jueves, 23 de agosto de 2012

7508.- BELÉN IANNUZZI





Belén Iannuzzi (Buenos Aires, Argentina, 1979). Trabajó como investigadora en Primera poesía argentina (2006). Estudió la obra de Luis Alberto Spinetta en Poéticas del rock (2007), que fue traducido al alemán, Poetik des argentinischen Rock (2010). Publicó las plaquetas Pajaritos (2008), Oímos el run (2009) y Findelmundista (2009). Escribió los libros de poesía Haikus gordos (2010) y El origen de las especies (2010). Es profesora en letras.






Erica García se fue a vivir a Vermont

ahora que nos espiamos
nos conocemos
por Facebook
me escribo las cosas que tengo que hacer
en la palma de la mano izquierda
para no olvidarme
pero me olvido
de mirarme la mano
vivimos apilados en edificios
cuando abrimos la puerta
no se escuchan los árboles
agitados con el viento del invierno
no se escucha el invierno
no lo vemos
detrás de los carteles de neón
del Barrio Chino
en los noventa
no teníamos nada que hacer
pasábamos la noche
en el Salón Pueyrredón
esperando que se hiciera de día
después Erica García se fue a vivir a Vermont
y el Salón Pueyrredón se mudó de lugar
debería llamarse Salón Santa Fe
ahora pasamos la noche en internet
esperando que llegue la mañana
no tenemos paciencia
no logramos la atención necesaria
para leer novelas como Lolita.






excursiones

quería ser
la epítome de algo
de amiga
de novia
de chica-que-invitarías-a-salir
pero los hechos se producen
sin piedad sin calma
y no hay tiempo para nada
ni para una reunión de Just o de Tupper
ni para excursiones
o vivir los días según el calendario campesino
oír los estrépitos de los aviones de combate
que sobrevuelan El Cairo de noche
entonces nos tiramos
en el sillón del living
a escuchar música en un idioma
que no conocemos
está todo mal
antes de dormirnos
examiné los sentimientos
de mi corazón,
amor hubiera sido
que me dejaras usar tus pantuflas
en invierno.






el pasado tiene el gusto
de las frutas abrillantadas
que se encienden como luciérnagas
en los restos de pan dulce
del primero de enero.






en el espejo enfrente de la cama
de un hotel del paso
las paredes pintadas de celeste claro
gruesas
con pocas estrellas
de la década del 50
o de la edad de oro del sindicalismo
un fin de semana
cerca del verano
un festival de música country
un casamiento al lado del río
te veo me ves
la manera hostil
que tenemos de querernos
afuera llueve
la ruta se enciende de verde
brotan vendedores de naranjas
debajo de sombrillas
sobre las banquinas
de la tierra por adopción
de Mónica y César.







hay unos fiordos
a dos horas de barco
no podría decirte
con claridad
la distancia
ni dónde comprar coronas
en esta ciudad
ni cuánto tardaríamos
en llegar corriendo
desde Oslo hasta Ushuaia
qué comida podríamos llevar
para el camino.







vos
y yo
y todos los bosques
que fuimos
antes de
ser nosotros
y las flores del aloe
que parecen estrellas
de día.







irnos a dormir
temprano
y amanecer
con el ánimo
bendecido
de los días
de cumpleaños.







las costumbres
de los pájaros
nos fascinan
las plantas británicas
de formas dudosas
la gloria de la vegetación de los trópicos
alimentarnos sólo de semillas
andar descalzos
no necesitar nada.







¿Cuántas veces
se puede romper
una mujer?
¿dos, cinco, diez?
¿qué es lo que hace
que una mujer se rompa?
¿es su corazón,
frágil como una caja
de copas de cristal
envueltas para regalo?
¿es el cuerpo flaco
que no alcanza
como escudo protector
del alma o de la casa,
que es lo mismo?

cuando una mujer se rompe
hay un vestido de fiesta
que se aplasta en el placard
por un año o más
un hombre cree
que la mujer ya se repondrá
es así el amor
luego vendrá otro hombre
y le regalará un collar
de perlas de fantasía
comprado por metro en Once
que es nuestro Bloomingdale´s.

las mujeres rotas
se acumulan en las ciudades
viajan en tren
en colectivo
se levantan temprano
para ir a trabajar
con ropa de oficina
en la calle las señalan
ahí va una mujer rota
ahí va una mujer rota.

una mujer se rompe
la cantidad de veces
que puede amar
y cuando no puede más
viaja a la casa de su madre
en los suburbios de la ciudad
saca una mesa
apoya su computadora portátil
y en el jardín
al lado del garage
intenta escribir poemas
y cuando no puede más
viaja al mar
y cuando no puede más
viaja a la montaña
y cuando no puede más
se traga las perlas del collar
una por una.



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