Pilar Gómez Bedate. Nace en Zamora en 1936. Doctora en Filosofía y Letras, ha sido Catedrático de Literatura Comparada en la Universidad de Puerto Rico, Profesora Titular de Literatura Española en la Universidad de Barcelona en Tarragona (actual Universidad Rovira y Virgili) y, posteriormente, Catedrática de Literatura Española en la Universidad Pompeu Fabra , en donde se jubiló en el año 2007.
Su bibliografía -que incluye también obra de traducción como la poesía de Stéphane Mallarmé, del Decamerón de Boccaccio y de la trilogía de Primo Levi encabezada por Si esto es un hombre- se ha centrado en temas referentes a la poesía simbolista y su herencia en el siglo XX, siendo de destacar, por ño que se refiere a la poesía española, sus trabajos sobre Juan Ramón Jiménez y sobre Ángel Crespo, que fue su marido ,así como su sostenida labor crítica sobre la poesía de la segunda mitad del siglo XX.
En 1966 publicó un libro de poemas, titulado Las peregrinaciones en El Toro de Barro. A partir de entonces, y hasta ahora, sólo ha publicado algunos poemas sueltos en volúmenes colectivos, hasta el 2011 en el que publica:
-Las aguas del río, Edición: Olifante, 2011
REGRESO DE BERLÍN
Banderas del Más Allá, las nubes alargadas del crepúsculo
me rodean en mi vuelo hacia la tierra:
rojo, naranja, violeta. ¿Es el Jardín de las Hespérides
el que anunciáis tras el redondo horizonte
o me enviáis como Mensajera de la Muerte,
que he visitado en sus sarcófagos egipcios
y me ha imantado con la Inmortalidad?
SOY EL ALMA DE LA NOCHE
Soy el alma de la noche, que en las esquinas del Horizonte
y en las profundidades se alarga hasta los bosques
donde han gemido los poetas disputando sobre el Amor.
Me aproximo a la Tierra, sembrada de luces esparcidas,
y no sé si me esperan las flores o los sudarios.
MUJERES ANTIGUAS
Os llevo alrededor de la muñeca,
en la pulsera que he comprado
al salir del Museo.
Por diez monedas vais aquí enhebradas,
Perséfone morena de ojos de miel,
y tú, Palmira de delgados dedos,
adolescente Erminia de rosadas
mejillas y carnosos labios,
rubia Cloé que miras con asombrados
ojos abiertos preguntándote
si más allá del vencido Leteo
vas a hallar el amor.
Todas sois jóvenes
y los nombres que os doy los imagino
pero vuestros retratos son tan fieles
noticias de vosotras mismas
que a cada una
he atado a un abalorio plateado,
translúcido, dorado, blanco o gris,
y he dejado sin nombre
sólo a la joven de ojos claros
que apoya un lápiz en los labios
con gesto pensativo
y hay quien llama Safo.
Ella muestra el Deseo
de capturar lo imaginado apenas
en los vastos ensueños de la infancia
cuando las madres nos decían
con susurrante admiración los nombres
de los pintores y los músicos,
de los poetas y los sabios
que sobreviven a sus días
y que acompañan a los nuestros.
No tenéis nombre pero yo os lo pongo,
coro hermoso, y os llevo sobre el pulso mío
que late todavía y resucita
el dolor y el placer que fueron vuestros.
VISIÓN DE LOS YELMOS
Adelgazados por el tiempo
los antiguos yelmos se alinean
en una vitrina del museo.
Nueve debajo de nueve
en tres filas paralelas,
verdosos unos y otros azulados,
Las sombras de Ulises y Patroclo,
de Ayax y Agamenón
se sonríen con los dientes apretados
bajo su peso ligero.
¿Dónde estás tú, Ifigenia
de la plegada túnica,
oculta tras los yelmos de los héroes
reuniendo el oriente y el poniente
en la luz de tus dedos?
Título: Las aguas del río
Edición: Olifante, 2011
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