Alun Lewis (1 Julio 1915-5 Marzo 1944), fue un poeta de la escuela anglo-galesa, y es considerado por muchos como el mejor poeta de Gran Bretaña de la Segunda Guerra Mundial. Se unió al ejército en 1940, a pesar de que era un pacifista. En 1942 fue enviado a la India con los ribereños del sur de Gales.
Murió en Birmania, en el curso de la campaña de la Segunda Guerra Mundial contra los japoneses. Se lo encontró con un disparo en la cabeza, después de afeitarse y lavase, cerca de las letrinas de los oficiales, con su revólver en la mano. Murió a causa de la herida seis hora más tarde. A pesar de la sugerencia de un suicidio, un tribunal militar posteriormente a la investigación llegó a la conclusión de que había disparado y que el disparo fue accidental.
De los poetas británicos que produjo la II Guerra Mundial, el galés Alun Lewis (1815-1944) es sin duda uno de los mejores, si no el mejor. Sin embargo, su fama ha quedado oscurecida por otros poetas contemporáneos, no digamos por la enorme sombra de su paisano Dylan Thomas.
Lewis se dio a conocer con un libro de relatos a principios de los años cuarenta del pasado siglo, pero su nombre comenzó a ser tenido en cuenta a partir de su primer libro de poemas, Raiders's Dawn (1942), publicado cuando su autor estaba ya alistado en el Ejército y destinado en la India. Póstumamente se publicaría otro poemario, Ha¡ Ha¡ Among the Trumpets (1945), con una introducción de Robert Graves, que acabó de consagrarle como una de las mejores voces de su generación.
Posteriormente saldría el libro In The Green Tree (1948), que contiene media docena de relatos, así como una selección de cartas enviadas a su familia desde el frente. Es a través de estas cartas, íntimas, directas y conmovedoras, que podemos entrever los perfiles de su personalidad y entender mejor las situaciones y estados de ánimo que le condujeron a la escritura de sus poemas.
Alun Lewis murió en Birmania, en 1944. Fue encontrado muerto de un disparo en la cabeza, cerca de las letrinas de los oficiales. Junto al cuerpo, su revólver. Una investigación posterior dictaminó que fue una muerte accidental.
Lewis escribió a su mujer hasta poco antes de morir. El último párrafo de la última carta incluida en el citado libro dice así: "Perdona, tengo que irme. Y Dios esté en nuestras cabezas y en nuestros ojos y en nuestro entendimiento. Cómprame una máquina de escribir cuando alguien tenga una para vender, y yo te compraré una hermosa hermosa esmeralda o quizá un zafiro o quizá algo que ninguno de los dos sabe. "
EL CENTINELA
He empezado a morirme.
Por fin he descubierto
que no hay escapatoria
de la Noche. Ni sueño alguno
ni entrecortadas imágenes de durmientes
alcanzan mis ojos de murciélago. Cuelgo,
estéril cuero, del oculto tejado
de la Noche, y observo,
desvelado, la región del Sueño.
He dejado
los bonitos cuerpos del chico y la chica
estrecha y plácidamente abrazados;
y he dejado
los hermosos senderos del sueño
que los amantes descalzos siguen hasta
la última orilla que mi mente guarda.
He empezado a morirme
y el implacable silencio de los cañones
es mi negro intermedio, mi juventud y mi madurez,
en la flor de la furia la plegada amapola,
la Noche.
("The Sentry" se halla incluido en Selected Poems de Alun Lewis, Londres, 1981. Traducción: Jorge Ordaz)
Goodbye
So we must say Goodbye, my darling,
And go, as lovers go, for ever;
Tonight remains, to pack and fix on labels
And make an end of lying down together.
I put a final shilling in the gas,
And watch you slip your dress below your knees
And lie so still I hear your rustling comb
Modulate the autumn in the trees.
And all the countless things I shall remember
Lay mummy-cloths of silence round my head;
I fill the carafe with a drink of water;
You say 'We paid a guinea for this bed,'
And then, 'We'll leave some gas, a little warmth
For the next resident, and these dry flowers,'
And turn your face away, afraid to speak
The big word, that Eternity is ours.
Your kisses close my eyes and yet you stare
As though god struck a child with nameless fears;
Perhaps the water glitters and discloses
Time's chalice and its limpid useless tears.
Everything we renounce except our selves;
Selfishness is the last of all to go;
Our sighs are exhalations of the earth,
Our footprints leave a track across the snow.
We made the universe to be our home,
Our nostrils took the wind to be our breath,
Our hearts are massive towers of delight,
We stride across the seven seas of death.
Yet when all's done you'll keep the emerald
I placed upon your finger in the street;
And I will keep the patches that you sewed
On my old battledress tonight, my sweet.
All Day It Has Rained
All day it has rained, and we on the edge of the moors
Have sprawled in our bell-tents, moody and dull as boors,
Groundsheets and blankets spread on the muddy ground
And from the first grey wakening we have found
No refuge from the skirmishing fine rain
And the wind that made the canvas heave and flap
And the taut wet guy-ropes ravel out and snap.
All day the rain has glided, wave and mist and dream,
Drenching the gorse and heather, a gossamer stream
Too light to stir the acorns that suddenly
Snatched from their cups by the wild south-westerly
Pattered against the tent and our upturned dreaming faces.
And we stretched out, unbuttoning our braces,
Smoking a Woodbine, darning dirty socks,
Reading the Sunday papers - I saw a fox
And mentioned it in the note I scribbled home; -
And we talked of girls and dropping bombs on Rome,
And thought of the quiet dead and the loud celebrities
Exhorting us to slaughter, and the herded refugees;
As of ourselves or those whom we
For years have loved, and will again
Tomorrow maybe love; but now it is the rain
Possesses us entirely, the twilight and the rain.
And I can remember nothing dearer or more to my heart
Than the children I watched in the woods on Saturday
Shaking down burning chestnuts for the schoolyard's merry play,
Or the shaggy patient dog who followed me
By Sheet and Steep and up the wooded scree
To the Shoulder o' Mutton where Edward Thomas brooded long
On death and beauty - till a bullet stopped his song.
Raiders' Dawn
Softly the civilized
Centuries fall,
Paper on paper,
Peter on Paul.
And lovers walking
From the night -
Eternity’s masters,
Slaves of Time -
Recognize only
The drifting white
Fall of small faces
In pits of lime.
Blue necklace left
On a charred chair
Tells that Beauty
Was startled there.
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