Natércia Freire
(Benavente, PORTUGAL 1920-Lisboa, 2004)Poeta y periodista. Premio Nacional de Poesía en 1971 por el libro Os intrusos.
También obtuvo el Premio Antero de Quental. Como periodista coordinó –entre 1954 y 1974– la página cultural de Diário de Notícias
Otros libros de poesía son:
Meu Caminho de Luz (1939)
Estátua (1942)
Horizonte Fechado (1942)
Rio Infindável (1947)
Anel de Sete Pedras (1952)
Liberta em Pedra (1964)
Liberdade Solar (1977)
Obra Poética I y II (1977-1987)
Traducción: Alfredo Pérez Alencart
CABELLO DE SOMBRA
Cortados los pies, cesaron los pasos.
Se abrió un caudal de sangre en la piedra.
Volaron de los ojos los pájaros cautivos.
Se escurrió de la boca un hilo de tiniebla.
Se fundió el Pasado con todo el Futuro
y el cuerpo subió tañendo metales.
Cesaron los pasos. Descendieron los muros
y en las cicatrices nacieron las alas de los pies
sepultados en el lodo del muelle.
Nunca más los hombres tendrán hijos víboras.
Si fuesen pastores, tañerán un ganado de mansos cóndores.
Si fuesen héroes, no tendrán de la muerte bautismos de soles.
Si fuesen poetas, finos arquitectos
de bóvedas altas, de músicas largas,
no dirán palabras de bocas amargas
de tierras estériles.
Nunca más los hombres tendrán hijos víboras.
Nunca más las víboras tendrán hijos hombres.
Cortados los pies, cerrado el circuito
cavernas, guaridas, los pozos y madrigueras,
zozobrarán en un tiempo a oscuras.
Viejísima luz, cabello de sombra,
anónima cabeza y fronda en ciclón.
Permuta de rayos y cerebros blancos
en la aurora sangrienta de tímidos flancos
que la noche revela en la imagen insomne.
Cabello de sombra, cabello de sombra
y rostro de muerte y rostro de muerte
(multitud de rostros, Cecilia, Solombra 1),
cabello de sombra pero rostro de sol.
¿Desierto? Todavía no. Apenas cesaron
los pasos en la lama, en el lodo, en el charco.
Partió del bosque un séquito mudo.
Cruzaron los aires marítimas voces
y esferas de fuego por los campos vacíos.
Cortados los pies, cesaron los pasos.
Cortados los brazos, cesaron las manos.
Abierto el telón, fundidos los lazos,
llegarán de los astros los otros hermanos.
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1 Solombra es el título de un libro de poemas de la brasileña
Cecilia Meireles
AMOR
Vibrátil, fina, perfumada y clara,
ondula la brisa que el amor provoca.
Lejos, respira la vida. Aquí, el sueño.
Todo es infancia de aguas y colinas
en la mañana de tus ojos.
Y vosotros, cogidos de la mano,
y cantos, cantos de infinito amor,
en los retoños, en las corrientes y en las sombras veladas.
Se cubre de nubes nuestro abrazo.
Vibrátil, fina, perfumada y clara,
ondula la brisa. Hadas y duendes
agitan instrumentos en el bosque...
Vibrátil, fina, imperceptible, fluida,
orquesta a lo lejos, en el fondo de los sentidos:
dedos de flores ondean sobre la piel
de los cielos indefinidos...
Cantan misterios bocas fascinadas.
Abren corolas, sobre la luz que las toca
Vibrátil, fina, perfumada y clara,
ondula la brisa que el amor provoca.
CANCIÓN DEL VERDADERO ABANDONO
Pueden todos reírse de mí,
pueden expulsarme a pedradas,
pueden espiarme por la ventana
y tener la puerta cerrada.
Con palabras de ilusión
no me convence nadie.
Todo lo que guardo en la mano
no tiene vislumbres de más allá.
No soy hermana de las estrellas,
ni de las palomas ni de los astros.
Tengo un dolor consciente
del animal que sufre las piedras
y se mueve entre los rastros.
LIBERTAD EN PIEDRA
Libre, libertad en piedra.
Hasta donde cupiera
todo lo que es dolor mayor,
por dentro de la armonía yacente,
aguda, fría, atroz
de cada día.
No importan facciones,
curvas del seno y nalgas,
pies levantados a la luz
y blancas, blancas, blancas,
las manos.
Importa la libertad
de no ceder a la vida
un segundo siquiera.
Ser de piedra por fuera
y sólo por dentro ser.
–¿Hablabas? No oí.
–¿Besabas? No sentí.
–¿Murieron? ¡Ah, morí, morí, morí!
Libre, libertad en piedra,
vuelta hacia la luz
y para el mar azul
y para el mar revuelto...
y huir por la noche,
sin cuerpo, sin dinero,
para leer a mis santos
y a mis aventureros
(para ser de mis santos,
de mis aventureros),
lósofos y nautas
de tantas nieblas.
Entre el peso de las salas,
de la música concreta,
de espantajos de dioses,
¿qué hará el Poeta?
VISITA
Visito os amigos mortos,
Pensando que indo, estão vivos.
Entre a penumbra dos quadros
Andam eles em sorrisos.
Pronuncio a frase antiga
E dou comigo sozinha.
Oiço então o dia exacto
Da estridente campainha.
Volto a casa, fecho o som
Por dentro da persiana.
E então os retratos andam,
à volta da minha cama.
O BAILE
Névoa em surdina
A sombra que acompanha
As finas pernas a dançar na tarde.
Jogo de jovens corpos.
Música de montanha,
Num tempo teu e meu
De eternidade.
E eu, as duas estranhas.
Olha quem toca o ponto
Que há no fim!
Ao fim de mim,
No ponto para que vim.
Ao fim de mim
No ponto donde vim.
Vulto de agulha
Em fumo de água e lenha.
Eu, as duas estranhas.
É sempre pêlos outros que falamos.
Eu, as duas estranhas, por mim falam.
Em estradas como ramos
oscilamos. E vamos
Convergentes, dispersas, disparadas
Pêlos tiros de magos inocentes
Do caos ao sol
Em gradações de escadas.
Ouve-se às vezes uma voz: — Presente!
E já no corpo as almas vão trocadas.
Foi em concretos dias de sol-posto,
Em fábricas de fios de uma aranha,
Que se teceram
Em finíssimas teias de desgosto,
(Eu) as duas estranhas.
SUICIDAS
Tu que me lês terás cumprido a Lei
Da gratidão, ao menos um instante?
Da escada, o topo, é fito ao viajante.
Só a distância, é fito ao navegante.
Então com mar e praias de águas várias
Caem muros e grades solitárias.
Então,
Não por pouco,
Por dias ou por meses;
Não por horas de tênue desconforto,
Mas por anos imensos
Deste meu tempo morto,
É que os pressinto
Em extreme melodia
Dos dias junto à noite
Família que me voa em agonia,
Sabe o veneno da melancolia
E os tempos de correr sem companhia.
Suicidas de todas as Idades,
Terríveis solidões de atroz medida,
Expectativa de sono que se evade
Quando a porta se abre
E a luz é como um sabre
Entre a vigília,
Por que fugis?
Por que fugis,
Se a vós é que procuro,
(A vós, minha família)?
Porque só vós sabeis
A cor do desespero
Que há no escuro.
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