sábado, 31 de marzo de 2012

6404.- AROA MORENO DURÁN





Aroa Moreno Durán nació en Madrid en 1981 y es periodista. Colabora en varios medios de comunicación españoles y extranjeros. Ha vivido en México, Irlanda y Alemania. Veinte años sin lápices nuevos es su primer libro.
Es la autora del blog: El viaje de las pléyades.



Flight 2054


a más kilómetros, peor es la gestión del sentimiento
en la ecuación de una ausencia
el tiempo es una constante


solamente el hilo musical tan indigesto
de la compañía aérea
es más absurdo que los minutos
que alguien tarda (y otro espera)
en cruzar un salón
como quien se la juega


cero-cero












Busco la cueva donde dormita mi padre.
Tiene un ojo ciclópeo.
Con una mano empuja las marañas de sombra.
Para verle
recorto mis rodillas
y mi pelo.
Los peces, hombro abajo.
Vuelve el aire
del pecho
de mi padre
a soplar mis terrores.
Él llega de un viaje
solo para ordenar
mi piel sobre su nervio,
desdoblar la ceniza
de mi vientre,
la ausencia
descansada
de mi silla vacía.
Y baja las persianas
contra el asco del mundo.
El alma,
resguardada
del tritón endiablado,
se ata a sus raíces.












INSTRUCCIONES DE LUNES FRÍO


Sírvase una copa de vino dulce.
Deje caer el bolso sobre el suelo.
Deje que todo caiga
lo que la lluvia de noviembre recogió
de sus hombros. No es fácil
le advierto
si recuerda
que tan sólo ha terminado una jornada:
el trabajo.
No recuerde los restos
de la cena de ayer abandonados
la mermelada roja
donde anida una hormiga.
Olvídese del mundo.
Del hombre que doblado le estiró del abrigo.
De la mujer que cuenta cómo perdió una casa.
Y abra la botella.
Elija un rincón donde haya poca luz.
No se moleste en espantar las sombras.
Alguna melodía,
sonidos de gramófono antiguo.
Tal vez un fado, Gardel, una canción francesa.
Por supuesto, no escuche la letra.
Ni atienda a melodías. Su cerebro
está blanco.
Olvide las denuncias, las mentiras, las reuniones, la falsa
sonrisa de cristal de despacho.
Cierre los ojos. Le dije, no era fácil.
Permanezca inmóvil.
Cuando la noche le devuelva el aliento,
llene la bañera.
Mucha espuma. No
coja ningún libro. Tal vez
un cigarrillo pero sólo
si no va a preocuparse de cenizas
de humedades.
Sumerja la cabeza.
Escuche la oquedad de los vecinos de
abajo
la niña patalea en ruido sordo.
Mantenga la cabeza sumergida. Deje
que emerja a flotar alguna parte
del cuerpo
que roce los vapores.
Y cuando salga, el agua caerá como riachuelos
pierna abajo, sienta
las cosquillas del agua.
Cene algún fruto.
Mastique la hinchazón,
Reviente pulpa dulce.
Y duérmase tranquilo:
el lunes ha pasado.












Lo enfermo que me habita, la hija deseada
de una ciudad moderna. A veces,
en verano, me he agarrado a ese ángel que cruzó nuestra casa.
La lluvia es una herida
sobre el cristal de un coche.
La nuca del gorrión bajó a la calle,
su quebrada de vida.
Hoy bebo
del espejo
el decibelio helado
de un latido. Eso soy, en mí me he convertido. Qué esperado.
El olor de la casa está saldado.
Con sus cajas de hilos
y el cañón con su carne.
Abandonados...
















Debajo de la plaza, un hueso de ciruela
y este sonido de domingo hambriento
de cierres
y pintadas roídas
por el sol.
Este
domingo
de sabor a mar en las encías viejas, de lecturas enjutas,
de pan desesperado de aguantar el mordisco,
de extraña aparición de un ex amante.
Al timbre nuestro perro,
que nunca espera a nadie,
alarma con su grito de violín al vecino
que chirría en su sueño.
Poniente de domingo en una página.
Ya que nunca podremos desnudarnos.















La mensajera


Fuera dejé una lengua gris.
Atrás se quedó el vértigo
porque hoy
llenamos el salón de trapecistas.
Los que nunca salieron
de la sábana blanca
no vengan a decir
que mi ciudad
se llena de suicidas por la noche.
No brindaremos por el halago
ni la palabra hueca.
Bienvenidos al vino
y la poesía
los amigos
de siempre
y los que hace
relativamente poco
llegaron para quedarse.
Pueden salir
y ya lo hicieron
los que tapan sus ojos
a la belleza que hay en cada acera.
Los que tuvieron miedo
y encerraron
un corazón dentro del bolso.
A ellos
yo les dije
(sin pretender que me hicieran mucho caso
y así nos fue):
Dejen que les roben
un día el corazón
en plena calle.
Los flacos de ilusiones
los que no toman aire
para seguir llorando.
Los que nunca recogieron
de la calle una silla.
Los que dentro del cuerpo
llevan siempre un enjambre
de insectos
y vinagre.
No a las apuestas millonarias.
Ni a los fastos presentadores
que un día
nos robaron
las horas de los sueños.
Quedémonos nosotros:
los que están en el verso
los que nunca leyeron un poema.
Salud. Que pasen un buen rato.











6403.- PILAR GÓMEZ BEDATE


Pilar Gómez Bedate. Nace en Zamora en 1936. Doctora en Filosofía y Letras, ha sido Catedrático de Literatura Comparada en la Universidad de Puerto Rico, Profesora Titular de Literatura Española en la Universidad de Barcelona en Tarragona (actual Universidad Rovira y Virgili) y, posteriormente, Catedrática de Literatura Española en la Universidad Pompeu Fabra , en donde se jubiló en el año 2007.

Su bibliografía -que incluye también obra de traducción como la poesía de Stéphane Mallarmé, del Decamerón de Boccaccio y de la trilogía de Primo Levi encabezada por Si esto es un hombre- se ha centrado en temas referentes a la poesía simbolista y su herencia en el siglo XX, siendo de destacar, por ño que se refiere a la poesía española, sus trabajos sobre Juan Ramón Jiménez y sobre Ángel Crespo, que fue su marido ,así como su sostenida labor crítica sobre la poesía de la segunda mitad del siglo XX.

En 1966 publicó un libro de poemas, titulado Las peregrinaciones en El Toro de Barro. A partir de entonces, y hasta ahora, sólo ha publicado algunos poemas sueltos en volúmenes colectivos, hasta el 2011 en el que publica:
-Las aguas del río, Edición: Olifante, 2011







REGRESO DE BERLÍN


Banderas del Más Allá, las nubes alargadas del crepúsculo
me rodean en mi vuelo hacia la tierra:
rojo, naranja, violeta. ¿Es el Jardín de las Hespérides
el que anunciáis tras el redondo horizonte
o me enviáis como Mensajera de la Muerte,
que he visitado en sus sarcófagos egipcios
y me ha imantado con la Inmortalidad?














SOY EL ALMA DE LA NOCHE


Soy el alma de la noche, que en las esquinas del Horizonte
y en las profundidades se alarga hasta los bosques
donde han gemido los poetas disputando sobre el Amor.


Me aproximo a la Tierra, sembrada de luces esparcidas,
y no sé si me esperan las flores o los sudarios.














MUJERES ANTIGUAS


Os llevo alrededor de la muñeca,
en la pulsera que he comprado
al salir del Museo.
Por diez monedas vais aquí enhebradas,
Perséfone morena de ojos de miel,
y tú, Palmira de delgados dedos,
adolescente Erminia de rosadas
mejillas y carnosos labios,
rubia Cloé que miras con asombrados
ojos abiertos preguntándote
si más allá del vencido Leteo
vas a hallar el amor.
Todas sois jóvenes
y los nombres que os doy los imagino
pero vuestros retratos son tan fieles
noticias de vosotras mismas
que a cada una
he atado a un abalorio plateado,
translúcido, dorado, blanco o gris,
y he dejado sin nombre
sólo a la joven de ojos claros
que apoya un lápiz en los labios
con gesto pensativo
y hay quien llama Safo.
Ella muestra el Deseo
de capturar lo imaginado apenas
en los vastos ensueños de la infancia
cuando las madres nos decían
con susurrante admiración los nombres
de los pintores y los músicos,
de los poetas y los sabios
que sobreviven a sus días
y que acompañan a los nuestros.


No tenéis nombre pero yo os lo pongo,
coro hermoso, y os llevo sobre el pulso mío
que late todavía y resucita
el dolor y el placer que fueron vuestros.










VISIÓN DE LOS YELMOS


Adelgazados por el tiempo
los antiguos yelmos se alinean
en una vitrina del museo.
Nueve debajo de nueve
en tres filas paralelas,
verdosos unos y otros azulados,


Las sombras de Ulises y Patroclo,
de Ayax y Agamenón
se sonríen con los dientes apretados
bajo su peso ligero.
¿Dónde estás tú, Ifigenia
de la plegada túnica,
oculta tras los yelmos de los héroes
reuniendo el oriente y el poniente
en la luz de tus dedos?
















Título: Las aguas del río
Edición: Olifante, 2011

6402.- YOLANDA SOLER ONÍS



Yolanda Soler Onís (Comillas, Cantabria, 1964) es licenciada en Filología Hispánica, periodista y escritora española
Licenciada en Filología Hispánica. Entre 1986 y 1995 trabajó como gestora cultural y como periodista en distintos medios de comunicación de Canarias. En 1995 se inicia en el mundo de la docencia del español como lengua extranjera en los cursos de la UIMP de Santander, universidad para la que organizará y dirigirá los cursos de lengua y cultura española en Canarias entre 1999 y 2005. En 2003 con motivo de la inauguración de la UIMP de Campo de Gibraltar organizó y dirigió los primeros cursos de español y de formación de profesores de ELE de esta sede. Tras dirigir, entre 2005 y 2010, los centros del Instituto Cervantes en Mánchester y Leeds, se halla al frente del Cervantes de Varsovia.

Obra poética
Sobre el ámbar [1987]
Nombres ajenos [1989]
Botania [1997]
Memoria del agua [1997]
Mudanzas [2002] . Ediciones simultáneas en España y Chile.
Memoria del agua y otros poemas [2003]

Sobre el ámbar. V Premio de Poesía José Hierro, Ayuntamiento de Santander, Santander, 1987. Ilustrado por José Dámaso. Consta de dos secciones: Aves de paso [1980-1985] y Sobre el ámbar [1985-1986] que se corresponden con los dos primeros libros de la autora.
Nombres ajenos . Edición privada promovida por Jesús Bombín en Madrid, 1989.
Memoria del agua. Colección La Sirena del Pisueña nº 17, Ayuntamiento de Santa María de Cayón (Cantabria), Santander, 1997. Edición precedida por un prólogo de Jorge Rodríguez Padrón titulado «En una isla, una mujer».
Mudanzas . Colección Los Premios nº 6, editorial Germanía, Valencia, 2002. Existe una segunda edición en: ediciones el Kultrún, Valdivia, Chile, 2002, con fotografías de Mariana Matthews (Santiago de Chile, 1948).
Memoria del agua y otros poemas. Colección Plenilunio nº 6, dirigida por Sabas Martín. Editorial Baile del Sol, Tenerife, 2003. Antología poética precedida por un prólogo de José Ángel Cilleruelo.

Obra narrativa
Una sombra en el desván [1992]
La cueva de Lezama [1995]
Malpaís [2003]

Malpaís. I Premio Tristana de Novela, DVD ediciones, Barcelona 2003. Novela policíaca. Sinopsis: En 1992, en una isla atlántica sitiada por el siroco, el policía judicial Gumersindo Roca vuelve a encontrarse con su pasado al investigar la muerte de Elda Meyers, una escultora francesa de la que había sido amante a principios de los setenta. Las pesquisas se desarrollan en diversos escenarios urbanos, en un clima sofocante que se intensifica a medida que la trama avanza. Roca, un tranquilo funcionario aficionado a la papiroflexia, se verá implicado en una serie de intrigas policiacas y amorosas. Como telón de fondo, la ambición, la pérdida de la identidad, el desmesurado crecimiento urbanístico y las distintas caras de la inmigración, que se dan cita en una ciudad que asiste a la muerte lenta del puerto que la hizo crecer.

Estudios y antologías
José Hierro para niños [1998]
José Hierro: Geografía Mítica [2003]

Premios
1986: obtiene los premios José Hierro de Poesía y Ciudad de La Laguna de Novela con Sobre el ámbar y Un tiempo de té con miel
1987: Fue finalista del premio Tigre Juan
2002: Premio Tristana de Novela con la novela Malpaís (DVD ediciones, Barcelona, 2003)





El extranjero


Sueña como quien danza bajo el agua
y calla.
Cada noche regresa a una ciudad
varada en la penumbra de los árboles
donde un niño atesora los nombres de las cosas,
esos que habrán de dividirle
mientras sus dedos fijan en el aire
otro alfabeto:
–Baila sólo para mí este silencio
que imagino.










Persigo la blancura de tus piernas
obeliscos ambiciosos de alturas sin sombra.
O alguno de esos roces
que huelen a tierra,
de esos roces sin nombre
que tus dedos transforman en silencio,
en un agua sagrada
que se estremece y nos empapa
borrando contornos.










Futaleufu


Allí donde el agua entre las cenizas
y los alerzales cautivos,
en el origen mismo
de las palabras que forman los rios,
-ruffff rufff kürüf-
el viento y su sonido
sin que la lengua importe.
Allí donde es principio
y fin de la memoria
el balbuceo.
Sucede donde las horas caen despacio
y al caminar los insectos dibujan
la lluvia,
donde los tragos conversados
pero también en la frontera
donde todo se apura
“así no más”.
Hay viajes de los que jamás se vuelve.
Es otro siempre el que regresa.


(Manchester, noviembre, 2009)










Inútiles,
como el amor que llega tarde
y llama en vano,
fluyen los viejos ríos enterrados
entre invisibles ciudades de arena.
Sin cauces ni destino,
médanos de la memoria o lagunas
sin un solo recuerdo que les ladre.

6401.- IOANA GRUIA




Ioana Gruia (1978, Bucarest) vive en Granada desde 1997. Después de una estancia postdoctoral en París, trabaja como docente e investigadora de literatura comparada en el Departamento de Lingüística General y Teoría de la Literatura de la Universidad de Granada. Además, y según informa el IAJ en una nota, es autora de los siguientes libros: 'Otoño sin cuerpo' (finalista del Premio de poesía de la Universidad de Granada Federico García Lorca en 2002), 'Nighthawks' (Premio de cuento de la Universidad de Granada Federico García Lorca en 2007) y 'Eliot y la escritura del tiempo en la poesía española contemporánea' (Visor, 2009).

Ha publicado en revistas como 'Renacimiento' y en el blog literario 'La nave de los locos' de Fernando Valls. Asimismo, esta joven ha colaborado con diferentes artistas plásticos (Mercedes Luanco, Rosa Fornals, Pilar Ortiz, María José Bustamante, Maureen Booth, Mercedes Fernández) y poemas de su libro 'Otoño sin cuerpo' han sido incluidos en el catálogo Granada. 'Ojos del Sur', publicado en 2005 en edición trilingüe (español, francés e inglés) por la Universidad de Granada, el Parlamento Europeo y la Junta de Andalucía.

La obra titulada 'El sol en la fruta', de la joven rumana, afincada en Granada, Iona Gruia, ha sido galardonada con el primer premio del Certamen Andalucía Joven de Poesía, del Instituto Andaluz de la Juventud (IAJ). Según dictamina el fallo del jurado, integrado por los poetas Rafael Espejo, Álvaro García, y el crítico literario José Andújar Almansa la obra premiada será publicada próximamente en la Editorial Renacimiento, con la que su autora firmará un contrato de edición. Además, la joven escritora recibirá 3.000 euros en concepto de derechos de autor, así como difusión de su libro en los medios de comunicación.









LOS LIMONES



«l’odore dei limoni».
Eugenio Montale, «I Limoni»


Ya no recuerda mucho aquel encuentro:
sólo el olor, el embriagante olor de los limones,
y el resplandor solar de sus cortezas.
El hombre dijo: nunca
te dejaré.
Y nunca volvió a verlo desde entonces.
Después ella se fue lejos del pueblo.


Ya no le queda mucho por vivir
y siente sólo rápidos destellos
de amor, amistad, odio o compasión
hacia personas que ahora son espectros.
Pero el olor, el embriagante olor de los limones
nunca la abandonó. Cierra los ojos
y encima de su rostro ve las frutas
y el resplandor solar de sus cortezas.








LA CANCIÓN DE NATASHA


«Después de comer, a petición suya, Natasha fue al piano y empezó a cantar. El príncipe Andrey, en pie junto a la ventana, la escuchaba mientras hablaba con las damas. En medio de una frase calló sintiendo inesperadamente que unas lágrimas insospechadas le subían a la garganta».
León Tolstoi, Guerra y paz


El príncipe Bolkonski está muriendo.
Nada recuerda y ahora en nada cree.
La guerra es sólo un ruido desde lejos.
La gloria, un algo incomprensible y hueco.


Mira sin verlo el rostro de Natasha.
Ya para todo es tarde,
y tarde la he amado,
piensa antes de pedir los sacramentos.


Pero oye de repente su canción,
que irrumpe de la niebla de los años
y de un lugar secreto de su cuerpo.


Relámpagos de vida desbocados
brillan al resplandor
de aquellas notas cálidas, punzantes.


Sabe que morirá cuando terminen.










París


La ciudad era gris, distante y fría.
Nos miraban las calles con sus ojos
de lluvia sucia y de carteles rojos.
La ciudad, sin embargo, nos quería.


Y la tuvimos siempre entre los brazos,
esperábamos que ella nos contara
nuestro amor, nuestra historia, nuestra rara
geografía de países y abrazos.


Nos amaron tus plazas y tus fuentes,
el río, los tejados y los puentes;
fuimos juegos de luz en los jardines,


fuegos de noche en hondos cafetines.
París, fría ciudad, ciudad tan fiel,
ciudad que estás escrita en nuestra piel.




LA LINTERNA MÁGICA


Un parpadeo de luz,
una pálida sombra intermitente
y la memoria de lo que ha leído
proyectan la historia en las cortinas:


Golo buscando siempre a Genoveva,
su lenta cabalgada,
el color irisado de su espectro...


El pequeño Marcel
no sabe aún la muerte de Albertina
y sigue proyectando la linterna,
la lenta cabalgada de la vida,
cuyo carácter adivina ya:
deslumbrante desfile de fantasmas.









6400.- XELO CANDEL



Xelo Candel. Nació en Carcaixent (Valencia). Es doctora en Filología Hispánica por la Universidad de Valencia y actualmente trabaja como profesora en Saint Louis University (Madrid campus). Es autora de estudios y ediciones de las obras de Max Aub, Luis Rosales, Ángel González y Luis García Montero. En breve verá la luz Victoriano Crémer y José García Nieto. Epistolario inédito (1944-1976). Como poeta ha publicado Los comediantes (1995), A destiempo (Premio Miguel Labordeta, 2003) y La arena (Torremozas, 2007).







POR SI ACASO


Me encontraréis en esos cafetines
repletos de viejas fotografías
que cubren de memoria las paredes,


en los pequeños cines de barrio
donde pasan películas subtituladas
que narran historias de ángeles caídos,
en las salas de espera de los aeropuertos
donde cada mirada es una tarde.


Porque he dejado en suspenso el mundo,
como en un teatro vacío
en el que se abren y cierran las puertas,
con ese gesto casi inútil
de querer negar lo que se esconde.


Porque he dejado en suspenso el mundo
con el mismo cinismo que usa el destino
para cambiar sus cartas de lugar.


Me encontraréis por la calle, simplemente,
allí donde nace nuestro no ser ya más,
porque la vida, como casi todo,
cuenta siempre con sus límites
y la respuesta final suele ser un riesgo.






HISTORIAS COMUNES


Nadie regresa indemne del dolor,
sin memoria ni tierra de por medio,
sin grietas ni triviales miserias.


Nadie regresa sin venir del todo,
dejando la nostalgia de otras suertes atrás,
de otras vidas ya dispersas.


Nadie es profeta en su pasado,
ni reconoce en su propio destino
los jardines borrados, las estatuas,
la ceniza de amores antiguos,
borrados ya los rostros y los nombres
y hasta la obstinación brutal


de conmemorar cada nuevo enero,
de regresar al verano anónimo
y a los atardeceres piadosos.


Brota la memoria de aquellos días
y es mayor el dolor al comprobar
que todas las historias se repiten,


son cenizas de una misma gloria,
voces de una misma luz arrojada,
palabras perdidas y reencontradas,


luces de un mismo dios interminable
al que sólo el índice de los mares responderá,
si la noche es propicia.






LA LUNA POR CALLAO


Vano es cualquier otro peregrinaje.


Cada calle, cada barrio y plaza
lleva herido el mismo nombre,
sólo hay una dimensión en los mares,
sólo hay un océano en las brújulas,
sólo una dirección en los mapas,
ya no existe forma de alejarse
y el olvido es un consuelo
impropio de los más valientes.






A DESTIEMPO


A destiempo se abre la distancia,
sombra a sombra, quietamente esperando,
saltándose la escala de los mapas
y el viraje erróneo de los mares.


A destiempo llega la tristeza,
huésped fluvial que abriga la arena.
A destiempo, la memoria y la ausencia
con todo su esplendor otoñal.


Inoportunas llegan con su breve
rumor de voces, dejando a la vida
avanzar sin esperar nada a cambio,
con el preciso color del invierno.


Atrás quedaron las luces recientes
hoy ya remotas, la nieve anterior,
lo que se espera y nunca vuelve,
lo que una vez llegó y ya se ha ido.










No es la soledad ciega de los días,
la puerta cerrada, la voz en calma,
la voluntad de aprender juego
y nostalgia juntamente,
de ensayar la escena una vez y otra.


No es sólo la incertidumbre,
la confusa lejanía del tiempo
que nutre el horizonte de orillas
sin grietas, de asombro sin gestos
como una tierra vacía y cansada.


Nada de eso responde por entero
al ansia de encajar la palabra
en la forma, de llegar al cauce
y respirar el aire dibujado
por fin en su perfecta conjunción.


Todo o nada en un mismo vuelo.
La misma luz tal vez tras el cristal.


Ha reunido la palabra precisa,
el tiempo añorado, el lugar exacto,
lo que nunca ocurrió y podría
de pronto tener la nitidez
de los pájaros, la voz amable
que persigue la claridad del bosque,
el gesto sombrío de los árboles
deshojando la tarde y la mirada
la verdad perenne sin memoria
la música abandonada de los días.


La calle borra todas las aceras,
esconde preguntas en su silencio,
el ruido es nadie, ausencia,
contemplación del verbo y la naturaleza
gramática que sostiene lo vivido.


Que puede a eso responder el dolor.












Ese afán por seguirle junto al aire
no es vuelo ni abismo ni huida..
Nada aconseja su extrañeza
mi devoción por escuchar su piel
vistiendo la sed que yo profeso.


Su cordura sutil alcanza
el mundo entero en continua creación
el tacto, el cuerpo, la materia
todo cuanto las palabras abrazan
y con ellas la distancia.


Dónde huir si el camino se desgrana.
Qué temer si no el hueco que deja
la solidez plomiza del vacío.


Tierra que es tierra, tierra que es humo.
Cuanto soy le observa de lejos
ningún cielo fluye con mayor constancia
con gravedad más honda y serena.


Lleva a cuestas el blanco desnudo
Del mar en su naufragio,
El instante nocturno y desdeñoso,
La fría lluvia que despacio.


Cubre de ventanas la mañana.
Espera y en su tierra en calma
no levanta el gesto ni el vuelo
comprende que ha borrado del camino
las huellas, la piel y la palabra
el principio y el fin de la distancia.


Tal es la dimensión de su vacío.














Busqué el aire y el aire me envuelve.
Breve el sueño, rumor tibio la tarde.
Silencio el aire en el que vivo,
sed blanca sin voz ni palabra.


El tiempo del vacío ha llegado.


Dejad que me revuelva en la piedra,
la muerte desierta descansa,
camina sola por el mundo insomne.
Los pájaros sin hojas huyen.


Calma es irse. Es volver.
Distancia es decir lo contrario.












Regresar es ver el dolor al otro lado.
No avanzar ni retroceder. Comprender despacio.


La voz despeñada como un río corriente abajo
llegando a duras penas. Escuchar su caída.


Un golpe húmedo y oscuro
que deja al cuerpo despierto sin orilla


Y es fría la noche ajena que le arropa ,
la penumbra que vence los ojos sin lenguaje.


En la memoria todo se vive, nada vuelve.
Irse es olvidar lo que no se recuerda.



6399.- ALICIA PREZA

Alicia Preza. Poeta, actriz. Nació el 13 de marzo de 1981. Concurrió al taller literario de la profesora Alicia Languenhin durante varios años. Luego al taller literario del profesor Lauro Marauda en el cual participó en dos publicaciones colectivas: “Pájaros en el espejo” y “Voces en las manos”. Ha participado en varios encuentros y cafés literarios. Ha leído sus poemas en radios y publicado en prensa.

Incursiona en dramaturgia con la obra titulada “Voces en el espejo” la cual fue estrenada bajo la dirección de Carlos Rodríguez - Setiembre 2005. Dirigió la performance teatral “Figuras” basada en cuentos del escritor Leonardo De Mello - 2007.

Crea y coordina junto a Leonardo De Mello el grupo “La pluma azul” en el cual se organizan tertulias literarias mensuales donde han participado destacados escritores del ámbito literario desde el año 2005. En su tiempo libre, entre otras cosas, dibuja y rememora.



EL HECHIZO

Hace tiempo que dejé mi casa,
en este lugar remoto
nadie puede encontrarme.
Me alberga una mujer antigua,
su vejez engendra murciélagos felices.
La mujer prepara un manjar,
se encerró en la cocina.
Sus perros esperan acurrucados a mis pies.
El aroma nos invade.
Miro hacia afuera y me asusto.
La lluvia es chocolate,
árboles de chocolate se derriten en el patio.
La tristeza es chocolate, tus ojos chocolate
me estremecen, te recuerdo.
Se oyen aplausos lejanos.
La mujer abre la puerta,
ofrece el manjar hirviente.
Se mira al espejo y enloquece.
Su rostro es chocolate,
todo su ser es dulce y doloroso.
Los perros se acercan, tienen hambre.
Quiero salvarla pero no hay tiempo,
mis senos gotean chocolate.
No puedo detenerme,
me duele comerme a mí misma,
me espanta.
La mujer grita, llora, reza.
El hechizo se desvanece lentamente.
Los cuerpos vuelven a ser genuinos,
ya nadie puede comernos.
El pueblo está alerta,
buscan explicaciones, investigan.
Tienen pánico al chocolate.
Fue un descuido, un exceso,
una terrible travesura de magia.
Ya no puedo ocultarlo,
me declaro culpable.






CUATRO PALABRAS

“Cerca de ella, o de él, de modo que calienten
y no quemen” –RAE.

Como una flor a medianoche
deshojada en invierno
esa cosa que late y se estremece.
Elevarme desnuda como un águila
desde mi cama a la intemperie
y no sentir más frío en esta sombra
en la noche morir penetrada de vida.
Decir lo que no escribo,
traslúcida tu mano en mi ombligo desierto.
No poder ocultarme de las horas que duelen
transcurrir en silencio el tiempo que me habita.
Ocultar el poema que mis ojos escriben
dejar toda certeza en un papel inútil
no se puede crear lo inexplicable.
No deje entrar visitas, la muralla se quiebra
dícese “amor”
tan solo cuatro letras
giran en espiral, desaparecen.
Es un invento extraño,
poner una palabra donde suenan dos notas
si nunca son las mismas.
Como decir entonces que la oruga se mueve
tiembla, vuelve a nacer, me empapa de colores.
No es necesario hablar, mi rostro es una vela
que se hamaca en tu pecho cada vez que respiras.
Excesivo es volar y ser terrestre.







SACRILEGIO

Nadie nos preguntó quiénes éramos.
Ni supieron decirnos,
como se veían nuestros rostros
cuando la penumbra nos dejaba desnudos.
Solo recordamos un nombre.
Somos prisioneros de una historia.
Cerraron el libro.
Un escalofrío recorre mis huesos.
A veces nos vigila el ojo de un lápiz.
Nadie nos reconoce.
Sobrevivimos,
ya no tiembla el huracán.
La biblioteca está de luto.
Un sacrilegio de tinta nos persigue.
Nadie nos preguntó
si podíamos soportar tanta belleza.
Respiramos,
luego de haber amado nuestra muerte.
Se quebró la última hoja.
Ahora vivimos, errantes,
suplicando un final.





SUMERGIDOS

Hacía frío en lo profundo.
Sumergidos los ojos ya no pueden llorar.
Nos respiraban en la espalda
flores acuáticas entraron en mi boca.
Querías rescatarme pero estabas inmóvil
una legión de algas invadía tu pecho.
El fuego blanco sobrevive
abajo más abajo, otro reino al final.
Un caballero sin cabeza nos recibe.
Tocamos el violín con los ojos cerrados
para no ver las notas saliendo de su sexo.






Los espejos de Marosa


A la memoria de Marosa Di Giorgio


Tus versos te encontrarán descalza
en los patios azules,
goteando orquídeas en la sombra de la tarde.
Los espejos de la ciudad
te extenderán sus páginas nocturnas
con olor a café,
para que tú renazcas
en todos los instantes donde pariste sueños.
Las luciérnagas de tu infancia
te alumbrarán el rostro leve
para que puedas visitar al escritor ausente.
Tu madre te llamará en la línea del abismo,
para que no te olvides de la última poesía
que quedó colgando de tu mano
cuando el reloj se detuvo para marcarte un final.
Ese final que sólo es un pasaje, una alquimia secreta.
Las águilas del alma
se estampan en las alas tus recuerdos.
Tus lágrimas gimen transformadas en verso.
Bajo la tierra el cuerpo escapa de su encierro.
Tu serás la creadora del bosque de papel.
Un lugar en donde los poetas
podrán beber la libertad
desde sus lápices azules.





La cucaracha

En su rostro apagado
vislumbré un ambiguo gesto de tristeza.
Sus antenas quebradas
suplicaban un instante de vida.
Sus pasos fueron cada vez más lentos,
los papeles temblaron.
La vejez la derribó.
Se oyó un lamento.
Su notable partida,
conmovió a los insectos
que se ocultaban en la lámpara del patio.
Las arañas le comieron las patas y los párpados.
Solo quedó una mueca de súplica en el suelo.
Su mirada sabia circunda mi habitación.
Ella murió y era de tarde.
De ataúd, recibió una pala de residuos,
junto con mi persignación
y la temible sombra de mi mano.