Víctor Pozanco nació en Biarritz en 1940 y estudió en La Sorbonne y en la Universidad de Barcelona, ciudad donde reside actualmente.
Además de los siete libros que incluye esta obra completa: “Soria Pura” (1970), “El oráculo de Numeria” (1974), “Historias de manuscritos” (1977), “Cantos eróticos” (1979), “Ucronía” (1983), “Estado de amenaza” (1985) y “Carmina nova” (1995-2004), ha publicado más de un centenar de traducciones de autores anglosajones (John Donne, Dickens, Joyce, Beckett, A, Burgess, Nadine Gordimer, entre otros. Es también autor de las antologías “Nueve poetas del resurgimiento” y “Segunda antología del resurgimiento”. Ha sido fundador y director de varias editoriales y publicaciones literarias y, actualmente, colabora en distintos periódicos y revistas.
Tras largos años dedicado a la enseñanza y a la traducción ha vuelto, recientemente, al oficio de editor - dirige la Editorial Biblioteca CYH. Ciencias y Humanidades - que ejerció en la segunda mitad de los años 70.
Su obra figura incluida y comentada en varias antologías e historias de la literatura, así como en los programas de estudio de universidades extranjeras. Ha sido traducido al francés, al inglés y al italiano.
Aquella persona que lea este libro, que es hoy tema de mi comento, encontrará en él una poesía plena de vitalidad y de ideas peculiares, asombrosas. de nuevos mecanismos conceptuales y de valores creativos en plenitud, de sentimientos luminosos y de pensamientos que llevan en sus entrañas el sentir del poeta y ese ritmo imprescindible en la poesía auténtica, es decir, aquella con la que el autor logra conectar estrechamente y dialogar con el lector. Carlos Meneses, refiriéndose a las composiciones líricas de Pozanco, dice: “Su poesía se desenvuelve en esa inmensidad diáfana, en esa elocuencia que emana del más recóndito sustrato de la intimidad”. Efectivamente, la poética de Víctor Pozanco es un surtidor constante, con voz propia y autenticidad expresiva, de belleza y musicalidad e imágenes sublimes y en continua evolución, tanto en su aspecto formal como en su contenido sustancial.
En nombre de mi mano desarmada
os exijo que cese el holocausto,
el necio despilfarro de la sangre,
el látigo del miedo y de la envidia
¿No veis que vale más ser más que mucho
y mucho menos ser poco más que nada?
(De “Ucronía”, poema VI, p. 81).
Una poética que rompe cadenas y moldes y derriba murallas detestables con sus versos fidedignos, entusiastas y vigorosos, que clarifica las aguas de la poesía sol y que dona sus cuantiosos frutos sanos y maduros a cualquier amante de esta arte gloriosa en extremo.
“Tierra en llamas. Poesía 1979-2004” está prologado por Jaime Siles, insigne poeta y crítico literario. Su preámbulo lo titula “Deixis y Dialéctica: la poesía de Víctor Pozanco”. En él nos dice el autor de “Himnos tardíos” (1998), primera parte de una trilogía elegiaca, que ganó el I Premio de Poesía “Generación del 27”, en mi ciudad natal, Málaga, que “la poesía de Pozanco se distingue de las de sus contemporáneos en esto: en que llega a las cosas a través de ellas mismas, y no de los nombres, en una operación que pone a prueba no lo que el lenguaje tiene como forma sino lo que el lenguaje puede tener como verdad (...). Quien recorra la obra de Pozanco asistirá a una experiencia doble: la de la deixis que su escritura supone y la de la dialéctica que describe en sí. Su poesía es una reflexión sobre el espacio y el tiempo vistos como espejos simultáneos, sincrónicos y objetivos del yo”.
Cuando se publica “Soria pura”, Celestino Monge sostiene que en este poemario palpita la “poesía creadora, con tres bases fundamentales: despertar, creer y hacer sentir”.
Sobre “El oráculo de Numeria” Vicente Aleixandre manifiesta: “Su poesía es como una luz oscura que nos alumbra con un nuevo conocimiento”. También Miguel Delibes y Jorge Guillén, entre otros, se pronunciaron sobre el libro ya citado con estas palabras: “Libro hermoso, cambiante, expresivo, agudo y, sobre todo, hermosísimo” (Delibes). “Gran imaginación...; imágenes elevadas a una Sobrenaturalidad atrayente” (Guillén).
En cuanto al libro “Historias de manuscritos” refiere Manuel Quiroga Clérigo: “Tanto los poemas como la prosa poética de Víctor Pozanco son fulgurantes y de una extraordinaria vivacidad”.
Leopoldo de Luis se expresa de la siguiente forma sobre el libro “Cantos eróticos”: “Economía verbal e intensidad lírica; clara comprensión de las cosas con una admirable y eficaz técnica”.
Al ver por vez primera la luz el poemario “Ucronía”, Enrique Villagrasa dice de Víctor Pozanco: “El poeta grita la verdad y, abriendo todos y cada uno de sus poros, absorbe la realidad, anida en ella”.
Después de leer el libro “Estado de amenaza”, mi paisano Alfonso Canales declara: “Poesía que nos hace reflexionar sobre nuestro propio quehacer. Uno de sus libros más importantes y significativos”.
“Carmina nova” es el último poemario que compone “Tiempo en llamas. Poesía 1974-2004”. De él dice el propio prologuista de esta obra, Jaime Siles”: “Carmina nova” incorpora a la obra conocida de Pozanco algunas áreas que habían quedado fuera del alcance del lector y a las que ahora éste tiene acceso”. En “Carmina nova” el lector se encuentra con un poeta que ha ido evolucionando, tanto en su vida interior como en su obra. Un poeta que prosigue su avance por el tiempo, mientras centra sus reflexiones en la moral y en la filosofía.
El lector que se adentre hasta los hondones de la poética de Víctor Pozanco, se encontrará con un poeta, con un hombre en perseverante buceo por las profundidades de su conciencia. Por ello, de su mente mana compromisos esenciales de su yo, necesarios en suma, tanto para él como para los demás seres humanos. Ella es, pues, un manantial por donde fluye bondades y generosidad, belleza insólita y ritmos que conmueven, sensibilidad intensamente viva y energía total... La poesía de Pozanco se nutre día a día de lo trascendente de su conocimiento interior y de la mística, proporcionándole este alimento una necesidad manifiesta de crear poesía, con esas esencias vitales que él cultiva y desarrolla en su psique, para comunicarse consigo mismo y con las generaciones presentes y futuras.
“Víctor Pozanco es - y conviene decirlo -, asevera Jaime Siles al concluir su magistral exordio, un poeta inimitable, un poeta múltiple, un poeta crítico, un poeta mayor”. Sí, nuestro poeta es una figura prominente de la vanguardia poética internacional. Pozanco, que es tan perceptivo a nivel sensorial e introspectivo por naturaleza como ingenioso y penetrante y metafísico con la palabra, desarrolla su trayectoria madura entre sus calidades íntimas y el arte conceptual de la poesía. Ciertamente, esto lo podemos apreciar, en toda su magnitud y grandeza, leyendo la presente obra poética. Sorprendente, portentoso es el breve poema “Vuela la luz”, dedicado a Rosa Regás:
Con esa luz que cada día vence a la noche.
Con esa luz
asisto al triunfo del misterio.
Con esa luz”.
(“Carmina nova”, p. 104)
Es evidente que el mecanismo de reacciones que ahuyentan el letargo, la indiferencia, el tedio..., de exposiciones impactantes, de perplejidad..., fruto del carisma y de la valía creadora, de la singularidad virtuosa y de la forma aleccionadora, sublime, de Víctor, es el grito del arte lírico, en la voz del poeta, que resuena a veces como cantos de la naturaleza, a veces como doblar de campanas. Sones estos que se expanden por todo el universo y, especialmente, en el orbe que late en cada lector.
Una veloz carrera crucifica el tiempo.
Tañe la historia. El mito continua.
Recordaremos juntos
los pasos circulares por las plazas;
el eco destilado en la caverna;
los árboles de agua que crecen enfrentados;
las luces detenidas en las piedras.
La estalactita cuelga, asciende.
Y, ante la joya de los cuerpos,
el sabio se decide por la sombra.
( De “Ucronía”, poema I, p. 79).
Sin apresuramientos ni opacidades, sin treguas ni ecos de intrigas y decoraciones absurdas, Víctor plasma en el papel cada encuentro con cualquier oleaje real que provoca su psique de poeta ante las imágenes que le ofrece su memoria y ante el claror y la oscuridad de sus adentros, ante la visión de lo cotidiano y ante las nuevas cotas alcanzadas... para gloria del poeta, de la poesía y de los lectores.
Basta ya y que nos dejen con la duda,
con nuestra incertidumbre, que nos dejen.
Que dejen esas armas, esas piras.
Que dejen de medirnos, de contarnos;
de ir ordeñando órdenes al orden.
(...)
Que la sorpresa es nuestra, el código inefable.
También la suerte es nuestra, la derrota.
También es nuestro el juego y la porfía;
nuestra también la diferencia, nuestra
la imperfección, el sueño y la aventura.
Sé que el verso no basta,
pero la voz libera,
hasta que todo sea paz con todo
y nuestra boca tumba de la guerra.
(Del poema “Estado de amenaza”,
que da nombre al libro que lo contiene, p 93).
(Publicado en el periódico “Granada Costa” el 3 octubre 2005)
CANTO CUARTO
En el canto de las aguas, la luz,
aplicada, recita sus lecciones;
las reciben los fondos ignorados,
las radas que dibujan en las costas.
Todo lo aprende el agua desprendida
de la fiesta del Sol en su parábola
hasta que su ronda vacía los refugios
y en alta voz entona el viento pájaros.
Y entonces me pregunto por la vida,
si es sólo ser y ser con alguien sólo.
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