BARCELONA. ESPAÑA
Licenciado y doctorado en Filosofía, profesor de Estética y colaborador habitual del diario
El País, fue conocido gracias a su inclusión en la antología Nueve novísimos poetas españoles de 1970.
Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria en 1968, El velo en el rostro de Agamenón en 1971, Lengua de cal en 1972 y Farra en 1973. Su poesía completa está reunida en el volumen Poesía 1968-1989.
Escritor experto en todos los géneros, ha obtenido grandes éxitos con las novelas Historia de un idiota contada por él mismo en 1986, Diario de un hombre humillado en 1987 por el que obtuvo el Premio Herralde, Demasiadas preguntas en 1994 y Momentos decisivos en el año 2000.
De sus ensayos, deben destacarse Los ensayos de Baudelaire en 1978, La Venecia de Casanova en 1990 y La invención de Caín, en el que ha reunido la mayoría de sus escritos sobre ciudades y ciudadanos, sobre las urbes y sobre algunos urbanistas
Ahora es mi turno, cuando cierro los ojos...
Ahora es mi turno, cuando cierro los ojos
y me olvido de ti, de tu salvaje higuera y tus higos salvajes,
cuando tu carne, como un libro de cuentos, resplandece en la noche
a la luz de un hogar mediterráneo;
y me dejo cegar por el brillo solar de la memoria
mientras mi cuerpo entero se quema en un chispazo.
Ahora infantiles yemas te descubren, y entre las llamas muertas
rescato el viejo yugo, los utensilios viejos y las viejas guirnaldas
del buey, de la cebada y de la Pascua de Resurrección.
Es mi turno, no el tuyo. Te levanto en mis palmas
como se exponen los recién nacidos
a las nubes plomizas, irritadas
como vacas repletas que atronan el establo
los campos secos, el pozo, la uva amarga.
Pero tú, hecha una niña, también tientas las ubres, y arqueada
jadeas entre brasas; es mi turno y tú danzas
resonando perpleja y sonriente,
átomo, brizna, astilla de una combustión
que no puedo pensar sin sentirme infinito.
Tus yemas y tu sonrisa atónita me invitan al incendio...
pero me venden luego por la espalda como cosa fútil,
como ese azar minúsculo, gratuito
que te alcanza las nubes y se empeña en durar.
Y mientras tú contratas con terribles clientes
a los que yo sólo conozco por el nombre,
y cuyas sombras, mantos, miradas esquinadas,
me hacen alzar la sábana aterrado;
hundido al fin, hundido,
olvidado por fin, perdido y solo, cobijado en mí mismo,
puedo gritar, gritar hasta romper el techo y por la grieta ver
la esplendorosa faz sin ojos y sin boca
que me agarra del cuello y me disuelve en risas,
fuego de azufre, espanto y aroma de castaños.
Antes morir que pecar
Estás triste, los desnudos no te afectan
y sus caricias resbalan por tu dorada piel.
Salidos de una piscina de sangre diluida,
estos ángeles rojos no te afectan y en ellos sólo ves bronce,
Pollajuolo, Cristo.
Su llamada es lejana e insistente;
están maquillados con dureza y ellas muerden sus labios.
Estos desnudos te entristecen -¿ quieres que seamos amigos?-;
estos desnudos no te afectan,
aunque te embriagues con el aroma de tanta página.
¿Y la Virgen, oh María del Pilar, estos adolescentes
que aprietan pesadillas en pequeños sostenes
nubes de nylon y tormentos,
baños de espuma rosa, sus pesadillas?
Salen de un río de plata
y la naturaleza los disfraza como el Céfiro a Flora;
ellas miran de frente
como esperando ser dulcemente castigadas por un nazi.
No pueden afectarte los desnudos
vuelan entre ellos Perseo y CliteMnestra
y no piden cariño sino asombro,
¿su amigo vas a ser ? Suenan los cascabeles
cuando extiendes la mano y la sonrisa,
mas recuerdas,
y el huracán de la memoria mezcla cines y discos y muñecas:
alguien corta tus dedos. Estos desnudos,
estos vidrios latentes no deben afectarte.
Así, con un delirio de brasas y de lágrimas
tu enloquecido "no" los decapita.
¡Suicidios precedidos por el salvaje grito,
la frase eterna de San Luis Gonzaga!
De "Lengua de cal"
I. Geschrei
Geschrei (clamor)
el rey del bosque, único
hombre del bosque y rey
waldgeschrei ( clamor del bosque )
rey de la voz
voz del bosque es el hombre
voz cuando el bosque se cierne
freudengeschrei (alegre clamor)
risa del bosque, bosque sin palabras
bosque es palabra del rey: palabra del silencio
ein stilles leben (una vida en silencio)
por ser habla del bosque
y por ser bosque ein stilles leben ist es
( entonces el silencio es vida)
del bosque por la voz del rey.
¡Oh rey! ¡Padre del bosque!
tú, tú mismo
ein zeichen deutungslos (un signo sin sentido)
en el bosque sólo como clamor
creador, explicador del bosque
nada para ti mismo, nada para nosotros
ein zeichen sind wir, deutungslos
(nosotros, un signo sin sentido )
nosotros tras el árbol
nosotros tras el que sólo es trazo
sprachlos und kalt (mudo y frío)
el clamor de la nada
nada muerta en el trazo
que todo el bosque busca.
* * * * *
II. Por toda referencia...
Por toda referencia
en el paisaje que la nieve ha cubierto
(las sombras ahora resplandecen)
borrado incluso el trecho
donde antes caminara el sacerdote,
un hombre busca el norte, el sur,
el este y el oeste.
El hombre, único en el paisaje,
busca el norte y el sur
y el este y el oeste.
* * * * *
III. Así suspenso ni crucificado...
Así suspenso ni crucificado
ni en fúnebre meditación ni en cruz
ni en sepultura
suspendido
en perpetuo descenso
la figura está inmóvil tras ochocientos años.
Crueles escultores y conversos
que acudían y un mísero ladrón
le mantienen en perpetua agonía.
Mil años de madera
lo contienen a medio caminar
del fracaso y del triunfo:
ni cadáver ni resucitado,
más allá de los hombres
sin llegar a los dioses.
* * * * *
IV. Aquí hace mucho tiempo bailaba Halicarnaso...
Aquí hace mucho tiempo bailaba Halicarnaso
las Nereidas bailaban
yo bailaba.
Pero las cosas rnueren
no por lluvia ni viento ni terremoto o turco,
sino cuando la vida deja de poseerse
y el amor.
Hoy volví a este lugar
y a la cuádruple cabeza de caballo:
vive el trabajo, no el trabajador.
¡Friso animado, Fidias muerto!
Estas cuatro cabezas, pero
¿y el cincel y el antebrazo de los escultores?
Aquí está la Nereida
no mi cuerpo.
Aquí está el Partenón
¿y Fidias, dónde está?
Sus hijos siguen
abrazados a cabezas de mármol,
como yo a este lugar.
Ha pasado la vida
y la danza.
* * * * *
V. Yo no sé qué esperamos los unos de los otros...
Yo no sé qué esperamos los unos de los otros,
ni la razón para tener a mi mano como un fiel aliado.
Nada puedo esperar de una mano
capaz de señalar al justo y al perverso
o escribir poemas en las habitaciones
de un verano impregnado de vino y sal y sangre.
Sólo, quizá,
recordar otra gente
que ahora se arrastra entre pájaros muertos
y vivir seriamente un calendario
cuyas mentiras apenas disimulan
lo efímero de su numeración.
* * * * *
VI. Un poco de silencio es ya todo silencio...
Un poco de silencio es ya todo silencio
sobre la arista jónica y el zodiacal
Júpiter
olímpico molesto por el ángulo recto
hace resplandecer su dentadura de truhán
«Mira ( dice) aquí pongo yo la palabra»
grabada como el famoso ruiseñor
para un emperador dormido
y aunque la devoremos
queda allí la palabra luciente como aceite
y la palabra no es el acto
la palabra no es el acto
y un poco de silencio es ya todo silencio.
* * * * *
VII. La estepa/algo insultante para aquel...
La estepa/algo insultante para aquel
que tenga en mucho el límite
y mire con sus ojos/otros ojos/hay ilimitados
para el rojo de aurora/el rojo de crepúsculo
el mismo rojo ilimitado/para el pámpano
para el pámpano un rojo/para la hoja del rosal naciente
insultante si se tiene en mucho
que las hojas son verdes
en casi todas partes/para una creación de los ojos
más creaciones/hay ilimitadas
para rojos rosales brotando
o viñas que agonizan en otoño
pues todo es de ese rojo
en el límite que no limita nada/la nada.
* * * * *
VIII. Silencio...
Silencio
el recuerdo un estruendo
Inuchos vasos de agua no hacen olas
la sed es un estruendo
allí va Maritornes
muchas que van
no hacen una palabra
tener es un estruendo
la voz no es mía
muchos míos no hacen un yo
el estruendo de un yo
no ensordece más que a su poseedor.
* * * * *
IX. El hombre hace por parecerse al hombre...
El hombre hace por parecerse al hombre
y así escribe palabras
palabras para el hombre
que nacen para nadie que alrededor
vigila como muere y su necesidad.
Mira a su alrededor
y gime y se golpea la boca con los pies
pero el hada le dice:
«Tú
miserable que has visto
perecer tu contorno,
has dicho a tu paciencia:
vivo yo
y es casual que los demás también».
* * * * *
X. Dignidad del constructor de dólmenes...
Dignidad del constructor de dólmenes
para ellos un solo padre
hombres robustos e implacables
que no sólo cazaban
enormes piedras de mucho peso
que fueron levantadas en un instante de concentración
con talento de fundadores
mujeres ollas
leños que humean bajo el barro ardiente
mujeres y pedazos de tocino cortado
flotando entre burbujas
ellos los que sellaron el limo de la tierra
en la primera copa producida
como masturbación
para ellos una sola mujer
como el campo abre sus piernas al guisante
entre rebaños de animales
hoy desaparecidos como el idioma del desierto
entre animales
levantaban en silencio sus gigantescas piedras
siempre
muchos de ellos alrededor de una piedra
durante mucho tiempo
de varias piedras
que levantaban con ingenio
y con ingenio una vez levantadas
mirarse y en silencio
y salir a la caza y sembrar y mirarse
y cazar y en silencio durante trescientos mil años.
El jugador de dátiles
El pentotal paqué
Oliverio Girondo
Me dan los dados, dicen: ¿tiras o la muerte?
con ellos juegas con su juego vives
donde nace la fórmula te haces
donde se rompe acabas.
Y si te dan los dados te dirán: ¡juega la vida!
porque los dados son la cara del insomnio y la pena
y otros hasta doce retratos. Por eso te dirán:
apenas dejo yo dinero en este par
¡ya!, dobles, para ti la suerte
-Para mí la desgracia, centeno y sidra, esa fue mi desdicha.
Rancio es el olor de la taberna, sé lo que juego
y si lo arriesgo es ocio, no aventura.
-¡Tira los dados! Seis figuras contiene cada uno
la muerte se desliza entre los puntos negros
suma su sino goza la ganancia.
-Tirar pá qué. Los pentotales nada.
-Para eso estamos, dale ya, no jodas.
Tiro, rodean el tablero, giran matan.
-Mal paso.
Siempre fue así, entre cebada y hule de pequeño
ahora de grande con acero y cristal.
Cojo los dados, los peso, arrojo y ¡dame!
azar, peso del tiempo, sacrilegio,
cantan bailan suben bajan regocijo geométrico
galanteo de puntos. Resultado.
Avena y trébol, tristeza misma de bacalao y patata
norma del hombre que nunca fuese al cine.
Esto es así:
comprender que las fórmulas vacilan ante la regla
la matemática se incendia ante el derecho
lo abstracto teme a la barbarie del fascista concreto.
Función superestructural
Literatura es la forma de historia
como si hacer poesía fuera la leyenda de una sola palabra
monasterios helados la tinta fue sacada con pólvora
desde el puente de mando o ante las ruinas
nadando para cruzar el río o unidos a naciones extrañas
meditativos -la aristocracia es la esencia de la literatura-
al borde del río y del sepulcro.
Una forma de historia muy sutil
no por eso menos unida a la guerra y los dioses
enamorada de lo imperecedero -soberbia, sí-
( oh Señor Dios de los ejércitos )
fragantes y coquetas cuando los nobles cortesanos
unían ambos polos largas colas y puños esmaltados
buenos tiempos para volver a Anfriso y Galatea.
La gran forma de historia Tod ist Freude madre
atlantes rubios antropófagos.
Al disfraz de método y sistema
medio ciegos mezclados hacia dentro hacia fuera
descubiertos en sucios barrios conocidos cuartos
detenidos junto a bacantes y corruptos senadores
subidos en el veloz camión hacia la cárcel
tan arrepentidos como inocentes. Literatura es la historia
letra de historia donde la lupa puede ver los sistemas
en frases que se muerden la cola
rastrear entre palabras victoriosos términos
capítulo final antes de abrir epílogos de la materia.
Gabinete del mago
Mientras de mi clepsidra se destila
un nuevo no man's land
la piel se resquebraja
pierde su liso color pálido Anglada Camarasa
cuando a través de la laguna de cigüeñas
los picos de metal deshacen tristes fríos peces
fríos peces.
Nueva ausencia sin fondo
y por detrás del aire
donde esos pájaros espían.
Isaías
un guardia va de rojo
Se avecina la muerte va a empezar el deshielo
y mira al Este.
Del bosque bajan las ardillas los pinzones
en tierra dejan caer sus plumas.
Mira al Este ¿sabes
que empieza ya el deshielo?
Viene la muerte
canción de la Comtesse de Die, el arpa de Nerón
algo que cante la Roma del deshielo nueva Roma.
Porque el deshielo viniéndonos del Este
borrará nuestros caminos vecinales
la cascada que arrasará los bosques
no quedará una casa
y bajarán a flote en la avenida
la catedral de Amiens ¡oh violín de Cremona!
El hielo muere al Este
y ya no queda tiempo para un dique.
La niña de diez años, allí, bajo el sombrajo...
La niña de diez años, allí, bajo el sombrajo
(una vela de cruz, luminosa y salina)
con el racimo en alto me pareció Judith
y su presa Holofernes con zarcillos azules.
Del automóvil blanco, de sus puertas abiertas
al aire abrasador y la luz cenital,
llegó un recuerdo blando de alquitrán o betún
que me hizo apoyar la mano en el tabanco.
Se puso en pie despacio, sosteniendo el racimo
como si de su codo aún pingara la sangre.
Brillantes y calientes, con obscena abundancia,
sus ojos y los granos de polvoriento añil.
Sin casi hablar (¿quién puede poner precio
a un racimo de uvas en un día de agosto?)
disimulamos ambos nuestro mutuo interés.
Así los orientales mercaban sus tapices.
Más tarde comenté la intimidad del monte
sin prisa y sin respuesta, pues tanta soledad
somete al tiempo.
Colgué de la romana un billete discreto,
dije adiós y me fui con diez años de menos.
También el cielo morirá cuando muera la tierra,
pensé como consuelo.
Cuando muera la viña, la tierra morirá,
me dije luego.
Memento en la feria de San Isidro
De poco corazón poco elegíaco cansado de la ciencia
no leídos los tristes libros las oraciones ambiguas
embarcado sin reloj de pulsera desconociendo las estrellas
cansado de la sabiduría el astrolabio es un nominativo.
También el movimiento cansado y arrastrado
metronómico por ser numeración no nombre
el tren recorre el puente y luego cae.
Poco noctámbulo pero desorientado y afligido
de desconcierto enmarañado en las acciones irregulares
los verbos los pronombre castigados de cara a la pared.
Completamente amable.
La ceniza de toda la ceniza ceniza enamorada:
lo priápico amordazado y seco tembloroso
para hacerse un amuleto contarlo a los amigos
para lanzarse desde el último piso.
Romance tecnócrata
Silbando su tonada hacia la izquierda
con el tren bajo las nalgas de melocotón
el pecho atravesado todavía por una dentadura
y desdén de la pierna por la media de nylon
camino de la ventilación de un asunto amoroso
se lanza al mar y pide dos horchatas
brindando con el aire "¡salud salud!"
se acerca entonces el bruñido atleta
"sé lo que pasa y que tu weltanschauung
la voluntariedad, quiero decir;
él en cambio -plagiando a Scott Fitzgerald-,
es escolástico hasta en la compra de tabaco".
Ella grita con júbilo y sonríe
por la noche y en íntima fusión los dos orines
cantan a dúo:
-"Nada tan claro como las ciencias del espíritu
nada tan taylorista como la psiquiatría ".
Tamerlán
guevara
La gente dijo de él que fue muy frívolo
juventud amor y muerte: la flor entre los huesos.
La gente dice que su muerte es bienvenida
pero muchos lloramos, la célebre experiencia
el sereno final.
Le rezamos rodeando el catafalco y observando
cuervos ansiosos por besar su carne.
Somos nosotros los cirios, cuatro hermanos
y sus coronas fúnebres
a nosotros sorprenderá la aurora cubiertos de rocío.
Cuando todos descansen empezaremos a cavar su hoyo
¡nueva matriz! , que de ti salga un nuevo Tamerlán.
Taparrabos
power
El oro tiene tantos significados
cuando tu mano pueblan los anillos
o perforando el labio
el largo clavo dobla las comisuras
¿qué peso lo transforma?
El color hace la piel más negra
porque peso y color son para ti lo mismo
un peso blando un color puro
hacen la máquina para los sacrificios
dan la orden de que se inicie el rito.
Cargados de oro pues
lamidos por serpientes, cubilete de los significados
convertidos en sacerdotes de aquella religión.
Soldadesca
Lenín piensa en Finlandia
Las fauces del tigre están llenas de sangre
el hombre libre merca sus lágrimas de plata sus gestos
suena un pistoletazo en el barrio judío
una conciencia más que explota dice el Führer
No tengo carros ni munición ¡aguantad como podáis!
el coronel telegrafista mueve la manivela
pensando en su mujer (una georgiana sentimental)
y el carrusel aquel de Beograd ambos sin pasaporte
Como si hubieran sido higos podridos
la lengua de la hiena está irritada
¿cómo dices que llaman en tu tierra a las mujeres de la vida?
¿y a las que nunca te dejan hacer nada?
Duerme la tarde y oscurece las suaves torres
ciruelas malvas como atacadas por un hielo salvaje
la brigada hace guardia en San Juan de Acre son
como avispas doradas a la luz de un quinqué
Todo esto sucede en Moscú en enero de 1919
cuando por el más largo corredor del Palacio de Invierno
el caballo de Kornilov galopa enfurecido.
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