Jan Martínez, poeta, narrador, critico literario y ensayista nació en Puerto Rico en el pueblo de Vega Baja, en el año de 1954. Los poemas y ensayos de Jan Martínez han sido publicados en numerosas revistas, periódicos y antologías de Puerto Rico y el extranjero. Durante los años que vivió en Nueva York (1984-1990) se desempeñó como columnista de El Diario/La Prensa, como escritor residente de La casa de la Herencia Cultural Puertorriqueña y como profesor en Lheman College. Dirigió la revista La Torre de la Universidad de Puerto Rico durante diez años y como las Series de Poesía Luna Nueva y Zinsonte. Actualmente, es profesor de literatura en la universidad Politécnica de Puerto Rico. Poesía suya ha sido traducida al húngaro. Ganó el Premio de Poesía de la Casa Cultural Dominicana en Nueva York y ha obtenido Premios del Pen Club de Puerto Rico y del Ateneo Puertorriqueño. Obras: Minuto de silencio (1977), Archivo de cuentas (1987), Jardín (obra escogida 1977- 1997, 1997), Prosas (per)versas (2000), La nueva sensibilidad (1995).
Ítaca
Para qué volver a Ítaca
Después de tantos años,
De tanto óbolo cegando
Las miradas de los héroes muertos.
Después de tanta sangre, de tantos ayes.
Después del artificio mortal del caballo.
Para que volver a esa Ítaca
Que ya no existe.
Que solo nos brindó sentido y esperanza
A través de la guerra y el dolor.
Ítaca nunca será un regreso.
Troya nunca será una ausencia.
Ítaca fue una ardiente despedida.
Una estela que borró el tiempo.
En cada nueva hora, en cada cenit
En el postrer puñado de arena
Ítaca es solo un viejo apunte de nieblas.
Las palabras
Dicen que tienen peso,
Que son oro o plata,
Que el verbo es un diamante.
Dicen que también se las lleva el viento.
Que es infinita la paciencia del papel.
Que el hastío las abisma,
Que el amor las junta,
Que el dolor las afina.
Que tienen un fondo
Y alientan en una forma.
Que hay palabras gastadas, malolientes
De tanto estar en la boca de todos
Y en el corazón de nadie.
Se comenta que a veces esconden
Más de lo que dicen.
Que hay palabras blandas y azules
Como para meter el pan y las mañanas en ellas.
Y palabras de bruma
Como para urdir silicios en las noches silentes
Y palabras cristalinas
Donde el iris a veces estampa la fe de su firma.
Que la palabra dada es asunto de honor.
Que hay hiladas palabras
Que a sus dueños les han brindado
La precaria eternidad de los hombres.
(dicen que algunas palabras
coquetean con la inmortalidad).
Juran que las palabras tienen peso.
Sí, pero su peso varía de acuerdo
A quien diga las palabras.
Porque las mismas palabras
No significan lo mismo
En los mercados que en el lecho.
En el pedestal que en el martirio.
Si, a veces, las palabras, pesan.
Cortesanos
Una vez tú y yo nos encontramos
Besando la misma mentira
Bajo la sombra de unos almendros.
Corría la espuma demente entre los marullos
Y nosotros diluidos en las redes del sortilegio,
Acunando nuestra mentira,
Sembrando jardines en el interior del olvido,
Elucubrando entre salitres
Falsas columnas de bruma,
Precarios crepúsculos de fuego.
Qué bello el palacio
Que esa tarde perdimos.
Qué sublimes las rosas
Que nunca alumbraron en tu mesa.
Qué elegante el gesto
De jamás volverte abrir una puerta.
Qué intenso el dolor que nunca nos proferimos.
Qué delicado el gesto que nunca te hirió.
Qué tarde corta, aquella, la de la eternidad.
Otra vez la soledad
La soledad, lo sé, tiene un nombre tibio
Y olvidos de sueños.
En ella siempre late un desengaño y un desvelo.
La involucrada tristeza de ciertos asuntos ineludibles.
Largos pasillos donde languidecen pequeños crímenes,
Ciertas crueldades que no desmerecen.
Ni de alisios ni alivios sabe mucho la soledad.
Allí donde está llega siempre el olvido,
Alguna canción ajada, ciertos libros
Y una madeja de recuerdos insistentes.
Vive de tus caídas, se alimenta de quienes te olvidan.
Conoce el arduo negocio
De intercambiar recuerdos por traiciones.
Retrato
Qué bueno es odiarse tiernamente.
Sentarse a hablar de lo que nunca hicimos.
Mentir anécdotas del viaje
Que jamás zarpó del puerto.
Elucubrar historias de la ciudad
Que nunca escapó del brillo de la postal.
Esgrimir ante todos, los restos
De aquella rutilante victoria que estaba destinada
A coronar de laureles nuestra frente.
Sentarse libremente a no ser nadie.
A no ser título de nada.
Que ningún desenlace esté al alcance.
Que ya no pueda ni prometerse una ilusión.
Que los buzones jamás abran la boca.
Me estimo más sin recuerdos,
Me quiero vacío,
Simple, mirando al viento, simplemente.
Amo lo transparente, lo fugaz.
La enorme constancia de lo perecedero.
La irresponsable hermosura del tedio.
La inapelable certeza de la mentira.
Que agradable sentirse hueco,
poroso, permeable de todo y de nada.
De no tomarme en cuenta y saberme desechable.
De haber tirado al vertedero todas las opiniones.
Que júbilo no quererme desde ningún abismo.
Asunto de felinos
Es la noche cuando medra el silencio
Y la brisa susurra fragancias de lirios
Entro a tu aposento, me cubren tersas lianas,
Un destierro de ranas canta su lascivia.
Me interno entre enramadas donde las luciérnagas
Juegan su pedrería más fina.
Entro y te aposentas sinuosa,
Con medias lunas de esmeraldas sediciosas en los ojos,
con meditados letargos de nuevas ansiedades.
La garra trémula toca el ardiente trémolo de tu piel,
muerdo sedas desesperadas en tu cuello
Y aspiro entre la piel de antiguos crepúsculos
Un olor a rojos de amapolas y azules de alba.
Te derribo sobre la dulces gramíneas del lecho
Y gimes y te quejas fingiendo,
Mi olfato rastrea tu olor, se enreda en un aliento
De sabanas y praderas florecidas
Te vuelvo a encerrar en mi mordida.
Mis dientes en tu cuello no te mienten
Quiero saber la sabiduría de tu sangre.
Hacerme sabio de tu vida,
Saborear la recóndita linfa
que te hace transparente el delirio.
“Cartas sobre la mesa”
Las cartas están sobre la mesa.
A un extremo un hombre palpa espadas,
su tersura se recrea en reyes
y oros y bastos de inconfundible grandeza.
Busca abolir la penumbra
con el diamante de un deseo.
A otro extremo de la partida
siempre juega una mujer
que tiene el corazón de un as
y en el sueño
una vastedad de trébol.
Juegan a sabiendas de que este juego
hace tiempo enterró al azar un día.
De Minuto de Silencio (1977)
Pensar que te han visto
tantos ojos
llenos de miradas malogradas
y que tu traje
está lleno de gentes
y de terrenos baldíos
donde traes mundos anochecidos
y calles cuajadas de arrecifes
donde no juegan los niños
ni los pájaros
comen migas de pan.
Sólo las muchedumbres
se revuelven,
se diluyen
en su lucha de lanzas
y palabras afiladas.
Sólo tu traje
me recuerda que soy
parte del cosmos
con su caravana de átomos
es como un puente
de seda mágica
como un adefesio cruel
que las gentes dejaron en ti.
Pero cuando mis manos
derriban tu piel primaria
vienes a formar parte
de otro universo
de albas de miel
y mediodías acompañados
las noches son un revólver continuo
de ondas genitales
donde soñamos
y arrebatamos al mundo
niños quiméricos.
Sólo me inquieta tu traje.
Cuántos han nacido en esa misma cama,
en ese mismo hospital
en que una tarde de mayo
de mi madre la figura antigua torné.
Tanto nacimiento,
tanto crepúsculo invertido
en el mismo ámbito,
que sin ser alba,
somos la luz con la sombra a cuestas;
y tener que ir a morir a lugares distintos
sin una madre que nos dé a luz la muerte.
No quiero la tranquilidad inútil de las iglesias
donde el odio no gesticula su canto
ni la docilidad del agua transparente,
olvidada, donde nunca una imagen
ni siquiera una sombra viste su desnudez,
no quiero la serenidad del libro abierto
y la luz del cuarto.
Sólo quiero mi diario pedazo de angustia
abordando con sus garfios
todos los costados de mi existencia.
MINUTO DE SILENCIO
Minuto de silencio.
Hacia las sombras,
el hombre mira desde un caracol
con cien órbitas en la boca.
Anida un ansia de siglos
en el diluvio de las flores.
Minuto de silencio.
Las palabras callan
y son casi átomos
de una dimensión destrenzada.
Una mujer con piel
de sombras anchas
persigue los sexos,
con diez banderas rítmicas apretadas al vientre.
Minuto de silencio.
Murciélagos de luz,
desmadejan los cristales, en filamentos de ternura.
Minuto de silencio.
Cómo decir que pienso
cuando un momento casi rojo,
casi abanico de ausencia presente
me rompe en humo los ojos.
Minuto de silencio.
De un túnel inmenso
surge la luz, cosmos de alas
pegadas al centro del dolor.
Minuto de silencio roto
se oye el llanto,
hay una muerte,
naciendo en un ser nuevo.
De Archivo de cuentas (1987)
LOS AHORCADOS
Los ahorcados no se deben descolgar
hacen daño a los nervios,
aparecen de noche
como un péndulo
a malograr los sueños,
a dejar jojota la conciencia.
Son traidores y desconectados,
gente que nunca tiene
los pies sobre la tierra.
DIAGNÓSTICO
Hoy he ido al oculista
a que me sintonizara
el azul del cielo, las gaviotas,
a que detuviera las casas viejas
y los mendigos
al borde de los párpados.
Para que pintara pájaros
y rosas.
En fin para que curara
esta fijación de cosas tristes.
LUCIÉRNAGA
En el monte
parieron las estrellas.
MARIPOSA
Basílica que en el viento
bate sus alas.
PEQUEÑO HOMENAJE AL OSITO DE CUERDA
En el camino, una mariposa de plata
le persigna las espaldas.
PREGUNTA A HOUDINI
¿Y ahora cómo podrás escapar
de las estatuas
que los hombres te erigieron?
PAÍS
No creas país que te debo lo que siento
tú me debes lo que no me haces sentir
y hasta por ti a veces siento lo que no debo.
DIARIO VIVIR
La calle de mi casa
sólo sirve para mi balcón
porque en la calle de mi casa
suceden cosas
que adentro se olvidan.
El balcón y la acera
sirven de archivo
para la bilis de la ciudad.
Por eso el balcón de mi casa
no sonríe:
tiene la boca llena de caries.
DOMINGO
Hay días que vienen cojos,
atortolados y melancólicos
que no saben caminar
y se caen de bruces.
Días sin almíbar
o pellizco de pájaro.
Días que se meten en las sábanas
y escriben cartas de abulia.
Días que nos sientan en la sala
con aire de primo aparecido.
PERSPECTIVA
Como flores desprendidas
han caído jugando
en el cristal de mis espejuelos
los dedos de mi hija.
Y sólo veo con claridad
el fino retrato de diminutos caminos
de piel,
la indeleble marca
de un mundo reducido
a diez hermosas huellas
de cariño digital…
Es cierto
mis espejuelos están sucios
no se observa nada congruente.
El cariño verdadero
transfigura el mundo.
QUIROMANCIA
Fui a que me leyeran la mano
encontraron muy corta
mi línea de vida.
Vieron raras enfermedades,
trágicos sucesos en el tiempo.
Despavorido corrí a casa
tomé una navaja
y extendí al infinito
la maldita línea.
De Jardín. Obra Escogida 1977-1997
FAROL
Había una luz íntima
que, aun cuando
no abolía la noche,
sí la descifraba.
EL RELOJ DE ARENA
Mientras se besan
se hace polvo el deseo.
EL OTRO LIBRO
I.
Pasa la página de la claridad,
busca el índice que flota en la fuente.
Estudia el prólogo que traza el alba,
la tarde es un capítulo fatal
y en la noche concluye
de estrellas poblada la trama.
II.
Este es el único libro
que te es dable conocer.
Lo demás es el caos,
la nada cuantificada
en tubos de ensayos
y en confusas bibliotecas.
Lo demás es la palabra obnubilante,
el nombre que oculta,
el verdadero sentido del Universo.
POÉTICA
¿Es ave lo que trazo?
¿Será cristal, alto jardín,
el margen donde me repito?
INSCRITO AL BORDE
DE UN FRESCO
El día que la Venus perdió las manos.
La tarde en que cayó Alama.
El último argumento de Melibea.
Aquella oscura fecha de 1508.
No son tan tristes
como la página que ya está escrita
pues todo lo dicho es desesperanza.
http://nunez-santiago.blogspot.com/2010/04/favoritos-20-poemas-de-jan-martinez.html
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