Ulises Paniagua Olivares
Nació en la Ciudad de México en 1976. Es narrador, poeta, videasta y dramaturgo. Se graduó como arquitecto en el IPN. Ha publicado dos poemarios: Del amor y otras miserias (Fridaura, 2009), y Guardián de las Horas (Eterno femenino, 2012); y tres libros de cuentos Patibulario, cuentos al final del túnel, (Mutibilda, 2011), Nadie duerme esta noche (Fridaura, 2012), e Historias de la ruina (Sediento Ediciones, 2013); así como el CD sonoro-poético Cuadriversiones (Colectivo Pena Ajena, 2013). El libro infantil La Mancha de Pipiolo y el poemario Nocturno imperio de los proscritos, se encuentran en proceso de edición (2013).
Su obra ha sido divulgada en diversas antologías, revistas y diarios nacionales e internacionales. Ha sido publicado en la Academia Uruguaya de Letras; así como en España, Italia, Cuba, Venezuela, Argentina y Costa Rica. En el 2007 recibió una mención honorífica en el Concurso Nacional de Cuento Criaturas de la Noche, del Instituto Coahuilense de Cultura. En el 2008, fue incluido en la antología de Poesía Latinoamericana Giulia Gonzaga (Italia). Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés y al italiano. En los concursos Interpolitécnicos de teatro, recibió cinco premios, incluyendo mejor dramaturgia, en dos ocasiones. En el 2011, con su colaboración literaria en las coreografías de grupo Kanga, obtuvo el primer lugar en el concurso nacional televisivo de España, Tú sí que vales. Actualmente imparte talleres de poesía y de creación literaria. Es conductor de radio en las cápsulas de Arquitectura literaria, del programa Jazz Arquitectónico (1670AM).
El poema es el tigre
ese tigre que enluta sobre el límpido hielo
más allá de sangrientos pulmones hinchados de metáforas
El poema es el tigre que devora las imágenes del aire
y las tritura
Es goce de fauces entre lumínicos o romos versos
Es hígado de lo que quiere pero no alcanza
La mirada que toca la noche y se extiende hacia su centro
Lo imposible en su quieta existencia
El poema son las zarpas sobre el musgo
el salto entre abrojos
el rugido que repite el eco figurado
Es el umbral / La presencia
La intuición que no se menciona
El poema es el tigre blanco que se interna en la albura de la nieve.
Uno es el ojo de sí mismo
uno es la vigilancia y la libertad sobre el propio precipicio
Uno es la boca y el culo del universo
espiral que confluye hasta el ombligo del sueño
Uno es el sueño
Uno es el ojo del universo
ése que es observado por el universo
Uno es el ojo
Uno es uno
Uno observa
contempla y es contemplado
Uno es el universo que implosiona aspira y exhala
al murmullo de un remo cortando las aguas
sobre un adormecido estanque de lotos.
Del libro "Ronco Canto luminoso"
El cubo
La poesía no es un cubo hermético contenido en
sí mismo ; no es silencio que revienta la noche, o
dolor de herida abierta o la sombra del gigante
o tus labios anhelantes del beso que mata lento.
Es todo esto y más aún: es nada. Es paso de gato
en un teatro vacío , cien y un ojos reflejados en
espejos ciegos, la caída de Troya sin caballo, tu
vientre que es descanso y tu sexo-la cama donde
sueño-Es metáfora, verso y mierda y amor y odios
guardados, es el candado y la llave, es la salida;
el encierro. La poesía no es un cubo hermético
c o n t e n i d o e n s í m i s m o.
La agonía del Minotauro
I
Maldito Minotauro que reposas al amparo de mi sombra
como silencio que vulnera una lánguida armonìa
como fatiga de viajero noctámbulo
como crucero donde llora una taberna.
Maldito Minotauro con sabor a aburrimiento en los ojos,
esperanza que bienvienes cada dìa nuevo
con la inútil esperanza de esperar.
Grito último y certero.
Canalla carnicero de nostalgias mordidas,
que rìes y lloras cuando el luto te frecuenta
y esgrimes la tristeza como bandera de letras:
maldito Minotauro con asombro de vida.
Carcómete, pues, en tus rincones de olvido,
templos de cantinas y borrachos,
hilos de Ariadna rematados a tres el kilo,
en las muertes personales anheladas,
en tu ruego.
Destrúyete, canceroso tumor de sociedad,
refugio de mundo.
Destempla el corazón insensato,
vuelve al carril de la llana vida.
Despierta, ¿dònde quedó tu laberinto?
II
Te ví, bebiendo. Te ví bebiendo una cerveza quemada. Descansabas la cornamenta marchita, con fatiga, sobre la barra. Esperabas una ilusión, una voluta de cigarro. Hablabas mucho: del amargo carnaval que en Latinoamérica se gesta cada encuentro de sol, de la terrible condena que implica ser un hombre de asfalto, del diario llevar el pan para la departición de la cena, del agudo acero de las letras, del recibo de luz. De esta Creta de alta tensión y amplias avenidas bajo el tráfico de oficina, del hilo telefónico que conduce siempre al mismo semáforo –preventiva- del espantoso laberinto.
Hablabas. Jorobado y musical. Hablabas, con ojos de sinsabor, con el dolor a cuestas, con las desnudas pezuñas sin limar. Hablabas. Bebías.
Y bebías una cerveza, y una más, y otra y otra, mientras en los tersos encalamientos de las paredes perfumadas de tequila e historias insalubres, el eco de los mariachis, y Vicente, y Alejandro, y el olor a pulque y José Alfredo y Pedro Infante inflamaban, sórdidos, un retazo de tiempo.
Bla, bla, bla. Hablabas.
Con ojos de sueño. Blablabas. Con un cáncer de nostalgias yermas, estériles pavimentos en la selva lacandona, con el arrastre lento de tu cornamenta larga y retorcida, con los nidos de paloma que llora a media noche. Contabas maravillas de tu isla improvisada en los confines urbanos, de tu particular Creta que a todos pertenece, del aullido que provoca no conocer jamás la salida, de la terrible espera del justiciero Teseo.
Sintagma y molécula
"Se nombra en el destruir, en el romper lo roto, como el mago de la cirugía que destazara un sapo para armar con sus fibras y nervios un caballo enano", Eduardo Lizalde
El ojo significa hombre y significa fuente -en el cerca y en el junto- Entre ellos una piel finísima insinúa bruma provocación candil ciego epidermis de sintagma
¿Qué hace el contacto de una palabra o molécula? ¿Qué consiguen anidar los oxigenados labios sobre la textura del hidrógeno deseoso?
En el orgasmo de la materia es posible lo que existe Pero ¿y el sueño? ¿es palpable el acercamiento de lo todo y lo nada en el sueño?
Como puente inasible bordeamos vacío el tacto de lo que espera desaparece en la médula aquello que se inscribe en la espalda del espejo
Pero ¿y el sueño? ¿Es esa masa arcillosa esa arcilla masosa que linda entre lo que es y lo que viene de regreso?
La muerte hermana con el reino de los párpados abajo justo allí vértice sublime de acertijo
Somos lo sí lo nunca la velada interrogante que va tragando a su paso los campos los animales y el arado el vuelo trasatlántico en ojo de la tempestad
Pero ¿y la muerte? Pero ¿y el sueño? Pero ¿lo que espera detrás de lo callado?
Ciento veinticinco millones de respuestas tiradas al aire páginas en blanco invadiendo de la calle la aspereza el ladrante que jamás alcanzará frescor en concierto de sicomoros maullido del gato vecino la histeria de los apocalípticos
Pero ¿y el misterio? ¿Misterio?
Para qué quiero misterio cuando palpo apenas la sonoridad del aire los 0.5 milímetros más allá de estas venas tan deseosas de descubrimiento
Respiración y paquidermo
Puedo palpar la respiración del soñante:
qué de frágil eterno en sus rompientes encorva
cómo florece el aleteo de lo negro la proximidad
la cándida amenaza que peina al imaginario del coloso
Dentro de su diafragma de agua la muerte y la ilusión
afelpan yerguen rugen con persistencia
relámpagos de sal esperan un guiño de luna
El orbe transparenta fósiles laberintos
acuosos huesos de paquidermo embestido en cada oleaje
Y las boyas y los barcos
en su sábana extendida
se vuelven incandescentes focos que dictan armonía
Silencio Vigilia Silencio
El soñante respira
La eternidad responsa en el sonido de una playa
Silencio Asciende Desciende
El soñante cae los párpados
en busca de una hembra con estola de tormenta.
Acerca de cosas tan oscuras
Cuando el lenguaje que designa lo futuro
nada signifique, y se haya liberado cualquier
íntimo gesto, y al universo mis pupilas
sienta renacer...
yo a ti, lector futuro, te negaré porque agotas
la salvaje plenitud que se me escapa.
José Ramón Sánchez
En el cruce que conforman tres muertes
donde se enfrentan claridad y abismo – trapecios rumiantes de lo que se esfuma- este rudo minotauro persigue necio e improbable lo que no tiene tuétano como blasón ni guía
los camastros del absurdo el discurso marginado las visitaciones de esquizofrenia la suavidad las formas que mide un cuerpo entre distancias de estrellas el ocio de un dios agrio la mandrágora que pudiera reír de su lamento
todo como un perro relámpago o un perro pestilente de relámpagos lo dicho y lo que se perdió en los filos del silencio lo que se pudre dentro del amanuense trastocado en la cornamenta de quien esto o aquello sueña imagina o destruye
todo entre la sonrisa de los espíritus foscos placidez de arábiga alquimia y descubrimiento de demonios atávicos todo es recibido atajado por el pararrayos que me habita o en otras voces anida: furia desconfianza breve o extensa alegría angustia en vena de poseídos
Acerca de cosas tan oscuras escribo versos luminosos
como un acto reflejo como la rana cuyas ancas brincotean al recibir el aguijonazo voltaico Acerca de la noche procuro el primer rayo del orto entendido que una vez que sembremos bosques de luz podremos vislumbrar lo que ahora no es posible
lo que se niega tras el ánima del fuego
entre el ronco trovar
de lo que exime ignora o perturba
la blancura del ser
entre la rasposa garganta de la niebla.
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