jueves, 15 de enero de 2015

GASPAR DE AGUILAR [14.488]


Retrato de Gaspar Aguilar, obra de Juan Ribalta, procedente del Monasterio de La Murta.



Gaspar de Aguilar

Gaspar Aguilar (Valencia, enero de 1561 - Valencia, 26 de julio de 1623), fue un poeta y dramaturgo valenciano. Su obra dramática puede insertarse dentro de la manera de Lope de Vega. Escribió habitualmente en español, y solo de manera ocasional lo hizo en valenciano.

Hijo de un pasamanero acomodado, fue bautizado en la iglesia de San Martín y San Antonio el 14 de enero de 1561. En el año 1588, en contra de la voluntad paterna, se casó con Luisa Peralta, mujer de condición humilde. Aparte de su dedicación a la literatura sirvió a varios nobles, entre ellos el conde de Sinarcas y vizconde de Chelva y el VII duque de Gandía. Probablemente vivió durante un tiempo en Madrid. Murió en Valencia en la miseria, y fue enterrado en la iglesia de Sant Andreu.

Fue uno de los promotores de la Academia de los Nocturnos, a la que perteneció con el nombre de «Sombra». Por encargo del Consejo Municipal fue organizador y cronista de muchas de las fiestas que se celebraron en Valencia a finales de los siglos XVI y XVII. En 1618 organizó un certamen literario en alabanza del santo Tomás de Villanueva, y en 1622 otro en honor de la Inmaculada Concepción.

Obra

Poesía

Rimas humanas y divinas
Epitalamio en cuatro lenguas al casamiento de madona Francisquicia
Trovas divinas y humanas enderezadas a la duquesa de Cocentaina
Vexamen bilingüe, escrit en ocasió de les festes de beatificació de l'arquebisbe Tomás de Villanueva
Expulsión de los moros de España por el rey don Felipe III (1610)
Sonet d'elogi a l'obra d'Onofre Bartomeu Ginard sobre els furs de València (1608)

Teatro

Fiestas que la insigne ciudad de Valencia ha hecho por la beatificación del santo fray Luis Bertrán, y una comedia del santo y el certamen poético que tuvo en el convento de Predicadores (1608)
El caballero del sacramento

Histórico

La gitana melancólica (1608)
Los amantes de Cartago (1614)

Costumbrista

La venganza honrosa (1615)
El mercader amante (1616)
La fuerza del interés (1616)
La suerte sin esperanza

Otros

Fiestas nupciales de la ciudad y reyno de Valencia al felicísimo casamiento del señor rey Felipe III con la señora reyna Margarita (1599)


Poeta y comediógrafo español. Acudió a la Academia de los Nocturnos con el nombre poético de «Sombra»



Soneto a San Vicente Ferrer

(Ramillete de la Huerta de Valencia)


   Juan ofreció el jazmín, que es el dechado
de la virginidad maravillosa;
Diego, menor, la trascendente rosa;
Bernardo, amante, el alelí morado.

   Domingo, noble, el lirio aventajado;  
Antonio, fuerte, la azucena hermosa;
Tomás, sutil, la nepta provechosa;
Lorenzo, mártir, el clavel leonado.

   Jacinto, el arrayán de su esperanza;
Pablo, la maravilla de su celo;  
Francisco, el trébol, que humildad promete.

   Con estas flores, dignas de alabanza,
hizo el grande Vicente, para el Cielo,
como era valenciano, un ramillete.




Soneto

   Hurta a Abril la mano artificiosa
del tiempo la hermosura soberana,
y de aquellos despojos que le gana
compone el rostro de Belisa hermosa.

   A sus mejillas da encarnada rosa
con que oscurece a Venus y a Diana;
con la azucena, de su frente ufana
descubre la hermosura milagrosa.

   Del tornasol le forma los cabellos,
del lirio azul las venas transparentes,  
de la alegre mosqueta los colores,

   del hermoso clavel los labios bellos,
del nevado jazmín los blancos dientes.
¡Quién fuese abeja de tan bellas flores!




Soneto

   Del sol que en vuestros ojos resplandece
sale una luz que turba mi sosiego,
de cuyo resplandor se engendra luego
un nuevo ardor que de continuo crece.

   Cualquier de estos efectos permanece,
aunque yo tengo por mayor el fuego,
que como ha tanto tiempo que estoy ciego
tropiezo en cualquier cosa que se ofrece.

   Por eso estoy, mi Tirsi, retirado
por ver que ha tropezado el alma mía;
pero pues no cayó, no ha sido afrenta.

   No os espantéis de verme tan postrado,
porque yendo sin vos, que sois mi guía,
en todo caeré sino en la cuenta.




Soneto

   Cuando con mayor gusto florecía
la fértil primavera del contento,
un dulce y amoroso sentimiento
el ciego amor en mis entrañas cría.

   Y es porque ha sido madre el alma mía
de más sublime y alto pensamiento
y porque de su alegre nacimiento
es que ha llegado el venturoso día.

   Y aunque de la ocasión tanto me aparto,
con ser el apartarme peligroso,
mayor vida, señora, me segura.

   Por no morir cual víbora en el parto,
del monstruo tan horrendo y espantoso
que ha engendrado en mi alma tu hermosura.




A don Gaspar Mercader

   A Cortes los Planetas se han juntado
por darte, don Gaspar, blasón famoso,
Júpiter, por tu bello rostro hermoso,
te da el ser de los hombres respetado.

   Saturno, por tu término encumbrado,
te da la compostura, y el reposo,  
Marte, por tu semblante belicoso,
te da su estoque y te lo ciñe al lado.

   Mercurio, por tu ingenio, inteligencia;
Venus, por tu afición, suerte amorosa;
Diana, por tu honor, honra excesiva,

   y Apolo, por El Prado de Valencia,
que tanto ilustras con tu verso y prosa,
circuye de laurel tu frente altiva.




Al nacimiento de Cristo

   Pues sois, Eterno Padre, el hortelano,
de este guardado defendido huerto,
que cultiva con orden y concierto,
vuestra divina poderosa mano.

   Recibid este fruto soberano
del árbol de mi fe, pues sabéis cierto
que es del tronco divino, que un injerto
puso en el tronco del linaje humano.

   Recibidle, Señor, porque conviene
que el reino oscuro de Luzbel se asombre
de nuestro grande eterno regocijo.

   Pues sin trocar ninguno el ser que tiene,
vos vendréis a tener por hijo a un hombre,
y yo vendré a atener a Dios por hijo.




Contra la gloria del amor

   El alma que en las cosas celestiales
pone su voluntad y pensamientos,
tiene de amor las glorias y tormentos,
como ella es inmortal por inmortales.

   Juzga ser sus efectos naturales
las tristezas, angustias, sentimientos,
y que los gustos, gozos y contentos
no pueden ser en ella temporales.

   Por gloria eterna la de amor alaba,
pero cuando se parte de este suelo
no lleva rastro de ella en la memoria.

   Advierte al fin que aquella que se acaba,
gloria no puede ser, pues la del cielo,
si se acabara, no sería gloria.




A un espejo de una dama

   En ese cristal puro y transparente,
dichoso espejo contemplar pudiera
la viva luz, la imagen verdadera
de mi querido sol resplandeciente.

   Mas tu temida respetada frente,
resplandece en la luna de manera,
que en mis turbados ojos reverbera
con el reflejo de su rayo ardiente.

   Pues eres claro y la razón es clara,
si te mira Belisa en ella inspira  
la justa claridad de mi querella.

   De suerte que mostrándole su cara
le muestra mi razón, que si la mira,
podría ser enamorarse de ella.




A un desengaño

   Muero pensando en mi dolor presente
y procuro remedio al mal instante,
pero en mi vida soy tan inconstante,
que a cualquier ocasión vuelvo la frente.

   Cuando me aparto y pienso estar ausente
de mi peligro estoy menos distante,
siempre voy con mis yerros adelante,
sin que de tantos daños escarmiente.

   En tus manos ¡oh noble desengaño!,
fío las vanidades que en mi pecho  
con tantas muestras de verdad desvío.

   Porque si tú me libras de este daño,
podré decir con honra de este hecho
que sólo debo a ti poder ser mío.




Soneto a la devoción

   «El verde campo de la humana suerte
brota un aparra al cielo consagrada,
que al árbol santo de la fe abrazada
ningún aire del mundo la pervierte.

   Ni el duro golpe del contrario fuerte  
puede en su corazón hallar entrada,
pues nace con la fe más sublimada,
que tuvo ningún mártir en la muerte.

   Tanto, que si en el cielo al Sol detuvo
el fuerte Josué, por las extrañas  
maravillas de Fe que en él se han visto,

   mayor grado de Fe la Virgen tuvo,
pues con ella detuvo en sus entrañas
al grande Sol de la justicia, Cristo.







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