Alfredo Carlino
(Buenos Aires, 1932)
Poeta, agitador cultural, titiritero, boxeador, periodista y hacedor de innumerables programas de radio, Alfredo Vicente Carlino -declarado ciudadano de Buenos Aires en el año 2004- siempre entendió la poesía como una forma de militancia. Sus poemas recuerdan pinturas, fotos, imágenes imborrables de viejas y nuevas gestas populares. Carlino bien podría suscribir la famosa frase de Pete Townshend (el guitarrista de la banda de rock británica The Who, también aficionado a la poesía): “Si grita pidiendo verdad en lugar de auxilio, si se compromete con un coraje que no está seguro de poseer, si se pone de pie para señalar algo que está mal pero no pide sangre para redimirlo, entonces es rock and roll”. Toda su poética se ocupa de disolver el yo poético en las aguas turbulentas de un sujeto colectivo, sometido a los vaivenes de la historia. Las palabras le salen a borbotones, como de un geiser estallando en Callao y Corrientes, se atropellan unas a otras, urgentes, necesarias como el pan de cada día. Carlino asume la materialidad de la poesía, su valor de uso y entonces ejerce su mester de juglaría predicando en medio de la calle, en bares diurnos y nocturnos, en la tribuna política y en la intimidad amorosa. “Carlino busca un lenguaje múltiple donde la poesía no tiene un género determinado. Este lenguaje se manifiesta en los clubes de barrio, en los cafés de la ciudad, en las fábricas y en la manifestación popular. Como también lo encuentra en el deporte y en la fiestas”, observó acertadamente Germán García. Así los poemas se transforman en caballos desbocados, se dejan inundar por pedazos sociales, son interferidos por proclamas, denuncias y diatribas: “Es el descamisado/y viene a sudar la historia/Se han vuelto locos/se les ha antojado que ahora son los protagonistas/la creatividad/La confluencia de un mismo destino/y cantan como la cigarra bajo el sol”, dice en el poema “Los grasas”. Las vicisitudes del movimiento peronista vertebran la obra de Carlino. Las figuras consulares de Perón y Evita, los ídolos populares del arte y el deporte (el boxeador José María Gatica, el violinista tanguero Alfredo Gobbi), las luchas obreras y estudiantes, los duros años de la resistencia transcurridos entre 1955 y 1973, desde el golpe militar que derrocara al gobierno peronista hasta su regreso al poder, son sumergidos en un tiempo mítico, suspendido en la memoria popular en eterno presente, como si todo volviese a empezar otra vez en la voz aguardentosa de Carlino, poeta épico, plural, reconocible como un árbol en la vereda. Por todo esto Julián Centeya lo definió así: “Y usted tenga en cuenta que aquí, además de las virtudes que conforman la belleza de un canto, está una verdad que sólo está reservada a los buenos, a los nobles, a los que viven enteros y son capaces de darse a pedazos.”
MUCHACHA
Aún en la memoria están tus ojos
amplios de luna como la eternidad.
Quiero decir,
cuando todo se derrumba, algo va quedando.
Hoy nada menos que tus ojos
y también el fervor de tus pechos,
y el silencio en la pausa de los dos
y tu piel de rocío,
de frescuras y albas instaladas.
Se huelen en los recovecos del miedo tus vivencias,
cuando en la soledad de nuestros rincones
me tiembla el incendio
en la vastedad trigal de tu cuerpo
y ardes lentamente
como un viejo madero
para cantar la noche y el día,
con ese encantamiento de tu voz
cuando permaneces frutal
en la calle del amor.
Ahora que nos quieren seguir envolviendo
en la metáfora argentina
de irse o no,
preguntémonos
si aún nos quedan sueños,
si la utopía es una deidad a alcanzarse,
si podemos descubrir que a pesar de todo
no nos trituraron
y podemos soñar con tantos
que todo es modificable,
que la tración es efímera aunque se repita.
El problema es saber si todavía queda algo
y con ese poco,
salir juntos a cambiar la infamia.
Saber que desde el sueño
se puede revertir todo.
A mí, muchacha, aún me quedan tus ojos.
MAIPÚ Y RIVADAVIA (a las cuatro de la tarde)
Invadiendo como flechas
el trajín de la tarde,
con su acento mágico de grandes titulares
los minúsculos canillitas,
parten,
desatan sus voces
en el pregón diario de historias mayores,
tendiendo en cada hoja,
los ojos del mundo,
los labios de una bala
que pronunció una muerte,
ayer mismo, con las primeras señales de la aurora.
O nos dice simplemente, con las otras noticias,
que la manifestación embanderó de gritos nuestras calles,
o que el África o América arde,
porque maduran sus amaneceres retaceados.
Y todo por unas monedas
que hará menos ausente el vino de la mesa nocturna…
¡Palermo, Palermo, Palermo!
Es justamente tu hora
En que la nocturnidad nace
Hay un barrio
Nuevamente vestido de gloria
La multitud brama,
Desparramando al mundo su emotividad.
Desaforados gritan con inmensa alegría
el victorioso nombre de un guerrero
De la visualidad alegre, arrastrada en sus alas
Desde la niñez barrial
El titán de los fragorosos combates
Se va para encarnarse en otro.
Se va con la gloria de un combatiente deportivo
De un obrero calificado
Un trascendente del field
Es el Palermo del glorioso Boca
El club de la multitud.
¡Palermo, Palermo, Palermo!
Un grito de expansión mundial
y en ese grito templado
en la grupabilidad futbolera
donde decenas de miles son uno
al Palermo lo están despidiendo
inaugura su propia leyenda.
En cada barrio, en cada ciudad
en países centrales y otros muy distantes
lo recuerdan alborozados
Millones y millones
adictos al deporte del balón
el Palermo no es un grito cualquiera
es un grito de la jubilosidad
como en cada gol inesperado
Notoriedad de lo que vendrá.
Palermo significa en el Imaginario popular
Sueños y goles.
El futbolista que dio tanto y tanto
Por eso lo están aplaudiendo
No solamente en la cancha sino en el mundo.
¡Palermo, Palermo, Palermo!
Mirarlo es ver la teoría filosófica del gol.
¡Palermo, Palermo, Palermo!
Los apóstoles de la insidia
intentaran desaparecerte
Antes de tiempo.
Aquellos ausentes de fibra
Te escamotearan la pelota
Para cerrarte los caminos del gol
Vos con tu hondura espiritual
Sobrepasando todos los enconos
Que pertenecen a seres menores
¡Palermo! Tu nombre estalla
Lloviendo la sequía
Palermo ya sos de todos
Abriste la puerta de la Leyenda.
Junio 2011
El militante
Al poeta amigo y compañero
Paco Urondo, muerto por
defender sus ideales.
El militante
cuando se esfuma
saqueado en sus latidos
se lleva lo soñado
se va diluyendo
para hacerse ave.
Sus ojos
alucinan a la noche
encendiendo el fragor
en la luminosidad.
Lentamente,
percibimos el canto
racimos de la floresta
en pétalos de la rebeldía.
El militante
sigue musicando
la calle y el sueño.
El ardor
es lo que se renueva
en la espuma de su antigua mirada,
para volverse a quedar
en los aromas.
El militante vive
en los otros
y se queda
alumbrando a los que llegan.
Alicia Eguren
En las espaldas de la ciudad
en el silencio amplio de las mazmorras,
te han muerto, compañera!
Muchacha victoriosa
de flores y banderas.
No toleraban ese cántico
en que ibas sinfonizando
el perfume y la sangre
del viento militante.
Esa forma de enamorar la vida ,
llevando adelante el plenario de lunas
envuelto en los cánticos populares.
Canciones que hicieron a las palabras
bengalas
engordadas de fervor.
En cada acento iba la esperanza,
la furia,
la ternura henchida de locura.
Si hubiéramos excluido el amor y la bronca....
¿ qué otra militancia habría sido posible?
Con tu vuelo filosófico y tus alas poéticas,
bien lo sabias.
¡Compañera de sueños!
amiga de las palabras y el duende militante
camarada de luchas.
No pudieron perdonarte la desobediencia y el grito,
el cantar y la bandera.
Ibas en las entrañas mismas del combate de un pueblo
desaliñado en las creencias.
Creer,
es saber de la verdad,
de la existencia del otro.
Caminabas de paloma.
apasionada,
de nube o de vientos trigales
que amanecían en la aurora,
en tu piel,
para movilizar el retorno.
Utopía de jóvenes
que iban a llegar cantando
para crecer la verdad,
en mañanas comprobables.
Alfredo Carlino en Boca de jarro, 16/05/2009. “A Boca de Jarro” se emite por la AM 740 Radio Cooperativa, de Lunes a Viernes de 22.30 a 24 horas. Conduce Leonardo Cofré
Chau mono
(al Mono Gatica)
Tomabas vino muchacho, tomabas,
groseramente vino,
¡qué feo alcohol, qué feo!
Mas te hubiera valido vender cocaína,
hacer negociados,
ser abogado de las compañías de petróleo.
El médico estaba preocupado con tu alcohol
Una larga noche habitada por tu nostalgia
Justamente a la hora en que Buenos Aires
Advertía de a llantos con su íntimo y fervoroso silencio,
Tu partida.
Cuando todo ya era un tango lento y fatal
Una retorcida memoria que nos hacía daño en el suburbio
Porque era honda la nube que estallaba en el corazón,
Aun más adentro
Cinchando porque sí, porque ¡Dale Mono y tantas cosas!
Lo que no te perdonan son tus pies descalzos
Remontados como un grito,
Una insolencia de los suaves pastos puntanos
Tu falta de respeto con el juez aquel, y en público,
Tus coches, la galera, el ademán.
Porque de ser uno más y el anonimato
Te creció el olvido y con tu trigo fantasmal se te dio por meterte de guapo.
Afiebrado de acontecimientos en el corazón de todos
Porque no podían perdonarte tu corazón ingenuo
Aun niño. La poesía de pájaros demorada en tus ojos,
Tu urgencia por querer ser igual
Toda una subversión humana.
Cómo te iban a perdonar los bandoneones numerosos
Trepados a tus gestos
Las historias de júbilo popular
Iluminadas de fervor y de distancias.
La misión inglesa, el nombre de tu hija, el estrellato
Lo que no te perdonan son tus pies de canillita
El no haber ido a la escuela,
Pero ardiendo siempre como el viento de protagonista
Y esa dramática alucinación
De querer vivir tuteándote con la vida.
Pero no importa, señores, maten la pasión, la calle,
Los gorriones populares.
¡Maten, maten maten!
Ahora ya no serás más José María
Serás un árbol, un tango
El barrio enarbolado
La eternidad, hermano.
Entrevista Pancho Muñoz
17 de octubre
Y ellos,
los mascarones de proa,
los pitucos del privilegio.
No sabían
que la música venia,
igual e idéntica a tantos sueños
malversados y rotos,
por el tiempo colonial.
No sabían
pero la música estaba,
oculta detrás de cada overol,
en cada grito,
Estaba el 17,
que le creció a la ternura,
en la calle ganada repentinamente.
Iban las magnolias y los cipreses del protagonismo.
Iban los sin nombres,
sin abuelos del Patriciado,
sin estancias ni vacas sagradas.
Eran la nada,por eso el todo.
Bandoneones afinados en la latitud del Barrio,
guitarras, bombos y charangos
venían ocultos en la densa brumosidad,
detrás de la pasión,
en la intimidad de un pueblo,
gestador de la multitud sobre la plaza,
el día, el sol,
la utopía, el rescate del Coronel
y la honrada victoria del oprimido
Los jóvenes
Dedicado a Adriana Reydó, hija de un desaparecido;
que sigue soñando la Argentina deseada por sus padres.
Los jóvenes que soñaban la patria
eran plantas, árboles florecidos
levantaban ideas
se desparramaban
navegaban en el
aroma del horizonte,
hojas en debate
vientos para llenar huecos.
esos fueron irrevocablemente muertos.
Oh! Patria desvanecida
en un tiempo de miseria.
Nos armaron los fragmentos,
La primavera fue parcializada en átomos.
Todo con la sangre se hizo oscuro y lento,
no solamente los muertos,
los escondidos,
los torturados,
los prisioneros,
los que partieron por terror,
los del exilio interior.
Orquestaron la tragedia,
imposible de ser descifrada.
No hablemos del como.
Solamente sabemos de la derrota.
Pero hemos de volver
porque seguimos caminando los sueños.
Nada se termina
Todo sigue.....en la lentitud..pero sigue.
Las banderas arriadas siempre pasan
a otras manos.
a otro soñar
a otros latidos
en la sabiduría de saber
que el sol es posible.
Agrupación Oesterheld- Día de la Militancia - Premio a Alfredo Carlino
Los asesinos de las capuchas
Aunque caminen
los intersticios de la locura.
La presencia de la muerte
no ha de amparar
el secreto de los viejos odios.
La lluvia descorre
las escamas del llanto.
Cuando del horizonte
caen oblicuamente
las últimas sombras.
Capuchas ensangrentadas
que ya nadie lava.
Ahora que las miradas
se entrecruzan
hay una vieja severidad
de la sangre
que nadie olvida.
El Canto es la adherencia
que expresa la vida.
No habrá recovecos de la hostilidad
que venza
el tiempo de amor
de un pueblo.
Los grasas
Ahí están,
irrumpen la abulia de la ciudad pacata,
todo es asombro en la mirada ciudadana
vienen nomás,
desde todos los rincones.
Son los grasas, Eva.
están llenos de olores,
de broncas y de fuego.
Se han juramentado diluir
los silencios de la infamia.
Llegan bailando como duendes,
desde todos los recovecos,
desde lejos.
Del fondo de la historia y del agravio.
Vienen montados en la cabalgadura del Chacho Peñaloza
y de la efigie tremenda de Facundo Quiroga.
Tienen la cicatriz del desprecio.
Los veo ensamblados
en tu mirada reparadora,
están seducidos
y se han obcecado
en vivir un tiempo nuevo,
Eva, Eva!
Todo se transforma como antaño,
ya no son los evadidos
ni se anotan en la encuadernada antología del miserable.
Ahora son los compañeros gremiales,
los muchachos sindicalizados
organizándole el pudor popular.
Ahora han dejado de ser los parias,
tienen norte y conductor.
Aterrorizan sus gestos desenfadados
con ese repiquetear de bombos y puteadas.
¡Es el descamisado!
y viene a sudar la historia.
Se han vuelto locos,
se les ha antojado que ahora son los protagonistas,
la creatividad,
la confluencia de un mismo destino,
Y cantan como la cigarra bajo el sol.
Civilización y barbarie
La civilización llegaba en barcos guerreros cargada de pólvora y muerte.
Estaban prolijamente vestidos de odio y sin las muchachas que en el horizonte suavizan la ternura.
Era la nefasta cultura de apropiarse del trabajo de los otros.
Imperialismo anglo-francés.
Llegaban con la idea de saquearnos y estaban tan seguros que lo habían planificado.
Y Don Juan Manuel del que se enamoraban las señoras resiste con el pueblo.
Pone cadenas al río y las montoneras bárbaras a fusiles y trabucos le inflingen la derrota.
Pasión, fusil y trabuco para la humillación enemiga con fecha y domicilio.
Veinte de noviembre en la Vuelta de Obligado y el pueblo de la patria no lo ha olvidado es parte de su rica historia son los alientos de su resistencia.
La guerra imperial prosigue El Pueblo, responde como puede Nadie, ni nada agotarán sus emblemas.
Seguimos siendo la estirpe de lo nacional con su delicado linaje esa lujuria encantada la manera del valor popular para quebrantar al imperio.
Los anglo-franceses supieron la lección aunque no cesaron por otros medios de encontrar el camino al saqueo.
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