Carmen Juan
Nació en Alicante en 1990. Estudió Humanidades en la Universidad de Alicante y el Grado Profesional de flauta en el Conservatorio "Guitarrista José Tomás". Es directora de Salitre Revista Cultural. Como narradora ha publicado cuentos en varias antologías. Junto a Anna Roig forma Le mot le plus doux, dúo artístico que une poesía y collage. La pareja publicó [po-co] en 2013. Amar la herida, su primer poemario, obtuvo el VII Premio de Poesía Joven "Pablo García Baena".
Ya lo advertiste.
Yo duermo en un lecho de flores secas. Nada
puede
cultivarse en esta tierra. Es por la humedad. Las
raíces se confían, crecen ya podridas. Esa es la
condena, está en el
origen. Si las semillas germinan, teme, porque
nadie
podrá salvar este campo.
Yo duermo
en un lecho de flores secas que crujen cuando
respiro.
Si vas a quedarte
no sonaremos.
Si vas a quedarte
este lecho será el silencio y el huerto yermo.
Ya lo advertiste.
Volarán proféticas golondrinas hasta tu cuarto,
se desintegrarán pronunciándome y sabrás, es
el castigo, es el castigo por lucir mi nombre en
el pecho.
Los valientes son los malditos.
La indiscreción se paga con plasma infectado.
La imprudencia se paga habitando el virus.
De modo que la escena es la siguiente:
ella (yo) armada como se arman los idiotas, ya
saben,
un papel
algo con lo que arruinarlo
una coraza de viento
la boca, eso sí, la boca
cubierta por una cinta para que calle
cubierta por una cinta porosa para que entre el
aire.
Ella (yo) dice
de acuerdo
asumo
silencio.
Vendrán la enfermedad y el castigo.
Ya lo advertiste.
De modo que el discurso es el siguiente:
soy demasiado joven para agitarme en el aire
pañuelo de despedida blanco como las palmas
de las niñas blanco
soy
demasiado joven para no ser valiente
demasiado joven para no ser estúpida
demasiado joven para no estar maldita
soy
demasiado joven
para no dar de comer a la bestia
para no alimentar desde estas manos blancas la
psicopatía
Vendrán la enfermedad y el castigo.
Ella (yo) estará esperando.
— Primer poema de "Amar la herida"
A la tierra tierra
dice que no sabe
Alejandra Pizarnik
Yo no nos pretendía así, Alejandra,
perdidas como vos
en la noche en la concha en la palabra.
Yo no pretendía
el dolor el miedo
pero sobre todo
yo no pretendía
el amor, bien lo sabes.
No quería
tu genio, no quería
este quemar en el pecho.
Yo no pretendía
escribir pero escribo sobre
los que escriben sobre
la Muerte. La Muerte que
tontea con los hombres-poetas
porque le cantan bellos versos
al oído. Les dice —a ellos— que son
siempre el mejor jugando al juego
de letras encadenadas. Que
les ensalzará, que bordará
en la historia sus nombres. Que
les convertirá en eternos.
A casi todos les miente.
A ellas no, a ellas no puede. Ellas,
las mujeres-poetas que escriben sobre
la Muerte, son menos porque
a las mujeres que escriben sobre
la Muerte siempre las encierran.
A ellas les dicen
que las sanarán, les dicen
que la tristeza se cura, les dicen
que el quemar en el pecho
que las clavículas rotas
que los pedazos de invierno
no son más que un error en la
dosis de los fármacos. A ellas,
las mujeres que escriben sobre
la Muerte, siempre las entierran. A ellas no.
A ellos les besa en los dedos, les promete
que todo papel impreso
llevará sus nombres.
A ellas las besa en la boca, las arrastra.
A ellas les dicen
locas y entonces
la Muerte se ríe un poco, pero
sus textos sí los guarda de veras porque
también la Muerte ha sido
una mujer
escribiendo
sobre la Muerte.
Ahora preferiría echar
a la tierra tierra
a la tierra cuerpo
a la tierra manos de poeta.
Alguien
debió explicarme
que el amor es miedo es muerte
que el amor es muerte es miedo.
Yo no nos pretendía así, Alejandra.
Yo no quería querer yo no quería locura yo no
quería
escribir escribir escribir
sobre la Muerte.
— "Amar la herida"
consecuencia
la insomne calla
guarda silencios entre las sábanas despacio para
no hacer ningún ruido para
seguir siendo sola mientras el resto anida
sueños oscuros como la noche oscura
la insomne lee fuma bebe omite
las mayúsculas porque escribe
índice sobre índice sobre letras pintadas sobre las teclas suspendidas sobre una máquina vieja que suena toc
toc toc
trastornobsesivocompulsivo
la insomne fuma de nuevo toc toc suenan
las letras pintando despacio negro sobre blanco toc
despacio para no hacer ruido toc y seguir siendo sola
mientras el resto duerme
hay algo en los índices de la insomne algo podrido
algo que se le pega y le roba los signos de puntuación
algo podrido que produce noches largas precipitadas algo
convertido en barro seco alrededor del pecho
la insomne fuma barro del pecho y el humo
borra las letras sobre el fondo negro
despacio para no hacer ruido y seguir siendo sola
y seguir leyendo y seguir toc y seguir
desvaneciéndose
sola en la noche
mientras el resto duerme
Duele el alba. Te salpica
de constelaciones el pelo. No.
En realidad no hay
más que neones fundidos. Alguien debería
telefonear a Iribarren, decirle
qué se yo, decirle toma
una copa conmigo, Karmelo, nadie
hay esta mañana, la luz
me atraviesa el cuarto, decirle
también los carteles
de A M O R se consumen.
Radiestesia
La tierra me arrebata sin cesar este sí
del pulso, que hacia el ser me inclina, zahorí.
Jorge Guillén.
Y es el agua que busco en la noche
de los tiempos negra, la brisa
húmeda y espesa. El frío.
Es el agua que sane la sangre
de mis labios muertos (de tanto
gritar rogando agrietaron la piel.
Duerme el aliento).
La que de tu boca bebo.
Es
tu
agua
que busco.
Lloran mis muñecas
Lloran mis muñecas,
sangre coagulada de mi corazón.
Nosoträsh
Mis muñecas sólo lloran cuando,
viendo la televisión,
se dan cuenta de en qué
nos hemos convertido.
Yo les seco el plástico
y las devuelvo a la seguridad
ignorante
del cartón.
Por qué no harán
cajas más grandes.
Llévame
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