Paulina Movsichoff
Nací en Córdoba y crecí en San Luis, (Argentina), soy Profesora de Letras, egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Tengo publicados varios títulos entre poesía, cuento, novela y literatura infantil. Viví en Ecuador y México y ahora resido en Buenos Aires. Mis títulos en poesía son, entre otros: "Donde habite la luz", "Adentro hacia los nombres" "Onírisis", "Todo aire es danzable". En novela "Fuegos encontrados" (Premio "Juan Rulfo" en México para Primera Novela, "Las Fábulas del viento", Segundo premio Municipal de Novela, "Todas íbamos a ser reinas", "La orilla del mundo", "Juan Crisóstomo Lafinur. La sensualidad de la filosofía". En cuento: "Extraño de ojos grises" y "Una mujer silenciosa".Tengo antologías de canciones y juegos tradicionales infantiles, como adaptaciones de cuentos maravillosos argentinos para niños. Y además siete obras inéditas, entre novela, cuento, poesía y cuentos infantiles.
Tal vez lo único
Hay algo desprendido
lentas estalactitas
mañanas para siempre inabordables
Las calles testimonian
preguntas que resbalan desde el llanto
alerta de vitrinas
Hay espacio precarios
guitarras que se esconden en anónimos sexos
Todo fluye sin término
ahogando sonidos
Paisajes de la sangre contagiados de nada
Las palabras
Tal vez lo único
Hubo una lluvia que encendió tu nombre
Pero sé que no hay siempres
La tarde remonta sus derrotas
como la despedida de un naufragio
Un agua espera detrás de tu mirada
Rebalo hacia mi sombra
entorno el corazón con un olvido
En la memoria
un eco
se empecina
*
Dibujo una alegría
me canto algún asombro
me cuento una esperanza
A la espera de trenes
que lleven a tu centro
Adentro hacia los nombres-Editorial Penélope- México
Destierro
Cuando llegaba la lluvia
yo conversaba con el árbol
mientras Mozart desataba la tarde
desengañaba lirios placenteros de sombra
La soledad iba y venía
con su aire de cigarra encadenada
me miraba a los ojos
como un amante que ha olvidado las preguntas
El tiempo jugaba al ajedrez con la tristeza
y el mar se sentaba en mis rodillas
se enroscaba en mis senos para encontrar sus peces
La ciudad fatigaba sus señales
caminaba a la noche con pálidos fantasmas
que perseguían niñas a orillas del deseo
Entonces respiraba adentro de mis nombres
desenredaba pájaros en mitad de la ausencia
Cuando llegaba la lluvia
yo me acercaba a tus fronteras
Pero tú edificabas los muros del destierro
Onírisis- Torres Agüero Editor
Una ciudad en donde el viento
Oh, Paraíso
de llagas implacables
Pablo Neruda
Una ciudad en donde el viento
lamió la muerte de las piedras
El aire transitaba su caracol dormido
se refugiaba en el jade de las máscaras
volvía a llamar a los guerreros
para encontrar la clave de la lluvia
No era sólo la sangre
Era la frágil llama
el ancestral dulzor de la mazorca
la flor que convocaba el secreto del canto
Yo caminé los rumbos de la milpa
el fuego verde del maguey
las veredas ardientes custodiadas por Chac
No era sólo la muerte
Eran el mar y sus racimos
flechas de agua que encendían mi cuerpo
y lo dejaban fresco
como una lámpara
Lugar de golondrinas
de la gracia huidiza del venado
Centro Ceremonial en donde las palabras
despertaban callados señoríos
y eran nuevas
y antiguas
Allí pude acunar los nombres dolorosos
y de nuevo fue mía la mañana
Allí toqué la llaga
y sin embargo
pude volver a la sonrisa de unos pies diminutos
trajinando el verano
subiendo por las altas veredas de los sueños
aleteando la infancia como una cascada milagrosa
Adónde se marchó tu estación vagabunda
Qué silencios me toca descirar con tu ausencia
Onírisis- Torres Agüero Editor
Mozart y Magdalena
El sol es un machetazo rojo en el sendero
y Magdalena busca la sombra del guayabo
El niño se le prende del pezón
pero ella ni siquiera siente que sus trece años
le viajan furia adentro
pena arriba
como el naufragio de un beso en la inclemencia
De repente una música
se le instala en el pecho como una pajarera
o como un hipocampo enardecido
La ha escuchado temprano por la radio
y nunca oyó hablar de Mozart
Sin embargo ahora ese recuerdo
la baña de frescura como brisa instantánea
y de su seno comienzan a manar mieles recién improvisadas
dulzuras de calesita girando en el otoño
la desnudez de un ángel en la lluvia
Magdalena sube la cuesta de diciembre
con su crío en la espalda
y de pronto se descubre dorada
Una ternura de caléndulas
Le borda un regocijo en la cintura
[Confesiones del relámpago]
Testarudez
De tanta vida moriré una tarde
de tanto haber amado la memoria del siempre
Pude habeme perdido en mi oficio de llantos
en los ojos que llegan que se van que no vuelven
Hoy conjugo la calma
sé sumar la esperanza
restar las amarguras
Voy y vengo a tu pecho con resplandor de días
plumereo las sombras que llegan cabizbajas
Todo en orden ahora
A media voz se me insinúa un pero...
Adentro hacia los nombres- Editorial Penéolpe- México, 1980
Cadáver con mundo
Su cadáver estaba lleno de mundo
CÉSAR VALLEJO
A Miguel Zavala Rodríguez, en el 69 aniversario de su nacimiento
y a 33 años de que fuera acribillado en plena calle en presencia
de sus dos hijas pequeñas y de que viera cómo llevaban a Morris,
Adónde se llevaron tu ternura con pecas
tu fervor incansable en qué tierra descansa
Quiero llegar hasta tu sueño
tocar con este llanto tu amor que no termina
Aquí la vida cuesta
y se muere mil veces en medio de las sombras
Aquí haces mucha falta con tu fusil de días
con tu pecho indomable para todo lo humano
Te recuerdo sonriente
de la mano del viento
derrochando la tarde para sorber la dicha
y ahora ya estás lejos dejándonos a oscuras
en este abecedario de derrotas
Pero es tu afán de mundo lo que sigue latiendo
el canto que encendiste con retazos de día
No pudieron vencerte
Tu resplandor ya salta en busca del futuro
Adentro hacia los nombres- Editorial Penélope- México, 1980
Sobrevivencia de la rosa
La muerte transita con sus dientes de loba
y arrasa las coloraciones de la ternura
Pero la rosa sobrevive
Contémplala en su callado terciopelo
en ese sueño que nos dona
Para que la luz nos mantenga adheridos a sus playas
Desde tu balcón la luna contempla el familiar paisaje
Abre sus manos como queriendo acariciarlo
Afuera la muerte baila sus lóbregas consejas
Pero la rosa sobrevive
como una brisa apenas visitada por la gracia
Aunque lo olvidemos en el estrépito de tanto avatar deshilvanado
Ella conoce los frágiles parajes de tu corazón
En él espera que regreses de muchos fatigosos peregrinajes
Coral en la tiniebla- Ediciones del valle
Gloria Yanquetruz
Princesa de los pies descalzos
y reino de cenizas
Atraviesas tu medanal de olvidos
para alcanzar la puerta de mi infancia
los corales hundidos de la siesta
la palmera salvaje que cobijé en mi pecho
Princesa mendigadora de harapos
siéntate conmigo a la sombra del poema
y háblame de los cardales florecidos
de las largas y sangrantes arenas
en donde enterraste tu corona de viento
En tus ojos brillaba
la mirada acechante de tu padre
sobre el leve vibrar de las jarillas
y también el despreciado duelo
de todas tus hermanas
Exiliada del tiempo
Sacerdotisa en los humeantes tembladerales de la ausencia
Yo te presto mi pluma
que apenas entreabre las palabras
mi rebeldía atada a mansedumbres
mis inviernos de encendidos ayeres
Tal vez con ellos puedas dibujar
el deseo
Todo aire es danzable- Torres Agüero Editor
Habitar
Hubo fogatas
en la tarde del polvo
lentas invocacioones
en donde titubeaba
la belleza
pero entonces
el amor era una fiesta
los tambores llamaban
mientras el sol serpiente desenlazaba
apresuradas agonías
los guardianes del canto nos abrieron sus puertas
pero entonces
no apaguemos el tiempo
otra vez habitemos
sus hogueras
Todo aire es danzable- Torres Agüero Editor
Sed que de ti me acosa
Pájaros que inventaste en mi alma
sólo para verlos morir
Señora taciturna
dame la sombra de tus vientos
enrédame en el cometa de tu luz
Señora sangrante en mi costado
ayudando a vivir a los tigres de la memoria
a los dinosaurios de la sol edad
Estrella fugaz en los rincones del deseo
Un día llegaste hasta mi puerta
me miraste con tus ojos en donde
la felicidad era una abeja fabricando sus ocultos panales
me sonreíste con tu boca
en donde bailaban los desiertos
Poesía Señora
no me dejes
Contémplame desde esas alturas en que moras
paséame por tus galaxias
llévame con tu nave cantando en los espacios
dame un lugar en el capullo
con que enciendes tus sedas
Onírisis- Torres Agüero Editor
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