Lew Welch
Lewis Barrett "Lew" Welch, Jr. (16 de agosto de 1926 -? 23 de mayo 1971) fue un poeta estadounidense asociado con la generación Beat, artistas e iconoclastas.
Welch publicó asiduamente durante la década de los 60. Enseñó poesía en la Universidad de California Extensión de San Francisco desde 1965 a 1970.
El 23 de mayo de 1971, se cree que se suicidó, después de dejar una nota. Su cuerpo nunca fue encontrado.
BIBLIOGRAFÍA.
Trip Trap: Haiku on the Road (1973) (ISBN 0912516046) Jack Kerouac, Albert Saijo, and Lew Welch
How I Work as a Poet (1973) (ISBN 0-912516-06-2)
Selected Poems, with a preface by Gary Snyder (1976) (ISBN 0-912516-20-8)
On Bread and Poetry: A Panel Discussion Between Gary Snyder, Lew Welch, and Philip Whalen (1977) (ISBN 0-912516-27-5)
I, Leo: An Unfinished Novel (1977) (ISBN 0-912516-24-0)
Ring of Bone: Collected Poems (1979) (ISBN 0-912516-03-8)
I Remain - The Letters of Lew Welch & the Correspondence of His Friends (Volume 1: 1949-1960) (1980) (ISBN 0-912516-08-9)
I Remain - The Letters of Lew Welch & the Correspondence of His Friends (Volume 2: 1960-1971) (1980) (ISBN 0-912516-42-9)
How I Read Gertrude Stein (1995, originally written late-1940's) (ISBN 0-912516-23-2)
Ring of Bone: Collected Poems (New & Expanded Edition) (2012) (ISBN 0-872865-79-7)
Cada vez que tengo...
Cada vez que tengo un día libre, escribo un nuevo poema.
¿Significa esto que no debería trabajar, o que se
escribe mejor en tu día libre?
Por ejemplo, este es el poema que escribí hoy.
•
Cuando tenía 20 años, comprendió algunos de los secretos de
la vida, y se comprometió a escribir con tanta simplicidad, que
hasta un idiota podría entender.
"Porque", razonó, "si no puedo hacerlo, no puedo
entenderme a mí mismo. "
Él mismo se ha dado la razón.
Cuando tenía 50, no se entendía a sí mismo.
•
"Por qué", dijo, "no importa lo que usted dice,
una mujer siempre se lo toma como algo personal".
"Yo nunca lo hago", dijo la mujer.
•
Juan dijo: "Entonces conocí a ese hombre gordo y pequeño con la
barba menuda y poblada y con un nombre como el amanecer. "
"¿Te refieres a George Abend?"
"Sí".
"Abend significa noche."
Trad. Juan M. Pueyo
Encuentra el museo viviente
A Kirby Doyle,
recordando su casa en Larkspur
Finalmente no hay espacio para todo. Obras maestras vueltas contra la pared y el sendero que conduce hasta ella plagado de escultura. Las setas crecen en un Teatro para Artaud.
Y no puedes bajar la mano, incluso accidentalmente, sin regresar con un tesoro en ella – alguna escama desprendida del Planeta, o una pequeña caja espeluznante.
Cuando abres la puerta, está adornada con cuentas de vidrio y plumas, blanca.
Vino! Qué bonito! Estamos casi sin vino!
Ha dicho alguien alguna vez, en voz alta, que nuestra tarea es darnos? Que de cuando en cuando tenemos que descansar de ese trabajo? Que este es el lugar de descanso?
El Hombre de la Montaña regresa. El soldado regresa. El tímido habitante de las alcobas regresa. El marido regresa. La ñiña asustada. El niño que no puede decir, por el momento, cuánta razón tiene.
Abrazándose. Todo el mundo abrazándose.
Donde nos mostramos lo que hicimos en soledad. Donde nos decimos todo lo que sabemos.
Donde recobramos el aliento y lloramos.
Nos sentamos en nuestros regazos y nos miramos a los ojos, donde el danzante que en realidad es un fauno toca la flauta y las chicas, todas ellas hermanas, cosen y cantan.
"Adormecidos", como solía decir Keats, "por el humo de la amapola".
Resulta difícil entender a los Coleccionistas. Imposible hacerles ver que está hecho y está hecho y está hecho y no se puede guardar. Brindo por ellos. Fumo por ellos. Me dan lástima. He renunciado. Ni siquiera puedo compartir mi éxtasis.
Café en taza endeble.
Añicos de botellas de anoche en el foso de la basura.
Aireadas y guardadas las sábanas las
chicas, ahora, se hacen trenzas y
se pintan los ojos y
Mira, Lewie,
Aquí viene otro!
Todos compartiendo la Maravilla como si volviese a nacer a través de nuestras colinas
el Sol
Traducción de Andrés Fisher
en El navegante, diciembre 2013
Taxi Suite (excerpt: 1. After Anacreon)
When I drive cab
I am moved by strange whistles and wear a hat
When I drive cab
I am the hunter. My prey leaps out from where it
hid, beguiling me with gestures
When I drive cab
all may command me, yet I am in command of all who do
When I drive cab
I am guided by voices descending from the naked air
When I drive cab
A revelation of movement comes to me. They wake now.
Now they want to work or look around. Now they want
drunkenness and heavy food. Now they contrive to love.
When I drive cab
I bring the sailor home from the sea. In the back of
my car he fingers the pelt of his maiden
When I drive cab
I watch for stragglers in the urban order of things.
When I drive cab
I end the only lit and waitful things in miles of
darkened houses
Not Yet 40, My Beard is Already White
Not yet 40, my beard is already white.
Not yet awake, my eyes are puffy and red,
like a child who has cried too much.
What is more disagreeable
than last night's wine?
I'll shave.
I'll stick my head in the cold spring and
look around at the pebbles.
Maybe I can eat a can of peaches.
Then I can finish the rest of the wine,
write poems 'til I'm drunk again,
and when the afternoon breeze comes up
I'll sleep until I see the moon
and the dark trees
and the nibbling deer
and hear
the quarreling coons
The Image, as in a Hexagram
The image, as in a Hexagram:
The hermit locks his door against the blizzard.
He keeps the cabin warm.
All winter long he sorts out all he has.
What was well started shall be finished.
What was not, should be thrown away.
In spring he emerges with one garment
and a single book.
The cabin is very clean.
Except for that, you'd never guess
anyone lived there.
I Saw Myself ( Top of Page )
I saw myself
a ring of bone
in the clear stream
of all of it
and vowed
always to be open to it
that all of it
might flow through
and then heard
"ring of bone" where
ring is what a
bell does
Lew Welch y Allen Ginsberg
Manifiesto: pan en contra del reloj de Mozart (1964)
Lew Welch
Yo no creo que haya una guerra entre los hipsters [golpeados, vagos, aventureros] y los squares [cuadrados, conformistas], y si la hay, yo no participo en ella. Soy un poeta. Mi trabajo consiste en escribir poemas que leo a gritos, publico y estudio. Aprendo el modo de convertirme en una clase de humano que tiene algo de valor que decir. Éste es un gran trabajo.
Naturalmente, me muero de hambre hasta perecer. ¿Naturalmente? No, amigo, eso no tiene sentido.
(“Mira, muchacho, si quieres pagar tus deudas tienes que salir en busca de un trabajo”.)
Yo tengo trabajo. Soy poeta. ¿Por qué tengo que hacer también el trabajo de otro? ¿Quieren que sea carpintero? Soy un pésimo carpintero. ¿Alguien le pide a un carpintero que escriba mis poemas?
Aunque de pronto estoy trabajando 20 horas diarias en un barco pesquero (es un bello trabajo y tiene su gracia, pero ése es otro cuento, por qué no gano el dinero suficiente en esa labor, ese es otro cuento). Y luego me doy cuenta de que no he escrito un poema en ocho meses. Estoy muy cansado. Todavía no puedo pagar mis deudas, 125 dólares al mes en San Francisco; la frugalidad es uno de los trucos de la ocupación del poeta.
Mientras tanto, los editores (“Lo siento, no hay dinero para los poetas”) imprimen mis poemas —muchas veces leo mi poesía en público (todo es beneficioso, pero no tengo pan para comer) etcétera, etcétera, etcétera.
Me arruino. Mi cerebro, literalmente, mordisquea bajo la extrañeza de ser poeta con éxito en tanto que ÉSE ES MI TRABAJO (todos están de acuerdo en que es un oficio bueno y noble y todo eso) repudiado.
NÓTESE, POR FAVOR, que nada de lo dicho tiene que ver con la generación beat, con Estados Unidos, ni con los hipsters ni conformistas —es algo tan antiguo como Mozart. Esta contradicción yo la veo así: pan en contra del reloj de Mozart (“no le paguen a ese tipo, sería muy vulgar plantearse que su trabajo es inapreciable. Mejor regálenle un reloj. Pero asegúrense de grabar un mensaje en el reloj, para que el tipo ese no vaya a empeñarlo”).
Como dije, estoy arruinado. Me fui a vivir al bosque durante casi dos años. Viví en una choza ubicada a 740 kilómetros al norte de San Francisco. Ahí trabajé. Bebí agua de un manantial. La choza está cerca del río Salmón. No tuve deudas ni billetes. Bajo el amparo de aquel hogar.
En noviembre volví a San Francisco, casi sano. Llegué con muchos poemas y algunas respuestas nuevas. En el bosque aprendí muchísimas cosas, y una de las más extrañas es ésta: los apuros que pasa el poeta (la contradicción entre Mozart y el reloj) se deben en parte a nuestros errores. MILES DE PERSONAS APRECIAN REALMENTE NUESTRO VALOR Y NUESTRO TRABAJO. SON PERSONAS QUE QUIEREN AYUDARNOS —¡PERO NO SABEN CÓMO!
Si somos tan cabronamente creativos, tendremos la posibilidad de resolver este problema, sobre todo por la gente que está de nuestro lado. Pues este problema no es sólo de los poetas. Es incluso, el mismo problema para establecer una ruta en panga. ¡Me niego a creer que un país rico no tenga medios para establecer una ruta en panga!
Estoy a favor de la Belleza y del Gozo y del Amor y de la Verdad, en todas sus formas. Soy poeta. Me percato, finalmente, de que parte de mi labor consiste en demostrar que podemos tener medios para sostener la poesía y las rutas en panga y el buen jazz vivo y los grupos de danza y muchachas en charolas de pescados* —¿y cómo podríamos vivir sin estas cosas? Sin estas cosas, la ciudad sólo sería un Enorme Mercado, vulgar, horrendo y peligroso— sin interés ni gozo, sin señales para nadie.
Por principio, debo resolver mis necesidades materiales. Sin causarle ningún tipo de molestia a mi comunidad; sin pedir limosna ni atacar a nadie. Debo pagar todas mis deudas y dedicarme a mi verdadero trabajo, que es el de poeta.
Sólo entonces podré atender otros problemas para resolverlos —y de nuevo, digo que sin causar molestias, sin mendigar, sin ataques. Sablear al prójimo en las cruzadas de caridad es algo que está fuera de lugar.
El próximo sábado 12 de junio, a las 20:30 horas, en el auditorio Old Longshoremen, en la avenida Golden Gate 150, conocerán más sobre esta polémica —donde Gary Snider, Philip Whalen y yo leeremos nuestros nuevos poemas.**
¡Vengan a ver cómo aparecen las visiones utópicas frente a sus ojos!
¡Poemas! ¡Regocijos! Como dijo George Herms, poeta-escultor: “¡Dios dice que sí se puede, Luisa!”
Y todo al módico precio de un dólar.
* “Muchacha en charola de pescado” era un espectáculo ilusionista que se presentaba en la cabaret Bimbos 356, en San Francisco, durante la década de 1960. (N. del t.)
Anaya, José Vicente (comp. y trad.), Los poetas que cayeron del cielo. La generación beat comentada y en su propia voz, segunda edición, México: Casa Juan Pablos, 2001, p. 267-269.
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