lunes, 1 de octubre de 2012

7968.- GLADYS SICA




Gladys Sica
Poeta y artista visual ítalo-argentina (1959). Reside y trabaja en Milán. Es profesora de historia del arte, dibujo y escultura. Ha participado en exposiciones individuales y colectivas, conferencias, encuentros, lecturas, presentaciones de libros y premios artísticos y literarios, así como en concursos en calidad de jurado. Sus trabajos se hallan en catálogos artísticos y colecciones públicas y privadas de Argentina, Italia, España, Francia y Suiza. Sus textos han sido incluidos en diversas antologías poéticas, bibliotecas, sitios web y blogs de Italia, España, Argentina, Venezuela y Colombia. Es corresponsal en Italia de la revista de arte y literatura Generación Abierta,  de Argentina. Colabora además con diversas revistas italianas con notas y ensayos sobre artistas, entrevistas y traducciones de poetas. En Italia presentó su primera exposición individual en la Galería “Ciovasso”, de Milán, y numerosos Murales latinoamericanos, dos de los cuales miden 130 por 3 metros. Ha publicado Ternura animal (Argentina, finalista del concurso de poesía “Ramón Plaza”, de Buenos Aires, 1997) y En el fuego del silencio —el viaje (Italia, ganador del concurso de poesía “Antonia Pozzi”, de Milán, 2005). Ha obtenido el 2º premio de la antología Además Novum (Nova Milanese, 2005) y el primer premio Ioscrivo (Giulio Perrone Editore, Roma, 2007), entre otros.




El primitivo olor

Incipiente y callada
la tempestad baja.
Extensiones innaturales,
en la arenosa fiebre, se multiplican.

Luz y noche se confunden.
Ninguna estrella en los cielos.
Ausencia vertiginosa, y sangre.

Desconcierto en el alma,
el arcaico patrimonio se rebela.
Batalla infecunda, entre sombras.
Se pierde, en un descuido,
el primitivo olor...





Ceguera

El hombre aguarda la bendición de dios,
la bendición de dios cae en su vida.
El hombre no la conoce y no la ve,
la bendición pasa entre sus manos que tiemblan.

El hombre aguarda en la noche infinita,
con una roja inquietud, él espera.
No abre el cuerpo del tiempo el hombre,
ni expone a las estrellas extranjeras su corazón.

El hombre no lo sabe, no lo sabrá nunca.
La bendición se aleja, él está muriendo.





El tiempo

el tiempo que se lleva lejos
los ojos de Jesús cuando vieron
arder el oscuro ocaso.
la roja soledad de Camille Claudel
con su mano vacía de arcilla.
el alma de Dino Campana*
atravesando los cielos negros.

el tiempo que se lleva lejos
la última palabra que se rompe
en el amarillo de Alejandra Pizarnik.
los poemas del Che en el viento de las batallas.
las piedras y las voces asesinas
en las ropas y en la mente de Virginia Woolf.

el tiempo que se lleva lejos
los misterios necesarios
la ambición de los imperios de arena
la justicia o injusticia de un dios o una raza terrible
el esfuerzo y la dicha de destinos intensos.

el tiempo que se lleva lejos
nuestra memoria, nuestros amigos
las esquinas de nuestra ciudad
y otras tantas cosas que no veremos.

el tiempo que nos lleva lejos, definitivamente.

* Dino Campana (1885-1932) Poeta italiano.





Qué vamos a hacer

cubrir los cuerpos de palabras, en vano,
para acercarnos.
aquí están mis cuadros y el tarot
y aquí está Milano, en vano elegante,
Milano que tiembla,
calcula puntual y no arriesga.
aquí está la espléndida fuerza,
la luz y su inseparable abismo, en vano.
¿qué vamos a hacer entonces?

porque allí, queremos ir,
a donde convergen todos los cielos.
porque buscamos algo
algo que brille también en la noche,
algo que haga olvidar espera y pesar,
algo que sobreviva a cualquier horizonte.

...pero sólo sobrepasando el límite hay algo.
algo que brilla también en la noche,
algo que hace olvidar espera y pesar,
algo que sobrevive a cualquier horizonte.

¿qué vamos a hacer entonces?

Del Libro En el fuego del silencio –el viaje. Ed. Archivi del ‘900, Milano, 2005.







Con dolorosa alegría

La tiranía de una estéril resignación.
Casi todos huyen como animales agitados.
Cada árbol, como un árbol solitario y extraviado.
Los sueños sobreviven apenas
en frases y formas olvidadas.
La imperfecta seducción
de este eterno fondo de siesta argentina.
Vulnerable, llevo luces y abismos ajenos.

Un entorpecimiento sonámbulo,
el desamor y este luto inconcluso
que se adueñan y retienen al destino
son un saqueo al corazón.
Nadie para sentir el esfuerzo moribundo
ni la impiedad que se apresura.
Con dolorosa alegría, me giro
y ya sólo pienso en partir.





Festín engañoso

La tortura de esta inminencia dudosa
-cautiverio de un amor impostor-
que prometía alegrías casi creíbles.
Después del improductivo entusiasmo
el corazón se cohíbe y, apartado,
selecciona entre sus apetitos secretos.
Las pupilas indefensas y ávidas
titilan con cierta perturbación
en la penumbra maloliente de sábado.
Dentro de poco, aturdida,
recogeré los desparramados restos
de este festín engañoso.
Agosto de extrema desnudez

Corruptibles certidumbres,
perversos agobios
empujan hacia una lucidez
excepcional y efímera
que socava la vida.

A la sombra del olvido de Dios
avanzan días anónimos
con el improviso éxodo
de los gestos congratulatorios,
bajo justificaciones azarosas.

Se pasa el preciso momento
para la gestación del juramento,
la incomún voluntad de amar
se posterga otra vez.
Nada que por ahora germine
en este agosto de extrema desnudez.






Eso que nos salve

El ansia de mi corazón
no encuentra reposo.
Vanos caprichos de exclusividad
a lo largo de todo el camino.
Los aridecidos festejos
acrecientan la provisionalidad de los días.
Qué debemos hacer, nos preguntamos.
Porque esa niebla confortable
retiene una amenaza aún mayor.
Entretanto, la noche y la lluvia
caen juntas
y todo por hoy se desvanece.
Pero el ansia de mi corazón
no encuentra reposo;
y tal vez sea esto, después de todo,
eso que nos salve.






El gran paraíso de Dios

Noviembre, esta vez, no parece noviembre.
Con estos amaneceres y mediodías así grises,
también ocasos completamente grises
desembocando en inclementes noches
negras-negras.
Basta tan poco, para desorientarnos,
errantes fieras en el laberinto.
Tanta fragilidad a la vista
es violencia para el alma.
Ninguna antigua o gloriosa nobleza,
ni la pasión, ni osados sueños
ni un sentido sostenido.
Sólo niebla gris crece en este noviembre
que no parece noviembre en Argentina.
Qué pasó? pero qué nos pasa?
Ya no quedan colores
en el gran paraíso de Dios.






La noche sobre el alma

La confabulación del azar,
el sacudimiento de los días y los años
amedrentan el alma sobresaltada.
Es un agua difícil de aquietar;
en su interior sangra por cosas
que no la debieran lastimar.
Pero cómo fue consentido el desasosiego?
El oportuno oráculo no escuchado,
desobediencia titánica.
Inútil sacrificio
en la orfandad de pampas lejanas.

Los pesados párpados caen en la espera
y una espesa cortina cae sobre el mundo.
La noche cae, despiadada, sobre el alma.





Abril arriba soltando amarras

Sumergida en el corazón, la noche
continúa a morir.
Desenterrada, inescrupulosa brilla
en las entrañas subterráneas del alma.

La madeja de la vida se enreda.
Inhumana soledad, de vuelta en el mundo.
Abril arriba silencioso y maduro
soltando amarras, definitivamente.






Este tiempo en Buenos Aires

Esta es mi vida, ahora, en Buenos Aires:
miro películas ya vistas,
sueño sueños ya soñados;
me complacen turbias glorias.
Se consumen en vano
las últimas fuerzas jóvenes;
hay un fuego que dejó de quemar en los ojos,
es como un viento que más bien, suplica.

Por eso, mejor no encontrarnos mañana, no,
no mejores mis pechos o mi vientre
con tus incrédulas manos extranjeras.
Porque esta tierra sin olor
no es inofensiva,
porque este tiempo en Buenos Aires, lo sé,
no se irá sin lastimarnos.



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