Alejandro Mautino Guillén
Alejandro Giancarlo Mautino Guillén (Huarás, Perú 1988) es profesor de Literatura Peruana y Latinoamericana y Licenciado por la Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo. Ha realizado estudios de postgrado en Literatura Peruana y Latinoamericana por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Participó como ponente en diversos certámenes académicos en el país.
Ha publicado Huandoy y Huascarán. Narraciones orales clásicas de Ancash (2006), La orgía inmóvil. Antología de la poesía joven en Ancash (2009), "Breve Anatomía de la Sombra" (Premio Nacional de Poesía “Libro verde, Garza Blanca, 2011”), "Diálogo de los Silencios" (2012, Mención Honrosa en el “Concurso Nacional de Creación Literaria José Watanabe Varas – 2011”, organizado por la Asociación Peruano Japonesa), "La biblioteca del Minotauro. Entrevistas con escritores ancashinos" (2014) y "Para ahorcar pájaros con tu cabello" (obra Finalista en la XVI Bienal de poesía Premio Copé 2013).
Dirige la revista de literatura e investigación "Casa de Asterión" de la UNASAM.
Te he llamado en XXI
ALGUNA VEZ TE HE LLAMADO con una voz que no ha sido
tuya ni mía
cuántas veces he asesinado a mi hermano piedra
con la cólera humeante de mi cigarrillo
cuántas veces en mi mano
la angustia aprendió a dar en mi bolsillo
ojerosos movimientos y levemente transitar
en el taxi amarillo de mi agonía tras el raso beso
de un seco cielo
alguna vez te he llamado, muerte
con el negro cimbel de mis odios
y te he abierto una herida, una voz
en lo más hondo de mi silencio
cuando los pies de los hombres eran aún ahogados en el polvo
celebraba la condición humana
no el agua ni la carne no el movimiento ni el silencio
celebraba
su antigua voz ardida en la piedra
su indescifrable aliento trastornado en «A» mayor
sus fluviales besos, sus caminantes parpadeos
sus discordios bilingües
y cuántas veces su y sus naufragios
alguna vez te he llamado, muerte
y la condición humana
morir en el S. XXI es vivir,
naufragar lo innaufragable
y poner estos labios a otra orilla.
PAISAJE ELEGIDO
Fluye entre dos fantasmas
una ciencia casi inútil: el amor.
Rickson Pulhan
ELIJO UN LUGAR entre tu cuerpo
abro las puertas que se cierran
me recibe un simulacro
disimulo una batalla entre
las arenas y las aguas de tu boca
y sobre las playas
me atrevo a sumergirme
en lo profundo
ahorco mariposas
toco un relámpago en su desnudez
aturdido el silencio endurece
siembro un pálido cadáver
siembro un cuchillo
en un angosto paisaje del amor
LOS SILENCIOS
QUE REGALA LA TARDE
EL CIELO el viento
golpea canta vuelve
retorna al silencio
los árboles la sombra al grito
regresa el silencio al ruido
el viento abre la puerta golpea a la ventana
regresa el silencio
baila tiembla
el ruido estropea la tarde
gira camina
y la muerte es un milagro en las paredes
su boca es de agua y su mano me adivina las horas
Intersticios de Nada
De (Axthedmio Mau Guil)
Axthedmio Mau Guil
Axthedmio Mau Guil, seudónimo de Alejandro Mautino Guillén, nació en Lima-Perú, en abril de 1988.Cursa estudios de Lingüística y Literatura en la UNASAM. Ha integrado diversos círculos y grupos literarios .En su haber encontramos los inéditos poemarios: Baladas a la Muerte (2003), Húmedo Húmero (2006), Breve Anatomía de la Sombra e Intersticios de la Nada (2007
Sus creaciones, junto a otros jóvenes escritores han sido publicadas en diversas revistas físicas y virtuales a nivel nacional e internacional. Actualmente prepara su breve antología de cuentos, Pálidas Noches.
I° Del Discordio Bilingüe de una sombra:
UN POEMA
Estoy leyendo la afasia de un poema
desde la hemipléjica palabra invertebrada
desde la otra orilla de una mirada y un labio
que camina tan monosílabo
musicalizando el silencio escribo y no escribo
con la única sombra mamífera de algún acústico insomnio
la tristeza ayunó su melancolía esta noche en mi plato
y
en la pared de este blanco
las mariposas de los días y su intermitente aliento a vida
aprendieron a anclarme esos ojos náufragos de padre
en la perfecta curvatura que fecunda cadáveres
con el único perro primitivo
prologando a mi costado los huesos de los estambres de los días
el suicidio nos revienta de palabras
es pálido escribir desde la estepa calcinada de un plato vació y somnífero
con las únicas sombras anfibias de voz recorriendo
la curvatura huraña al andar de unos dedos
con un silencio ápodo
tan de tan parecidas
a
Las heces de la muerte
ADÁN
Saber de su color
Pálido abril humedecido
Resbalándose en nuestros turbios ríos de melancolía
Su impúdica rosa desdoblada en
Dromedarios abriles
Me aterra el silencio de las moscas
Hoy que la sangre se desnuda en átomos de trece aéreos caracoles
Tengo en tu mirada un lunar de duda
Y
Entre los bolsillos una falsa verdad de NADA
Dromedarios abriles en tibios apellidos de nada
“La muerte es grande.
Le pertenecemos, con la risa en los labios.
Cuando nos creemos en el corazón de la vida,
Osa, de pronto, llorar en nosotros”
Rilke.
Cierro mis ojos
Cierro las celdas de mi cráneo
Cierro el extraño ruido del silencio
Que ociosas van tomando forma de poema
Pienso y no pienso en un asesinato
Resuelvo en una triste ecuación cuadrática de besos
Estos dromedarios abriles góticos de amor
Pienso en la naturaleza del cuchillo
Y entre su desnudez artística me secuestro
A veces pienso y cierro los no ojos
El mundo parece apretar mis parietales con los muslos
De mis ojos
Pienso en no
Una sílaba enloquecida
Resbalándose bajo la espalda de junio
Que toma forma de híbridos ataúdes
Y en cada una de ellas
Un tibio apellido con olor y sabor a Nada
Cinco agostos de mis brazos
Con sus labios a mi orilla
La mujer prematura de estolidez ortopédica
Desnuda y loca va comiendo los peces agrios de melancolía
Varado en un cuerpo de mujer
La rutina es niña otra vez de un día
Anclada entre el treinta y cinco agosto de mis brazos
Ella deshojando la negra flor de su onceavo otoño
Juega con mis huesos
Los va tejiendo de travesuras haciendo ostias de locura
Con la curvatura de su lengua en irónicos sexos
Preocupada viste el traje suicida que la convierte en asesina
De esta nada
Y tiene por testigos los ojos de dos centinelas niños
Que van tomando forma de barro y error
De huesos e invento de mujer
El mar dobla sus labios a mi orilla
Inventa ser mujer
Inventa ser…
Testigo de la sombra
Sólo una isla:
un océano de mujer
Dispongo de estas líneas
Un labio que camina en la cabellera de los días
Desnuda y loca deambula su monosílabo noviazgo
Comiendo peces agrio de melancolía
El reloj es un viejo hueso
Sepan que no es la historia
Que cuenta la que saluda
No es un hola
Fragmentado en mi plato
Sepan entonces que es una sílaba
Vegetariana recorriéndome bilingüemente la melancolía
Digo sexo y un hervor de nombres
Quien me crea y me reinventa te deshace y te recrea
Mustio Zumbido a Eva
(In memoriam)
…Indirecta y torpemente a Octubre
Para alguien que silva con forma de mujer
Coágulos de luna reptando pronto
En tactos fatigados
Saboreando con los dedos
La leve hierba
El labio perfumado de la muerte
Con su seca esquizofrenia y su
Cereal hormigueo en nuestras vidas
La muerte es a veces
Un breve pájaro que canta desnudo
En ramas de los techos en leve concierto
Con los labios de los ojos
Indirecta y torpemente nos fecunda
Abriéndose como un libro plegado de páginas
Con forma de un mar hueco
Y
Con
Forma de
Algún animal soñado por Borges
PARA AHORCAR PÁJAROS CON TU CABELLO
Autor: Alejandro Mautino Guillén
Editorial: Killa
Año: 2015
Por: Jim Anchante Arias
Para ahorcar pájaros con tu cabello es el tercer poemario de Alejandro Mautino Guillén. A nivel de su estructura externa, lo primero que se aprecia es una recia simetría: la agrupación de siete poemas en cada una de sus tres partes. En total, 21 poemas cuyos títulos van desde “Pájaro 1” hasta “Pájaro 21”. Pero no es lo único: cada parte representa una etapa del día: “Los pájaros del alba”, “Los pájaros del mediodía” y “Los pájaros de la noche”. Organización no gratuita en lo absoluto, como apunta atinadamente Camilo Fernández en el prólogo. La lectura de los poemas se desenvuelve como un recorrido temporal, pero no de una temporalidad lineal, sino cíclica o mítica, como nos sugiere el locutor del “Pájaro 10” cuando nos dice: “oigo morir a todos los hombres / por ese tres tan mortal / de repente / la serpiente se muerde la cola / ipso facto” (p. 29). Tres tan mortal. La muerte como oposición a la vida, pero a la vez como complemento de un viaje circular o cíclico, como el vuelo de las aves. Porque no olvidemos que el símbolo-base del poemario es el ave, como pájaro sagrado de o para el amor.
Pues debemos señalar que, ante todo, el presente es un libro de amor. Experiencia gozosa del amor, representada a través de imágenes alucinantes, surrealizantes, que nos recuerdan la sensorialidad y versatilidad nerudiana, así como la sobrecogedora imaginería alexandriana. Pues, como evoca el autor de La destrucción o el amor, el sentimiento esencial del universo establece una comunión no necesariamente calma, sino las más de las veces cargada de violencia: la misma acción de “ahorcamiento” en el título connota una acción belicosa pero a la vez profunda: sobre los restos inertes brota vida, una nueva vida lista para amar: “Porque debajo del sol todos somos solo sombras / alimentando a las horas y a los gusanos más tarde”. Y en el mismo poema: “Porque el amor invoca a todos los muertos / y los conduce a otro infierno memorable” (p. 15). La fiesta memorable del amor es la fusión de Eros y Tánatos. Por eso “desollo a las fieras de la noche que me hablan de ti” (p. 45).
La solemnidad, sin embargo, da paso en ciertos momentos al humor coloquial y al prosaísmo. Por eso, “tú y yo por eso somos en el aire uno solo / chanchos como caballos montados en el charco del amor / cogoteándonos los cuerpos” (p. 44). Hay, así, una visión ecuménica que traspasa las acciones de los pájaros y de las voces que alimentan el poema. Y esos pájaros son víctimas y a la vez victimarios, enemigos y aliados. Esa aparente contradicción explica el amor, como nos recuerda el famoso soneto quevediano. Por eso, en “Pájaro seis” se llega a la desfachatez de enseñarnos cómo serle infiel a una mujer con ella misma. Desfachatez que mantiene vivo el vuelo diurno (o nocturno, son lo mismo) del amor.
Mautino no inventa nada. Pero sí continúa, con peculiar sensibilidad e imaginería, una tradición amatoria cuya llama se apaga y se enciende, casi infinitamente. Como el paso de los días.
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