ADÁN COELLO
Adán Coello, nació en Tegucigalpa, HONDURAS el 27 de septiembre de 1885.
Adán Coello, murió joven, a los 34 años, el 27 de septiembre, curiosamente el mismo día de su nacimiento, de 1919.
Nació en el hogar formado por el Licenciado Adán Coello y doña Adela Estévez. El poeta fue hermano del autor de la letra de nuestro Hinmo Nacional, Augusto Constantino Coello, nacido en 1884, un año antes de su hermano. Además, fue tío materno de otro malogrado poeta, oriundo de Choluteca, Ramón Padilla Coello. En 1909, publicó su único libro de poemas, llamado simplemente "Poesías". Realizó estudios de Ingeniería en Estados Unidos y en Choluteca, dirigió los períodicos, "La voz del Sur" y "Final". En 1929, se reedita su libro "Poesías".
POEMAS DE ADÁN COELLO
(selección de Jorge Luis Oviedo)
ANHELOS
Quisiera haber nacido bajo el renacimiento
y acometer empresas de soberano aliento.
Ser duque de igual modo que el valentinois
o rey como Francisco I de Valois.
Manejar los pinceles igual que el Tintoretto;
burilar con Cellini, un puñal o un soneto.
ser poeta cortesano como Ronsard y el Tazzo;
llevar cota de malla bajo el jubón de raso.
Tener a don Francisco de Pizarro la espada;
llevar una divisa, así: “César o nada”.
ser caballero para desafiar sinrazones;
Igualar al magnifico don Suero de Quiñones.
Mandar un tercio en Flandes, seguir a Italia luego;
todo por Carlos V, llevarlo a sangre y fuego.
ser en mi siglo como el señor de Bayardo:
tener brazo de hierro y el alma como un nardo.
Ser un maestro de armas en París o en Verona;
ser jefe de partido como Orsini o Colonna.
sorprender en la oscura calleja a un Capuleto;
enviar con mis heraldos al de Nevers un reto.
Vivir la vida intensa que entonces se viviera,
en la mañana rubia de nueva primavera.
menospreciar la muerte adorando la vida;
buscar tras el ensueño la tierra prometida.
Decidir con la espada o el puñal las querellas;
en las noches románticas hablar con las estrellas,
y puestos en la dama todos mis pensamientos,
mi penacho de plumas que flotara a los vientos.
Bañado con la gloria del sol del mediodía,
triunfante en la tremenda batalla de Pavía.
EN MAYO
Camino por la tierra siempre errante,
llevando a cuestas mi dolor eterno,
y he leído la frase que vio Dante
esculpida en las puertas del Infierno.
Ni ilusiones, ni amor llevo en el pecho.
sólo la muerte mi esperanza aguarda;
ya tengo preparado nuestro lecho…
¿Por qué no viene pronto, por qué tarda?
Venga en el mes florido, venga en mayo,
mes en que canta su canción lo verde,
y huya la vida en lánguido desmayo,
como un vago perfume que se pierde.
Mes en que bulle rápida la vida,
y por doquiera rauda se despeña;
mes en que dice el desengaño: olvida,
y el amor le responde: sueña, sueña.
Desentume sus alas la esperanza
al calor de la tibia primavera,
y en el espacio del ensueño avanza
tras la silueta de una azul quimera.
Emergen de las cimas del olvido,
a la hora azul de los atardeceres
remembranzas de todo lo que ha sido:
blancos sueños y sombras de mujeres.
Palpita pertinaz melancolía,
en el ambiente perfumado y cálido,
cuando florece en el oriente el día
como un enorme lirio blanco y pálido.
En la montaña azul, blancas neblinas
teje urdiembre de bruñida plata,
que –como red de luz– en las encinas,
al punto que se prende se desata.
Y cuando todo es luz aroma y vida,
el alma combatida por la suerte,
su postrer ilusión al ver perdida
a tus brazos se acoge, madre muerte.
Porque eres tú la gran consoladora,
La sola amada que jamás nos miente;
de nuestra noche negra: rubia aurora,
de nuestro obscuro cielo: rojo oriente.
Tú brindas el nepente del ovido.
Nos llevas al país do crece el loto,
Y no se piensa más en lo que ha sido,
Ni nos conturba el porvenir ignoto.
He buscado el alivio de mis males
del alcohol en el fondo del veneno;
más mis penas prosiguen siempre igual
¡el vaso del dolor siempre está lleno!
Quizá como en el poema mussetiano
vine muy tarde a un mundo en decadencia
¿Quién lo sabe? Tal vez fue muy temprano.
Solo sé que me pesa la existencia.
No tengo estrella que a Belén me guíe,
Y sin fe, sin amor, sin esperanza,
Mi alma, que, como Ofelia, llora y ríe,
Entre las ondas del dolor se lanza.
Acógeme Señora, tengo miedo
de vivir, de luchar, del don maldito
de ser hombre. ¿No vez que ya no puedo
con este corazón que esta marchito?
Ven ¡Oh muerte adorada!, ven a prisa.
las puertas de la alcoba ya están francas,
polen de rosas nuestro lecho irisa,
lirios azules y camelias blancas.
Es la dulce estación de los amores
Y la tierra adormitada se levanta…
¡Todo es luz, todo es alas , todo es flores,
Todo vuela y se agita y vibra y canta!
Mas no me oye la pálida enlutada,
De tez de lirios y mirar oscuro;
Y prosigo mi vida fatigada,
En tanto que, en la tierra fecundada,
Estallan las simientes del futuro.
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