Marcelo Arce Garín
Santiago de Chile, 1976. La crítica lo ha catalogado como uno de los autores pertenecientes a la nueva promoción de poetas surgidos a partir del 2005. No proviene de los espacios tallerísticos tradicionales y no es parte tampoco de la maquinaria universitaria de la literatura. Ha sido invitado a diversas Antologías, revistas y páginas web y ha participado en eventos como el Tercer Encuentro de poesía Latinoamericana Actual “Poquita Fé” (Santiago de Chile, 2008); Segundo Encuentro Nacional de poetas “Riesgo País” (Valdivia, Chile 2008); “Descentralización poética”; "Los desconocidos de siempre", entre otros.
Poemarios: Exhumada (Mantra Editorial, 2009), Caja de cambio, (Ediciones Etcétera, 2016)
Santiago de Chile, 1976. La crítica lo ha catalogado como uno de los autores pertenecientes a la nueva promoción de poetas surgidos a partir del 2005. No proviene de los espacios tallerísticos tradicionales y no es parte tampoco de la maquinaria universitaria de la literatura. Ha sido invitado a diversas Antologías, revistas y páginas web y ha participado en eventos como el Tercer Encuentro de poesía Latinoamericana Actual “Poquita Fé” (Santiago de Chile, 2008); Segundo Encuentro Nacional de poetas “Riesgo País” (Valdivia, Chile 2008); “Descentralización poética”; "Los desconocidos de siempre", entre otros.
Poemarios: Exhumada (Mantra Editorial, 2009), Caja de cambio, (Ediciones Etcétera, 2016)
CUECA SANGRIENTA
a Jenny Barra Rosales.
El cerro denuncia
con sus grietas.
Entre arbustos desolados
brotan cadáveres
de obreros y estudiantes
que danzan
una cueca maloliente
bebiendo chicha amarga
y arreglada.
Pezones sangrando
amamantan la furia
de fusiles y bototos
que violan el ocaso
de un naciente San Bernardo.
Dejad que los huesos hablen,
que la Inmaculada Imagen
revele lo que no vimos.
La patria reposa
en tus faldeos
con la vagina llena de ratas
y la justicia
a la vuelta de la esquina.
ANUNCIO
Los huesos caen
en tropiezos de llanto,
asesinando el film
del personaje menor.
No hay más
que lobos infiltrados.
-Un olor a nalga tímida-
y emerges junto al tramposo
que gana fichas corroídas.
Eternos musgos se asolapan,
y algo suena
al otro lado del anuncio:
Un bosquejo milenario de la raza.
Propaganda con rostros avinagrados.
El quiebre de lirios en nuestras tardes.
El anuncio suena
y es otra cosecha
la que busca su trigo:
Calas asesinas sobre el cementerio.
Papel con sollozos.
Cáncer para los poetas.
Alzheimer en los milicos.
Solo eso
es la poesía de Arce.
ANUNCIOS.
Una cochinada terrible:
Falacias en la esquina.
Premios literarios al mejor postor.
Enanos pálidos junto al temple.
Rodajas de papa en la cien.
Un curso imperfecto tiritando de pánico.
Coloridas pastillas.
Perros olfateando mierda.
Vacas fingiendo orgasmos.
Fusiles arrastrando sangre.
Anuncio mi camino
sobre vidrios empañados
enarbolando
la elegía del dolor.
SONGS OF THE CITY
Las carnicerías del sector sur albergan quiltros desahuciados de pulgas y estertor, cada mosca danza al compás de botillerías, mientras maldigo la esquina ciudadana sobre el pasto de las entrañas. Espero el albor de la Republica en las aposentadurías de la plaza, dormito cantos absolutistas con el candor de la postrimería, Cabeceo soñando con tus largos dedos sobre el calostro de mi cuerpo. Es diciembre y aún hojas secas protestan bajo mis zapatillas. Bendigo el frontis de calle América. Sudada, manoseada, gritada y consumida, quiebro el peso de la memoria, llorando alcohol sobre los buses que se estacionan en tu frente. Edito los minutos que ya no valen, que fueron cueca zapateada, tango implorado, larva negra conquistando espacios recorridos en el cementerio rojo de los olvidados. Llegas a la capital de mis muslos, recordando las cantinas y desvelos, solo se que te quise y persiste ese bosquejo trucho, revocado, alerta. Las moscas rondan las carnicerías de la patria y fumo en el San Bernardo con palta en la mesa, ya negra tanto esperar que todo vuelva y se emancipe en el canto de los cuervos precordilleranos.
STONE
…voy a estallar en el sepulcro,
suicidándome en cadáver…
Pablo de Rokha
Una piedra angular
sobre la mesa de centro
vaticinaba el descaro madrugador.
Llovía a gritos
en la calvicie,
y el parrón imploraba
la llegada solar.
Te pedí un momento
para llenar el chuico incesante de la región,
sin percibir
la nuez tibia del fierro.
Al llegar…
una trilla de sesos
sobre el piso de Olmo,
y la radio repetía como bestia
SANDINISTA de los Clash.
Los niños de la Republica
te recordamos
¡porque somos tus hijos!
raza eterna que apalea fieras.
JULIETTE
Se movía como nunca Juliette aquella noche. Tibia, masajeaba la pelvis, pertrecha y herida por la sal de los chinches. La mezcla exacta de alcohol y ortigas. SADE cae en su lujuria. Al sangrar, sus pechos se desvanecían, los cuervos aullaban y pernoctaba la estirpe en sus pezones. Juliette llora en su desnudez…los movimientos no fueron para el mejor postor.
Textos de "Catarsis"
Editorial La Cáfila, Valparaíso 2007.
del libro EXHUMADA
CUANDO NIÑA SOÑABA CON SER
LA SIRVIENTA DE UNA TELESERIE MEXICANA
Bungalow, Antonio Silva.
La flor de la puta
se despuntaba en paracaídas
con uñas color tierra
A mi muchacho le gustaban los Ex
dime cuantas veces quieres que te lo repita
sonaba en el dial
dime cuantas veces quieres que te lo repita
gritaba la putifrunci
dime cuantas veces quieres que te lo repita
vomitaba en el cuarto cuajado de luz
Soy la exhumada
oía la ronda de San Miguel
mientras vendaban mis ojos
Soy la exhumada
calzones en los tobillos
y no se como mitigar
la ausencia de vino en el pescuezo
Tejo una bufanda para que abrigues tu cuello
uso el punto que copié a mi madre
tupidito para que no te resfríes
Soy la exhumada
no figuro en ninguna encuesta
oculto el dolor en las arrugas de mi frente
y el mapa de la provincia se me clava en las vértebras
no soy tortillera
no soy regodeona
exhumada canera soy
tiro la huincha
con la flaca Alejandra.
a cambio de las tardes, mis cassettes de Adamo y Perales
la flaca lee a Neruda antes de cerrar sus ojitos
es poeta la flaca
muere cada noche al filo del neón empañado
Entierro todas mis muñecas
Entierro todas las promesas
Entierro todos los colores
Entierro mi alma
El pudridero
arroja polillas
en este vestido azul
y el cadáver
con sarro de mi abuela
ingresa a paraderos ruinosos
con falso aroma
a caldo caliente
Soy la exhumada
me descuartizo en 1.000 partes
y siembro la ciudad
Esta tierra acusa malezas
El brote del hambre
cosecha un vuelo patológico
Cava aquél pozo
Gritos
Sombras se pasean entre las cunetas
saltan los cuervos
solo aprieto el lapsus del espejo
No quiero ver mas
a mis amigas
tapadas con plástico en el Servicio Médico Legal
que el frío no agarrote mas
el tránsito de los cuerpos
los bosques intensos del sur
abren mis brazos
y el voltaje de cada lágrima
humedece la niebla
Entumecida marcho junto a lenguas negras
desdentada y hueca
el género estropea mi pasado
una roca en los pies de mi cama
es nicho clavado en cada cabeza
cegada en las cejas
esquivo la inmundicia de estas hojas
Observo a mis deudos
venusta soledad en su don
pontifiqué el colonialismo de ropajes
momias se incrustan tras los pulmones
Latinoamérica suda
y espejos ancestrales despiden mi lanza
Crítica de un editor:
EXHUMADA, Marcelo Arce Garín, Mantra editorial, 2009.
Por Eduardo Farías A.
Exhumada es el primer poemario de Marcelo Arce Garín, y el décimo que ha publicado Mantra editorial en su colección Bajo el arcoiris de fuego. El libro contiene en total 68 páginas.
A mi parecer, la edición exterior de este libro es, profundamente, opaca. Una fotografía en blanco y negro que se despliega tanto en la cubierta como en la contracubierta, y el color del título, configuran el aspecto visual de este libro. Entonces, mediante la combinación, principalmente, de estos dos elementos ―la fotografía y el color del título―, la cubierta no se construye para que parezca una cubierta atractiva. Y por ello que la opacidad, antes mencionada, del continente corresponde, a mi modo de ver, con el contenido de Exhumada. Ejemplo de esta afirmación es el color café del título, que se refiere al color de la tierra, y que se relaciona, íntimamente, con el sentido de la palabra “exhumada”. Por ende, la cubierta está en sintonía con el contenido de Exhumada.
Cabe señalar que este despliegue de la fotografía en la cubierta y la contracubierta es una de las características esenciales del diseño editorial de Mantra editorial, y que esta fotografía, según el propio autor, fue cedida por Claudio Bertoni para la edición del libro.
El continente del libro es todo el espacio disponible, o el campo de acción, que tiene el editor para realizar lo que estime conveniente en el proceso de edición y construcción del libro. En Exhumada, la contracubierta está vacía, y no utilizar este espacio es una posibilidad más en la edición de un libro, pero, creo que, en este caso particular, es un error en la edición y, en consecuencia, de Rodrigo Gómez, el editor. En la librería, el lector cuando coge un libro, primero observa la cubierta y luego se desplaza hacia la contracubierta buscando información sobre el libro que tiene en sus manos. En ese proceso, el lector decide, realmente, si desea comprar el libro. En síntesis, el texto que se halla en la contracubierta cumple la función de acercar el contenido del libro al lector sin que éste tenga que abrir el libro y hojearlo para conocer su contenido. Por esa razón, el uso de la contracubierta es fundamental. Entonces, hubiese sido interesante que en la contracubierta apareciese un comentario de Héctor Hernández Montecinos, director editorial de Mantra, acerca de Exhumada, o una parte del postfacio de José Ángel Cuevas, o bien, un extracto de algún poema.
El uso de la solapa anterior y posterior es común, es decir, en la solapa anterior está la información sobre el autor; y en la solapa posterior, la información sobre la colección. Aunque, el trabajo en el diseño de la solapa posterior me parece digno de mencionar y resaltar.
En la diagramación de Exhumada se advierte una particularidad: la utilización del tamaño de la tipografía. La tipografía fluctúa entre dos tamaños, como se aprecia en las páginas 11, 17, 21, 27, 33, 39, 45, 47, 51 y 57. Este hecho me parece destacable porque (de)muestra la utilización de la página como el espacio donde se sostiene la letra. También, es posible considerar que, a través de la utilización del tamaño de la tipografía, se inscribe una jerarquía entre los poemas. Pienso que no se evidencia ninguna jerarquía entre los poemas, y si sucede, se explicaría, a mi parecer, por la lectura que realiza el lector. Aunque, es innegable que mediante el uso del tamaño de la tipografía se resaltan ciertos fragmentos en este poemario.
Respecto del texto, Exhumada se construye a través del discurso del hablante lírico que asume una voz femenina. Este hecho constituye la principal característica del poemario. A raíz de esta particularidad, es posible encontrar en la tradición poética chilena diversas escrituras que, también, se construyen a partir de tal característica, pienso, ahora, en La tirana de Diego Maquieira y Bracea de Malú Urriola. Respecto a esta característica principal de Exhumada, Oscar Saavedra y Raúl Hernández en una conversación me plantearon, con justa razón, que la escritura poética de Marcelo Arce ya había sido realizada. El libro en cuestión es La manoseada de Sergio Parra publicado en 1987. A raíz de este dato, la intertextualidad es un proceso de lectura necesario para acercarse a Exhumada, pues entre un proyecto y otro las similitudes son fundamentales. Por ende, me interesa vislumbrar algunas intertextualidades y valorar Exhumada en relación a la obra de Sergio Parra.
En primer lugar, estos dos poemarios se construyen a partir de una voz particular y femenina, una voz que no se define por un nombre común y corriente, sino que, por el contrario, se define a raíz de circunstancias particulares.
En segundo lugar, la sustancia, por así decirlo, de ciertas imágenes en el poemario de Sergio Parra se encuentran transformadas en Exhumada. Algunos ejemplos de esto. Por una parte, la lectura de la literatura y la poesía se encuentran en estos dos libros. En La manoseada, la hablante lee a Cortázar y hace el amor con un muchacho que escribe poesía. En cambio, en Exhumada la amiga, la flaca Alejandra, de la hablante lee a Neruda, y además “es poeta la flaca” (15). Por otra parte, existe en los dos poemarios un uso de la cultura pop, específicamente de la música popular en español, para la configuración cultural de la hablante: La manoseada canta de memoria las canciones de Julio Iglesias, mientras que la hablante de Exhumada posee cassettes de Adamo y Perales. Lo que he advertido intertextualmente, hasta el momento, no es lo único, pues existen otras imágenes y procedimientos textuales que relacionan entre sí a estos dos poemarios.
En tercer lugar, tanto en La manoseada como en Exhumada, la hablante está constantemente reafirmando su identidad en los poemas. Así, en La manoseada, la hablante se construye a partir de diversas imágenes. En cambio, en Exhumada, la hablante, fundamentalmente, define su identidad por medio de un enunciado, “soy la exhumada”, y que despliega en diversos momentos del poemario. También, se construye por medio de otros enunciados: “no soy tortillera / no soy regodeona / exhumada canera soy” (15). Pero, aún así, el procedimiento de autodefinición se basa, principalmente, en el enunciado “soy la exhumada”. Ahora bien, este proceso constante de autoafirmación y autodefiniciónde la hablante, en Exhumada, permite que ella, también, niegue su identidad que ha creado, como se demuestre en el siguiente texto: “desde hoy cavaré mi propia tumba palada tras palada no soy la exhumada” (47) Aunque, en la página 55, nuevamente, la hablante se define como la exhumada.
Cuando se realiza una lectura intertextual de un corpus literario, siempre existe un motivo mayor. No se trata, simplemente, de vislumbrar las similitudes, o las diferencias, entre dos textos de una forma mecánica. Este es el procedimiento necesario para advertir la posición de un texto respecto a otro, es decir, el motivo, a mi modo de ver, de la lectura intertextual, en este caso, es establecer la posición literaria de Exhumada respecto a la obra de Sergio Parra, y posteriormente, respecto a una tradición particularizada.
Entonces, cómo situar Exhumada con respecto a La manoseada de Sergio Parra. Ante tal pregunta, creo que las posibilidades de respuesta pueden ser tres. En primer lugar, es posible considerar a Exhumada como una copia de los procedimientos textuales, y del imaginario, del poemario de Sergio Parra; en segundo lugar, Exhumada es una reescritura de La manoseada; y, en tercer lugar, el poemario de Marcelo Arce es una continuación del proyecto poético de Sergio Parra.
Por mi parte, yo comulgo con estas tres posibilidades en su justa medida. Primero, sitúo, provisionalmente, a Exhumada como el poemario que continúa y reestructura el proyecto poético de Sergio Parra. Para lograr este propósito poético se copian ciertos procedimientos y circunstancias para que la identificación entre un texto y otro se proyecte, sin dificultad, para el lector. Pero, a su vez, se reescriben, también, ciertos procedimientos poéticos. Por ejemplo de esto último, en el proyecto de Sergio Parra, la hablante construye las situaciones como recuerdos que se traen al presente por medio de la escritura, mientras que “la Exhumada tiene que ver con una forma de conciencia” (63) como sostiene José Ángel Cuevas en el postfacio.
En conclusión, Exhumada de Marcelo Arce Garín se sitúa en la tradición poética chilena como la continuación y reestructuración del proyecto poético de Sergio Parra, específicamente de su libro La manoseada. Sin duda, que el valor literario del poemario de Marcelo Arce debe ser definido en un análisis mucho mayor al que he realizado hasta el momento. Por mi parte, he intentado vislumbrar un camino de entrada a este poemario. Por último, exhumar es la acción de desenterrar un cadáver; además, el diccionario de la Real Academia Española entrega otra entrada: “sacar a luz lo olvidado”. Gracias a esta entrada del término, puedo afirmar que Exhumada saca a luz el proyecto poético de Sergio Parra reconfigurándolo. Exhumada es un momento diferente de una misma historia que hasta el momento estaba en el olvido escrituralmente.
Poesía químicamente pura –desde el margen–
Apuntes de lectura sobre Caja de cambio, del poeta Marcelo Arce Garín
Ediciones Etcétera, 2016
Por Alberto Moreno
“Hijo del lumpenaje, te oprimen cadenas, y esa injusticia no puede seguir
… sólo queda beberse todo el salario/
Respiro boto respiro boto/
Acullicu”.
Son estos los ritmos y cadencias de los desplazados de su propia tierra, y esa respiración es un grito: son las grietas del alma. Sólo así es posible la vida.
El desborde, lo extraordinario, viene como siempre, de la palabra, tomada de los ancestros “acullicu”: es provincialmente simple, y su hablante, providencialmente está a salvo de la oscuridad de la violencia, y se ha tornado ternura infinita... “acullicu” nos dice, y mastica despacio sus palabras como verdes hojas verdes, lento, para no marearse, para no caer desesperado en medio de las calles de sucio asfalto, del gris y duro cemento.
Vas por las ferias libres, en los márgenes de la ciudad, esa otra ciudad, espacio colorido y sonoro, lugar del trueque y el valor sin usura, recovecos como madrigueras, territorios alejados del éxito y el arribismo patriotero -esa sombra que siempre nos juega en contra-. Sin embargo, nos queda la ternura, la amabilidad, nos dice el poeta, ante el crimen cotidiano de la postergación y la marginalidad, decretados desde tiempos ya lejanos.
Tenemos aquí una entrega brevísima, que relata pequeñas escenas de vida cotidiana, ampliamente conocidas por todos; el aplazamiento de los que caen más abajo. La postergación de los que no entraron al partido (y sí a las barras).
Compuesta sin “florituras”, la nueva poesía de Marcelo Arce posee un ritmo y una respiración exacta, de mecánica sintonía. Cuesta ver o sentir que algo sobra en sus páginas. Tiene la delicadeza y el talento de la economía del lenguaje. Menos es más, y se cumple a cabalidad el adagio, en este segundo poemario del sanbernardino.
Poética del margen, que es un margen resistente, fuerte, porque nadie podrá ya quitarle su lugar. Esta es la poesía de los que no hablan de poesía. Y que desde ahora tienen un nuevo canto propio, una poética, una verdad clara, dicha en unos demoledores versos libres.
La proeza de esta obra: no caer en la tentación, no “ser como ellos”. El autor es fiel a sí mismo, a su identidad, a una historia común de miles que recorren sus grandes avenidas, la cual se comparte y defiende sin ceder a la tentación del odio. El poeta de estos versos, es libre, porque no escribe desde el odio ni la derrota. Pero no es inocente. Es amable y generoso con sus pares, con esos rostros que callejean de noche y madrugada, compartiendo un último cigarrillo. Y les rinde homenaje. Los celebra.
Es como si Arce hubiese reunido en un cuadro -si pintase un fresco- de toda una pléyade santiaguina de parias, anarcos y amantes furtivos, mujeres y hombres que saben de memoria las calles y plazas de su barrio. Y que no ignoran ni desdeñan la propia fragilidad, pues saben que su paso y su huella son breves, por eso están tranquilos, sentados, bebiendo y fumando a medianoche en los escaños.
Es un mundo perverso, profundamente cruel. Pero siempre ha sido igual. Entonces, para qué mentir, y para qué soñar? Basta con vivir.
Poesía químicamente pura… como respuesta al fruto de una tierra árida, de un espacio social desmembrado, de un lugar que insiste en expulsarte, y que tú insistes en recorrer y habitar, porque no te envilecen el odio ni la ambición de poder, con su vanidad siempre celosa y racista.
P. Q. P. como un ácido, en dosis breves y fortísimas, quemándote piel adentro, como un amor intenso, que te deja con los ojos abiertos a un verdad innegable, que nadie puede esconder. Es tu ciudad que se derrumba. Y tú no cedes, y son tus pasos a medianoche, a mitad del camino. Y esta poesía es tu canto.
Santiago, Septiembre 2016
Apuntes de lectura sobre Caja de cambio, del poeta Marcelo Arce Garín
Ediciones Etcétera, 2016
Por Alberto Moreno
“Hijo del lumpenaje, te oprimen cadenas, y esa injusticia no puede seguir
… sólo queda beberse todo el salario/
Respiro boto respiro boto/
Acullicu”.
Son estos los ritmos y cadencias de los desplazados de su propia tierra, y esa respiración es un grito: son las grietas del alma. Sólo así es posible la vida.
El desborde, lo extraordinario, viene como siempre, de la palabra, tomada de los ancestros “acullicu”: es provincialmente simple, y su hablante, providencialmente está a salvo de la oscuridad de la violencia, y se ha tornado ternura infinita... “acullicu” nos dice, y mastica despacio sus palabras como verdes hojas verdes, lento, para no marearse, para no caer desesperado en medio de las calles de sucio asfalto, del gris y duro cemento.
Vas por las ferias libres, en los márgenes de la ciudad, esa otra ciudad, espacio colorido y sonoro, lugar del trueque y el valor sin usura, recovecos como madrigueras, territorios alejados del éxito y el arribismo patriotero -esa sombra que siempre nos juega en contra-. Sin embargo, nos queda la ternura, la amabilidad, nos dice el poeta, ante el crimen cotidiano de la postergación y la marginalidad, decretados desde tiempos ya lejanos.
Tenemos aquí una entrega brevísima, que relata pequeñas escenas de vida cotidiana, ampliamente conocidas por todos; el aplazamiento de los que caen más abajo. La postergación de los que no entraron al partido (y sí a las barras).
Compuesta sin “florituras”, la nueva poesía de Marcelo Arce posee un ritmo y una respiración exacta, de mecánica sintonía. Cuesta ver o sentir que algo sobra en sus páginas. Tiene la delicadeza y el talento de la economía del lenguaje. Menos es más, y se cumple a cabalidad el adagio, en este segundo poemario del sanbernardino.
Poética del margen, que es un margen resistente, fuerte, porque nadie podrá ya quitarle su lugar. Esta es la poesía de los que no hablan de poesía. Y que desde ahora tienen un nuevo canto propio, una poética, una verdad clara, dicha en unos demoledores versos libres.
La proeza de esta obra: no caer en la tentación, no “ser como ellos”. El autor es fiel a sí mismo, a su identidad, a una historia común de miles que recorren sus grandes avenidas, la cual se comparte y defiende sin ceder a la tentación del odio. El poeta de estos versos, es libre, porque no escribe desde el odio ni la derrota. Pero no es inocente. Es amable y generoso con sus pares, con esos rostros que callejean de noche y madrugada, compartiendo un último cigarrillo. Y les rinde homenaje. Los celebra.
Es como si Arce hubiese reunido en un cuadro -si pintase un fresco- de toda una pléyade santiaguina de parias, anarcos y amantes furtivos, mujeres y hombres que saben de memoria las calles y plazas de su barrio. Y que no ignoran ni desdeñan la propia fragilidad, pues saben que su paso y su huella son breves, por eso están tranquilos, sentados, bebiendo y fumando a medianoche en los escaños.
Es un mundo perverso, profundamente cruel. Pero siempre ha sido igual. Entonces, para qué mentir, y para qué soñar? Basta con vivir.
Poesía químicamente pura… como respuesta al fruto de una tierra árida, de un espacio social desmembrado, de un lugar que insiste en expulsarte, y que tú insistes en recorrer y habitar, porque no te envilecen el odio ni la ambición de poder, con su vanidad siempre celosa y racista.
P. Q. P. como un ácido, en dosis breves y fortísimas, quemándote piel adentro, como un amor intenso, que te deja con los ojos abiertos a un verdad innegable, que nadie puede esconder. Es tu ciudad que se derrumba. Y tú no cedes, y son tus pasos a medianoche, a mitad del camino. Y esta poesía es tu canto.
Santiago, Septiembre 2016
El hedor del pecho está
Todo el pacífico
rodó por el Puente Bulnes
De nadie es tu voz
solo el canto del cuculí
absorbe la diestra
del amanecer
CANTO AMBIGUO
Un sujeto vil danza
La noche es larga
amoríos terrestres
celestiales
cortados sin previo aviso
El corazón morado a puñetazos
solloza en las cornisas
*
Recorrí arenales y estepas
golfos flacos y desgarbados
buscando el capricho de aquél perfil
solo conseguí repetición de vocales
las tomé lentamente enterrándolas en el desierto
para construir una nueva lengua
asomaron limbos pequeñitos
y un gesto raptó tu nombre
Retumbó en la loza aquél cráneo
veo la sangre histriónica
en las enciclopedias mínimas
un atisbo de melancolía
*
Duelo en sol
CANTO ANCESTRAL
duelo en mí
CANTO NEGRO
Rodillas rotas
LLANTÉN
yerba bella plebe
ascenso brutal
en el cemento
ungida la sangre
sigue la fiesta
*
Tardes invernales
tres por uno
Cine Moderno
Cine Continental
viejo teatro
casa del señor
morada de ratas
PARE DE SUFRIR
Ciudad en sepia
Puta vieja Gran Avenida inmortal
trazo veintiuno hasta el treinta
luna gastada desvelándose en el discurso
para la chica bella del establecimiento
sudor jornalero
La Bandera
rabia en sus blocks
lágrimas apretadas marchitan al viejo Vespucio
CANTO ANIÑAO
mapa corpóreo
años de historia en la epidermis
RASGADURA VIOLÁCEA NEUTRA
Bordes soplan hacia el centro
sanitud de la nación
a paso lento se va el dolor
vaga
buscando dónde incrustarse
y nos reencontramos en las esquinas meadas de la legión
Ocaso
Duelo en sol
CANTO ANCESTRAL
duelo en mí
CANTO NEGRO
Rodillas rotas
LLANTÉN
yerba bella plebe
ascenso brutal
en el cemento
ungida la sangre
sigue la fiesta
*
Tardes invernales
tres por uno
Cine Moderno
Cine Continental
viejo teatro
casa del señor
morada de ratas
PARE DE SUFRIR
Ciudad en sepia
Puta vieja Gran Avenida inmortal
trazo veintiuno hasta el treinta
luna gastada desvelándose en el discurso
para la chica bella del establecimiento
sudor jornalero
La Bandera
rabia en sus blocks
lágrimas apretadas marchitan al viejo Vespucio
CANTO ANIÑAO
mapa corpóreo
años de historia en la epidermis
RASGADURA VIOLÁCEA NEUTRA
Bordes soplan hacia el centro
sanitud de la nación
a paso lento se va el dolor
vaga
buscando dónde incrustarse
y nos reencontramos en las esquinas meadas de la legión
Ocaso
.
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