Camila Recalde
(Asunción, 1992)
Escritora, narradora oral, editora y docente. Publicó poemas en la Antología de la Academia Literaria Kavure´i (2010) de la Facultad de Filosofía y en la Antología Generación Piknic (2016), ediciones El Guajhú. Publicó artículos en la revista especializada en poesía y crítica El Tren Rojo (2016). Coordinó el Club de lectura “Literatura Paraguaya de la Dictadura” (2015). Colaboró en la radio online Ondas Ayvu del CCEJS, con entrevistas a escritores contemporáneos en postcast del programa “Deshojando Ondas”(2015-2016). Es editora de la revista independiente de lengua y literatura El Guajhú (2013-2016). Actualmente se encuentra coordinando junto al poeta Carlos Bazzano, el Laboratorio de Creación Literaria (2016).
La madurez es una niña grande
La niña que se dedicaba a descuartizar flores por las tardes, una de esas tardes se preguntó por qué los seres humanos se empeñan en encontrarle sentido a sus acciones, fue la última vez que se sentó a descuartizar flores por las tardes.
Mis bienes
Clausuraron el parque,
pavimentaron el césped.
Ya no tengo más
que lo que guardan
mis bolsillos rotos;
un par de aguacates,
muchos limones,
un gato sin dueña,
demasiados besos…
Y vos,
que vas con los hombros cargados
de acordes mayores,
de peces sin nombre
y al final del día
solo tenés tus manos
tus manos y sus muchas ampollas
y un invierno leve
que no sacia
tu anhelo de frío.
Y nosotros,
que aun sumando
nuestros escasos bienes
no somos más que polvo,
dudas,
buzón sin casa
parque clausurado,
cabellos sin trenzas,
poemas sueltos,
techaga´u,
no sé.
Mis amigos se drogan
Mis amigos se drogan, se drogan mucho, el gobierno les droga; yo me drogo con ellos, ellos me drogan, me droga el gobierno narco, me droga el tiempo que no para, la tristeza a la que no le saco ni una sonrisita, me droga la incesante duda, me droga la sobriedad con sus reglas demasiado estrictas para mí y mis amigos. Me droga la soja transgénica, las campañas electorales, cada uno de los 40 grados de la tarde asuncena, se droga mi hermanito, mi primo, mi papá y hasta mi vieja se droga. La legalidad, la legalidad es otra cosa.
Contrato social
Tiene derecho a una educación formal:
timbre-fila-tomar distancia-himno
buenos días profesora,
bien, gracias y usted profesora
Tiene derecho a guardar polvo en los bolsillos
del uniforme escolar
Tiene derecho, si se porta bien,
a una vida eterna
y, por supuesto
tiene derecho a permanecer callado .
Está prohibido abrazar árboles
en la peatonal de San Lorenzo.
Beber alcohol frente a la iglesia de Areguá.
Prohibido bañarse desnudo en lugares públicos,
prohibido estornudar sin taparse la boca,
prohibido escribir por la pared,
usar bikini en el hospital,
reírse en los entierros,
chuparse los dedos antes de comer,
manejar muy rápido,
manejar muy despacio,
prohibido escribir “prohibido” sin h,
aunque suene igual…
Prohibido comer con la boca abierta,
con las manos sucias,
mascando con chicle,
con los codos sobre la mesa.
Prohibido.
Prohibido comer tierra,
tomar cerveza con vino
tomarse de las manos entre los nenes,
tomar leche antes de sandía
y después de la sandía,
prohibido casi cualquier cosa.
Prohibido lavarse la cabeza mientras menstruas,
alzar a los bebés mientras menstruas,
bañarse en la piscina,
no usar bombacha,
prohibido sentirse bien mientras menstruas.
No, mamá. No estoy enferma,
estoy menstruando
Prohibido decir menstruación en voz alta y muchas, muchas cosas más.
Dice
Que le zumban los oídos,
que le resuenan los tímpanos.
Quizás son sus diablitos susurrándole lujuria
capaz que son sus ángeles cantándole buenas ondas
puede que sean esos bichitos del oído
despabilándose
quitándose el kaigue
destrozando el interior de su ser frágil
es lo que suelen pasar con los seres que viven dentro de otros, su vitalidad es proporcional a la desgracia del anfitrión y uno los ve y no sabe si alegrarse por uno o por los otros.
Nosotros, los espectadores, cegados por ese afán de objetividad, damos, casi siempre, en sentir pena por ambos, por él, por ellos, por todos. Seguimos optamos por sentir pena para poder, paradójicamente, sentirnos mejor,
más humanos,
más sensibles,
con más ángeles en las orejas.
Silencios
¿Me querés?
Silencio
¿Me escuchás?
Silencio
¿Vos me querés?
El tercer silencio fue tajante. Tres silencios fueron demasiado, me alejé inquieta, sollozaban mis ganas de sollozar. Entonces medité sobre mis sentimientos para encontrar su origen, lo hice detenidamente. Había hecho mal la cuenta, no fueron tres silencios. Fue solo uno, el mismo, idénticamente impersonal.
Habrá que aceptar el hecho de que infinidad de preguntas quedarán sin respuestas. O habrá que aprender a escuchar al silencio, de a poco, quizás él aprenda a escucharme para responderme satisfactoriamente cuando le pregunte si me quiere.
A veces yo, siempre vos.
A veces,
cuando noto lo absurdo de la realidad
casi escucho mis ronquidos
Respirar, despertar, respirar…
generalmente no funciona
¿Cuánto más necesitas para dejar de necesitar?
quedate un rato más,
cocinemos algo
Yo,
que duermo con los pies descubiertos
que te extrañé desde siempre.
que me pregunto respuestas
y me respondo preguntas
que muy pronto me quedé sin nada más para dar
¿Y si dormimos juntos?
quédate a dormir,
durmamos juntos
Siempre
que me entregué a la zoofilia
la llamé de otra forma y deseché la moral
las categorías, las barreras.
busqué cosas que no terminé de comprender.
Vos,
que tenés tanto miedo, tanto miedo
que comprendés el miedo y nada más
que no te gustan las trenzas
que te acercás a luz
solo para agrandar tu sombra y sentirte grande, más grande.
¿Y si hablamos de otra cosa?
Está haciendo frío
mejor ponete una gorra.
.
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