JAVIER SÁNCHEZ TORRES
Nació en Lima en 1982. Estudió en la Universidad Nacional Federico Villarreal. Integró el grupo “Lilith” y “Verom Jusna”, participando en diversos recitales poéticos. Publicó sus poemas en la revista Prima Fermata Literaria (2007), ganador del concurso Colección Premio Libro de Poesía Breve 2010 con su poemario Sombrero de Salamandra, Hipocampo Editores (2011), también ganador en el concurso Premio Nacional de Poesía Javier Heraud 2011, realizado por la Secretaría Nacional de la Juventud, con el poemario Las Flores de Antígona. Posteriormente saldrá a la luz Hilandra, aún inédita.
Reposo
He permanecido inmóvil con aroma a jabón
Y durante todo este tiempo me vienen recuerdos
Como puentes y espaldas de yeso
Y la lluvia que no cesaba de reventar en mi rostro
y mi pecho
Cuando la ventana abierta dejaba una exploración
acuosa
Filtrarse sobre la jeringa y los gusanos
Sé de mi estado y mis ruedas de jebe sobre esa
losa fría
La llamada de los sueños y murmullos
Mi caminar de cangrejo y las manchas de algunos
accidentes
Que no dejaba de caer de esa botella fría de boca fría
Mis resortes te pesan y pesas diferente y te merezco
cada noche
Y te cubro con el algodón duro el llanto de otros
llantos
Y mis pesadillas que es el reflejo del espejo
Visitas como ella dejan sentir vida
De parientes que surcaron el cielo el cenit
El infierno junto con caballos
Cámaras que impiden salirme rodando
Y si pudiera lanzarme por la ventana
Con flores tarjetas y sábanas recién lavadas
Qué desperdicio dirían algunos
Mientras recogen mis partes en el horror del suicidio
Y el suero explota dejando mi cerebro con
pensamientos de letras vacías
Pero es sólo el reflejo de un moribundo
Que hace reposar el andar y el tiempo
Del poemario Sombrero de Salamandra
Asterión
¿qué verdad del día sino la noche,
el miedo, el Minotauro que has tejido
con las telas del insomnio?
Los Reyes, Julio Cortazar.
dime minotauro
asolado en el terreno de los gusanos
invadiendo con bufidos melancólicos
los cuartos estrechos y divinos Pero ella, Ariadna,
que juega con tus cuernos y tu lanuda frente de toro
tras nacer del zoofílico placer de las bestias
Ariadna escarba entre los pelos sacando garrapatas
bichos que comen tu sangre y los mete bajo el vestido
perlado
inflamando el color lánguido que deja la oscuridad
del laberinto
en sus mejillas
lames minotauro aquella sangre de media luna
aquel degenerativo rostro de niña acusada
por llevarte a la locura del animal
al esbozo continuo irracional que todos no entienden
que piensan sesudamente tu fiereza
animalidad que destruye la vida
que no sabes de amor humano
pero se equivocan y lo sabes
sabes el nombre de tu laberinto
del bramido con el color de ojos atormentados
de la muerte tejida desde la luz
a la oscuridad remota
donde un hombre se llevó tu consuelo
fuera de la isla amarilla
y quizá también rebusque sus garrapatas
y las meta en su párvula matadura
para luego sonrojarse
Del poemario Sombrero de Salamandra
Temporada del cuerpo
a Corcuera
Cada cierto tiempo crece en mi cuerpo otro cuerpo
Su velocidad es como los renacuajos
Cuando dejan de ser espermas en un pozo
Y se anidan horribles pero grandes
Cada cierto tiempo crece en mi cuerpo
Ella que es una rama, volviéndose verde
Y del verde espanto un pálido recuerdo
Cada cierto tiempo crece en mi cuerpo
Algo estremecedor
El reloj de pared ha fallecido
Y sus brazos señalan el seis
Cuando padezco que todo puede morir
Cada cierto tiempo crece en mi cuerpo
El deseo de obsequiarte el peso de mi sombra
El peso viril y asexual
Cuando crece en mi cuerpo la marea del tiempo
Del poemario Las Flores de Antígona
Reflexión de Antígona
Se dio cuenta que su aliento no transmitía calor,
Que sus manos no trabajaban como manos. Que Antígona era
La anfitriona de la muerte
Y pocas veces Polinices la recuerda
En el umbral
Frente a los ojos de la arena, un anciano
De largo silencio musita: el presagio es mi bondad
Y la maldición de los hombres
La espada del rey pulveriza el cráneo de una cabra
Ofreciendo a la muerte su harina
El pan se monta en los hornos
Antígona come de él y escribe sobre la loza negra
Estoy llena, satisfecha de compartir la muerte
Escribe con su dedo palabras blancas
Termina en su rodilla donde la oscuridad inmortaliza
El albur epidérmico
Y el anciano duerme en su mortaja de viuda
Polinices juega con su herida, y conversa con ella
Es la voz de Antígona
Del poemario Las Flores de Antígona
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