Pilar de Valderrama
Pilar de Valderrama Alday (Madrid, 27 de septiembre de 1889 – Madrid, 15 de octubre de 1979) fue una poetisa y dramaturga española encuadrada en el postmodernismo, conocida como Guiomar, gracias a su relación epistolar con Antonio Machado entre 1928 y 1936.
Pilar Valderrama, perteneciente a la alta burguesía madrileña, se casó a los 19 años con Rafael Martínez Romarate, ingeniero que después de la guerra dirigió la luminotecnia del teatro María Guerrero de Madrid, y con el que tuvo tres hijos.
Desde muy joven dedicó gran parte de su actividad a alternar en ambientes culturales. Fue miembro del Lyceum Club, donde se reunía la flor y nata de la intelectualidad femenina del primer cuarto del siglo XX. Como buena burguesa formó tertulia con Concha Espina, María de Maeztu, Zenobia Camprubi, compañera de Juan Ramón Jiménez, y otras consortes de intelectuales o artistas como Mabel Rick, mujer de Pérez de Ayala, y gustó de reunir en su casa a otras figuras del momento, Cansinos Assens, Araujo Costa, Huberto Pérez de la Ossa, Ruiz Contreras o Victorio Macho, escultor con el que se había casado su hermana. También montó en su casa una compañía de teatro de aficionados, bautizada Fantasio.
Su obra nunca le dio fama, siendo más conocida a partir de 1981, cuando se hizo pública su identidad en relación con la Guiomar de Machado (si bien algunos ya lo habían intuido desde 1964). En su libro de memorias Si, soy Guiomar, publicado póstumamente en 1981, la Valderrama incluyó las cartas del poeta que "había salvado al azar". En su selección de recuerdos y evocaciones, que tan corto homenaje hacen a la memoria de Machado, hay una que recoge la oferta del poeta para incluir versos de Pilar en el libreto de La Lola se va a los puertos, obra teatral escrita en colaboración con su hermano Manuel, (quien probablemente convenció al enamoradizo poeta de que no mezclase los espejismos con las lentejas).
Relación con Antonio Machado
Iniciada en 1928, la extraña relación entre Pilar y el maduro poeta fue mantenida en secreto hasta 1950. En ese año, once tras la muerte de Machado, un libro de Concha Espina vino a descubrir la poética del idilio, protegiendo la identidad humana que había detrás de Guiomar. El documento, aportaba copias fotográficas de fragmentos de cartas del poeta, pero su identidad quedó en suspenso hasta 1981, con la publicación de las memorias deliberadamente póstumas de Pilar de Valderrama, acompañadas de las únicas 36 cartas que ella conservaba de las más de 240 que le escribió Machado, y algunos de los versos dedicados a Guiomar
La versión de Pilar
Según relató Pilar Valderrama y declaró en diversas entrevistas, en marzo de 1928, teniendo ella 38 años, descubrió la infidelidad de su marido al suicidarse la joven amante de éste. El natural despecho y la confusión la llevaron a buscar descanso y soledad en Segovia. Lo que no concuerda es que llevase en su equipaje una carta de presentación de un amigo común y que, en su soledad, acuerde una cita con Machado (residente y profesor de Instituto en Segovia desde 1919), invitándole a cenar en su hotel, el mejor de la discreta capital provinciana. Según los primeros biógrafos de Machado, Miguel Pérez Ferrero y José Luis Cano, el poeta, a sus 52 años, quedó enamorado desde el primer instante, a pesar de que Pilar le advirtió de que, por su condición de casada, sólo podría ofrecerle una inocente amistad.
La relación, supuestamente casta a lo largo de los casi ocho años que duró, quedaba limitada a citas semanales en Segovia o en Madrid (primero en los jardines de la Moncloa y luego en un apartado café cerca de Cuatro Caminos al que llamaban “nuestro rincón” o el “rincón conventual”); complementándose con un correo secreto, a razón de una o dos cartas por semana. En todas sus cartas Machado se presenta como “tu poeta” y la invoca a ella como su “diosa”. Cuando no pueden verse, acuerdan mantener a hora fija una cita imaginaria llamando a ese momento de mutua comunión espiritual “el tercer mundo”, al que alude Machado repetidamente en sus cartas, y que da título a una obra teatral de Pilar (detalle que hasta que Pilar lo explica en sus memorias dio pie a que muchos, interpretándolas como citas reales, dudaran del carácter platónico que siempre tuvo su relación, y que de algún modo corroboran las quejas de forzada castidad que Machado hacía en sus cartas a Pilar).
En 1935, Pilar, puso como pretexto la inseguridad de las calles en Madrid para cancelar sus secretas citas semanales en el café de Cuatro Caminos, y a partir de entonces sólo se comunicaron por carta; relación epistolar que se cerró definitivamente en marzo de 1936, cuando el marido de Pilar —que o disponía de una información privilegiada o tuvo el sueño de José, es decir, profético— creyó prudente exiliarse con toda su familia a Estoril, desde donde la censura de fronteras entonces existente les impidió continuar su secreta correspondencia (siempre según Pilar Valderrama).
Machado continuó escribiendo versos a Guiomar. Entre ellos, sobresale el soneto incluido -y en cierto modo camuflado- en sus poesías de guerra; soneto escrito en Valencia y, en opinión de los más románticos, última de sus secretas cartas a Pilar, a quién Machado suponía aún refugiada en Estoril.
De mar a mar, entre los dos la guerra
más honda que la mar. En mi parterre,
miro a la mar que el horizonte cierra.
Tú asomada, Guiomar, a un finisterre,
miras hacia otra mar, la mar de España
que Camoens cantara, tenebrosa.
Acaso a ti mi ausencia te acompaña.
A mí me duele tu recuerdo, diosa.
La guerra dio al amor el tajo fuerte.
Y es la total angustia de la muerte,
con la sombra infecunda de la llama
y la soñada miel de amor tardío,
y la flor imposible de la rama
que ha sentido del hacha el corte frío.
Es interesante observar que Machado nunca reveló su relación, ni siquiera a su madre o hermanos. Asímismo, se ha dado demasiada importancia al detalle —quién sabe si del todo cierto y quizá insignificante, dada la costumbre de Machado de llevar los bolsillos llenos de todo tipo de anotaciones— de que en el abrigo del poeta se encontrasen, tras su muerte, un papel garabateado a lápiz con la frase de Shakespeare "ser o no ser", un último verso alejandrino: «Estos días azules y este sol de la infancia...», y una cuarteta de Otras canciones a Guiomar (a la manera de Abel Martín y Juan de Mairena), corregida así: "Y te daré mi canción: / Se canta lo que se pierde / con un papagayo verde / que la diga en tu balcón".
La cruda realidad
En realidad Pilar, tras el golpe militar del 18 de julio de 1936, regresó a España, a una casa que la madre de su marido tenía en Palencia y a la finca "El Carrascal", junto a Paredes de Nava, donde había corrido a "recuperar" (según sus propias palabras) las propiedades que como terrateniente le había devuelto la ocupación de la zona por las tropas franquistas.
Pilar sin Machado
Según algunos biógrafos, fue la finca de "El Carrascal" la inspiradora del nombre Guiomar, por encontrarse en el antiguo señorío del poeta Jorge Manrique (por el que, al parecer, tanto Antonio como Pilar sentían veneración), poeta castellano que dedicó algunos versos a su amada esposa Guiomar de Castañeda. Según el relato de Pilar fue en dicha finca donde le llegó la noticia de la muerte del poeta, meses después de sucedida. También pasarían algunos años para que tuviese conocimiento de la última 'carta-soneto' de Machado.
No queda claro tampoco su dolor o sorpresa. Lo cierto es que ya en 1938 y dentro de la España controlada por el ejército rebelde, Pilar y su marido, como miembros del Teatro Nacional montado y dirigido por Luis Escobar anduvieron de gira representando numerosas obras de tradicional teatro clásico.
Afincada de nuevo en Madrid desde 1940, Pilar de Valderrama tuvo la femenina veleidad de intercambiar confidencias con su amiga Concha Espina, descubriéndole en 1950 su relación con Machado; la novelista, con astucia periodística la animó a hacerlo público "en honor al mejor conocimiento del poeta". Pilar, prudente como siempre, aceptó a condición de seguir ella en el anonimato. De ese modo se descubrían las varoniles flaquezas del gran poeta con el pretexto de "explicar al fin" aquellos versos que hasta entonces y para algunos "resultaban inexplicables". Pilar de Valderrama murió en 1979, pocos días después de cumplir 90 años. Sus memorias se publicaron dos años después y las cartas de Machado fueron donadas a la Biblioteca Nacional de Madrid. En 1930 fue nombrada miembro correspondiente de la Real Academia Hispanoamericana de Cádiz.
Obras
Poesía
Las piedras de Horeb (Sucesores de Hernando. Madrid, 1923). Su primer libro de poesía en edición limitada de quinientos ejemplares, con ilustraciones de su marido y portada de su cuñado, Victorio Macho.
Huerto cerrado (Caro Raggio, Madrid, 1928). Su libro preferido, que revela las lecturas de Berceo, Manrique, San Juan de la Cruz, Fray Luis y Gustavo Adolfo Bécquer.
Esencias (Caro Raggio, Madrid, 1930). Con poemas en verso y prosa. Escrito ya después de conocer a Machado, que lo reseñó en Los lunes de El Imparcial de Madrid 5 oct 1930.
Holocausto (Artegrafia, Madrid, 1943). Dedicado a su hijo muerto en juventud. Prologado por un soneto de Manuel Machado.
Obra poética (Siler, Madrid, 1958). Antología, que incluye además Espacio, escrito en 1949.
Pilar de Valderrama (Guiomar), De mar a mar (Ed.Torremozas, Madrid, 1984). Antología póstuma con algunas poesías inéditas, con prólogo de Carlos Murciano, que ya en el título explicita su relación con Antonio Machado.
Teatro
El tercer mundo (Teatro de mujeres. Tres autoras españolas, prólogo de Cristóbal de Castro, M. Aguilar editor, Madrid, 1934). Escrita antes de julio de 1930 según testimonia Antonio Machado en una de sus cartas de esa fecha.
La vida que no se vive No publicada, también previa a julio de 1930 según la misma carta de Antonio Machado. Fue leída en el Ateneo madrileño en 1970.
Sueño de las tres princesas, también inédita, estrenada en 1929 en su teatro doméstico "Fantasio".
Autobiografía
Si, soy Guiomar. Memorias de mi vida. (Plaza & Janés, Barcelona. 1981). Con el epistolario de Machado.
Opiniones y juicios
Hasta 1950, las interpretaciones que la crítica literaria dio al significado de Guiomar carecieron de base al desconocerse lo que había detrás de ese nombre. A partir de aquel año, el libro de Concha Espina la identificó con una desconocida a quien Machado dirigía las enamoradas cartas que allí se hacían públicas por primera vez. Y aunque con esas claves la conexión parecía evidente, la información era tan fragmentaria que todavía autorizaba a algunos biógrafos y estudiosos de Machado a atribuir a Guiomar otros significados diferentes.
En 1981 el tema, entre morboso y erudito, dio un nuevo giro con la publicación de las memorias de Pilar de Valderrama, en cuyo título la autora publicitaba y reconocía su identidad con Guiomar, aportando además, como prueba, 36 cartas de Machado. A pesar de tales evidencias, todavía existen algunas teorías como la que, a través de la obra filosófica de Machado, plantea que Guiomar es un ente filosófico abstracto más cercano a su esposa Leonor fallecida en 1912; o la que, apoyándose en el descubrimiento de unos poemas a Guiomar supuestamente previos a la fecha en que Machado y Pilar se conocieron, concluye que Guiomar no es sino otro de los imaginarios apócrifos de Machado, como Abel Martín o Juan de Mairena; Investigaciones posteriores han invalidado esa temprana datación de dichos poemas.
Por su parte, los biógrafos más autorizados de Antonio Machado, posteriores a 1981, fecha en que apareció Si, soy Guiomar. Memorias de mi vida, coinciden en denunciar el vampirismo literario y vital que puso en juego Pilar Valderrama. Pero a pesar de la enfermiza expectación —el popular morbo— que despertaron las revelaciones de Concha Espina en 1950 envolviendo el "caso Guiomar", la gran venganza del destino nació de la mezcla de inteligencia y amor que parece emanar de todos los actos de Antonio Machado, en lo literario como en lo vital. Lo cierto es que el poeta convirtió la amiga interesada en musa, creando un personaje mixto, mitad objeto del deseo, mitad apócrifo femenino de sí mismo, por sí mismo y contra sí mismo. O como podría decir Juan de Mairena a sus alumnos: "...aquella mujer no era trigo limpio, pero el poeta supo hacer de ella un buen pan".
Prescindiendo de eruditos, biógrafos, críticos e incluso apócrifos, el último juicio le corresponde a Machado:
Todo amor es fantasía:
él inventa el año, el día,
la hora y su melodía,
inventa el amante y, más,
la amada. No prueba nada
contra el amor que la amada
no haya existido jamás.
Huerto cerrado
Unas tapias altas cerrando un espacio
pequeño:
Pequeño tan sólo si se mira a tierra,
pero ilimitado si se mira al cielo.
Hiedras en esas tapias.
Un ciprés muy viejo
al que en Mayo alegran unas golondrinas
pone en el ocaso su perfil austero.
Las nubes muy cerca.
El mundo muy lejos...
Crece el cinamomo junto a los granados,
el mirto, el romero;
y sobre la orilla fresca de un arroyo
abren sus corolas los lirios bermejos.
De mi propio campo, de mis propias flores
soy el jardinero.
¡Con qué amor las riego!
De hierbas, reptiles
e insectos,
que un día pudieran secar sus raíces,
las limpio y defiendo.
Y para que nunca ningún ser profano
a ultrajar llegara mis lirios bermejos,
quisiera crecieran... crecieran... las tapias
hasta confundirse con el ancho cielo.
Por fuera la vida
y yo aislada dentro
sobre el viejo mundo
en mi mundo nuevo...
Y cuando un extraño, mirando el recinto
curioso indagara. «¿Será torre o templo?»
Alguien respondiera: «Es Huerto Cerrado
donde se cultiva la Flor de los Sueños».
Pilar de Valderrama en Huerto Cerrado (1925), incluido en Peces en la tierra. Antología de mujeres poetas en torno a la Generación del 27 (Fundación José Manuel Lara, Sevilla, 2010, ed. de Pepa Merlo).
Evocación
Aquel café de barrio, destartalado y frío,
testigo silencioso de nuestras confidencias,
extremo de rigores, conjunto de inclemencias,
que sólo caldeaban tu corazón y el mío.
Viejo café de barrio, adonde yo acudía,
donde tú me esperabas con el alma impaciente,
y cada vez, al verme, coronaba tu frente
con un halo de luz la fugaz alegría.
Con nostálgico afán en vano te he buscado
queriendo en tus vestigios revivir un pasado
que inexorablemente para mí se ha perdido.
Nadie de ti sabía, todo estaba cambiado:
tus muros, tu recinto, la sombra de Machado
como un girón de niebla han desaparecido.
Glosa
Acaso a ti mi ausencia
acompaña. A mi memoria
tu recuerdo…
Me acompañó tu ausencia día a día
en todas mis angustias interiores;
en medio de amarguras y dolores
llenó de tu nostalgia el alma mía.
Al irte para siempre, no sabía
tu corazón los arduos sinsabores
que me acechaban, como negras flores
de muerte, olvido y soledad sombría.
En aquel “tu dolor” de mi recuerdo
estaba yo; tú estabas en la “ausencia”
en que “de mar a mar” nos obligaron.
En laberintos de un ayer me pierdo;
y veo en esta luz de tu presencia
que ni guerra ni mar nos separaron.
Mujeres de carne y verso. Antología poética femenina en lengua española del siglo XX. Edición de Manuel Francisco Reina. La esfera literaria. 2002
Pilar de Valderrama, un amor platónico.
(Madrid, diciembre 1898- íd..15.10.1979)
(Publicado en Rosa del Aire)
Es hija del Gobernador de Zaragoza y sus ideas son conservadoras. Su poesía ocupa un lugar estimable en el llamado periodo post-modernista y busca expresar soledad y melancolía. Es también autora de algunas obras de teatro. Pilar contrae matrimonio con el ingeniero Rafael Martinez de Romarate y en 1923, publica su primer libro de poemas:
Las piedras de Horeb, lleva ilustraciones de su esposo y la portada es de Victorio Macho, su cuñado.
No hallaréis en mis versos canto sonoro,
Ni pasionales gritos de amor y celos…
Poco después inician un viaje a Venecia y escribe, Huerto cerrado (1928) Pilar envía un ejemplar, a través de una amiga, al poeta Antonio Machado, por el que siente admiración, aunque todavía no le conoce personalmente.
Sé que vivo en tu vida, aunque jamás me has visto,
que nunca se cruzaron tus ojos con mis ojos;
sabes que estoy lejana de ti, pero que existo,
ignoras si soy rubia, si son mis labios rojos.
Tu espíritu poeta que al mío va buscando,
no piensa en mi figura, si soy joven o vieja,
si viví sin amores o si vivo siempre amando,
si soy flor donde extrajo ya sus mieles la abeja.
Como van los sonidos por las ondas sonoras,
viene tu pensamiento a fundirse con el mío,
y llegan tus gemidos hasta mí cuando lloras,
como llegan tus risas hasta ti cuando río…
En su libro: Sí, soy Guiomar. Memorias de mi vida, escrito en 1975, coincidiendo con el centenario del poeta, pero publicado después de la muerte de la autora, en 1981, dice: “Yo que nunca tuve en la memoria ni los versos míos, me sabía los suyos de tanto repetirlos en silencio”
Coincidiendo con el segundo libro de Pilar, el matrimonio Martínez-Valderrama creó en su propio hotel del Paseo de Rosales, un teatro íntimo, denominado Fantasio, precursor de los que más tarde se crearían como teatros de cámara. En él se representaron obras de ensayo, modernas y clásicas, incluso la propia escritora escenificó su romance:
Sueño de las tres princesas.
En 1928, fallece prematuramente su hijo y trata de buscar tranquilidad y olvido en Segovia, donde se aloja en un hotel. A través de una amiga común le hace llegar una tarjeta al poeta y se produce el encuentro. “No puedo expresar la emoción que tuve al encontrarme con él y estrechar su mano. Era el poeta tan admirado el que estaba ante mi”. A partir de ahí los encuentros se suceden en Madrid y también las cartas, él le lleva diecisiete años. A pesar de producirse ya las infidelidades de su esposo, Pilar escribe a Machado, diciéndole: “ Por fidelidad a mis creencias, a mis hijos y a mí misma, no puedo ofrecerle más que una amistad sincera, un afecto limpio y espiritual, y que de no ser aceptado así, no nos volveremos a ver”.
Él contestó: “Con tal de verte, lo que sea. ¿Tendremos que arrepentirnos algún día de ser demasiado buenos?. Arrepentirse de la virtud, ¡extraña paradoja!”.
En 1930, publica Esencias, al cual Machado dedicó un extenso artículo en El Imparcial.
Dice: “Pilar de Valderrama no es solo piadosa, es también apasionada, fervientemente vital, llama que aspira a poca luz, pero que arde y quema… Obra sincera y algo extemporánea… Obra muy de mi gusto”. No podía ser menos, en él hay poemas del propio Machado. Dice ella: “Fue entonces amor sublime lo que hubo en aquel conocimiento, en aquel encontrar lo escondido para todos y que únicamente se revelaba a uno solo. Y tras del hallazgo, la fusión de las almas –acaso no la de cuerpos; pero ¿qué importaba?-. Y en ella una dulzura infinita, como de perpetuarse uno en otro hasta la inmortalidad”.
En el poema subtitulado “Canción triste” dice:
Hoy he vuelto a mi Jardín
de la Fuente del Amor,
que canta y cuenta sin fin
su dolor…
En el “Coplero íntimo”, Machado subraya esa ausencia:
Amar es un siempre, ¡siempre
la sed que nunca se acaba
del agua que no se bebe.
Cuando callamos los dos
¡qué claramente se entienden
Corazón y corazón!.
Quise asomarme a la vida
sin careta y sin disfraz.
Todos rieron. Volví
a ponerme el antifaz.
Y Pilar responde con algo tan revelador como logrado:
Quise dejar de quererle
a poquito de tratarle,
y comprendí que, ¡tan pronto!,
ya era tarde…
En vida de Antonio, Pilar no vuelve a publicar poesía, sin embargo, publica: Un tercer mundo (1934). Obra en tres actos. Un tercer mundo, un espacio en el que entre once y doce de la noche, los personajes hacen coincidir sus pensamientos. Y la obra, también, teatral: La vida que no se vive. En 1935, la poetisa “está dominada por un gran malestar”, escribe suTestamento de un amor imposible y se lo hace llegar a Segovia, en él dice:
…Si yo muero antes, llegarás a mi tumba
a llorar y llevarme una muda oración.
Y una rosa sangrienta cortarás de su rama
Que subirá a buscarte desde mi corazón.
…Y al fin, irás un día a tenderte en el suelo.
¿Cerca o lejos? ¡Qué importa! Por la vida pasó
Este amor sin mancharse, y al reencontrarnos luego,
Con mi mano en tu mano, te llevaré hasta Dios.
El poeta le contesta con un vaticinio: “Por ese camino iré yo antes que tú”.
El alejamiento y la incomunicación durante los tres años de la guerra, le llevaron a pensar a Antonio, que se había producido un alejamiento total. Dice ella: “Yo tenía una familia, unos hijos que no podía abandonar”. Machado escribe sus “Canciones a Guiomar”, con un cierto poso de amargura por su falta de noticias, no volverían a verse, el poeta fallecía en 1939. Ella se enteró de su fallecimiento estando con la Compañía de Teatro Nacional en Palma de Mallorca, con la obra de Jacinto Benavente, “El príncipe que todo lo aprendió de los libros”
Pero Guiomar no olvidaría nunca a su amado poeta. En 1941 publica Holocausto, inspirado en la muerte de su hijo, en él figura un soneto- prólogo de Manuel Machado.
En 1954, fallece su marido y escribe un nuevo libro Espacio (1958) y lo inicia con una “Dedicatoria amorosa”.
Leélo poco a poco, y que al hacerlo sientas
que estas raíces mías van arraigando en ti.
Que ya mis sentimientos, más que míos, son tuyos:
que yo en ti he florecido, tú has florecido en mí.
No vuelve a publicar en vida, aunque nunca deja de escribir y entrega a una de sus hijas, el libro: De mar a mar para que sea publicado después de su muerte, los últimos sonetos están fechados en 1971. Pilar de Valderrama tenía 81 años cuando fallece, junto a ella están sus hijas Alicia y Mari Luz.
Me queda poco ya, Señor, muy poco
para ir junto a Ti, y no me quejo
que lo que tengo aquí, lo que aquí dejo
es la revolución de un mundo loco.
Sus cartas a Antonio Machado fueron escritas entre los años 1928 a 1935 y se las dejó en depósito a su amiga María Estremera durante la guerra, unas treinta y tres cartas carecían de fecha y dedicatoria. Una de ellas, sin duda de las primeras, es esta.
“No puedo expresar la emoción que tuve al encontrarme con él y estrechar su mano. Era el poeta tan admirado el que estaba ante mí, con su desaliño, sí, pero con un rostro bondadosísimo, una frente ancha y luminosa, una cabeza, en fin, admirable sobre un cuerpo alto, desgarbado y poco atractivo. Al verme, no supe qué pasó por él, pero advertí que se quedó como embelesado, pues no cesaba de mirarme y apenas habló para decirme cuánto sentía estar tan ocupado con los exámenes, que no podía acompañarme ni atenderme como sería su deseo. Añadió que dos días después terminaba su actuación en el tribunal y tenía que irse ineludiblemente a Madrid, lo que lamentaba, pues le agradaría verme y serme útil”.
Carta de Antonio Machado a Guiomar
Lunes, en “nuestro rincón”.
Aquí, en nuestro rincón, vida mía, empiezo mi carta cuando tú no habrás llegado todavía a tu casa. Así combato yo la amargura de este momento terrible de la separación, ese principio de tu ausencia, tan violento, que es tanto como un desgarrón en las entrañas.
Porque así pienso yo que estas palabras mías te llegan al oído y te acompañan en el camino. Adiós, mi diosa, mi vida, mi gloria! Aquí se queda tu poeta con la ilusión… con la conciencia de que es una ilusión el tenerte todavía a su lado. Ay, ahora cuánto sufro!
¡Qué soledad tan grande! Pero, también, qué momentos de suprema alegría acabo de vivir. Y cuando pasen estos momentos del tránsito de tu presencia a tu recuerdo, que son los verdaderamente trágicos, volveré a ser feliz con tu imagen rememorando y recordando una por una tus palabras y tus labios y tus ojos! Cuánta vida has venido a dar a tu poeta! Y cuántas cosas no te he podido decir, porque la emoción no me permite coordinar mis ideas cuando estás a mi lado. El amor tiene más gestos que palabras, y cuando se complica con la necesidad del freno… Ay! Tú no sabes bien lo que es tener tan cerca a la mujer que se ha esperado toda una vida, al sueño hecho carne, a la diosa… Ahora que estoy solo, quiero llorar un poco, de amor, de gratitud, si no se me rompería el corazón.
-Son las diez y media. Comienzan a venir gentes alegres. Es día de feria, de moda –me ha dicho el mozo- en esta casa. Yo me voy a la mía”
Lo que parece la puerta abierta a un laberinto de pasiones y sexo desatado, fue la puerta abierta a una estricta amistad impuesta por ella, un amor platónico sin contacto físico ni material. De este amor nacieron ciento cuarenta cartas escritas por Machado en un lapso de siete años, de las cuales no todas se salvaron de la guerra civil. La última de Pilar a Antonio la escribió el día 13 de junio de 1936.
Conferencia pronunciada por Mª Rosa Jaén
(R.J.M./23.2.12) 73 años de la muerte del poeta.
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