León Benarós es un poeta, historiador, abogado, folklorista, crítico de arte y pintor que nació en Villa Mercedes, provincia de San Luis, Argentina el 6 de febrero de 1915. En la faz literaria pertenece a la llamada Generación del '40.
A corta edad su familia dejó su Villa Mercedes natal para vivir primero en Lomas de Zamora, cercana a Buenos Aires, luego en Eduardo Castex en La Pampa y luego en Mendoza. Le gustaba la poesía y la historia y empezó a escribir más o menos a los 14 años, estando ya en Buenos Aires. También vivió y escribió durante varios años en Chivilcoy, desde donde comenzó a publicar.
Su vinculación con el arte
Estudió en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Buenos Aires, donde obtuvo en 1942 su título de abogado y en 1952 fue designado Profesor de Historia del Arte del Colegio Nacional de la Universidad Nacional de La Plata. También tiene inclinación por la pintura, como delicado dibujante de la flora nacional.
Durante 17 años participó como jurado en el programa televisivo de preguntas y respuestas Odol pregunta. Fue cofundador de la revista literaria Correspondencia México - Argentina (1946) y del periódico Contrapunto (1944 - 1945). Publicó trabajos en La Nación, Clarín, revista Sur, Nosotros, Verde Memoria, Lyra, Tarja, Realidad, Pájaro de Fuego, Anales de Buenos Aires (dirigida por Jorge Luis Borges), Conducta, Columna, Atlántida, Continente, Reseña de Arte y Letras, Agonía, en el periódico Correo Literario, y en la revista Proa, de la que fue uno de los secretarios. Ha escrito durante muchos años la sección El desván de Clío en la revista Todo es Historia.
En el exterior, ha colaborado en Cuadernos Americanos (México), Asomante (Puerto Rico), Viernes (Venezuela), Poesía de Venezuela, Cordillera (Bolivia), La Gaceta de Chile, dirigida por Pablo Neruda, La Estafeta Literaria (España), etc.
Verdadero apasionado de la música nativa, se destaca por sus canciones testimoniales, como El Chacho, Viva Güemes así como las que tienen por tema a otros caudillos. Como letrista tiene alrededor de 250 obras registradas en Sadaic, entre las cuales 64 llevan música de Carlos Guastavino. Ha dado conferencias sobre pintura argentina moderna en ciudades de Argentina y también en Lima, Bogotá, Caracas, Quito y La Paz.
En su obra Siete para el tango escribió biografías que van desde Rosendo Mendizábal hasta Rosita Quiroga. Su canción más difundida es la zamba La tempraneracon música de Guastavino.
Entre las instituciones que lo cuentan entre sus miembros se encuentran la Asociación Argentina de Críticos de Arte, la Asociation Internationale des critiques d´art, París, la Comisión Examinadora de Letristas de SADAIC, la Sociedad de Historiadores Argentinos, la Academia Porteña del Lunfardo (miembro fundador) y la Academia Nacional del Tango.
Premios y distinciones
Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) (1944)
Premio Municipal de Poesía otorgado por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires (1945)
Premio IPCLAR de la Provincia de Santa Fe por Memorias ardientes (1969)
Gran Premio de Honor otorgado por la Fundación Argentina para la Poesía (1982)
Premio Recorrido Dorado otorgado por la Sociedad Distribuidora de Diarios y Revistas (1988)
Diploma al mérito en la categoría Letras (Folclore) de la Fundación Konex (2004)
Primer Premio de Poesía otorgado por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires por Memorias Ardientes (1970)
Tercer Premio Nacional por Memorias Ardientes y Romances de infierno y cielo
Gran Premio de Honor de la SADE (1998)
Premio Trayectoria del Fondo Nacional de las Artes (1995)
Declarado “Personalidad Emérita de la Cultura Argentina” (Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación).
Declarado Ciudadano ilustre de la Ciudad de Buenos Aires
Segundo "Premio Especial Ricardo Rojas" de la Municipalidad de Buenos Aires, por Leyendas Argentinas.
Premio "Cesar Mermet" de la Fundación Argentina para la Poesía.
Obras
Leyendas argentinas
Romances paisanos (trabajos y oficios criollos)
Romances de la tierra
Versos para el angelito
Décimas encadenadas
Romancero criollo
Cancionero popular argentino (compilación)
Romances de pueblo
El rostro inmarcesible.
Memorias Ardientes
El bello mundo
El desván de Clío
Mirador de Buenos Aires
Siete para el tango
Romancero Argentino
El Río de los Años
Romances de Infierno y Cielo
Romances Paisanos
Carmencita Puch
Elisa Brown
La Mano y los Destinos
El Bello Mundo
Flora Natal
Canto de Amor a Buenos Aires
Romances de Pueblo
Canciones folclóricas
Cara de negro (doce candombes y pregones de Buenos Aires, con música de Sebastián Piana)
Flores argentinas (álbum con música de Carlos Guastavino)
Pájaros (álbum con música de Carlos Guastavino)
La tempranera (zamba)
Mi viña de Chapanay (cueca)
El sampedrino (aire de milonga)
Milonga para un fogón (con música de Remo Pignoni)
Forjadores de la Patria (álbum con música de Eugenio Inchausti)
Gente Criolla (álbum con música de Chacho Santa Cruz)
LA TEMPRANERA
Eras
la tempranera,
niña primera, amanecida flor.
Suave
rosa, galana,
la más bonita tucumana.
Frente
de adolescente,
gentil milagro de tu trigueña piel.
Negros
ojos sinceros,
paloma tibia de Monteros.
Al bailar esta zamba fue
que, rendido, te amé.
Eras,
mi tempranera
de mis arrestos prisionera.
Mía
yo te sabía
cuando, por fin, te coroné.
Era
la primavera
la pregonera del delicado amor.
Lloro
amargamente
aquel romance adolescente.
Dura
tristeza oscura,
frágil amor que no supe retener.
Oye,
paloma mía,
esta tristísima elegía…
Al bailar esta zamba fue
que, rendido, te amé.
Eras,
mi tempranera
de mis arrestos prisionera.
Mía
yo te sabía
cuando, por fin, te coroné
AROLAS
Le dio un fuelle su bautizo.
Era de esa muchachada
que entre taquito y sentada,
sacaba viruta al piso.
Del tango hizo lo que quiso;
por él cantaron las violas,
por él lloraron a solas….
Pido atención, compañeros;
a sacarse los sombreros:
¡estoy hablando de Arolas!
Espigado y palidón,
de pantalón orillero
a lo cantor el sombrero
y el tango en el corazón,
se metió en el bandoneón
del boliche de la esquina
y, a un compás de chamuchina,
sobre pisos encerados
vio brillar los charolados
con caña de gabardina.
Si algún organito añejo
pasa por el arrabal
o alguien silba, bien o mal,
el tango Derecho viejo,
nos estremece el pellejo
su responso milonguero
y un réquiem arrabalero
tirita en las calles solas:
es que rezan por Arolas
y hay que sacarse el sombrero.
Tierra
Ella nos dice la palabra viva,
nos guía por un rumbo iluminado
y nos muestra el camino señalado
para la perfección definitiva.
Para su mundo de laurel y oliva,
para su pobre mundo ensangrentado
va, puro y redimido de pecado,
el triste corazón, a la deriva.
Ella nos amortaja con su veste.
Su oscuro reino de milagro y cieno
abarca Norte, Sur, Este y Oeste.
Nos da la clave de lo ultraterreno,
el signo impar, el número celeste
para que regresemos a su seno.
Los árboles
Dioses callados, huéspedes dichosos,
trofeos, enterrados homenajes,
desde sus días altos y salvajes
al sol se orientan, de su beso ansiosos.
Ramos les dan los días misteriosos
y una embriaguez total, en verde encaje,
les cuelga de los vívidos ramajes
flores de perfección, frutos hermosos.
Felices ellos, pues que su porfía
de cárcel vertical, en las serenas
tardes es fiel al rito de su día.
Pero yo, extraño de hábitos y penas,
¿qué luz he de poder decir que es mía,
inmóvil de presagios y cadenas?
Ay, tiempo...
Ay, tiempo, que nos reduces
nos menguas y simplificas
y en el lecho de la Nada
nos tiendes y sacrificas.
¿Sucesion interminable
o inmovil eternidad?
Nos mides y nos señalas
la hora de la verdad.
Si alguna piedad te queda
convencenos de volver.
Concedenos un instante
Para expresarnos y ser.
RUIDOS NOCTURNOS
Tristes maderas, vidrios o sufrientes herrajes,
anillos, foscas piedras, caracoles marinos,
lamentan en la noche sus contrarios destinos
y buscan sus orígenes, extraños y salvajes.
Entonces suben himnos ocultos, homenajes
donde los mares lloran. Y sollozan los pinos
por humilladas mesas y estantes anodinos,
cruelmente separados de troncos y ramajes.
Y un motín de murmullos eleva sus clamores
de sospechosos y altos, graves aparadores,
y de crujientes cómodas y muebles taciturnos.
Y con el alba tímida, súbitamente callan.
Y de nuevo en las sombras, en su lamento estallan,
y la palabra inician con los ruidos nocturnos.
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