Philippe Jaccottet
Philippe Jaccottet (nacido en Moudon, Suiza, el 30 de junio de 1925) es un poeta y traductor de varios idiomas, afincado en Francia desde 1953.
Nacido en Moudon, Jaccottet estudió Letras en Lausana, si bien pronto se trasladó a París, donde trabajó para la editorial Mermod, durante varios años. Muy joven, conoció al poeta Gustave Roud, con el que mantuvo una importante y larga Correspondencia, 1942-1976.
Finalmente se instaló, al casarse en 1953 con la pintora Anne-Marie Haesler, en una pequeña población, Grignan, de la comarca de Drôme, en la Provenza, para vivir toda la vida allí dedicado a la literatura y a la traducción. En ese mismo año, Jaccottet publicó su primer libro de poesía. Y ha seguido escribiendo —ensayos, críticas, prosas, poemas— hasta la actualidad. Hoy se le considera uno de los más grandes poetas vivos de lengua francesa.
Jaccottet ha hecho traducciones al francés muy reconocidas, sobre todo del alemán, pero también del italiano, español, ruso y griego. Efectivamente, tradujo a clásicos alemanes como Goethe o Friedrich Hölderlin, y a escritores del siglo XX como Mann, Rilke, así como la obra completa de Musil, de quien es un gran especialista.
Y asimismo ha traducido obras de Leopardi, y de Ungaretti o Carlo Cassola. A ello se añade una versión del poeta ruso Mandelstam, otra de Góngora, y un magnífico Homero: la Odisea.
Por otro lado, se han traducido al castellano varios de sus libros. Destacó ya en 1975 la versión de su ensayo Rilke por sí mismo. Antonio Martínez Sarrión tradujo un puñado de poemas suyos; y el también poeta Fernando Romera tradujo en 2005 una selección de su lírica 24 poemas. Pero destacan La oscuridad (una bella y extraña narración en primera persona, con un trasfondo existencial), y varios libros de poesía, como Cantos de abajo, A la luz del invierno, Pensamientos bajo las nubes, El ignorante, A través de un vergel, Cuaderno de verdor, Y, sin embargo y Aires, además del ensayo El paseo bajo los árboles. Todas estas versiones se deben al poeta y traductor Rafael-José Díaz, que ha mantenido un contacto directo con el autor desde hace casi dos décadas.
Valoraciones
Jean Starobinski ha señalado la confianza que sus poemas suscitan en el lector; la escritura de Jaccottet sería una voz leal que habita el sentido, que encaja en la melodía: ante él pensamos que aún el discurso poético es posible, fuera de la solemnidad y de la grandilocuencia. El autor evita la gratuidad y la brillantez de las imágenes, pero también elude excluirse; Jaccottet no se ausenta, pero si no renuncia a la función expresiva, propia de la lírica, sin embargo su voz es la de alguien discreto en un grado máximo.
Es uno de los pocos escritores que han sido recopilados en vida por La Pléiade: OEuvres, 2014.
Premios
Jaccottet ha recibido los siguientes premios:
Prix des écrivains vaudois, 1958.
Johann-Heinrich-Voß-Preis für Übersetzung, 1966, de la Academia Alemana de la Lengua y la Poesía.
Prix Montaigne, 1972.
Prix Gottfried Keller (sitio), 1981.
Gran Prix de Poésie de la Ville de Paris, 1985.
Gran Prix national de Traduction, 1987.
Petrarca-Preis (sitio), 1988 en Trieste.
Grand Prix national de Poésie, 1995.
Friedrich-Hölderlin-Preis, 1997 en Tubinga.
Horst-Bienek-Preis für Lyrik, 2000, de la Academia de Múnich.
Prix Goncourt de la poésie, 2003.
Mérite cantonal vaudois, 2009.
Gran Prix Schiller, 2010.
Obra
L'Effraie, 1953, poesía.
L'ignorant, 1952-1956. poesía. Trad: El ignorante, Pre-Textos, 2006. ISBN 978-84-8191-773-4
L'obscurité, 1961, relato. Trad: La oscuridad, Artemisa, 2005. ISBN 978-84-96374-16-4
La promenade sous les arbres. Trad: El paseo bajo los árboles, Cuatro.ediciones, 2011 ISBN 978-84-938566-0-1.
Airs, 1967. Trad: Aires: poemas 1961-1964, Fundación Godofredo Ortega Muñoz, 2010 ISBN 978-84-614-0846-7
L'Entretien des muses, 1968, crónicas de poesía.
Paysages avec figures absentes, 1970, prosas.
Chant d'en-bas, 1974. Trad: Cantos de abajo, Círculo de Bellas Artes, 2007 ISBN 13: 978-84-87619-20-5
Rilke par lui-même, 1971. Trad: Rilke por sí mismo, Monte Avila, 1975, monografía.
À la lumière d'hiver, 1974, poesía. Trad: A la luz del invierno, Calima, 1997. ISBN 978-84-920468-7-4
Des Histoires de passage, 1983
Pensées sous les nuages, 1983, poesía. Trad: Pensamientos bajo las nubes, Calima, 2002, ISBN 84-89972-77-X.
La Semaison, Carnets 1954-1967, 1984
Une Transaction secrète, 1987, ensayos de poesía.
Cahier de verdure, 1990, poesía. Trad: Cuaderno de verdor, Bartleby, 2005. ISBN 978-84-95408-39-6
Requiem, 1991
Libretto, La Dogana, 1990, prosa.
Poésie, 1946-1967, 1971 (Poésie/Gallimard, 1990, con un prólogo de Jean Starobinski).
Requiem (1946), seguido de Remarques (1990), Fata Morgana, 1991
Cristal et fumée, Fata Morgana, 1993, viajes por España, Grecia y Egipto.
A la lumière d'hiver, precedido por Leçons y Chants d'en bas, seguido de Pensées sous les nuages, Gallimard, 1994
Après beaucoup d'années, Gallimard, 1994
Autriche, L'Age d'homme, 1994
Eaux prodigues, Nasser Assar, litografías, La Sétérée, J. Clerc, 1994
Ecrits pour papier journal: chroniques 1951-1970, Gallimard, 1994, textos presentados por Jean Pierre Vidal.
Tout n'est pas dit: billets pour la Béroche: 1956-1964, Le temps qu'il fait, 1994.
La seconde semaison: carnets 1980-1994, Gallimard, 1996.
Beauregard, Zoé, 1997, postfacio de Adrien Pasquali.
Paysages avec figures absentes, 1976; Poésie/Gallimard, 1997.
Observations et autres notes anciennes : 1947-1962, Gallimard, 1998, notas diversas.
A travers un verger; seguido de Les cormorans y Beauregard, Gallimard, 2000. Trad: A través de un vergel, Ultramarino, 2003.
Carnets 1995-1998: la semaison III, Gallimard, 2001
Notes du ravin, Fata Morgana, 2001.
Et, néanmoins, Gallimard, 2001, prosas y poesías. Trad: Y, sin embargo, Trea, 2010 ISBN 978-84-9704-485-1.
Le bol du pèlerin (Morandi), La Dogana, 2001.
Une Constellation, tout près, La Dogana, 2002.
A partir du mot Russie, Fata Morgana, 2002.
Gustave Roud, Seghers, 2002, presentación y selección de textos realizada por Jaccottet.
Correspondance, 1942-1976 / Philippe Jaccottet, Gustave Roud, Gallimard, 2002, edición de José-Flore Tappy.
Nuages, con Alexandre Hollan, Fata Morgana, 2002.
Cahier de verdure, junto con Après beaucoup d'années, Gallimard/poésie, 2003.
Truinas, le 21 avril 2001, Ginebra, La Dogana, 2004.
De la poésie, Arléa, 2005, entrevista con Reynald André Chalard.
Correspondance, con Giuseppe Ungaretti, 2007.
Ce peu de bruits, Gallimard, 2008
L'encre serait de l'ombre (1946-2008), 2011.
OEuvres, La Pléiade, 2014.
Tú estás aquí
Tú estás aquí, el ave de viento gira
Tú estás aquí, el ave de viento gira
Dulzura mía, herida mía, amor mío.
Viejas torres de luz se desvanecen
Y la ternura entreabre los caminos.
La tierra es ahora nuestra patria.
Entre la hierba y las aguas avanzamos,
Del lavandero donde brillan nuestros besos
Al espacio que fulminará la guadaña.
“¿dónde estamos?” Perdidos en el corazón
de la paz. Aquí, bajo nuestra piel,
bajo la corteza y el barro, sólo habla.
Con su violencia de toro, la sangre
Fugitiva que nos confunde y nos conmueve
Como esas maduras campanas sobre el campo
(Traducción de François-Michel Durazzo)
Ahora sé
Ahora sé que no poseo nada, ni siquiera
Ahora sé que no poseo nada, ni siquiera
Ese oro hermoso hecho de hojas marchitas,
Ni esos días que vuelan del ayer al mañana
Con grandes aletazos hacia una feliz patria.
La emigrante mustia , la belleza liviana, huyó
Con ellos, con sus falaces secretos,
Envuelta en brumas. Sin duda la conducirán
A otro lugar,; a través de estos bosques lluviosos.
Como antaño, me hallo en el umbral de un invierno
Irreal, donde canta el pardillo, obstinado, única llamada
Que no cesa, como yedra . Mas ¿quién puede decir
Cuál es su sentido? Veo mi salud disminuir,
Semejante a ese leve fuego de más allá de la niebla
Que un frío viento aviva, apaga... Ya es tarde.
(Traducción de François-Michel Durazzo)
Interior
HACE mucho tiempo que intento vivir aquí,
En esta habitación que aparentemente amo,
Con la mesa, los objetos indiferentes, la ventana
Que se abre al final de cada noche a otro ramaje,
El corazón del mirlo late e la hiedra sombría,
En resplandor consume en todas partes la antigua oscuridad.
Yo también acepto creer que todo es aquí dulce,
Que estoy en mi casa, que el día será hermoso.
Pero justo al pie de la cama está esa araña
(A causa del jardín) que no he pisoteado
Bastante, y se diría que aún fabrica
La trampa que espera a mi frágil fantasma
(Traducción de François-Michel Durazzo)
Fragmentos de agosto
I
Rosa, de pronto como una rosa
Rosa, de pronto como una rosa
surgida en la estación fría.
No hay nieve,
pero si mucha agua animosa por las rocas
y violetas en medio del sendero.
Agua verde a causa de la hierba.
Rosa, puerta del año.
Como la rosa furtiva en la mejilla,
la nieve que se borra antes de tocar el suelo,
bienhechora.
II.
Tarde en la noche de agosto,
el ojo de Tauro se enrojece
como si fuera a sembrar la tierra.
Sabe que acabarán con él tarde o temprano
y que en este lado del cielo
ninguna vaca pasta.
¿De qué hoguera han escapado estos abejones?
Cuando mis pensamientos arden,
sé por qué es.
III
En esta noche,
en este instante de esta noche,
creo que incluso si los dioses incendiaran
el mundo,
de él seguiría quedando una brasa
para volver a florecer como una rosa
en lo desconocido.
No soy yo quien lo ha pensado ni lo ha dicho,
sino esta noche de invierno,
sino un instante, ya pasado, de esta noche de invierno.
IV
Orden a los pastores ausentes:
que retengan a las ciervas que se escapan,
mal aconsejadas por las nubes,
que desaten una a una las trenzas de los arroyos,
que protejan las hierbas raras de la cañada
y que hagan tañer el marfil de las piedras
en la montaña en que cada árbol se dobla como lira.
La voz
¿Quién canta allí cuando todos callan? ¿Quién canta
con pura y apagada voz ese canto tan hermoso?
¿Será en las afueras de la ciudad, en Robinson,
en un jardín cubierto de nieve? ¿O aquí cerca
alguien que no esperaba que pudiéramos escucharlo?
No nos impacientemos
ya que el día no viene precedido, ni mucho menos,
por el pájaro invisible. Pero permanezcamos
en silencio. Una voz sube, y como el viento de marzo
le otorga fuerza a la envejecida madera, nos llega
sin lágrimas, más bien sonriendo ante la muerte.
¿Quién cantaba allí cuando se apagó nuestra lámpara?
Nadie lo sabe. Sólo al corazón que no busca
ni la posesión ni la victoria le será dado oírlo.
Versión al castellano: Jorge Nájar
El ignorante
A medida que envejezco, crezco en ignorancia;
a medida que más vivo, menos poseo y menos reino.
Un espacio a veces de nieve o a veces brillante,
mas nunca habitado, es todo lo que tengo.
¿Dónde se halla el que lo legó, el guía, el guardián?
Permanezco en mi habitación y al principio callo
[silencio doméstico, instalador de un poco de orden]
escuchando las mentiras que se alejan una a una:
¿qué queda de todo eso?¿qué le impide al moribundo
dejarse llevar por la buena muerte? ¿Qué fuerza
le hace hablar aún entre sus cuatro paredes?
Yo el ignorante, el inquieto, ¿llegaré a saberlo?
Pero ya sé realmente quién es el que habla,
y su palabra penetra con el día, aunque algo vaga:
“Como el fuego, el amor sólo establece su claridad
sobre el error y la belleza de los leños en ceniza…”
Versión al castellano: Jorge Nájar
Caminata al final del verano
Avanzamos sobre peñascos cubiertos de conchas,
placas hechas de libélulas y arena,
caminantes enamorados, sorprendidos de su propio viaje,
cuerpos provisorios, reencuentros sin fortuna.
Una hora de descanso en las terrazas bajas del litoral.
Palabras sin demasiado eco. Destellos de hiedra.
Caminamos rodeados por los últimos pájaros del otoño
y bordonea la flama invisible de los años en el madero
de nuestros cuerpos. Agradecimientos sin embargo
al viento que entre las encinas no sabe callar.
Abajo se amontona la bastedad de los muertos antiguos,
la precipitación del polvo que antaño fuera claro,
la petrificación de las mariposas y los enjambres,
y en la parte baja del cementerio semilla y piedra,
las bases de nuestro amor, de nuestras miradas y quejas,
lecho profundo del que se aleja de noche cualquier temor.
Arriba tiembla lo que aún se resiste a la derrota,
arriba brillan las hojas y los ecos de alguna fiesta;
antes de hundirse a su vez en los cimientos
los vencejos fulguran encima de nuestras casas.
Luego llega por fin lo que podría vencer nuestro infortunio,
el aire más ligero que el aire y en las cimas la luz,
tal vez las palabras de un hombre evocando su juventud,
oídos cuando la noche se acerca y que un vano ruido de guerra
por décima vez viene a molestar la exhalación de los campos.
Versión al castellano: Jorge Nájar
El poeta tardío
El poeta tardío escribe:
“Mi espíritu se deshilacha poco a poco.
Incluso la malva rosa y el pinzón me parecen lejanos
y lejanos cada vez con menor seguridad.
Llegaré incluso a solicitar
que me descarguen de este saco de luz:
¡gloria extravagante!”
¿Quién entre estas bellezas responderá?
¿No habrá alguien entre ustedes,
incluso sin decir nada, para venir en pos de él?
Vaya, como se dispersa, la manada de fuentes
que creímos haber conducido alguna vez por estas praderas…
He aquí que a partir de entonces
cualquier música de antaño se le sube a los ojos
convertida en gruesas lágrimas:
“Vuelven los alhelíes y las peonías,
la hierba y el mirlo también,
pero la que esperamos ¿dónde? ¿dónde las esperadas?
¿Acaso nunca más volveremos a tener sed?
¿Ya no habrá más cascadas
para que aprieten en sus manos la fresca cintura?
Cualquier música te aflige desde entonces
con el peso de las lágrimas”.
El hombre sigue hablando,
y su rumor avanza como un arroyo de enero
con ese temblor de hojas cada vez que un pájaro
asustado huye gritando hacia allí donde la lluvia escampa.
Versión al castellano: Jorge Nájar
Escucha, mira
Escucha, mira: ¿no hay algo que sube
de la tierra, de mucho más abajo,
como una luz, en oleadas, como un Lázaro
herido, absorto, en lento batir de alas
blancas -mientras que por un instante todo calla,
y es en verdad aquí donde estamos, asustados,
y no descienden así de más allá del cielo,
a su encuentro, otros vuelos, más blancos
-por no haber discurrido entre raíces de barro-,
y no corren ahora unos contra otros
cada vez más deprisa, a la manera
de los encuentros amorosos?
Ah, piénsalo, dilo, sea lo que sea,
di que algo así puede ser visto,
que sabréis aún correr así,
pero dentro del áspero manto de la noche.
De "A la luz del invierno" 1973
Versión de Rafael-José Díaz
Guardaré en mi mirada
Guardaré en mi mirada
como un rojo que fuera más de crepúsculo que de alba
que llamara no al día sino a la noche
llama que deseara esconderse en la noche
Llevaré en mí esta marca
de la nostalgia de la noche
aun cuando la atravesara
con una hoz de leche
De "Aires" 1967
Versión de Rafael-José Díaz
La lechuza
La noche es una gran ciudad dormida
donde sopla el viento... Llegó de lejos hasta
el asilo de este lecho. Es junio, y medianoche.
Tú duermes, me han llevado a estos bordes infinitos,
el viento mueve el avellano. Esta llamada
se acerca y se retira, diríamos que es
un destello huyendo entre los bosques, o bien
las sombras que giran, se dice, en los infiernos.
(De esta llamada, cuántas cosas podría decir
en la noche de estío, y de tus ojos...) Pero no es
sino la lechuza, ese pájaro, llamándonos desde el fondo
de estos bosques de suburbio. Y ya nuestro olor
es el de la podredumbre al alba,
ya bajo nuestra cálida piel apunta el hueso,
mientras se apagan los astros en todas las esquinas.
De "La lechuza y otros poemas" 1953
Versión de Rafael-José Díaz
Aparta esta luz que nunca tiene ojos
Aparta esta luz que nunca tiene ojos
como una cortina y entra,
acércate, tú que miras y hablas,
más penetrante que el viento de otoño,
más tierna que toda su lana y toda su leche.
Versión de Rafael-José Díaz
Escucha, mira: ¿no hay algo que sube
de la tierra, de mucho más abajo,
como una luz, en oleadas, como un Lázaro
herido, absorto, en lento batir de alas
blancas -mientras que por un instante todo calla,
y es en verdad aquí donde estamos, asustados,
y no descienden así de más allá del cielo,
a su encuentro, otros vuelos, más blancos
-por no haber discurrido entre raíces de barro-,
y no corren ahora unos contra otros
cada vez más deprisa, a la manera
de los encuentros amorosos?
Ah, piénsalo, dilo, sea lo que sea,
di que algo así puede ser visto,
que sabréis aún correr así,
pero dentro del áspero manto de la noche.
De "A la luz del invierno" 1973
Versión de Rafael-José Díaz
Guardaré en mi mirada
Guardaré en mi mirada
como un rojo que fuera más de crepúsculo que de alba
que llamara no al día sino a la noche
llama que deseara esconderse en la noche
Llevaré en mí esta marca
de la nostalgia de la noche
aun cuando la atravesara
con una hoz de leche
De "Aires" 1967
Versión de Rafael-José Díaz
La lechuza
La noche es una gran ciudad dormida
donde sopla el viento... Llegó de lejos hasta
el asilo de este lecho. Es junio, y medianoche.
Tú duermes, me han llevado a estos bordes infinitos,
el viento mueve el avellano. Esta llamada
se acerca y se retira, diríamos que es
un destello huyendo entre los bosques, o bien
las sombras que giran, se dice, en los infiernos.
(De esta llamada, cuántas cosas podría decir
en la noche de estío, y de tus ojos...) Pero no es
sino la lechuza, ese pájaro, llamándonos desde el fondo
de estos bosques de suburbio. Y ya nuestro olor
es el de la podredumbre al alba,
ya bajo nuestra cálida piel apunta el hueso,
mientras se apagan los astros en todas las esquinas.
De "La lechuza y otros poemas" 1953
Versión de Rafael-José Díaz
Aparta esta luz que nunca tiene ojos
Aparta esta luz que nunca tiene ojos
como una cortina y entra,
acércate, tú que miras y hablas,
más penetrante que el viento de otoño,
más tierna que toda su lana y toda su leche.
Versión de Rafael-José Díaz
El alma, tan friolera y miedosa
El alma, tan friolera y miedosa,
¿tendrá que caminar sin fin sobre este hielo,
sola, descalza, sin saber ya ni siquiera balbucear
la oración de la infancia,
castigada sin fin su frialdad por este frío?
De "Pensamientos bajo las nubes" 1983
Versión de Rafael-José Díaz
El alma, tan friolera y miedosa,
¿tendrá que caminar sin fin sobre este hielo,
sola, descalza, sin saber ya ni siquiera balbucear
la oración de la infancia,
castigada sin fin su frialdad por este frío?
De "Pensamientos bajo las nubes" 1983
Versión de Rafael-José Díaz
La preocupación
I
Con pequeñas palabras
se dice una vida pequeña.
II
Quisiera que esas voces se callaran
y que todo fuera algo menos deprisa,
sin fuerza ni demoras:
puedo guardar entre mis palabras,
con bastante paciencia,
si no a la durmiente misma
o a la tierra en sus caminos,
al menos un poco de luz
que hicieron subir para mí,
porque la luz es más fiel
a las palabras que a los bosques.
III
Todo se aleja y a tanta distancia,
¿o es que soy yo el que os abandono
sin que parezca dar un paso?
Cerca sólo están los enemigos,
cada vez más cerca a medida
que las cosas pierden su peso.
IV
A quienes vivís en este sitio,
vestidos de colores,
de palabras, deseos,
vuelvo a veros bajo tierra
sentados como estatuas
que erosiona un viento atroz.
V
¿Y la mujer, los amigos,
el vino que brilla a la luz de las velas,
el dulce sol de invierno,
esta piedra, recuerdo
de los acantilados de la Mancha?
Así brillan los pájaros en torno
a las campanas, y luego
la sombra entierra hasta sus gritos.
(Traducción de François-Michel Durazzo)
Jour à peine plus jaune
Jour à peine plus jaune sur la pierre et plus long,
ne vas-tu pas pouvoir me réparer?
Soleil enfin moins timoré, soleil croissant,
ressoude-moi ce coeur.
Lumière qui te voûtes pour soulever l'ombre
et secouer le froid de tes épaules,
je n'ai jamais cherché qu'à te comprendre et t'obéir.
Ce mois de février est celui où tu te redresses
très lentement comme un lutteur jeté à terre
et qui va l'emporter -
soulève-moi sur tes épaules,
lave-moi de nouveau les yeux, que je m'éveille,
arrache-moi de terre, que je n'en mâche pas
avant le temps comme le lâche que je suis.
Je ne peux plus parler qu'à travers ces fragments pareils
à des pierres qu'il faut soulever avec leur part d'ombre
et contre quoi l'on se heurte,
plus épars qu'elles
Trop d’astres, cet été
Trop d’astres, cet été, Monsieur le Maître,
trop d’amis atterrés,
trop de rébus.
Je me sens devenir de plus en plus ignare
avec le temps
et finirai bientôt imbécile dans les ronciers,
Explique-toi enfin, Maître évasif!
Pour réponse, au bord du chemin:
séneçon, berce, chicorée.
Je sais maintenant que je ne possède rien
Je sais maintenant que je ne possède rien
pas même ce bel or qui est feuilles pourries
Encore moins ces jours volant d'hier à demain
à grands coups d'ailes vers une heureuse patrie
Elle fuit avec eux, l'émigrante fanée
la beauté faible, avec ses secrets décevants
vêtue de brume. On l'aura sans doute emmenée
ailleurs, par ces forêts pluvieuses. Comme avant
je me retrouve au seuil d'un hiver irréel
où chante le bouvreuil obstiné, seul appel
qui ne cesse pas, comme le lierre. Mais qui peut dire
quel est son sens? Je vois ma santé se réduire
pareille à ce feu bref au-devant du brouillard
qu'un vent glacial avive, efface. Il se fait tard.
Viatique
Oiseau sorti de la forge
Dans la poussière de l’après-midi
dans l’odeur du fumier
dans la lumière de la place
Puisses-tu seulement
l’avoir vu sans le comprendre
avant de changer de village
N’était-ce pas
l’indestructible?
Tu es ici, l'oiseau du vent tournoie
Tu es ici, l'oiseau du vent tournoie
toi, ma douleur, ma blessure, mon bien
De vieilles tours de lumières se noient
et la tendresse entr'ouvre ses chemins
La terre est maintenant notre patrie
Nous avançons entre l'herbe et les eaux
de ce lavoir où nos baisers scintillent
à cet espace où foudroie la faux
"Où sommes nous?"Perdus dans le coeur de
la paix. Ici, plus rien ne parle que
sous notre peau, sous l'écorce et la boue,
avec sa force de taureau, le sang
fuyant qui nous emmêle et nous secou
ecomme ses cloches mûres sur les champs
Derrière la fenêtre
Derrière la fenêtre dont on a blanchi le cadre
(contre les mouches, contre les fantômes),
une tête chenue de vieil homme se penche
sur une lettre, ou les nouvelles du pays.
Le lierre sombre croît contre le mur.
Gardez-le, lierre et chaux, du vent de l’aube,
des nuits trop longues et de l’autre, éternelle.
I
Con pequeñas palabras
se dice una vida pequeña.
II
Quisiera que esas voces se callaran
y que todo fuera algo menos deprisa,
sin fuerza ni demoras:
puedo guardar entre mis palabras,
con bastante paciencia,
si no a la durmiente misma
o a la tierra en sus caminos,
al menos un poco de luz
que hicieron subir para mí,
porque la luz es más fiel
a las palabras que a los bosques.
III
Todo se aleja y a tanta distancia,
¿o es que soy yo el que os abandono
sin que parezca dar un paso?
Cerca sólo están los enemigos,
cada vez más cerca a medida
que las cosas pierden su peso.
IV
A quienes vivís en este sitio,
vestidos de colores,
de palabras, deseos,
vuelvo a veros bajo tierra
sentados como estatuas
que erosiona un viento atroz.
V
¿Y la mujer, los amigos,
el vino que brilla a la luz de las velas,
el dulce sol de invierno,
esta piedra, recuerdo
de los acantilados de la Mancha?
Así brillan los pájaros en torno
a las campanas, y luego
la sombra entierra hasta sus gritos.
(Traducción de François-Michel Durazzo)
Jour à peine plus jaune
Jour à peine plus jaune sur la pierre et plus long,
ne vas-tu pas pouvoir me réparer?
Soleil enfin moins timoré, soleil croissant,
ressoude-moi ce coeur.
Lumière qui te voûtes pour soulever l'ombre
et secouer le froid de tes épaules,
je n'ai jamais cherché qu'à te comprendre et t'obéir.
Ce mois de février est celui où tu te redresses
très lentement comme un lutteur jeté à terre
et qui va l'emporter -
soulève-moi sur tes épaules,
lave-moi de nouveau les yeux, que je m'éveille,
arrache-moi de terre, que je n'en mâche pas
avant le temps comme le lâche que je suis.
Je ne peux plus parler qu'à travers ces fragments pareils
à des pierres qu'il faut soulever avec leur part d'ombre
et contre quoi l'on se heurte,
plus épars qu'elles
Trop d’astres, cet été
Trop d’astres, cet été, Monsieur le Maître,
trop d’amis atterrés,
trop de rébus.
Je me sens devenir de plus en plus ignare
avec le temps
et finirai bientôt imbécile dans les ronciers,
Explique-toi enfin, Maître évasif!
Pour réponse, au bord du chemin:
séneçon, berce, chicorée.
Je sais maintenant que je ne possède rien
Je sais maintenant que je ne possède rien
pas même ce bel or qui est feuilles pourries
Encore moins ces jours volant d'hier à demain
à grands coups d'ailes vers une heureuse patrie
Elle fuit avec eux, l'émigrante fanée
la beauté faible, avec ses secrets décevants
vêtue de brume. On l'aura sans doute emmenée
ailleurs, par ces forêts pluvieuses. Comme avant
je me retrouve au seuil d'un hiver irréel
où chante le bouvreuil obstiné, seul appel
qui ne cesse pas, comme le lierre. Mais qui peut dire
quel est son sens? Je vois ma santé se réduire
pareille à ce feu bref au-devant du brouillard
qu'un vent glacial avive, efface. Il se fait tard.
Viatique
Oiseau sorti de la forge
Dans la poussière de l’après-midi
dans l’odeur du fumier
dans la lumière de la place
Puisses-tu seulement
l’avoir vu sans le comprendre
avant de changer de village
N’était-ce pas
l’indestructible?
Tu es ici, l'oiseau du vent tournoie
Tu es ici, l'oiseau du vent tournoie
toi, ma douleur, ma blessure, mon bien
De vieilles tours de lumières se noient
et la tendresse entr'ouvre ses chemins
La terre est maintenant notre patrie
Nous avançons entre l'herbe et les eaux
de ce lavoir où nos baisers scintillent
à cet espace où foudroie la faux
"Où sommes nous?"Perdus dans le coeur de
la paix. Ici, plus rien ne parle que
sous notre peau, sous l'écorce et la boue,
avec sa force de taureau, le sang
fuyant qui nous emmêle et nous secou
ecomme ses cloches mûres sur les champs
Derrière la fenêtre
Derrière la fenêtre dont on a blanchi le cadre
(contre les mouches, contre les fantômes),
une tête chenue de vieil homme se penche
sur une lettre, ou les nouvelles du pays.
Le lierre sombre croît contre le mur.
Gardez-le, lierre et chaux, du vent de l’aube,
des nuits trop longues et de l’autre, éternelle.
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