Vasco Graça Moura
Nació en Oporto, en 1942. Licenciado en Derecho por la Universidad de Lisboa.
Es autor de obras de ensayo, poesía, novelas y traducciones del francés, alemán, español, inglés e italiano.
Ha sido Secretario de Estado en dos ocasiones, Diputado independiente del Parlamento Europeo, directivo de la Radio Televisión Portuguesa, de la Imprenta Nacional y de la Comisión para la Conmemoración de los Descubrimientos Portugueses. Fue vicepresidente del Pen Club Portugués y es miembros de varias asociaciones de escritores y críticos literarios, director de la Fundación Casa de Mateus y cooperador de la Sociedad Portuguesa de Autores. Comentarista y analista político, realiza colaboraciones literarias en periódicos y revistas.
Ha sido distinguido con numerosos premios literarios, entre ellos: Premio traducción Calouste Gulbenkian (1979) – “50 sonetos de Shakespeare” , Premio Poesía Ciudad de Oporto (1982)- conjunto Obra poética, Premio Rodrigues Sampaio (1985)- “Camões e a Divina Proporção, Premio Pen Club de Poesía (1994)- “O Concerto Campestre”, Premio Pessoa (1995)- Por la traducción de la Divina Comédia y de la Vita Nuova de Dante, Gran Premio Eça de Queiroz (1997), Gran Premio de Poesía de La Asociación Portuguesa de Escritores (1998), Gran Premio de Novela de la Asociación Portuguesa de Escritores (2004), Corona de Oro del Festival de Poesía de Struga (2004), Premio Nacional de Traducción (Italia, 2008).
Obra traducida en España: Una carta en invierno (Ed. Hiperión)
Incluido en Alma Minha Gentil – Antología General de la Poesía Portuguesa (Ed. Eneida, 2009)
Entre sus libros de poesía están:
Modo Mudando (1963)
O Mês de Dezembro (1977)
Instrumentos para a Melancolia (1980)
Nó Cego, oregresso (1982)
Os Rostos Comunicantes (1984)
A Sombradas Figuras (1985)
A Furiosa Paixão pelo Tangível (1987)
O Concerto Campestre (1993)
Poemas Escolhidos 1963-1995 (1996)
Poemas com Pessoas (1997)
Uma Carta no Inverno (1997)
En 2000 publicó Poesia 1997-2000
Traducción: Alfredo Pérez Alencart
BLUES DE LA MUERTE DEL AMOR
ya nadie muere de amor, yo una vez
anduve muy cerca, estuve casi muerto,
era un tiempo de humores revueltos,
depresiones sincopadas, bien graves, querida mía.
pero al final no morí, como se ve, ah no
pasaba el tiempo oyendo a dios y la música del jazz,
enflaquecí bastante, mas me zafé a la justa, oh ves,
ah, sí, por la noche dentro, querida mía.
la gente sopla y no atina, hay un ahogo
en el corazón, una tensión en el clarinete, es
tan desgraciado lo que sentí, pero realmente,
realmente yo nunca tuve habilidad, ah no,
yo nunca tuve vocación de kamikaze,
es todo una cuestión de swing, de swing, querida mía,
saber salir a tiempo, saber salir, está claro, pero saber,
y yo nunca me arrepentí, querida mía, ah, no, ah, sí.
hay ritmos en la calle que vienen de casa en casa,
al encender las luces, una aquí, otra allí.
pero puede ser que el vendaval venga un día cualquiera
a parar en mi casa al anochecer de la canción,
lo que yo nunca pedí, ah, no, manda callar a la gente,
querida mía, a toda la gente del barrio,
y entonces susurraré, al ver salir las notas
del clarinete: –morir o no morir, darling, ah, sí.
PARA UNA EDUCACIÓN SENTIMENTAL
tantas veces se vive de una arrebatada
noción de los contrastes más fuertes entre el bien y el
mal, entre la grandeza y la abyección,
entre las rápidas peripecias de un heroísmo ansioso
y el destino inexorable,
que el melodrama forma parte de nuestra más profunda
naturaleza,
nostálgica, oscuramente nostálgica del corazón radical,
de lo que va al desfile de los sueños contradictorios,
de lo que engendra imágenes capciosas y juzga vivir en
libertad, pero sólo es imprudente y explosivo, pero tropieza
en las redes de este mundo, en los imprevistos
de la traición y de la muerte, o también de renunciar ante
los rasgos
más sublimes. la pasión desgarra bruscamente a los personajes
apegados a la felicidad, los obstáculos
también tienen protagonistas, ajustes de cuentas, crueles
fulgores, persecuciones, y en los casos delirantes de amor no hay
salida.
de ese gran fallo insoportable nace el melodrama,
lírico, incontenible, entre chorros de espiral vertiginosa
con la sangre y la memoria, con lo que no tiene remedio y
la música trágica
cuando alguien va a morir, alguien se pierde alucinado,
y alguien se salva y por ventura alguien escribe
la historia y alguien le reúne la música
para que las emociones sean más opresivas y tal vez más
devoradoras
y más fáciles, y alguien tiene el deseo de eso, un
estremecimiento
de escalofrío y vulgaridad, un ávido placer inconfesable.
CRÓNICA FEMENINA
estaba desnuda, sólo un collar le daba
horizontes de incendio sobre el pecho,
trasmutando, en un halo insatisfecho,
la rosa de rubíes en caliente lava.
estaba desnuda y blanca en un estrecho
vestido que el fin del sueño desdoblaba
y la noche era más libre y la luna esclava
y lo más breve pretérito imperfecto
sólo el tiempo verbal le huiría,
en el prolongar de los gestos y requiebros
junto al espejo donde las aves van.
toda la desnudez, toda la melancolía,
el dolor del mundo, el desrecuerdo, la fiebre, los
ojos rasos del agua y soledad.
PARTO
vengan a ver el principio: hay poca luz.
la gura del padre desapareció.
hace días lo despedazó un obús.
la madre quedó sin leche. no comió
más que unas raíces y algún desecho
ya ni lágrimas tiene para las desgracias,
no hay vaca ni burro. ningún bicho:
en la senda se pudren las carcasas.
no verán los reyes magos. no se engaña
la agenda tracante que combina
lo que puede valer la vida humana
en armamento y gramos de heroína.
en el cielo una claridad de muerte avanza
de la cola trazadora que despunta.
nació estropeada una criatura.
y dios, si acaso existe, hace de cuenta.
Lamento para a língua portuguesa
Não és mais do que as outras, mas é nossa,
e crescemos em ti. nem se imagina
que alguma vez uma outra língua possa
pôr-te incolor, ou inodora, insossa,
ser remédio brutal, mera aspirina,
ou tirar-nos de vez de alguma fossa,
ou dar-nos vida nova e repentina.
mas é o teu país que te destroça,
o teu próprio país quer-te esquecer
e a sua condição te contamina
e no seu dia a dia te assassina.
mostras por ti o que lhe vais fazer:
vai-se por cá mingando e desistindo,
e desde ti nos deitas a perder
e fazes com que fuja o teu poder
enquanto o mundo vai de nós fugindo:
ruiu a casa que és do nosso ser
e este anda por isso desavindo
connosco, no sentir e no entender,
mas sem que a desavença nos importe
nós já falamos nem sequer fingindo
que só ruínas vamos repetindo.
talvez seja o processo ou o desnorte
que mostra como é realidade
a relação da língua com a morte,
o nó que faz com ela e que entrecorte
a corrente da vida na cidade.
mais valia que fossem de outra sorte
em cada um a força da vontade
e tão filosofais melancolias
nessa escusada busca da verdade,
e que a ti nos prendesse melhor grade.
bem que ao longo do tempo ensurdecias,
nublando-se entre nós os teus cristais,
e entre gentes remotas descobrias
o que não eram notas tropicais
mas coisas tuas que não tinhas mais,
perdidas no enredar das nossas vias
por desvairados, lúgubres sinais,
mísera sorte, estranha condição,
mas cá e lá do que era tu te esvais,
por ser combate de armas desiguais.
matam-te a casa, a escola, a profissão,
a técnica, a ciência, a propaganda,
o discurso político, a paixão
de estranhas novidades, a ciranda
de violência alvar que não abranda
entre rádios, jornais, televisão.
e toda a gente o diz, mesmo que essa anda
por tal degradação tão mais feliz
que o repete por luxo e não comanda,
com o bafo de hienas dos covis,
mais que uma vela vã nos ventos panda
cheia do podre cheiro a que tresanda.
foste memória, música e matriz
de um áspero combate: apreender
e dominar o mundo e as mais subtis
equações em que é igual a xis
qualquer das dimensões do conhecer,
dizer do amor e morte, e a quem quis
e soube utilizar-te, do viver,
do mais simples viver quotidiano,
de ilusões e silêncios, desengano,
sombras e luz, risadas e prazer
e dor e sofrimento, e de ano a ano,
passarem aves, ceifas, estações,
o trabalho, o sossego, o tempo insano
do sobressalto a vir a todo o pano,
e bonanças também e tais razões
que no mundo costumam suceder
e deslumbram na só variedade
de seu modo, lugar e qualidade,
e coisas certas, inexactidões,
venturas, infortúnios, cativeiros,
e paisagens e luas e monções,
e os caminhos da terra a percorrer,
e arados, atrelagens e veleiros,
pedacinhos de conchas, verde jade,
doces luminescências e luzeiros,
que podias dizer e desdizer
no teu corpo de tempo e liberdade.
agora que és refugo e cicatriz
esperança nenhuma hás-de manter:
o teu próprio domínio foi proscrito,
laje de lousa gasta em que algum giz
se esborratou informe em borrões vis.
de assim acontecer, ficou-te o mito
de haver milhões que te uivam triunfantes
na raiva e na oração, no amor, no grito
de desespero, mas foi noutro atrito
que tu partiste até as próprias jantes
nos estradões da história: estava escrito
que iam desconjuntar-te os teu falantes
na terra em que nasceste. eu acredito
que te fizeram avaria grossa.
não rodarás nas rotas como dantes,
quer murmures, escrevas, fales, cantes,
mas apesar de tudo ainda és nossa,
e crescemos em ti. nem imaginas
que alguma vez uma outra língua possa
pôr-te incolor, ou inodora, insossa,
ser remédio brutal, vãs aspirinas,
ou tirar-nos de vez de alguma fossa,
ou dar-nos vidas novas repentinas.
enredada em vilezas, ódios, troça,
no teu próprio país te contaminas
e é dele essa miséria que te roça.
mas com o que te resta me iluminas.
borges e as rosas
sonhou as rosas, rosas de ninguém
de substâncias de sombras evanescentes,
e na roda das pétalas ausentes
ficou o olhar perdido, no vaivém
das brisas no jardim do esquecimento.
tinham carne de noite e de perfume
e tacteou-as devagar, o gume
afiou-se num macio desalento
de lhes ter dado o nome: rosas, rosas
factícias alastrando o seu vermelho
de golfadas de sangue ao vão do espelho
das águas e das luas ardilosas.
e soube que o real era essa imagem
devolvida no espelho, de passagem.
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