues
y despliegues
deslavándote
hasta un milenio de distancia.
Te miro con mis ojos
Desvelados,
ojos de cachalote sorprendido
en la helada recámara
sin tiempo.
En el plano inclinado
del  espejo,
donde el color sintético
de tus mejillas
y el sobreactuado
rojo de tus labios
se extasiaron.
Te miro con tu piel
danzarina
en  translúcidas  corolas
de telas encendidas,
verticales deseos
del tobillo al pubis.

Ya no sé si respiras
por ti misma
o  ahogas en tu boca
el mal aliento
de un viandante.
Tampoco quiero imaginar
tu espalda
hundida
en los colchones 
húmedos,
en las furtivas tardes
de besos  comerciales.
No, tú eres una libre altamar
que se ondula
solitaria.
Sin la bastilla
de sal que dan las playas,
sin el margen
de cantiles,
sin el golpe motoro
de los tumbos
sistólicos . 



Oda mínima al ombligo.

Allí, en la profunda
oscuridad te gozas
primogénito. 
Heroico vestigio 
de la sangre que acarreaste.
No estás vivo ni muerto
pero existes.
El torrente de hemoglobina
y linfa
que daba oficio
está anudado.
Existes abajo del corsé
o de la playera,
o indiscretamente al aire
en la banqueta.
Al norte del bikini
y al sur, muy al sur
del ojo y de la lengua. 

El sol y el verano
te descubren
con el azoro del nudismo:
redondo, ovalado,
llano, abisal…
¡róseo cráter
 del mundial abdomen!

Eres el escondido
trofeo de un cirujano,
y el  made in 
de los mamíferos; 
el barranco ciego 
de la anatomía.
Una especie de ecuador
gratuito
y fotogénico.
¡Ombligo, te respeto!



ACTO  DE  IMPLORACION
POR  SALVADOR  DALÍ,  A  LA
MADONA DE  PORT LLIGAT,
POR  SI  ALGUN  DÍA  ENTRARA
EN  AGONÍA  Y  MURIERA;
COSA  QUE  ÉL  SIEMPRE  DUDÓ.


¡Que te perdonen blasfemo…!
Que te perdonen 
ese Niño y esa Madre
para la venidera
salvación
que no has pedido.
¡Cerdo de esmeraldas!
Ya pronto acabará
tu cacareo
y quedaremos
en silencio;
recordando
tal vez
tu huevos fritos.
¡Marquesito senil…
y vamos a extrañarte!.

Un día despertarás
Adentro
de la luz; 
de la absoluta
incandescencia.
Con las dos manos
y los ojos 
y tu bastón 
de empuñadura,
dejados
en el cuarto.

¡Qué desnudo te verás
Entre los ángeles!.
Habiéndose quedado
la envoltura
de Narciso
-marchita y
fotogénica-
allá en tu cama.
¡Vaya que la hiciste,
divino espantapájaros! 

Le ensañaste a
nuestra tierra
el panorama cerebral
de tus 
lóbulos torcidos.
¡Señor de la impudicia
en pan francés!.

Y nacieron 
los chorros de pintura
curvilínea;
nuevos inquilinos
de periódicos,
televisión,
revistas y
penth houses.
Millones de retinas
se tragaron
lo deforme,
lo triforme
y polimorfo,
que tus brochas
escupieron.
¡Genio fenicio
de la plástica
y la gráfica
y los escenarios!.

Se lanzaron
tus dedos
como diez tarántulas,
embadurnando
lienzos,
y con todos 
los cuerpos
que cayeron
en tus dáctilos,
hiciste mutaciones.
Carnes que se volvieron
mármoles
o arenas
o viejos mobiliarios
en desuso. 
Le serviste
al mundo
tus menús
de esquizofrenia
y daltonismo.

Ni los santísimos
teclados
de los pianos,
ni lo violines
ni los relojes,
ni las frutas;
ni las bocas 
ni los hímenes amados.
¡Ni los rinocerontes
ni Guillermo Tell
salieron ilesos
de tu baba de colores…
y todo bajo cielos
 Rafaelinos,
como un  escupitajo
de aneurrítmicas locuras! 
Después de intoxicar
de irreverencias
al planeta;
de soltar y soltar
esa lengua
en los micrófonos;
de construir
tu pedestal
de egolatría.
Después de cautivar
en tus 
lienzos de epilepsia
el diámetro
plural
de lo que existe.
¡Te mereces los infiernos
petimetre!.
Pero yo y mis hermanos
mundialmente embobados,
proferimos nuestra
lástima
por ti,
oveja extraterrestre;
y germina 
en nuestros pechos
subyugados,
un radiante perdón
a tus malicias.
Y decimos acordes
y concordes:
que  te consigan
blasfemo,
que te consigan
ese Niño
 y esa Madre,
la eterna salvación
para esa 
supernova
que te dieron por alma;
¡equivocadamente!.




CANTATA  A   LA  ASTRONAÚTICA.
                                                       
   
1    

                                                       Andante .
  CORO Y VOZ:

¡Saludo a la
arcilla vencedora;
la arcilla
que en los frescos zacatales
se hizo biología!

Los estómagos
duros
que pueden
elevarse,
y los ojos
de pájaro
que ven desde 
la altura. 

2

VOZ:                                                        Allegro.

¡Saludo a la constante
heliotropía;
al paso
del hombre
que pintan
los radares,
y a las órbitas
celestes
que luego
habitaremos.


3    
                                       Andante maestosso.
VOZ:
Callaron los golpes
de prehistoria;
los ruidos aprendices
de la piedra.
Silencio entre los ábside
hundidos
y el trazo cavernícola 
que hicimos.
¡Este es el siglo
que se había esperado,
la hora en que creció
la levadura
rompiendo la estratósfera!. 

4

CORO:                                                         Alegretto.

Tiempo de acero
y de teflones,
de poliéster
y plásticos
soberbios.

5

VOZ:

Es la muerte general
de los cinceles
y el polvo de barro;
la hecatombe final
de los jazmines.

Estamos de boca contra
el cielo
mandándole ecuaciones.
¡Vivan las diosas
de hidrógeno quemado
y que vuele su rugido,
es la promesa
de estrellas que tendremos!.



5

CORO:                                                      Solemne.

Oremos por las naves
Espaciales:
OREMOS, OREMOS.

6

VOZ:                                                         Allegro.

Ya vamos  invadiendo el infinito
 a pausas,
metiendo nuestros dardos
de esperanza
en el azul vital
de las
galaxias.
Hacemos el camino sideral
para los niños;
los túneles ingrávidos
que crecen
como línea de sangre
para el cosmos.


Nosotros los ángeles caídos
sembramos nuestras
piernas al planeta
como troncos de junco,
y crecimos por todas las raíces
hasta salir del útero
de atmósfera.

7

CORO:                                               Molto   allegro.

¡Alegría alegría
todos partiremos…
alegría  alegría!.

8

VOZ:

Cuando mueran
las sístoles
del agua,
y las grietas minerales
nos devoren.
Cuando seque la densa
clorofila
su verde regazo
de nutrientes.
Cuando todo el hollín
de la humoniebla
nos pinte de luto 
la garganta.

9

CORO:                                               Molto allegro.

¡Alegría alegría
todos partiremos…
alegría alegría!.

10

VOZ:

Porque hicimos
la génesis caudal
de la astronaútica
con fe en el
transistor
y el aluminio.
Y luego nuestras
manos,
antiguas leñadoras,
pudieron enlatar
al oxígeno
y al fuego.
Disparamos los ojos
al espacio
como una parvada
de balines
al blanco
de algún 
mundo,
buscando
en la distancia
de años-luz
que nos rodea,
la nueva geología
para la especie.

11

CORO:

¡Alegría alegría
todos partiremos…
alegría alegría!.

12

VOZ:

Será la mañana
final
de nuestra tierra.
La estampida
del rebaño
que se fuga,
en esa eternidad
de laberinto…
E iremos llenando
el firmamento
de huesos
y de embriones,
en todo ese
vértigo de plasma
sobre el aire.
Millones de 
años luz
ingrávidos
de esperma
 y nacimientos.

13

CORO:

Será como el 
Naufragio-nacimiento
de la célula
en el vaso
estelar que nos reciba.
Con toda la esperanza
dirigida a los
radares
y pantallas…
¡Hundidos
 hasta el cuello
en la computadora!.

14

CORO Y VOZ                                  Allegro finale.

¡Vivan las diosas
de hidrógeno
quemado,
y que vuele
su rugido,
es la esperanza de estrellas 
que tendremos!.

¡Oremos por las naves
Espaciales,
Oremos, Oremos!.

15  
                                             Allegro solemne.

VOZ:                                               CORO:
¡Oremos…Oremos…!        ¡Alegría…alegría…
¡Oremos por la naves       Todos partiremos!.
espaciales…                         ¡Alegría….alegria
Oremos…oremos…!             Alegría alegría…!



A Pablo Neruda.

                                   -Sólo como poeta-

Pablo chileno,
nos dejaste la metáfora
agridulce de la cebolla frita.
El verso aerolítico
de tus arenas vírgenes.
Los redondos sonidos
de tu lengua sureña
y la harina maternal
de los adverbios,
que en tu boca
se volvieron
racimos de tórtolas
y viento.
Noches enjutas de
luna y de marismas
en tu negra isla
 Isla Negra.
Allí donde prendiste 
cardúmenes 
de versos 
a las australes
bastillas de tus mares.

¡Oh hermano de arena
Y tempestades!  

Recibe ahora  
esta floral caligrafía,
allá en tu eternidad de sol petrificado,
para que sea
la ofrenda 
a tu muerte
 siempre extemporánea.
Has guardado silencio
desde que aquellas
tus células
se declararon siderales.
Desde que en tu frente
cayeron los  crepúsculos
 helados .
Desde que el granito funeral
te revistió de olvidos,
cuando tus pies antárticos
dejaron los oleajes.
 Cuando tu enorme 
soledad de niño triste
se quedo en el bisonte
callado del recuerdo 
en el silencio.




 ESPAÑA.
                       (Escrito en la adolescencia)

Bajo el filo
de una hoja sarracena.
Se escribieron
tu gloria y tu epopeya.
De la gloria 
nació Alonso Quijano
y el Mío Cid
se engendro de la epopeya.




A DONOSTIA  

-San Sebastián-

El verbo marinero
de las olas nos canta 
la síncopa rota de las aguas
en tus piedras anfibias.
Guijarros de la costa
vascuence,
hienden con filo 
mineral la espuma,
donde rompe la sal
en las canoras
crestas milenaria.
Agua de mundiales latitudes
que viaja en el planeta
hasta el borde
libre de tus playas,
y reclina su
 desnuda transparencia
 en la porosa intimidad
de tus arenas.
Arenas que abrazan
la impudicia turística
de curvilíneos erotismos.




A JESUCRISTO.

¿Alguna vez te imaginaste
cuantos hombres en tu nombre
mataríamos?
Si tu palabra vital
de ser hermanos,
nos abraza
con el mismo gozo
a quienes somos tuyos
y a los que dicen 
no seguirte.
No les damos tu paz sino tus clavos.

¿Alguna vez pensaste
que los que hacemos
la cruz para invocarte,
repartiríamos
el dolor y el hambre?
Si tú multiplicaste
el pan y la salud
con el amor 
gratuito de tu mano.
Si nos diste la terrestre
infinitud de las cosechas,
alimento vegetal
de espiga y fruto.
Y con el agua
 y  con el don de mando 
de tu voz
curaste,
la raída
enfermedad del alma,
la del cuerpo tullido
putrefacto y ciego.
Pero nosotros 
Hicimos prisionera
 la semilla,
y la salud
la cobijamos en papel moneda

¿Alguna vez creíste
que no pondríamos murallas
a la extensión global
que nos fue dada?
Si la libre arena,
ribera, 
confín y geología
la anduviste en señal
de la común herencia,
en que playa, bosque y sierra 
eran la ruta plantar
del pie,
sin propietarios.
Pero nosotros,
gente de vocación
Inmobiliaria…
vendemos fracciones
de lo tuyo,
y engrillamos sangre y alma
de los prójimos,
a eso que llamamos patrimonio. 

¿De verdad tu
 Omnisciencia de Dios Hijo,
no te dejó entrever
nuestra nariz
 en tu justicia?
La acometida de
los limpios
otorgando dispensas
y trincando  pechos.
Cuando  te fuiste,
ascendiendo a La Casa
del Padre,
tomamos como propio
el reparto de las culpas,
y torcimos
la llaneza del perdón
en recovecos punitivos.

¡Pobre Jesús…estabas ciego!
Tus ojos terrenales
nos creyeron luminosos, 
y quemaron tus pupilas
las hipérboles
de nuestros corazones.
 ¡Torrente de emoción
Incinerada!

 Y con los ojos de Cristo
nos viste transformados.
Nos amaste como  hermanos...
¡como hijos!… 
y nos diste 
con tu sangre
de Dios-Redentor enamorado,
la vida interminable
de tu Reino.




POR SI ALGÚN DÍA MURIERA.

No sé qué vas ha hacer para llevarme
cuando le pongas
el punto final a mi contrato.
Cuando recojas mis células
con fecha de caducidad cumplida.
Cuando tu celo de Padre
recupere mis palabras
y los puntos cardinales
mudos de mi voz
callen mi huella de sonoros adjetivos.
Un ramillete de tristezas
nacerá en el pecho
de quien amara por error mi biología.
Mientras yo tragaré
la infinitud a borbotones,
para vivir la eternidad predestinada
en esas latitudes  que nombramos cielo. 
Quisiera que me mandes llamar
cuando el modorro segundero
parece hipnotizar la noche,
recibir tu propulsión y que ordenaras
al metrónomo callar lo programado.
Cesar el biorritmo de los sueños
para subir dormido a tu presencia,
y  abrir en tu fulgor ubicuo
los ojos que recién en la tierra
los cerraron muertos.




POESÍA. 

Concepto.

No existen ni el objeto ni el momento poético. No es más poética la luna que un carrito de súper mercado; un atardecer o el paso del ferrocarril; una alegría o una angustia. Lo que existe es la belleza en el cerebro del poeta. El poeta es el descubridor y el traductor de la belleza; a ese descubrimiento se le llama poesía. 
La poesía ha mutado su “traducción” de la belleza. No por eso el sentido poético de antaño y el de ahora, han dejado de serlo; ya que eso no le ha privado de descubrir la certeza de lo bello. La poesía contemporánea atiende más lo conceptual y menos lo objetivo. Escuchemos. 









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