miércoles, 20 de octubre de 2010

1547.- MARIO LÓPEZ



Mario López López 

(Bujalance, Córdoba, 1 de agosto de 1918 - 1 de abril de 2003), poeta y pintor español perteneciente al Grupo Cántico.

Tras realizar los primeros estudios en Bujalance, marchó a Madrid, donde ingresó en el Instituto Escuela de la Institución Libre de Enseñanza. En 1942 entró en contacto con los poetas con los que más tarde, en 1947, fundaría la revista cordobesa de poesía Cántico, aun cuando se estima que su inclusión en el grupo no obedeció tanto a razones estéticas y temáticas como de amistad personal con sus integrantes. Es autor de una decena de libros, entre los que destacan Garganta y corazón del sur, su primera obra, publicada en 1951, así como Universo de pueblo (1960), Siete canciones (1968), Del campo y soledades (1968), Antología poética (1968), Cal muerta, cielo vivo (1969), Universo de pueblo. Poesía 1947-1979 (1979), Museo simbólico (1982) y Antología poética de Bujalance (1985). También los cuadernos poéticos El alarife (1981), Memoria de Málaga (1992) y Versos a María del Valle (1992). Es autor también de las antologías Córdoba en la poesía (1979) y Fuentes de Córdoba (1987).
Eligió desarrollar su actividad literaria y cultural en su pueblo natal de Bujalance. Allí fundó los Cuadernos de Arte, Historia y Literatura en 1958 y organizó los Juegos Florales de Primavera. Dio nombre al Premio Nacional de Poesía "Mario López". La Diputación de Córdoba reunió toda su lírica en el volumen Poesía.
Colaboró en las más prestigiosas publicaciones literarias españolas y fue miembro de número de la Real Academia de Córdoba. Ha recibido numerosos homenajes y premios; como muestra, el Internacional de Poesía del Círculo de Escritores Iberoamericanos de Nueva York en 1963 o el de Andalucía de las Letras en su apartado de poesía, en 1997.



EL AIRE

Desde el alba del lirio Tú en el aire,
Tú detenido, Tú maravillado
de Ti mismo, Señor azul del campo,
del galopar del potro y su hermosura.

Gozo al trasluz de Abril. Brisa o celaje
de amarilla ternura en los penachos
del jaramago y la amapola ardiendo.
Corazón transparente del crepúsculo.

Habitante del Sur. Dios respirado.
Huésped de golondrinas y palmeras,
derramadas en Ti o embelesadas
junto a la paz del arco y el aljibe.

Ala con pulso apenas. Dios cantando
por las veletas con el pecho abierto
sobre los montes, sobre los olivos,
sobre la cal dorada de los pueblos…

Dios para el aire de los andaluces
cuando el clavel aroma y la garganta
siente la sed de algo risueño y triste
y el aire es vino y Tú nos embriagas…



LA SANGRE

Cuando moscardas liban joyas, labios,
banderas o claveles en barandas
de primavera azul y a la redonda
media España en tendidos se abanica.

Cuando la adelfa alumbra. Cuando mayo
de oro grana en rubíes las esmeraldas.
Cuando el sol y la sombra. Cuando el aire
cálidamente enturbia los sentidos.

Cuando la sangre. Cuando el espectáculo
de la muerte en el ruedo. Cuando la hembra.
Cuando caballo y toro se aureolan
de fanatismo y de guardiaciviles.

Cuando en el cielo de la tarde el alto
clamoreo de la plaza se derrumba
en espiral de aplausos sobre calles
y tabernas sin nadie y golondrinas.

Cuando la flor del tétano entreabre
sus pétalos de estiércol bajo arcos
de cal y se presagia la cornada
de feria entre sombreros de crepúsculo.

Cuando el clarín rotundamente ataja
la tormenta fraguada en los timbales
y el ritual instante que sucede
quiebra el semblante a los banderilleros…

Cuando encarnada, roja o escarlata,
sangre animal o humana, palpitando
en su maravilloso árbol de arterias,
va a derramarse al sol y a borbotones,
caliente aún y derramada al viento…





A BUJALANCE



Dorada almena califal alzada

frente a horizontes de Sierra Morena
Sol y campiña y olivar. Serena
ciudad por altas torres custodiada.


Bujalance, barroca y blasonada,

fiel a su historia de relumbres llena
donde su noble independencia suena
a paz de libertad por sí ganada.


Historia viva en ecos ya apagados

de su nombre latente en la memoria
de las tierras que surcan sus arados.


Rescoldos de un ayer hoy evocados

al cabo de los siglos, muda gloria
de días, aunque acaecidos, no olvidados...




PLAZA DE LOS DOLORES

Recinto de silencios. Aljamiada
Plaza de los Dolores. Geometría
de cielo y cal. Tapiada Andalucía.
Córdoba en soledades cubicada.

Cristo de Piedra. Muda cruz, alzada
sobre los barrios de la torería.
Trágico monumento de agonía.
Rincón de luna y muerte traspasada...

Patio de Estrellas. Vírgen entre lirios
de primavera. Vírgen desmayada
bajo el temblor incierto de los cirios.

Ámbito de la sombra iluminada.
Huerto interior de ascéticos delirios.
¡Oh aljibe de suspiros encalada!




TARDES ANTIGUAS

Ceremoniosamente se saludaban...
Iban conversando de amables cosas perecederas
junto al verde milagro de las siembras
que el tierno sol de Marzo envolvía en un aire de oro.

(Damas atardecidas, caballeros solemnes
cuyos rostros huyeron de tu memoria y niñas
que bajo la penumbra del quitasol abrían
como una ruborosa flor azul su sonrisa)

Respetuosamente se cedían la vereda
que conduce a las algas barandas de la Ermita
donde el viento solano pulsa las lejanías
y cincela las frondas de piedra de los atrios
junto a los viejos cipreses.

[...] 




MEMORIA DE LOS IMPASIBLES

Junto a los arcos o hacia las barandas
que el tiempo encala de olvidados yesos
¿quién no los vio gastando el aire apenas
como oscuras estatuas de crepúsculo?

¿Quién no los vio –nimbados de penumbra–
vueltos de espaldas a los escalones
por donde suben los que compran lágrimas
o cambian besos por dolor o harina?

¿Acaso fueron o perdieron algo
o acaso todo lo esperaban siempre
jugando en tanto su silencio al naipe
que nunca llega entre los días que pasan...?

¿quién no los pudo adivinar siquiera
y así entenderlos o una vez sentirlos
de sí tan cerca como al ser ya ellos:
así quedarse –traspasada el alma–
con su secreto frente al horizonte...? 




LAS BARANDAS 

El mundo amable estaba arriba
y el agrio mundo estaba abajo.
Los separaban las barandas,
las barandas del mundo alto.

Por las barandas paseaban
graves señores a caballo
y señoritas que sostenían
una sonrisa a flor de labios.

Pero debajo de las barandas
las sonrisas no eran los labios
que eran más hondas las sonrisas
y eran iguales ¡ay! los llantos...

Que eran iguales pero distintos
el mundo amable y el mundo agrio...

(Los separaban las barandas...)





MUERTOS DE PUEBLO

Recuerdo un libro: “Cosas de mi pueblo”.
Un viejo libro lleno de nostalgia
como los olivares en septiembre.

Han muerto todos los que en él se citan,
muertos decimonónicos que fueron
de algún relieve hace noventa años.

Viviendo entonces por aquí pasaron
representando su local comedia
del amarillo tiempo melancólico.

[...]

Muertos corrientes cuyos apellidos
llevamos y hasta incluso su sonrisa.
Muertos que a todos por la sangre suenan.

Muertos de pueblo, amigos y parientes,
mirando las veletas, conversando
de Agricultura, oyendo
cada tarde las mismas campanadas,
los mismos trinos a distintos pájaros... 

[...] 




POEMA DE LA TEORÍA DE EINSTEIN

Veo crecer a mis hijos... Desconozco
a Einstein, su teoría sobre el Espacio
y el Tiempo. Veo las nubes pasar, lentas
sobre nosotros, sobre la provincia
de Córdoba y sus campos. Bujalance,
donde vivimos... Me pregunto a veces
si el universo gira ¿Desde cuándo
y alrededor de quién y hasta qué día...?
Incluyendo a Mario López, coetáneo
y a veinte siglos de Virgilio, y a todos
los poetas del mundo que gravitan
muertos o vivos dentro de la misma
fracción de tiempo-luz, sístole apenas
del corazón del Todopoderoso.
Miro las gentes. Pienso en ellas. Sufro
con ellas. Temo que se sientan solas.
Miro las cosas. Pienso en los olivos,
sus raíces clavadas a la tierra
con vertical ahínco tal nosotros
a la esperanza con angustia asidos.
Dolor, hambre, injusticia... Tú nos oyes...
¿Cuánta fugaz eternidad nos queda
de Poesía...? ¿Qué insondable vacío colma
de ansiedad nuestro tiempo...? ¿Qué demencia
nos pone cerco... Nubes radioactivas
con el almendro en flor la primavera
nos aproxima. En tintas melancólicas
se añejan los periódicos. Satélites
artificiales nos fotografía
con implacable precisión. Vivimos
televisados para los vecinos
de Europa, nuestro barrio. Locutores
se turnan para hablarnos de esas cosas
que al parecer ocurren en el mundo...
Vivimos... Desconozco la teoría
de Einstein. Sólo entiendo las violetas.
Quiero decir las cosas que perduran
efímeras tal un deseo bueno.
Veo crecer a mis hijos. Hoy reían
conmigo... Las violetas y su aroma
son eternas también ¿por qué estar tristes?




CON EL AIRE DULCE

Con el aire dulce.
Con el campo triste.

¿Por qué sin llamarte
de nuevo volviste?

¿Por qué me has herido
con la amarga daga
del recuerdo antiguo...?

¿Por qué sin llamarte
te has puesto delante
de mis torres nuevas
que se me derrumban...?

¡Que se me derrumban,
amor, sin quererlo...!

¡Que se me derrumban
ante tu recuerdo...!

¡Que se me derrumban...!

"Poemas publicados en Cántico" (1947-1948)









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