Hubert Malina
(1986, México). Pertenece a la cultura Me´phaa. Los Me´phaa, son pueblos originarios asentados en la región de la montaña del estado de Guerrero. Estudió la licenciatura en Filosofía en la Universidad Autónoma de Guerrero. Creación Literaria en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). Actualmente es Estudiante de la Maestría en Estudios Latinoamericanos (UNAM). Ha publicado poemas en las revista de lenguas originarias el Colibrí y en la revistas, Deslengua2, Circulo de poesía.
Junio
Me duele tu mueca obscena. Junio,
risco de palabra que deambula
la sombra y me habita.
En rabia, algún silogismo imprevisto
me llora entre rama, las gotas que no llegan.
Recorrer la cornisa de tu lengua,
en cuchillo, breve fiera
guarda los ojos de ciudad arisca
donde la ceniza de mi palabra se abre al lodo.
En garra vienes,
me quiebras la espalda,
junio, “seré un pez en movimiento"
aleta sin proa en fondo de un escupitajo,
mientras descuellas mi piel naranja.
*
II
En tu moribunda piel
la bermeja entraña por un cuarto de cielo
para despertar y seguir siendo pez.
Te miro en torno al abismo
donde renazco ardor inerte bajo la garganta,
anclado en cráneo de alabastro,
el grito que troza,
el coleo de mi último respiro.
El azote de tu lengua
despliega este erizo silencio,
espejo de mi palabra,
desierto envuelto en loros.
De mi costilla,
la hambrienta sanguijuela
se abre para hundirnos
en el vinagre de su tierra.
*
Xtagaa
(la tierra del jabalí)
Ocultas, jabalí en celo,
la fría voz de tu llaga.
Diste nombre a hoja fuego que despuntó la lengua,
engendra tu miedo,
este silencio de arcilla,
rendija medrosa,
agudo vocal que te da muerte.
*
Xawí (cangrejo)
Vienes,
insomne entre diente
cangrejo sin premisa
arrancas mi silencio
y en guijarro azul me trepas.
Engranaje de carrizal,
tu casa de nube,
tu cuerpo de trueno,
mis años de venado.
En mi quijada el encallado acero de la mojada palabra,
amarre de víscera
la babosa lengua bajo la garganta,
en sequía mis piernas del alba
mi collar de hueso,
mi vientre dormido.
Señor,
manojo de lluvia
murmura la estrella
que guarda la noche en mi piel.
Hubert Malina y su lengua me'phaa.
Lenguas originarias
Por Kalu Tatyisavi
Hubert Malina es un estudioso —cursó formalmente Filosofía, Letras y Estudios Latinoamericanos— que escribe desde la orilla y por necesidad; es joven, de ahí que su escritura sea fresca y contundente. Es rival de sí mismo, amigo del insomnio y no busca ninguna metáfora, es decir, realmente intenta escribir. Esta honestidad se siente: su decir va más allá de lo superficial, escarba profundo y encuentra la corriente subterránea de su lengua me’phaa que, geográficamente, se encuentra en el adolorido estado de Guerrero, México.
En él hay encuentro de la escritura y la incertidumbre, la conciencia de la finitud y un largo proceso de instrospección; escribe desde el posnaufragio, ve la huella e intenta descifrarla a través del verso y la imagen. Pero, ¿cómo leer lo que ha sido mancillado por la ignorancia, lo que está hecho con materia del silencio o ha sido encasillado por la academia? Podemos decir mucho y buscar las aristas, podemos inventar sus posibilidades pero conociendo todo su trabajo y sus actividades concluimos que él es reflexivo y concentrado.
En su trabajo aparecen una y otra vez las palabras 'memoria' y 'camino'; el andar y el hacer. No espera sentado a pedir un aventón en el camino depauperado, sino que es activo, espera porque hay algo que esperar, y este esperar es acumulación y silencio reunido. Estar sentado es la fusión del sentimiento y la razón. No es, pues, el decir falso de una palabra incrustada forzosamente entre los versos en castellano.
Él nos compartió tres poemas inéditos. Veamos algunos versos del poema Árbol: “[…] tu raíz de ombligo/ el pesar de mi vientre,/ en tu tallo el acento triste/ sombra de abuelos que mueve,/ el árbol de nuestra carne.” El árbol está vivo con nosotros, como nosotros; el árbol está triste con un aire que rarifica entre sus ramas; es ombligo y raíz como nuestra carne.
De repente salta el verso directo y angustiante en el poema Colibrí: “En gusanos de acero/ bajan/ los que vienen a mandar nuestra memoria,/ tienden su telaraña en la madre/ no respetan la palabra nuestra./ Como perros flemáticos/ envenenan la jícara del pueblo.” No dice la palabra 'modernidad' pero la sugiere, no dice la palabra 'neoliberalismo' pero ve sus efectos, no escribe la palabra 'invasión' porque la advierte, no escribe la palabra 'pobreza' porque la siente. Busca el resquicio de un decir que permanezca. En los versos finales, ¿qué es la jícara del pueblo? Pueblo es la comunidad, el espacio social de reproducción cultural, por eso le afecta que envenenen su agua, su tierra, sus palabras; la jícara es el árbol-sombra, es el sombrero-manantial, es filtro y el correr de la memoria, es el canto que baja incansable porque huye del desequilibrio y del envenenamiento. El pájaro de acero ya no es pájaro, es el gusano transgénico.
Su poema La palabra es un manifiesto y tal vez, una poética: “Pongamos la palabra para recoger el rostro,/ que el hueso escuche el gris de la piedra,/ sentar el aliento de la gran mazorca/ para hacer camino con los que vienen a nuestra carne,/ los del otro cerro, los de la lluvia, los de la noche amanecida.” Aquí menciona la importancia de lo oral, la importancia del acercamiento a la naturaleza; la palabra se respeta porque es “La palabra”, es el diálogo, es el escuchar y trabajar conjuntamente. La palabra es el medio en la cual socializamos, en la cual nos buscamos como origen, es voz y movimiento hacia el otro que regresa hacia el yo para formar el nosotros; es nuestro sentir milenario que retoma su etimología para buscar otra salida.
Veamos unas palabras desde él mismo que complementan lo que hemos mencionado: “¿Cómo entiende el me’phaa a su pueblo? Esto viene de la idea de entender el xabo (gente) —la carne que habla—, como colectividad, conocimiento, memoria. Para cada me’phaa, el hecho de formar una familia significa que está haciendo pueblo. Transgredir a la familia significa transgredir al pueblo, porque en me’phaa el individuo es pueblo, ya que así nace, cuando una mujer está embarazada literalmente se dice que carga el pensamiento (já’ goo ede) y cuando está dando a luz se entiende que está haciendo pueblo (na’ni xuajen). En esta manera de enunciar la y el me’phaa nace pueblo.”
En Hubert Malina no veo la obsesión del poeta o grupo cultural oportunista que desea reivindicarse o lamentarse públicamente después del estallamiento de los conflictos sociales y que, poco después, regresa a su lugar de comodidad acostumbrada; no es el poeta premiado que aprovecha la tribuna complaciente para fingir que hace algo por los demás aunque en realidad nunca ha hecho nada. Hubert ha visto, y por eso lo dice, ha hecho por su comunidad, y por eso no lo dice, y no guarda silencio por pensar que es políticamente correcto criticar la injusticia, la marginación social de siglos que ha provocado nuestra acción contra todas las culturas originarias de México y del mundo.
Ixe
Xtaa Ixe,
ixe re’é ákuíin xábo,
nakua rí jubá ,
nayaxi a´o´ me´phaa,
ajmuu rumía´
ñaju gakui aun,
ná xtáya xtaa a´wa tsígiina ,
xkamixu´ xiñaló rí nambañií e´ne
ixe, drigoo xuwialó ñajua.
Árbol
Vives, árbol
ixe re’é ákuíin xábo,
tu pie de tierra
guarda mi voz Me´phaa,
tu raíz de ombligo
el pesar de mi vientre,
en tu tallo el acento triste
sombra de abuelos que mueve,
el árbol de nuestra carne .
Tsútsú
Numuun jubá
Muruwaa xpipiálo´, nakualo´ mí idxalo´
ajngoo makixalo´ ná tsíngua
mí murigu ajngalo.
Auún adoo tsí ajua
nawathaa
tsí naguwa nutañajuín jumaalo´
nuníi ga´ó á auún rudalo´
tsínií gamakuií ajngaalo´.
Xó xu´wa nangíi jañú
nuxiñe thana auún xuajen.
¡Nútheé´ rí !
Muñawuaa ixe, matháa, mí kuiñaló.
Colibrí
Por la tierra
juntemos alas, pies y cabeza
para volar lejos
y poner la palabra.
En gusanos de acero
bajan
los que vienen a mandar nuestra memoria,
tienden su telaraña en la madre
no respetan la palabra nuestra.
Como perros flemáticos
envenenan la jícara del pueblo.
¡Dicen!
Cuidarán, los árboles, ríos y el hermano animal.
Ajngáa
Marigu anjgáa rí mbayaxií ina lo´
rí ma´ne madxauun etsó rí na´thaán itsi gidíí,
Mu´guiló xuú yaa mbaa
mí mo´neló jambaa
ga´jmí tsí náguwa ná xuwialó,
tsí ju´wa imba júba,tsí naguwa auún ru´wa ,tsí mbroón ni waxuún.
Mori´gulo´ ajngaa auún ñaún gi´ña,
ná xtoó aboo, ná ajmuu xduú mi´xa,
ñu ´u ma´ga ajngalo´
mbií, mbií, auún júba mixaa.
Muxkaxiló a´o ño´on ,
tsí niyaxi jambuún mbuanu ga´jmaa namaa; goló, goló;
a´wa na´ nuxkama´mijnaló
xu´ge rí namba´to ina´ló
xu´ge rí nu´thaa lo´ajngáa gíína ndriguun mbuanuún
nu´taló ; ajngáa rí naýaxe,rí nayaxi, rí nda´ya.
Mu´yaxi ló ixií,
mu´yaxi ló a ó inaa ninjdo,
ikaá jamboo adoo ñauún ndán.
ikaá tsí nayaxí jambaa ,ikaá tsí nayaxí jumaa.
La palabra
Pongamos la palabra para recoger el rostro,
que el hueso escuche el gris de la piedra,
sentar el aliento de la gran mazorca
para hacer camino con los que vienen a nuestra carne,
los del otro cerro, los de la lluvia, los de la noche amanecida.
Pongamos la palabra en el oído del viento,
en la piel de serpiente, en la raíz del higo blanco,
allá ira nuestra voz
día a día entre la tierra caliza.
Despertemos el silencio del pájaro que guardó en su canto
el arco iris y la ciénega; go ló, go ló;
lugar donde nos encontramos diversos
ahora que abrimos nuestro rostro.
Al decir la palabra triste de los abuelos
decimos; palabra que mira,
que guarda, que vive.
Levantemos en tiempo el diente de maíz,
el grito de la hoja seca,
el paso justo del gusano oreja de olla,
aquel de los caminos de la memoria.
Uno de los nombres en me´phaa de Malinaltepec, se traduce como árbol flor de corazón.
Pájaro conocido como cenzontle o Mimus polyglottos.
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