viernes, 2 de octubre de 2015

TONATIUH HIGAREDA [17.164] Poeta de México


Tonatiuh Higareda 

(México, DF, 1993). Editor, poeta y narrador. Ha ganado algunos premios como el Punto de partida (UNAM), en su concurso no. 45 y mención honorífica en el no. 46. Fue juez para el Torneo de Poesía, realizado por la editorial Verso Destierro. Ha publicado en varios medios impresos y digitales. Pertenece al consejo de la Feria Internacional de Revistas y Publicaciones periódicas independientes (FIRPPI), en sus ediciones en la FIL Zócalo. Actualmente es director general y editor de Revista Morbífica y de Revista Iboga. 




Te dije que no
que no volvieras
que no vinieras 
con las bolsas de los ojos cargadas de perdones
ni en el pecho los pendones donde cuelgan desvaríos.

Pero viniste,
pero volviste
y ahora no sé si las aguas se abrieron en consuelo
o si la rama del chopo cayó equivocadamente hacia mis pies.
Que callaras 
si como fantasma diurno aparecías
si como barco en pique auxilio me pedías
que te llenaras la boca de piedritas
del asfalto volcánico que te cobijó
y que acabó quemándote los pies.

Antes de eso te había dicho
“guárdate en el sótano y no salgas,
hazle honor a la colonia donde vives
-revolucionario nombre que llevaba-
y sólo trémulo asoma la cabeza;
guárdate en la tierra negra de tu casa
espera a que la ventisca muerte venga
y abra esperando tu sorpresa.

Pero viniste,
pero volviste
con la calza manchada de vergüenza
y una promesa vuelta sal
talón de arena puesto al medio día.
Eras Aquiles a la orilla.
Y me pregunto
¿En dónde te guardaste,
sino en el mar?







En la vida hay dos clases de poetas.
Mi exnovio y los demás.
Ambos malos.

Estoy cansado de oirlos recitar
sobre la hermana República de Cuba
y de sus bares y de las locas que salimos
con las uñas acariciando las aceras.

Miró Alberto una jota que en el baño
ostentaba feliz la pompa nalga
y entre hoteles, desdichas y las ganas
bañábase de semen delicado.

Estoy cansado de oirlo recitar
en el grito ahogado de las masas,
en el barullo de las pantallas negras.
Sombra de mi presente,
cruz del pluscuamplerfecto.
A los otros callar quisiera
su literatura del norte como arma
a sus burdeles y a sus vírgenes,
a sus poetas como profetas.

Ya no hablen más de la nostalgia
de la Zona Rosa y sus cafetines,
de Pita firmando servilletas
de la undécima de las rodillas negras.

En la vida hay dos clases de poetas.
Mi exnovio y los que liran rap
y los que los dedican
y los que los dedican a sus putas
y los que los dedican a sus putas madres
y los que los dedican a sus putas madres obras
y los que los dedican a sus putas madres obras francesas.
Ambos malos.

También de los seminarios gay
y de las presentaciones de libros de contracultura.
Estoy cansado.
De las poetas heteronormadas
que remojan sus plumas en sus vaginas
para escribir menstruales monstruales glosas
y lésbicos sonetos.
De las locas heteronormadas
que escriben exigiendo la lectura
de sus poemas que escribieron con el glande
fino, finísimo bolígrafo de sus viriles cuerpos
y que sólo han escrito sobre el derecho
político de sus amores.

Sálvenme,
oh, musas
de la poesía en voz alta
en el crepúsculo de los bares,
en las juglarescas mezcalerías.
No me guíen hacia los recitales
en los restaurantes italo-españoles
ni a los talleres de micropoesía
mucho menos a los de escritura creativa.

Homero, ten piedad
Lesbo, ten piedad
Catulo, ten piedad
Virgilio, escúchanos
Ovidio, escúchanos.
Santa Juana
Ruega por nosotros
Santa Juana de Asbaje
Ruega por nosotros
Madre de Paz
Ruega por nosotros
Madre del buen hipérbaton
Ruega por nosotros
Madre de Salvador
Ruega por nosotros
Torre de David
Ruega por nosotros
torre de marfil
Ruega por nosotros
Refugio de los noamados
Ruega por nosotros
Reina de los mártires
Ruega por nosotros
Musa concebida sin pecado original
Ruega por nosotros.

Cordero del Verso que quitas el tedio del mundo:
perdónanos, Señor.

En la vida hay dos clases de poetas
Mi ex novio y yo
Ambos malos.

Porque cedí al verso libre
y a la poesía visual,
y ahora rasgo mis vestidos cuando quiero escucharme
y constriño en pequeños haces las vocales
cuando recito en público

Patito, patito, color de café...

Porque dejé de buscar el ritmo 
en los poemas que me salen de las cuerdas
de nylon que traigo atoradas en la garganta.
En los performance me hierve la sangre
y en el slam poético el Dionisio que traigo 
adentro me brota.
Ya jamás rimo
por no parecer anacrónico
uso el enter y el shift a mi antojo,
escribo sumergiendo las yemas de mis dedos
en los recuerdos de los padres de otros
y hablo en cursivas y en helvéticas mutiladas.


Ahora escribo dos clases de poemas:
a mi exnovio y a los demás
Ambos malos.






                                                     Tres. a. Eme.

Busco en la alacena
remedios para la memoria.
Tengo mucha.
Y los azahares con sus siete flores
y la valeriana se hunden
en el lodazal de mis recuerdos.

Hallo sólo aspirinas que no me hacen
olvidar diciembre.
Me he vuelto sonámbulo de mi cocina,
espero medroso el rastro
que juguetón deja el destino
en mis tazas de té.

La quietud me asombra.
Hace noches que escucho
que el silencio tiene voz de vapor
de mi tetera.
Analogía de tus ronquidos.
Mi voz, en cambio, tiene hueco,
terror silencio.
A ése lo lleno con tifones,
mares de manzanilla azucarada.

Con cada sorbo te deslizo
hacia un estómago que amnésico
es almohada hasta la aurora.
Ahora es lo único que cuento en mis cajones:
cientos, miles de párpados rendidos
que echo cauteloso a mi agua alborotada;
mientras las cucarachas y los moscos,
atentos escuchas de rincones,
paran su roer, viniendo
a un pasaje más de mis recuerdos,
formando el diván nocturno
y el mudo consejero de mis males.








Fluorescencia de hiel
Vomito sobre los cuadernos:
y el grito verso 
sabe a sal.

Te observo a través de las pantallas negras
En versos que me saben a bilis
y que me salen por la garganta mano
como saliva de perro rabioso.

ojeroso demacrado delgado
amarillo sidoso y hambriado
hepatítico cirroso

Diluvian los mares
Llantos de piernas que abiertas
paren a Venus negra.
Te recuerdo con la punta 

del glande cigarro botella
cuello de cerveza lápiz y lengua
de pestañas que esperan abiertas
como las venas
de Latinoamérica 

Y te veo
Y me río
porque te engañas abrazando a otro
Adonis venido a menos
(Jotísimo Hefesto cojo)
Y cojo
Y cojo
Y cojo con quien yo quiera
A las orillas
De los bares
Costa bañada de espuma 
De cerveza 
Semen precoz sobre el suelo
De mi amante
derramada
En la patética enhiesta embestida
A pelo.

Y tú miras
los cabellos,
pétreas medusas que lloran
por su frente.
Y que vuelven a todo calor, turgencia;
a todo florete, frígido.

Y que miran
en su vaivén boscoso pecho
y en la penetración piensan en 
otro,
como cuando tú la sientes dentro
Y tu adentro me llama a mí 
En el recuerdo 
De su moldura. 









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