martes, 18 de enero de 2011
2848.- ALI SALEM ISELMU
ALI SALEM ISELMU
Nació en 1970 en Villa Cisneros, REPÚBLICA ÁRABE SAHARAUI DEMOCRÁTICA (Sahara Occidental).
Licenciado en Periodismo por la Universidad de Santiago de Cuba.
A su vuelta a los campos de refugiados saharauis en Argelia se incorporó al departamento de español de la Radio Nacional Saharaui.
Actualmente vive en España y ha participado en las antologías de poesía saharaui contemporánea “Añoranza” (Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de las Islas Baleares, 2002), “Bubisher”. (Editorial Puentepalo. Las Palmas de Gran Canaria, 2003), “Aaiun, gritando lo que se siente” (Universidad Autónoma de Madrid, 2006) y “Um Draiga” (Diputación de Zaragoza, 2007).
María
Una luz ilumina tu rostro,
dibuja tus labios y se apaga,
intentando volverte
mi símbolo de creación.
Yo desesperado te imaginé dentro
y a la vez distante del universo.
La guerra
Ya no queda nada,
sólo ruinas
detrás de tu devastador rastro.
Ya no queda nada,
sólo lamentos y lágrimas
después de tu cruel aparición.
Ya no queda nada,
ni antes ni después,
ni ahora,
que sigues siendo
el refugio del poder.
Abuelo
El ardor del pasado expresa tu nombre,
rescata tu historia,
antepone tus pensamientos
y enaltece tu largo transcurrir.
La memoria de la historia
te ofrece su homenaje,
te corona en el exilio.
El largo pasar de los años
te va llevando, abuelo, hacia
el futuro impredecible,
te recuerda las viejas epopeyas
llevándote de su mano,
incluso abrazándote.
La presencia de tu andar
cada día entre nosotros
y tu inagotable recuerdo
te llevan hacia la fuente de la gloria
en la que hallarás el sublime descanso de tu obra.
Mi despertar
Volcado en la profundidad de un mar sin límites
pretendí observar el sol desde las alturas
imaginarias de mis huellas.
Abierto al falso universo de mis pasos
se me olvidó recordar la decadencia
de mis emociones.
Veo traspasar los años, las gentes, y por fin
aparecen algunas historias inéditas de mi memoria.
Surge ya la nube cargada de fuego que apunta
hacia la mar queriendo hundir mi único velero.
Entonces me levanto con el afán de perdonar
y querer el perdón, cuando en realidad la aurora
está apagada hace ya tiempo.
Canto al amor
El amor navega sobre las olas del tiempo
y navega sobre el olimpo de nuestras vivencias.
El amor se transforma en ese efímero instante
que penetra en el tic-tac de los segundos.
El amor no es ocurrente ni pasajero,
es audaz en su supervivencia.
El amor surge de sus aplastantes reveses
desafiando sus propias contradicciones.
El amor no se apaga como una luz,
brilla como un astro en el centro de la existencia.
El amor es la fiebre espiritual sin medicinas
ni diagnósticos.
El amor es eterno en su procreación
abriendo todas las páginas.
El amor es entonces la cárcel de nuestros
deseos, la libertad de nuestra imaginación,
es toda nuestra gloria resumida en un acto,
es ya el momento cumbre de la vida hecha
resignación detrás de su eco.
La sequía
El verano termina,
El otoño no llega
Y el invierno está por venir.
Todas las estaciones
Giran sin flores
Y sin aliento
Hacia un destino desconocido,
Pero hay una que llega con más fuerza
Y arrasa al camello,
Así deja al desierto
Sin héroe y sin gloria.
Nos vuelve mudos y nos convierte
En los eternos vigilantes
De la próxima primavera.
Vigilante
Si un día nuestro amor desapareciera
Recuerda que estoy en el más allá
Entre las estrellas.
Mi estrella brillará
Para que mi amor
Se entremezcle con tu rabia y mi odio,
Así sólo me convertiré
En tu eterna reliquia navegando por el cielo.
El desafío
Los rostros cambian,
Por los años,
Por el tiempo,
Incluso terminan
Y quedan para siempre
Inexpresivos.
Lejos palpitan los corazones
Desnudos de esperanza,
Ahogados en las penurias de la civilización,
Se consolidan países,
Nacen otros,
Pero hay algunos que se mantienen en pie
Esperando al naciente sol.
Crecen los desvelos,
Y ya no existen lámparas mágicas,
Todos entramos en la desafortunada profesión de la tecnología,
Lejos de defender nuestro lecho.
Humanidad que sin rumbo vas,
A algún lugar irás,
Donde no reine
la globalización incierta de nuestro andar.
Reflexión
El tiempo se impacienta de agonía y dolor
mientras las frías noches se conservan en cada esquina.
La larga peregrinación penetra en el nuevo milenio.
Nuestras almas se alimentan lentamente de hermosas visiones.
Quiero contener la calma sobre ese olvidado pecho
dibujar sus encantos para deshacerme de la desdicha
empujar con fuerza para alcanzarte y nunca volver los ojos hacia atrás
Vivir la evasión de los días en busca de la bondad de los recuerdos
para contemplar mi arraigada memoria.
Pero no levantar las montañas para ver las infinitas estrellas
si no recordar, porque en cada recuerdo
hay un sueño sobre el cual descansa mi alma.
Enlazar la fuerza para alcanzar la inseparable línea
del camino iniciático de la vida.
No ver más pastos hasta darme cuenta de cómo fue la última lluvia
que quiso remediar la existencia de un desierto
convertido en una hermosa sabana.
Saber que la alegría es un remedio de cada instante,
es un escape y no una delegación de cada sonrisa
percibida después de una profunda lágrima
La pasión de los olvidados
Las paredes de adobe se reflejan
en la inmensidad del desierto.
Ellas cubren y guardan por mucho tiempo
el deseo reprimido de los muertos y vivos.
Se alzan en la memoria de los olvidados
que se enfilan hacia la razón,
en el tren de cada vuelta que da la vida.
Huelen con pasión el perfume
del último vaso de agua.
Buscan en el brillo de cada estrella
el inicio y el fin de cada esperanza.
El espejo
Mirarte desde lejos, mirarte de cerca
y volver hacia la inquietante mirada,
es verte en el espejo de la esperanza
porque vos no estas perdida.
Estás perdida porque te han robado
el espejismo de la virtud
para condecorarte con la perdición.
Yaces entre el látigo de las auroras
que te consumen impacientemente.
No mueres porque el rostro de aquella mirada
existe en el más allá,
fuera de ese enajenado abismo.
La cercanía del bravo rostro hace de ellos
una cruel mano manchada de sangre.
Pero no te vengarás porque no hay mayor venganza
que caer de rodillas y pedir el perdón.
Paisaje
Una niña dibuja una casa
con su sonrisa,
mientras él entretenido
abandonó la tristeza
de su cuerpo.
Las paredes blancas
las ventanas azules
el techo rojo
y el espléndido sol,
le hacen revivir
aquel hermoso caserío
perdido en Murgia.
Las cuerdas se sujetan
la tela azul se alza
y dos palos erguidos
levantan la jaima.
El desierto es majestuoso
y de los verdes árboles
nacen hermosas chimeneas.
Reconciliación
Bajo la promesa del calor
desapareció la lluvia,
los colores son enigmáticos
y la nueva ciudad es una basta colina,
algunas palabras suenan lejanas
y el olor de la fruta es un espejismo.
La familia reunida alrededor del té
conversa de forma espontánea
y el horizonte desaparece en el cielo.
El turbante, el siroco,
la lógica del desierto
impone la naturaleza de las cosas.
El sabor de la leche es extraño
y cada paso persigue una nueva huella
en una ruta infinita;
ser beduino y caribeño
se lleva dentro del alma.
Anhelo
Quisiera borrar la luz de la memoria
y del recuerdo hacer una plegaria
que asista al corazón.
En la paz del silencio
volver a fundir la imaginación
empaquetar la distancia
y reunir en mis manos
el espejo del agua.
No renunciar a los míos
y con ellos edificar el fulgor del fuego
matar a la nostalgia
y revivir la añoranza.
Con firmeza abrir todas las ventanas
buscar en las piedras el rastro perdido
volver a mi blanca villa
absorber su agua,
dormir el sueño del encuentro.
Necesidad
Ahora que la luz del sol
se posa sobre la mesa
refundamos las ideas del momento
y subámonos,
a la cumbre de nuestro espíritu
para expresarnos,
sin el abismo de la coyuntura
sin la distancia de la lejanía.
Primicia
Bajaré por la silueta
de tu llanura
y en la ciudad
del paraíso
escucharé el estampido
de tus muslos.
Entregado a los segundos
renunciaré al espacio
y en la blanca sabana
desnudaré mis reflejos
y en los tuyos haré
del misterio una promesa.
En la colina juntos
entregados al sudor
de la sombra
hemos recobrado
la primitiva imagen
del hombre.
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