Laura Cesarco Eglin
Laura Cesarco Eglin nació en 1976 en Uruguay.
Es autora de tres poemarios, Llamar al agua por su nombre, traducido por Scott Spanbauer, Sastrería y Los brazos del saguaro; y de las plaquetas Tailor Shop: Threads y Occasions to Call Miracles Appropriate. También es traductora de poesía y prosa y es la co-fundadora y editora de Veliz Books.
Laura lleva grabada en su poesía la herencia familiar. En pequeñas galerías nos comparte recuerdos, sonidos y nos deja ver una que otra palabra en hebreo, uno de los códigos lingüísticos que forman su esencia.
Laura escribe en español aunque usa cambios de códigos lingüísticos con el hebreo en sus poemarios, como he mencionado anteriormente. Llegó a los Estados Unidos de Uruguay, siendo niña, con la familia como exiliados políticos, y creció bilingüe entre el inglés y español. Son, entonces, varias las capas de diversidad que forman a Laura y, por lo tanto, lo sentimos en su poesía.
Algunos de los temas que aborda están relacionados con la mujer, la maternidad, inquietudes propias de una joven, sus palpitaciones; todo eso se refleja, como luz de luna, en sus versos. También hay recuerdos dolorosos que disfraza de nubes negras, mientras se prepara para un aguacero, en el que toca el tema de los desaparecidos políticos y nos muestra la desolación y el peso que conlleva la ausencia forzada de un ser humano.
El otro tipo de pérdida que aborda es la amorosa. Como el desconcierto que se experimenta al querer alejarse de alguien y, al mismo tiempo, al desear quedarse. Finalmente observamos, con sutilidad constante, un ser humano que se resiste y que lucha contra las expectativas sociales creadas para la mujer y los papeles que debe asumir. Se corta el pelo entre líneas e invita a la reflexión con unos cuantos versos; cuestionamientos que revaloran los roles de la mujer en público y en el ámbito de lo doméstico, como el querer complacer constantemente a los demás.
Aguacero
La ansiedad de un cielo gris
apelotonado en tonos de nubes
descargándose a cántaros para reciclar el mar
para liberar las ganas de pelar
gritos, dejarlos desnudos
en truenos roncos y relámpagos
el mar sigue lamiendo la arena
para moldearla más que el viento
las pisadas que ahuellan
se borran desapareciendo
como te desaparecieron a vos
dejándome con una huella menos
con cada pregunta que me negué a contestar
mientras hoy el gris se hincha
de todo el llanto, relampaguean imágenes
que entre picana y picana es
lo que queda de vos
Formas de mirar
Aguas claras se enturbian
cuando las lluvias caen
en nudos marinos y yo insisto:
ser estrella de mar
Aguas claras se tiñen
cuando la corriente trae al río
el marrón se estaciona en café
dedicándole a la costa su forma
Aguas claras que reflejan
gotas quebradas en un mar
más acuáticas que nunca
sobreviven al horizonte
Peluquería
Me corto
el pelo
para no enredarme
y amarrarme
al modelo de mujer
que dicen que somos
Deshacerse
complace
acomoda
no es más ella
sino ellos
Finger Puppet
El agua les enseña a nadar
las bolsitas de té diseñan
el ritmo en la tetera
respiración acuática me llama
me llama y voy
hacia el títere de dedo, mi índice primero
absorbe— toda yo
entro en él una parte
me responden la ida sin venida
del diálogo sin té
Intertextualidad
En tu libro mi nombre
le fue dado a otro
personaje que no soy yo
sos vos escribiéndome a tachones
borrándome a palabras
Mis ojos salpican el texto
nexos a otros de mi autoría
leo mi nombre y te leo
tus líneas desbordándose
del renglón las mías
abordándonos con tinta
Desde los dientes a la campanilla
La luna sólo la creo en las mareas
dibuja sus latidos y me somete
al oleaje de mi lengua
digo luna y aparece
con la osadía de despegarse
de mi paladar intenta huir
vuelve en mi palabra
luna, la hablo, luna
gravito en sus susurros
En su vestuario se genera
elijo sus vestimentas con la lengua
la articulo femenina con la maternidad
luna traje, de luna
aúllo su nombre en inglés
recorto sus ropas
en hebreo es más que Blanca
casi siempre es él, ירח1
cambiando el sentido
1 ירח: luna, en hebreo. Sustantivo masculino. En hebreo también existen otras formas de referirse a la luna que son femeninas.
Pandereta
Tus hechos
como aretes
te rodean.
Hermosa
y también
esclava.
Relaciones escritas
A ella le gusta escribir con los dedos
No lo haría de otra manera
Se acabó el lápiz tocando el papel, apretando
donde sabe que marca, registra
Ella siente la arena
cediendo ante sus letras
Azúcar rubia pero con el inconfundible ruido a más
Un sintético contrariado por el mar
Traza sobre tu espalda ensayos
Cuando te dormís recoge las palabras
desparramándolas por la memoria
untando recuerdos con su voz
La yema contra el vidrio frío después que abrió
su boca bien cerca y sin rozar sopló del otro lado de la lluvia
Con su dedo borra el aliento
y con sus manos letradas desempaña
manos que aclaran
frotándose contra los ojos también pueden borrar
Los silencios son parte del abecedario.
Tentáculos
El abrazo del aguaviva de febrero es el único
en 243 días contados. Los brazos de un ábaco
se mantienen paralelos. Es más fácil calificar
en colores los días pasados se resumen
las horas de ir a recalcar que malagua no
es adecuado para alguien que da
un contacto tan íntimo, arde
la huella del encuentro
en los brazos y las piernas la arena
me aleja el mar vivo
Recorridos
Voy abriendo tu nombre
despacio, intentando
volver a él de alguna manera
el entresueño me lo brindó
como la brisa, un aroma
que aletea yéndose aun
sin terminar de llegar y cuando despierto
abro los ojos
despacio para no perder el recuerdo
tuyo donde cada letra
tenía sentido y se apalabraban
a la red de venas—directo a la raíz
entendía la trayectoria
que hoy se resiste,
a veces, la palabra en desuso
muere, a veces cambia
Volver del cine
Es cuando vuelve a casa del cine
que empieza la película, cuando la piensa
la tiene, porque mientras la miraba la perdía
sabe enlazar las escenas, hacerlas fluir como deben
con ella se anima a olvidar
lo que cortó, quedó fuera
al margen de la butaca está todo lo demás
como la realidad sin razón que le pule
el brillo a la locura: hambre ajustada al apetito, o no
hacerse cargo de la proyección viene sin vacilar
viene con sus ojos enfocados en la pantalla y la boca
en la articulación
Complicidad
Un peñasco descabellado argumenta
algas bajo el sol se descalabra
en temblores, consintiendo la necesidad
de renovarse, mueve sus hombros
agitando tu ansiedad, guiñándome a mirar
el espectáculo en el agua cuando se rompe
la membrana de calma, el río sale
de su cámara lenta con el staccato
las piedras canturreando lo hondo
las formas cambian, apoyándose en mi garganta
se desata una guturalidad
desenfrena el paisaje
Pregunta
I
No recuerdo quién
era el día
que me preguntaron
quién soy
II
cuando tu piel
se junta con tu olor y tu voz
¿quién sos?
en estos fragmentos no sos más que yo
pensando en vos
Habitar con propiedad
Está leyendo. No sé
qué le dice un árbol a ella
un árbol en la calle donde vive, la copa
en el segundo piso, ella en el tercero
verde desde ahí vive. Entre las ramas
la pelota cae fácil; la media azul demora
un poco más. Le calcula tres horas
con el viento de abril hasta madurar.
Ese es el recorrido al piso. Un damasco
con el contexto del árbol en el fondo es
más jugoso porque está pronto para ella
desde la copa, un intermedio, como todo.
Lo que se mira bien se lleva al medio
de ahí sale la tinta para decir árbol
que corra en los dedos las huellas
de la corteza, empieza a definirse un artículo.
El acercamiento
Idas y venidas
La L falla en mi teclado bajo mi fuerza. Dirección exacta: dedo anular, mano derecha, que no puede cumplir con hospedar ciertas palabras, que no puede decir. Se van a otros lados—ahí me llevan. Porque si de mi nombre queda sólo el aura, las cosas están cambiando. La L me habla de formular ajeno a mí, y así, insiste en mandarme en una ausencia plena. Salir de la lucha de resistencias. Salir. Entregarme al ni siquiera. Salirme. No se vuelve si el lugar es el mismo. No se es sin andar en verbo—cómo verbalizar
Hemisferios
-10 °C de desierto me encuentran
en una latitud 34° 58′ Sur donde
el verano lo calculan los dedos
en tres meses desde el 21 de diciembre
y me saco los guantes
porque el mar de febrero enseña
a bailar y en la arena reconocés tu agua
que la nieve concentra en blanco
donde los meses del verano son
dirección del invierno
enfría para hacer silencio y yo
también me hago en silencios
el frío amaina longitudes y latitudes
Agencia
No necesito un caleidoscopio cuando puedo
acostarme con los ojos cerrados, la mirada dirigida
a una ventana y la respiración arma los vaivenes
de la luz, arma lo que no nombro para no darle
quietud, que siga pasando como a pesar de mí
aunque sé bien que cuando la montaña se derrita
y el corcho se ramifique estaré en Portugal; el viento
tironea para su lado, se desatan hojas, alguna que
otra bajo esta lapicera también indica cómo va
la corriente hoy sin necesidad de mojar la punta
del dedo para sentir de dónde viene
lo demás, no lo veo venir; está acá, ventrílocuo
del tiempo dice que yo digo que dice que digo
digo
.
Muy recomendable el libro de Laura Cesarco Eglin, digerible para los lectores de todos los calibres, muchas felicidades a Laura por su primero libro
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