Mara Romero Torres, autora de prosa y poesía, nació en Cogollos Vega, provincia de Granada. Cursó sus estudios de Bachiller Superior en el Instituto Emilio Muñoz, de su pueblo natal, y de Filología Hispánica en la Universidad de Granada. Tiene publicados: una novela en Canadá, "Los lagos del cielo", y tres poemarios: "Al calor de la idea"; "Pañuelos de la Alhambra" y "Cuentos de aceituna. Romances para una guerra" (de este último los beneficios de la venta han sido cedidos por ella a la Asociación brasileña Shalom Adonay con el fin benéfico de colaborar en la construcción de un hogar para los niños de la calle). Algunos de sus poemas aparecen en el libro solidario "Corazones con esperanza". Ha sido incluida en las antologías "Poetas para el siglo XXI", "Antología de la poesía universal", "Poetas andaluces contemporáneos", en "Best Poems Enciclopedia", en "100 Thousand Poets for Change" (ambas de EE.UU) y en el "Diccionario de Autores de la Cátedra Miguel Delibes". Forma parte de numerosas redes sociales, tanto empresariales como culturales, entre las que se encuentran: Viadeo; Xing; LinkedIn; REMES (Red Mundial de Escritores en Español); "Unión Hispanoamericana de Escritores"; "Poetas del Mundo"; "Netwritters"... Ha sido autora del prólogo de varios libros. Tiene poemas traducidos al inglés y su poesía y prosa también aparecen en revistas: "Palabras indiscretas", "Palabras diversas"; en los blogs de arte y literatura: "Andrés Rueda", "Catapult to Mars", "Poesía para la Reconstrucción de Chile"... Como editora, prepara la antología de "Poemas en el camino". Muestra parte de sus trabajos literarios en sus blogs: "Soma y tú", "Quimera de papel", "El corazón del viento" y homenajea a autores clásicos en "Canela y limón". Asidua a los encuentros poéticos, ha participado en el "V Encuentro de Poetas en Red", realizado en Granada; en el "Primer Encuentro de Poetas Andaluces de ahora", que tuvo lugar en Córdoba; ha recitado en la "Tertulia del Café de Oriente", en Madrid y en "Los Diablos Azules", también en Madrid. En la actualidad, se encuentra trabajando en una nueva novela y nuevos poemas. Ha regentado una radio por internet, "Axioma", desde donde daba aliento a las culturas de Habla Hispana y producía sus propios programas radiales de cultura, "Tablao de Mara"; y de música y poesía, "Dímelo en verso". Implicada de lleno en la literatura y en el compromiso social y cultural, es fundadora y presidenta de la Asociación Cultural Arte Fénix donde desarrolla la tarea de dar a conocer la cultura de los pueblos del mundo; apoya en su promoción, de forma altruista, a los autores actuales de Arte y Literatura y promueve proyectos humanitario-benéficos.
Se define a sí misma como una colaboradora de la vida, aprendiz de poeta.
Encontramos una muestra de sus escritos en sus blogs:
LA AUTORA, MARA ROMERO TORRES
PARA ESTA ANTOLOGÍA
La cueca de la vida
Se detuvo el reloj de arena.
El último grano cayó
golpeando el cristal cotidiano
y la vida se precipitó
por una grieta
oscura
profunda.
Y, sobre la estrella blanca de un campo azul,
tocaron a dolor las campanas púrpura del Copihue.
Tú, Pacífico Océano de espuma fría,
quisiste convertir al Maule
en un río de Robinsones desesperados
para que el verdadero poder
no haga remanso en el olvido...
Y el corazón del mundo
puso una barca en tus aguas
que surcó la Araucanía y la octava del Biobío.
Febrero del Chumaihuén
que prepara su otoño para el sueño del invierno,
después de agradecerle a la Pacha Mama
y haber recibido en círculo al Sol,
y no te van a dejar dormir
porque el llamado del tiempo pide que estés despierto
y prepares la Cruz del Sur
en un inicio que tiene al mundo contigo.
En la paz de tu reserva,
desde este mayo de amor adelantado por ti,
las lágrimas dejarán la muerte
y aprenderemos a bailar desde tu vientre rojo
la Cueca de la Vida.
(Poema para la reconstrucción de Chile)
Si alguna vez sientes que te has perdido,
yo sé de un lugar donde siempre estás.
Si alguna vez te sientes solo,
yo sé de un lugar donde tienes compañía.
Si alguna vez sientes que necesitas calor,
yo sé de un lugar que mantiene el fuego encendido.
Si alguna vez sientes que necesitas amparo,
yo sé de un lugar protegido de la tormenta.
Si alguna vez sientes que sientes,
yo sé de un lugar para sentir.
Sólo tienes que seguir el curso del río
que te lleve a mi cuerpo
y hallarás un mundo construido para ti
donde la magia,
la vida
y yo
te estamos esperando.
(Al calor de la idea)
Cuando aposté por la vida,
también aposté por ti.
Aquí.
Ahora.
Con los ojos limpios de la máscara del día,
sales a hablarme y te escucho.
Tu pelo morado.
Tus manos blancas.
Sabemos que ahora podemos hablar.
Ahora que nos hemos encontrado.
Ahora que nos conocemos.
Ahora que no pertenecemos al mundo.
Ahora que ofrecemos nuestras heridas a la soledad,
mientras la vela besa el puñal que nos ha hecho dos.
Tú,
la más pequeña, la invisible, la más bella,
te deshaces en la lágrima de tu última sonrisa.
¡Mi vida! ¡Tan linda!
Yo,
halladora de tus lloros
que sé que pagas por mí,
te atrapo en el último exhalo
y muero apretando los puños
para renacer por ti.
(Al calor de la idea)
Con la tranquilidad del trabajo bien hecho,
con la seguridad de un mundo dominado,
cada mañana pasa lista
el Miedo a sus vasallos:
-¡Inseguridad!
-¡Aquí!
-¡Fatalismo!
-¡Aquí!
-¡Ignorancia!
-¡Aquí!
-¡Castigo!
-¡Aquí!
-¡Culpabilidad!
-¡Aquí!
...
Todos están presentes:
-¡Azotad la mente del ser humano
para que no pueda descubrir
que la Libertad que busca
está en su propio interior
y siga siendo un esclavo!
¡Envenenad la Libertad
hasta que muera!
¡Distorsionad el espejo del pensamiento
para que no encuentren el camino
que los lleve a ella!
Después,
ceñida la corona de la historia,
se retira a vigilar
desde su cielo
seguido por la sombra
de su propio miedo.
(Cuentos de aceituna)
En la oscura ratonera
observan unos bigotes:
en la mesa de la cocina
parten un queso tres hurones.
El uno sujeta la pieza,
el otro hunde el cuchillo
al compás del diapasón
de las palmas del caudillo.
Llevan chales de colores
y aceite en los bolsillos,
de plomo el pantalón,
miseria en los calzoncillos.
Los torsos llevan desnudos,
gafas negras, ojo albino,
garrapatas bajo el pelo,
cerebro de cebollino.
Tres trozos sobre la mesa
rezuman cinabrio naftino.
Los cortes no son perfectos
por la alegría del vino:
Cien botellas contra el suelo
lo han alfombrado de espino
que crece y se ramifica
obedeciendo al sanguino.
Ya cantan: “¡Viva el Planeta
que a nuestros pies ha caído.
Somos grandes de la historia
y a todos hemos vencido!”
Dos se abrazan en un baile
que sólo bailan malditos
sin observar que el tercero
aceite clave ha vertido:
Se resbalan y sus torsos
en los pinchos se han hundido.
Los trozos son para uno
que por la ventana ha huido.
En la oscura ratonera
observan unos bigotes.
Las moscas con patas rojas
zumban sobre dos hurones.
(Cuentos de aceituna)
Qué brillantes son las luces de mi ciudad.
¿Te parecen hermosas?
Desde este cerro se vuelven castillos de colores:
azules, verdes, rojas, amarillas, blancas.
Todas cobijando ilusiones
como este mía de pretenderte en mis ojos
compartiendo mi mirada,
repartiendo las luces debajo de estas estrellas.
Míralas, ¿te gustan?
Después de que las mires bajaremos a las calles
y respiraremos la noche entre la gente
regalando este aire que ahora me pertenece.
Antes de bajar, pasaremos por La Alhambra
para que bebas sus jardines y reposes en sus aguas
y puedas entender el encanto de un paseo en mi mirada.
Luego, al salón de libros y descanso
entrará por la terraza el galán de noche
y la noche será menos noche hablando contigo
hasta que mis ojos se cierren
acoplando el mundo a mi manera...
Sé que no puedes oírme,
pero quizá en este momento estés sintiendo
una inquietud extraña.
(Pañuelos de La Alhambra)
Busco en el terciopelo nocturno
el dedo invisible que dibuja en el aire
el mañana de la ciudad dormida.
Las calles abiertas se visten de fresco
y en algún mural debería quedar colgada
un poco de quietud para el nuevo día.
El durmiente siente breves las horas de sueño
y en su remoloneo pretende alargar el instante
de la ilusión fugaz de su almohada abrazadora.
En esta noche mía,
despierta ante todo lo dormido,
vaga un momento que debería ser eterno:
el lucero junto a la luna llena
en la hora de los barrenderos.
(Pañuelos de La ALhambra)
El agua ha lavado los escritos de la calzada
y el blanco es blanco y el azul, azul.
Llegó la hora de las revisiones claras.
La rueda al girar abre el hermetismo nebuloso
y Pandora muestra como último presente
un puzzle circular de esperanzas teseladas.
Desde este pensamiento cansado en compañía solitaria,
esbozo la mirada de un hoy desembozado
que renace fulgente en la calma de los desesperos.
Esta paciencia, chapoteosa en charcos transparentes,
salpica pausada el piñón de la rueda,
hablando en su lengua de cosas que vienen
crecidas sobre todas aquellas que se marchan.
La voz de la barquiria se imbrica en la mirada
desde un corazón que observa en cercanía
el pasar de un tiempo que nunca se detiene:
hasta en las horas muertas, aniquiladas por espectros,
ajena a mis motivos e inmersa en ellos, la vida avanza.
(Pañuelos de La Alhambra)
Esta noche derrama silencio
en la quietud aparente de las cosas
que siguen el curso vital.
Vuelve el agua a su cauce
y con ella la serenidad del hogar encontrado
tras noches de sirenas en vela
y cenizas derretidas.
Los guijarros de la luna
encuentran reposo en los meandros del río
que lleva sus aguas al lago de seda y espejo
en donde los dioses construyen el templo de los Ulises
que regresan del mar.
La metáfora del mundo tiene un centro de sol y de luna
y el poeta invisible bate estelas de luz
sobre el barro adánico del pensamiento
que olvida de dónde viene
y busca saber adónde va.
El aliento brota en fuentes de fuego;
el lago duerme en el canto de las estrellas;
el ave pliega sus alas en el nido
y, sobre una rama de la vida,
el hombre encuentra en la noche
albergue para su ser.
(Pañuelos de La Alhambra)
Cena en casa de Pedro Vera, con Maricarmen Hidalgo, Mara Romero Torres,
Fernando Sabido Sánchez, Francisco Jesús Muñoz Soler y Pedro Vera
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