Yolanda Westphalen Rodríguez
(1925-2011)
Una de las mejores poetas peruanas del siglo XX.
Nació en Cajamarca en 1925, y luego de una breve pero significativa estadía en Pacasmayo, llegó a radicar a la ciudad de Lima. Estudió literatura y filosofía en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en donde se graduó con una tesis sobre la novela Los ríos profundos de José María Arguedas.
Fue crítica literaria y profesora de la escuela de literatura de UNMSM. Realizó sus estudios de maestría y doctorado en Literatura Peruana y latinoamericana en la misma universidad.
El 2001 el Fondo Editorial de la UNMSM publicó su libro César Moro, la poética del ritual y la escritura mítica de la modernidad.
Se hizo acreedora al IV premio Internacional de Literatura Latinoamericana y del Caribe, “Gabriela Mistral 1999”
Publicó los libros de poesía Palabra fugitiva (1964), Objetos enajenados (1971), Universo en el exilio (1984), Ojos en ceguera clausurados, Díptico, Graffiti, libro con el cual ganó el premio “Gabriela Mistral 1999” y Silencio de Piedra, libro editado y publicado en Colombia por Apidama Ediciones.
De todo ello se dijo que “su obra es la búsqueda constante de una trascendencia a través de la palabra”. ¡Grande poeta!
Réquiem
Mariposas de sombra tiemblan sobre las flores ausentes
abisales espectros vivifican un paisaje desierto.
Sólo tu cuerpo avanza hacia una agonía de estrellas inconclusas
sólo tú y tu muerte.
Desde lejos llegan nubes rosadas, soles negros, metales angustiados,
que van dejando entre mis manos mustias
tu vida
tu sabia vegetal
tu cuerpo de pino agreste.
Desde tu infancia quieta llega a sepultarse
en la brisa
tu primera sonrisa.
Heme aquí sola
entre la niebla que presagia un viento interminable.
(De Palabra fugitiva)
del libro Silencio de Piedra.
I
¡Oh la pasión de vivir
con el corazón
devorado
por los pájaros!
II
¡átame a la voracidad
de tu recuerdo!
al crujir del ala de un pájaro
al rodar en ascuas
de la noche
sobre los vastos letargos
del ayer
¡átame a la persistencia
de núbiles fardos –de tu voz y la mía-
ahogados
en la gota de sal
de la memoria!
III
En lo alto del silencio
la noche
en la sima del horizonte
la piedra
en la cumbre del dolor
la lágrima
en el silogismo total
de la memoria
tu figura.
IV
desplazando piedras rotas
declinan mis pasos
en un peregrinaje
audaz
tras el ala
breve
de una gaviota
que fragmenta
el mar.
V
aquí tu silencio
y tu añoranza
crean
un libro de imágenes
en góticas letras
de absurdas palabras.
Su primer poemario Palabra Fugitiva, publicado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, recibe un prólogo de Mariano Iberico y un colofón de Alberto Escobar en 1964. En su primer poemario deja quizás los pocos rastros de su condición femenina y preguntas iniciales que aparecen en toda su obra.
Así en el poema XXV:
Dime mujer – murmura el viento –
¿Quién te alumbra
Con la brasa de tizones encendidos?
El sol, el agua y el tiempo
y la palabra olvidada
-que yace entre los cipreses
profanados-
O en el poema XXVI:
Decime niña-
Qué estrellas de escarcha
Doran
Tus sueños
Exilada – así – del mundo
Con las ediciones de la Rama Florida, publica en 1971, su segundo libro Objetos enajenados. La poeta explora la cotidianeidad, los objetos que la rodean. El yo poético analiza, escruta, piensa en el universo objetual alienado para redescubrir su humanidad. Reúne catorce poemas, el terno, los zapatos, la botella, el hombre-presa, la noche, la maleta, el silencio, la mecedora, la lámpara, el cactus, el espejo, la escalera, el cigarro y el reloj.
Zapatos
Los zapatos negros
De cuero agrietado
Viven
En ese atardecer impostergable
Un gesto despoblado
De pasos
Viven
El fracaso del límite
Del
Uso
Son objetos ya sidos
Descoloridos
Roídos
Sufridos y callados
Zapatos negros
Olvidados en su pasividad
Yacen
Se agigantan
Sonambulizan una extraña huida
Hacia ese abismo
Absoluto
De una soledad pretérita
La ciudad entera flotan en las suelas
Gastadas y vencidas
De esos zapatos
Excluidos del hombre
Ajenos
Extraños a su vivir diario
(fragmento)
En la entrevista publicada por Roland Forgues en el libro Las poetas se desnudan, Tomo IV, en 1991, Westphalen señala sobre su propio trabajo, en relación a este libro: (…me quedé sola en la casa que está muy grande, un poco antigua, con estos cuadros que tu ves, y una serie de objetos. Entonces comencé a sentir que esos objetos tenían vida, que los objetos compartían la vida de una. Eso me llevó a escribir objetos enajenados, es decir que los objetos eran enajenados para mí, porque todos cobraban vida).
Trece años después, la poeta, nos entrega en 1984, el poemario Universo en el exilio, publicado con la Editorial Salesiana, donde reúne cuarenta y tres poemas. Este libro está traducido al francés por Marcel Hennart y publicado en Bélgica en una edición bilingüe en 1987.
Poesía vitalista en el sentido de Ortega y Gasset. Su obra es la búsqueda constante de una trascendencia a través de la palabra. Y esto nos muestra el poema “Universo en el exilio”.
Universo en el Exilio
Desterrada estoy en la sal del desprecio
Despojada en el umbral de la palabra
Pero soy única
Entre los cuatro puntos cardinales
No tengo brújula que confirme mi universo
He matado el alba, he desollado la noche
He amortajado el recuerdo
He ahogado el grito de los pájaros
Me he ceñido los lomos con la carga
De todas las estrellas
Me abruma la oscuridad que crece en mi
Como un parásito
Y la eternidad germina entre mis labios
Húmedos
Como un helecho
Cargado de silencio
Y el universo con sus formas y
Sus símbolos
Se vuelve transparente
Huye
La crueldad, el límite, el milagro y el mito
Los valores
La caótica belleza
Las piedras angulares
De este universo en exilio perenne
De evocación siempre en ascenso
En muda adoración apocalíptica
Y después qué?
El destierro en el umbral de la palabra
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