Mario Gallardo, José González, Gustavo Campos (Foto: Gerardo Torres, 2008).
José González
Poeta e investigador cultural. Nacido en La Lima, Cortés, Honduras, en 1953. Premio Nacional de Literatura, 2008.Premio Latinoamericano de Poesía “Plural”, México, 1984. Finalista Premio Latinoamericano de Poesía “Ko Eyú”, Venezuela, 1987. Premio Centroamericano de Poesía, Tegucigalpa, 1991.
POEMAS DE LA RESURRECCIÓN
I
Es complicado el arte de la resurrección.
Primera tienes que abrir los ojos
y reconocer al tacto,
tus viejos y largos huesos.
Salir de la tumba, del ataúd
o del matorral
con tu otra vida a cuestas.
Caminar por valles y ciudades arrasadas
y preguntar por tu nombre y tu ciudad,
sin que nadie te diga nada ni te reconozcan.
Buscarás a tus padres y a los padres de tus padres,
a tus hijos, a los amigos que dejaste
en la última esquina bombardeada,
y no hallarás a nadie.
Todos andarán perdidos como tú
en medio del ruido de las trompetas
de la resurrección y de la furia.
Entonces empezarás a morir de nuevo,
arrepentido de tu nuevo espíritu
o de tu nuevo rostro
donde no se perciben las cicatrices
o el dolor de la vida que dejaste tiempo atrás.
II
Cuando resucite Josie Bliss
comprará cuchillos en el mercado.
cuchillos curvos, grandes como marsopas,
aserrados por dentro y por fuera;
fríos, con el alma en pena;
planos, refilados al gusto.
Cuchillos árabes con alma de fierro
o españoles templados al fuego;
inoxidables con puño de nácar;
voraces con hambre y con lustre.
Cuchillos horrendos de películas chinas;
indomables con filo de espada;
cuchillos tibios en forma de hongos;
de vidrio con tintes de muerte;
cuchillos de arena lavada.
Y todo esto
para defenderse
del inmortal Neruda
III
Si el General Custer reviviera
¿Perdonaría el puñado de flechas clavadas en el corazón;
el robo de su cabalgadura
y la cruz sin nombre que ondea en la pradera?
IV
Cuando resucite el Capitán Ahab,
buscará con saña a la ballena blanca,
pero ya no habrán ballenas blancas en el mundo,
por lo que se sentirá terriblemente solo y aburrido
y no tendrá más que enterrar sus temibles arpones y garfios
en otros cuerpos.
V
No todos resucitaremos al mismo tiempo.
Primero saldremos
los desterrados del tiempo y de la vida.
Saldremos de nichos, de tumbas, de mataderos,
de fosas comunes,
limpiándonos el polvo, los viejos recuerdos.
Luego saldrán los otros,
afortunados de recibir una recarga de vida.
Saldrán de ataúdes, de mausoleos,
de la tierra porosa
donde durmieron su larga noche de muerte.
No todos saldremos al mismo tiempo.
por lo menos en eso
la resurrección es ordenada, fecunda.
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