Sonia Scarabelli
Nació en Rosario, Argentina en 1968.
Ha publicado los siguientes libros de poesía: La memoria del árbol (2000), Celebración de lo invisible (2003) Flores que pueden abrirse sobre aguas oscuras (2008). En 2009 publicó La orilla más lejana (crónica) y El arte de Silbar (2014) publicado por la Editorial Bajo la Luna.
Ha participado en las antologías: Los que siguen. Veintiún poetas rosarinos (2002), Poetas argentinas 1961-1980 (2007) y Las 40. Poetas santafesinas 1922-1981 (2008)
"El seudónimo del poeta Paul Celan
es un anagrama de su apellido cuya
pronunciación es Anczel"
I
Inversión de sí mismo
que perfección exhala,
el poeta suicida
juega con su nombre:
de hombre vivo a hombre muerto.
Cambian los rastros, las palabras:
vocales y consonantes
se invierten a derrota:
espejea en el juego
el horror de volverse Otro,
para siempre extranjero
entre ellos,
los humanos.
II
Yo he sido una cosa
y luego otra:
un pasajero,
el más insomne
de los esclavos.
Saltando entre los dedos
de los muertos
alcancé la cima de mis días,
puse de cabeza
la cumbre del monte
que corona mi vida:
sima, entonces,
lo alcanzado.
¿No es mi historia un poco
la de todos los hombres?
Un episodio sin explicación,
una sombra que cae
desde lo alto de un puente.
III
En los ojos de mi madre
siempre soy
el niño más bueno,
el joven más lozano,
el hombre más noble:
espejo misterioso aquel
de la mujer amada
cuyo ser
cobija nuestra imagen.
En los ojos de mi madre,
ahora ausente,
la verdad sobre mí
estaba escrita
de un solo trazo.
En qué verbo
de una lengua extraña
vino la noche a completarse,
para ser
noche interminable.
Un río corre
bajo mis pies:
ya deriva en él
hacia atrás
la forma abandonada
de mi cuerpo.
IV
Entonces me entregué
al idioma
sin significados:
en corte de muertos
fui príncipe.
Había vuelto al hogar,
pero la casa
estaba vacía:
desde entonces
se fueron mis señas,
aquí y allá
me dejé ir.
También en el hijo
y en el delirio
anterior a las palabras
había depositado
su larva
el maestro de la destrucción.
Velé cada día
por lo perdido
y ya sólo por lo perdido:
¿no es mi historia un poco
la de todos los hombres?
Un episodio
inexplicable.
V
Mi destino fue otro
que el de aquel
de cuya muerte
no se sabe nada,
a lo sumo una lista
de horrores probables.
Mi destino fue
un destino capital
dado para mí
de mano propia.
Me hice ajeno
para vaciarme de culpa
y me entregué al hermetismo
de lo abierto ilimitado.
Del monumento que levanté
en una lengua enemiga
me quedó una cicatriz
a la altura del corazón,
una marca real
en una carne irreal.
Un envoltorio fue
el que dio el último paso
hacia el vacío único:
el verdadero poema.
flores que prefieren abrirse sobre aguas oscuras
¿Será cierto
que hay flores que prefieren
abrirse sobre aguas oscuras,
serán ciertos
los fugitivos actos de memoria
que descubren,
apenas entrevisto,
el amoroso borde
de una forma completa?
Cuando del denso espejo,
de la superficie azogada
que prospera
en toda vida,
emerge un ciego
resplandor de plata
¿qué pez será
moviéndose en lo hondo
el que así vuelve?
¿Qué nota breve
ofrecida por relámpago,
sesgo
de otra inaudible
pero más vasta música?
¿Rémora en leviatán
o apenas dócil
cardumen ondulando
en danza
bajo el sueño?
¿Hacia qué móvil mar,
hacia qué mayor
misterio quieren ir
de ese modo tan frágil,
si es cierto
que hay flores que prefieren
abrirse sobre aguas oscuras?
(De flores que prefieren abrirse sobre aguas oscuras, Bajo la luna, 2008)
Los comedores de papas
Yo no recuerdo estar
frente a la lámpara
ni tampoco la mesa de madera,
pero los rostros sí, los ojos
con aquel paño de tristeza enormes
y el olor a la leña
llenando todo de un humo que apenaba,
no el humo celebrante
de las fogatas de San Juan, no el humo
de las hojas ardiendo en la vereda
sino más bien un humo
en el que parecía fueran a quemarse
todos los sueños de la vida
¿En qué pensó mi padre ante ese único
alimento rodando entero
el mediodía?
Sólo un plato de papas y todo
el tiempo por delante,
el largo día entre los hijos
Lujosas me parecían a mí
que aún sin dolor miraba
el vaso medio lleno
y no la pérdida
el hondo plato de la pérdida
servido
tan blanca, blandamente
(De Flores que prefieren abrirse sobre aguas oscuras, Bajo la luna, 2008)
Stapelias *
Piel de lagarto,
estrella de mar,
carroña
stapelia
orbea variegata
a mi madre y a mí
nos recordaba
la piel de los escuerzos
tu flor brillante abierta
con puntos grietas de oro
sobre el pardo rugoso
de los pétalos
Animalito
de desolación
cuánta belleza
fragilidad detrás
de la máscara
de diosa,
alma escondida
humilde
hablando de la carne
que perece
Fascinadas te vimos
soltar las cinco puntas
de tu estrella
por años
sin saberte
el nombre cierto
¿qué es aprender
un nombre?
temor y reverencia
nos daba
tu flor
de cielo inverso
carita de la vida
de la muerte
hermosura
nuestra
corrupción
que se anuncia
deslumbrando
*Las Stapelias son unas extrañas plantas suculentas cuyas extremadamente grandes y bellas flores con forma de estrella sueltan un olor pestilente que atrae a las moscas. Su velluda, áspera textura imita la carne podrida de un animal muerto.
(De flores que prefieren abrirse sobre aguas oscuras, Bajo la luna, 2008)
El maestro de dibujo nos enseña
que no hay totalidad
Al Maestro Julián Usandizaga
En la clase de hoy
el maestro nos enseña
que en lo que vemos
nunca hay totalidad
Y el mundo se reparte
en miles
de pequeños pedazos,
trocitos de visión,
instantes luminosos,
parpadeos
Estar parada y ver
se vuelve
un asunto distinto
Entro de su mano
al tiempo y al espacio
por un camino nuevo.
Una puerta inesperada
que se abre
mientras a mis espaldas
voy sintiendo
ese suave cerrar
de otras. Es
la vida,
y poder
salir serenos
por cada puerta hasta la última
sea quizás
el verdadero desafío
Por eso yo celebro
que hoy por hoy mi maestro
esté abriéndome una puerta
y me hable tan bellamente
del cristalino
y su soledad
ante las cosas
Ahora creo que puedo
ver con otros ojos
una vez más
cómo la forma es intocable
y su misterio
crece ante mí
como un capullo
que no ha de abrirse
hasta después
¿La encontraremos
por fin
en otra parte?
¿Nos esperará
completa y sonriente
y de una vez
seremos recibidos?
Ahí el maestro
se retira y sabiamente
nos suelta la mano.
A ese lugar
vamos solitos.
Lección
Sabernos ir,
dijo tu voz querida,
todo está ahí,
la clave del decoro
y la nobleza
ganada de una vida
se alcanza en ese gesto.
Cierre final
del círculo, encontrado
un poco de azar
y otro, por coherencia,
por hacerse
el ciego lazarillo
de sí mismo,
poniendo el corazón
al frente de los pasos.
Estas cosas se aprenden,
me dijiste,
en parte de los libros
sí, cuando la palabra
todavía es humana
y no ha perdido
su lustre tibieza,
pero más
te enseña la tenaz
partida de los otros.
Si se van
con dolor o con pericia,
no es lo que cuenta,
importa
ese último momento,
que sin decirse ocurre,
y dicho sonaría quizás
a: Sí, te dejo ahora
y no me quejo,
seguro hubiese
querido más,
qué hacerle,
no se pudo.
Entonces pasa,
justo ahí
se suelta el alma
como un barquito,
una pequeña
barca en aguas
que ni tan frías son
ni tan profundas como dicen.
Yo creo en todo esto,
dijo tu voz querida,
y de ahí tanto esfuerzo
por aprenderlo, tanto
apuro
por no apurarme: quiero
llegar a tiempo.
De El arte de silbar (Bajo la luna, 2014)
Trato
Ahora lo trato de vos al mundo.
Ahora que te hiciste el aire,
el viento de la mañana, la lluvia de ayer,
el color del cielo, la nube que no se cae.
Esas golondrinas en el techo
que cualquier día de estos
se van en una bandada azul, enorme.
Ahora que sos como el yuyito de las macetas,
pero si te arranco no importa, crecés de nuevo,
les hablo a todas las cosas como a vos
y cuando te encuentro
el mundo me parece más bueno.
Afilada
No estoy lejos, estoy cerca,
pero me afilo
como un palito en la intemperie
y no me ven.
Desaparezco en la intemperie.
No me ve la tormenta
que se revuelca furiosa,
no me ve el rayo, no me acierta.
Soy un palito seco,
una ramita casi nada,
pero el sol me toca,
me lleva el agua flotando suave
y yo me hago lugar donde no hay lugar:
me voy con vos a ese mundo invisible,
y después volvemos en todas las cosas,
lo más tranquilos.
“crecimos y recuerdo haber sentido
la soledad de ser una mujer
como quien marcha hacia el exilio”
Sonia Scarabelli
*
LOS VIAJEROS
En la profundidad del sueño
él me sale al encuentro siempre vivo,
y andamos por paisajes
que son y que no son la casa,
la tierra conocida.
Como a los buscadores de un misterio
que se entienden perfecto con la noche,
la oscuridad tampoco nos da miedo
y tomamos las cosas como vienen.
Esta vez me lo encuentro sonriente
y listo para un viaje, y me pregunto
si no será esa, al fin,
la forma verdadera de la muerte:
un viaje interminable y cada tanto,
el regreso muy breve, sigiloso
a la casa del sueño, la memoria.
EL ARTE DE SILBAR
Silbo y al rato un eco se desprende,
como si llegara alto va y se queda
flotando en el aire.
Silbar no es de mujeres pero él
nos enseñaba a todos por igual,
mis hermanos y yo: silbar, nadar, pescar.
Después crecimos y recuerdo haber sentido
la soledad de ser una mujer
como quien marcha hacia el exilio,
sobre todo del padre,
que en el sueño de anoche
se apareció de pronto en una ruta solitaria.
Diferente y el mismo, como siempre,
a la luz de los faros de un coche, dice:
hija, de la vida no se huye.
OTRA BELLEZA
Mamá, yo ahora tengo otra edad
y me encuentro una belleza distinta,
algo que no viene ni de la noche ni del día,
una manera de ser del cuerpo que se cae:
la carne se va despidiendo de los huesos
(eso que todavía no se nota),
se ablanda y mete un miedo
parecido a la verdad.
A lo mejor es algo a lo que nadie
llamaría belleza, una cosa
que ya no hay, que viene
de todo lo que se cansa y se desgasta,
pero cuando la miro para adentro
¿qué oscuridad más serena
la que me encuentro!
Y a veces, qué ganas de reírme
por ir dejando atrás esa forma del tiempo,
qué ganas de reírme y de bailar
como una muchacha.
EL RÍO
Cruzaste el río del olvido, pero
¿te olvide yo? ¿me olvidaste?
No, nos vamos sacando esas cáscaras,
esas corazas como de rinocerontes,
las caras que teníamos que poner,
las cosas que teníamos que decir,
y abajo quedan los animales blandos,
hablando en un idioma que es tan nuevo
que me parece que lo aprendo en un sueño
o me lo encuentro por ahí.
O SOS UNA LECHUZA…
Papá, yo ahora creo que vos
también sos una lechuza
como esa que encontramos
parada sobre el poste,
y después eran tres sobre el travesaño,
en el arco del potrero.
Todo visto a la luz muy tímida
de un foco de la calle,
aunque seguro la vista
no nos engañó.
Es cierto que nunca
las volvimos a encontrar
-pasamos de nuevo varias veces
a la misma hora y todo-.
entonces me acordé
de cuando yo era una chica
y me enseñaron el misterio
de la divina trinidad.
Pero ahora prefiero
creer en las cosas que veo:
el cuelo azul, las hojas verdes,
el sol, la luna,
la lechuza que sos vos
cuando pasás volando.
ESPEJOS
Vos estás tranquilo,
yo tranquila también,
espejitos rotos de debajo de la tierra,
arriba de la tierra.
No hay padre, no hay madre,
se une todo.
En el mundo de los muertos
no te cortan la cabeza
tu cabeza brilla
como si fueras un león.
Toda la melena tuya
es una luz que me ciega.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario