SUSANA MARÍA RICO BARRERA
Nace en la ciudad de Medellín, Colombia en el año 1992.
Estudió Literatura en la Pontificia Universidad Javeriana en Bogotá.
Participó en el Taller de Poesía del Gimnasio Moderno, hizo parte del "Recital de Navidad-Nuevas poetas Colombianas saludan a Orietta Lozano" en el año 2012.
Hace parte de la antología Garaje 69. Poesía Erótica Iberoamericana 2010, editada en México.
Actualmente estudia Filología en Rusia.
Espejo
Hallé la carta
cuando el calendario marcó
mi primer mes ausente de casa.
Entre líneas se dibuja el rostro de mi madre
ocupando espacios donde no caben silencios
y lágrimas viajeras entre suspiros
para acompañar nuestras nostalgias.
Al leerla
sé que soy la misma,
nuestro reflejo son las palabras.
De La Misteriosa Poesía
Taller de Poesía del Gimnasio Moderno
2012
En el encierro,
en el destierro
la luz atraviesa las barreras
hasta llegar a mi,
mujer de sombras infinitas
mujer frágil y exhausta.
En el encierro,
en el destierro
la oscuridad tiembla con la respiración
mujer sin voz
mujer que grita.
En el encierro,
en el destierro
no hay esperanza en el tiempo
mujer condenada
mujer solitaria.
En el encierro,
en el destierro
no hay diferencia entre cuerpo y muros
mujer tiniebla
mujer nada.
Y entonces,
amanece.
Y entonces,
estoy viva
Y me siento aquí
a jugar con el viento.
Luz
Dentro de mi lámpara,
mariposas nocturnas abrieron sus alas por última vez
también una libélula joven, una mosca.
Diría que actuaron por instinto
para encontrar torpemente la luz de mi ventana
en el último piso de un edificio viejo.
Las mariposas ciegas, revolotearon sobre mí,
golpearon sus cuerpos contra la pared,
se aquietaron y regresaron a la lámpara.
La libélula entró de madrugada
y simplemente se quedó sobre la luz.
La mosca halló un espacio roto
quedó atrapada y murió después de un largo zumbido
¿O suspiro?
Aquellas mariposas perecieron igual,
quemando sus escamosas alas con el bombillo de neón.
¿Y ese es el efecto de la luz transmutadora?
¿La luz al final del túnel?
¿La luz al nacer? ¿Al morir?
Parece ser una trampa.
La luz siempre indica muerte, fin.
Todo día nuevo es el fin del anterior.
Todo nacimiento es el comienzo de un ciclo
toda muerte es el fin de ese ciclo.
¿Habrán nacido otra vez esos insectos?
Dentro de una habitación estoy yo bajo una lámpara,
el reflejo ene l espejo me enseña nuevas marcas
la mirada cansada de todos los días,
el cabello revuelto sobre los hombros.
Frente a mí aparecen todas las que he sido,
las que dejé atrás sin darme cuenta.
La luz siempre indica muerte, fin.
La luz me muestra que he cambiado.
Hoy, soy otra.
Mañana, tal vez no sea yo.
Esto, repitiéndose continuamente
hasta que un día, torpe y ciega,
quede atrapada dentro de la luz.
Ellos
Es madrugada del último lunes de Noviembre
-si este año se acaba el mundo es literal este lunes-
y en medio de la oscuridad recuerdo mi hastío
las ganas de saltar por la ventana y hacerme migas de pan.
Una canción me devuelve a los primeros días de Febrero,
sinónimo eterno de las noches en Moscú
las risas de Hamdi, la melancolía de Roaa, las miradas de Wissam
nuestras manos heladas, unidas en la Plaza Roja caminando a -20°
en una tarde soleada de ese viaje a escondidas,
también nuestras caras de extranjeros tan distintas
las rutas inalcanzables de los metros-express
mi habilidad de último minuto para entender el árabe
y reír a carcajadas cuando compararon la Arbat con New York.
Fue el regreso a este pueblo menos frío
comienzo de una agonía prolongada casi hasta el verano
dónde juré no quedarme ni un minuto más después de partir
antes que la primavera llegara a su fin.
Enmudecí para el mundo y lloré para el espejo
Wissam me dejó un último abrazo en Mayo
Hamdi partió sin decirme adiós
Roaa y yo nos hicimos extrañas, pero ella había prometido volver.
Tal vez la única promesa que sería cumplida
no tendríamos otro Febrero juntos, escapados, lejos
no maldeciríamos jamás tantas desgracias unidas.
Yo los lloro con las canciones de hace meses
todo indica que estoy haciendo un duelo,
siguen vivos y parecen muertos,
ellos, los amigos que una vez fueron.
Me arrepiento de haber enmudecido.
Delirios febriles
Me visitaron espectros y voces en la oscuridad
estrecharon sus manos tan trémulas como las mías
y cantaron en voz baja todas sus ausencias
diría yo, eternas como las horas que no cuento
amargas por el peso del desasosiego.
Quizás tras el espejo encontraron mi puerta
o los llamé a gritos entredormida
aunque dentro de mí la voz estuviera apagada
para no sentir miedo de mi misma en la soledad
carente de fuerzas y dependiendo del instinto.
La última vez que vi el otoño antes de la enfermedad
el árbol que está frente a la puerta tenía sus hojas
rojas y naranjas recibiendo a quienes llegaban,
el que está frente a mi ventana con sus hojas amarillas
saludaba cada mañana con leve agitación.
Desde mi lecho en medio de la debilidad
escuchaba las lloviznas y los gritos estremecedores del viento,
música proveniente de Siberia
preparada para llevarse mis flores y mis hojas...
arrebatarme con fuerza la tibieza del otoño.
Ahora, recuperada observo
la calle cubierta por el polvo
en la puerta un árbol que me abraza con ramas quebradas
en mi ventana un tronco helado que gime en la noche.
Viento violento, sombra de mis espectros
enfermedad del tiempo frío interminable.
Psicosis
Alégrense los espejismos
por ser la realidad,
anhelada,
en el tiempo que dura la visión.
Alégrense,
transfiguran al que padece
lo alejan de sus miserias
en ese instante que perdura.
Entretanto,
nosotros atónitos, indoloros
observamos mudos
la inmersión de los enfermos
en lo más hondo de su memoria
y los envidiamos,
si,
los envidiamos.
Ellos tienen lo que nosotros
jamás podremos capturar.
Ellos se tienen a ellos mismos.
Psicosis II
A menudo pensaba que dolerían los golpes a la pared
la profundidad de las hendiduras
similares a las cicatrices en el cuerpo.
En esos instantes urge detenerlos antes que se hagan daño
antes que recuperen la conciencia,
la poca, según dicen los ignorantes.
Aún así, es posible que duela más
reconocer en cada grieta una crisis
la violenta transformación de los que parecen inmutables,
los rostros a los que se han acostumbrado
quienes los ven partir en sus momentos
sin certeza alguna de su regreso
cuando los vean despertar.
La 325.
Aquí,
las paredes no tienen retratos
sino hendiduras y clavos a medio caer
tan oxidados como el marco de estas ventanas
ciegas en el invierno.
Uno no se queda mucho tiempo, dicen
los habituados a la falta de ausencia
a los que nunca hicieron falta
los recuerdos.
Poco a poco
esta pared cae,
los trozos de viejos papeles
-que alguna vez fueron rostros-
se diluyen.
No me acostumbro
a estar en un espacio sin memoria, pienso
cuando miro a la pared,
sostenida
por mis fotografías.
Lección
¡Los poemas no deben comenzar con una acción!
me repetía el buen hombre cada vez más impaciente
por mi falta de atención a sus consejos hechos de experiencia
casi como las normas elementales para creer que se hace poesía
en un tirón del tiempo y del espacio porque fueron breves
los encuentros para inventarme poeta
sometida a su juicio certero con su mirada fija en mis ojos
aburridos o cansados de tantas palabras que parecían sin sentido
porque a la par de su repetición a regañadientes
yo me preguntaba el por qué de un poema que no comience en acción
si la vida son acciones que van al mismo tiempo que los pensamientos
no junto a los pasos arrítmicos o torpes casi extraviados
en tantas calles del mundo que hemos visitado con las palabras o memoria
ante la casualidad de la invención o reconstrucción,
instrumentos de inmortalidad en esta vida que nos prestó alguien,
pequeños verbos hechos carne
para sentir la poesía en la acción...
si se recrea la vida como movimiento.
Después de tantas advertencias del buen hombre
me repetía antes de tomar el lápiz con mis ínfulas de poeta barata
¡Los poemas no deben comenzar en acción!
no podía darme el lujo de tomar una instantánea de la vida
en la primera palabra del renglón
sin tener alguna idea de las próximas,
las que se usan para decorar los malos versos y malas canciones
las que sólo se sienten cuando las susurramos a alguien con los ojos cerrados
para hacer creer que las cosas nunca cambian de lugar
aunque los corazones viajen más rápido que la luz en otros cuerpos
y las demás cosas que sabemos todos pero que nunca decimos para que no se vayan
si es que habitan algún lugar escondido en el silencio.
¡Los poemas no deben comenzar en acción!
¡Los poemas no deben comenzar en acción!
¡Los poemas no deben comenzar en acción!
Los poemas no son una acción sino una reacción
un retrato con palabras de lo que ven otros ojos.
Creo que hasta ahora comienzo a entender la lección.
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