Mónica de la Torre
(Ciudad de México, 1969) es autora de los poemarios Acúfenos (Taller Ditoria, 2006), Talk Shows (Switchback Books, 2007), Public Domain (Roof Books, 2008), libro publicado originalmente en inglés y del cual provienen los poemas aquí traducidos, y Sociedad Anónima (Bonobos, 2010). Ha participado en los proyectos editoriales colectivos The Collective Task y Taller de Taquimecanografía. Preparó, con Cristián Gómez, la antología Malditos latinos, malditos sudacas: Poesía iberoamericana Made in USA (El Billar de Lucrecia, 2009).
Desde 1993 radica en la ciudad de Nueva York. LC
(TRADUCCIONES DE CRISTIÁN GÓMEZ O.)
Pájaros migratorios
Víctor se dio cuenta de lo que realmente
era el poder cuando secó sus propias pasas.
Él había comprado libras y más libras de uvas
para después dejarlas secándose sobre la mesa
de la cocina.
Theresa no quería saber nada
acerca del cáncer de su ex-marido. No el día del
Padre. Tomó un tren que la llevó a través de la noche
para tomar desayuno con su prima. El tren de vuelta
se demoró el domingo entero.
No bien su esposa salió por la puerta,
Martín decidió sacarle provecho al espacio
que ella abandonara. Donde estaba su closet construyó
un sauna, donde cada mañana se sienta a leer el periódico
y a Buda.
Una noche Helga se puso el mejor de sus vestidos,
aunque sabía que él no iba a estar ahí. Tomó un vino blanco y
seco, se emborrachó (estaba a dieta), se cayó.
Más tarde él se fijó en los huecos de sus medias.
Por lo general, María siempre chocaba con
los muebles. Cada vez estaba más cerca de lo
que quería. “¿Se puede saber qué quieres de mí?”
“Nada”, le respondió él, así que ella se fue
y en lugar de sentirse como si fuera un pájaro migratorio,
se sintió como si fuera muchos de ellos.
Migrating Birds
Victor got a real sense of power
from making his own raisins. He’d buy
pounds and pounds of grapes
and leave them to dry
on the kitchen table.
Theresa didn’t want to hear about
her ex-husband’s cancer. Not on Father’s Day.
She took a train all night
to have breakfast with her cousin.
All Sunday she rode the train back.
Once Martin’s wife had left,
he decided to take advantage of her space.
He built a sauna where her closet was,
sat there every morning, to read the paper
and Buddha.
One night Helga wore her prettiest dress,
though she knew he wouldn’t be there.
She drank dry white, got drunk
(she was on a diet), and fell down.
Later he saw the holes in her pantyhose.
María was usually bumping into
furniture. Each time she got closer to what
she wanted. “What do you want from me?”
“Nothing,” he replied, so she took off
and felt like migrating birds. But many.
Sobre la traducción
No buscar significado, sino reedificar un gesto, un intento.
Como traductor, uno se encariña con los originales. Rara vez
son tan premeditadas las decisiones.
A mediodía, la traductora se reúne con el poeta en un café que está
en esa intersección donde por décadas travestis y rameras se han puesto
de noche en fila para que echen un vistazo los que caminen por ahí.
No un monólogo, sino una conversación implícita. Se difiere
la respuesta de la traductora.
La traductora pregunta, el poeta responde sin restricciones. Alguien
observa los movimientos de la mano que marcan el flujo
de un diálogo incomprensible.
Están hablando de la desilusión del poeta con Freud.
Una tras otra, vívidas descripciones de los sueños del poeta comienzan
a escaparse de su boca. No hay señales de ironía en su voz.
Ni un asomo de estupor, ni rasgos de algún significado escondido,
sino más bien la fe en la teoría del detritus.
“A phosphorescent cat turns up. I hold him in my arms
knowing I won´t be the same again.”
“I´m in a party. Suddenly I see the devil is sitting right across me.
Dresses black, has a pointed beard and a trident in his left
hand. He is so kind that nobody realizes that is not a guess
like the others.”
“The radio announces that Octavio will read his newest poem:
Cow … cow … cow … cow … cow … cow … cow …”
I go into a lab and perceive unusual aromas. I still remember them.
La traductora sabe que nada de lo que el poeta haya nunca dicho o
escrito revela tanto sobre él como la expresión de su cara cuando
se le pidió que posara para una foto. Sonríe para la posteridad con una
mueca diabólica. Para placer de la traductora, tiene que repetir el gesto
unas tres o cuatro veces por lo menos. La cámara no tiene rollo.
On Translation
Not to search for meaning, but to reedify a gesture, an intent.
As a translator, one grows attached to originals. Seldom are choices
so purposeful.
At midday, the translator meets with the poet at a café at the intersection
where for decades whores and cross-dressers have lined up at
night for passers-by to peruse.
Not a monologue, but an implied conversation. The translator’s
response is delayed.
The translator asks, the poet answers unrestrictedly. Someone
watches the hand movements that punctuate the flow of an
incomprehensible dialogue.
They’re speaking about the poet’s disillusionment with Freud.
One after another, vivid descriptions of the poet’s dreams begin to
pour out of his mouth. There’s no signal of irony in his voice.
Nor a hint of astonishment, nor a suggestion of hidden meanings,
rather a belief in the detritus theory.
“Se me aparece un gato fosforescente. Lo sostengo en mis brazos
sabiendo que no volveré a ser el mismo.”
“Estoy en una fiesta. De pronto veo que el diablo está sentado frente
a mí. Viste de negro, lleva una barba puntiaguda y un tridente en
la mano izquierda. Es tan amable que nadie se da cuenta de que
no es un invitado como los otros.”
“Anuncian en el radio que Octavio Paz leerá su poema más reciente:
‘Vaca . . . vaca . . . vaca . . . vaca . . . vaca . . . vaca . . . vaca . . .’”
“Entro a un laboratorio y percibo aromas inusitados. Aún los recuerdo.”
The translator knows that nothing the poet has ever said or written
reveals as much about him as the expression on his face when he
was asked to pose for a picture. He greets posterity with a devilish
grin. To the translator’s delight, he’s forced to repeat the gesture at
least three or four times. The camera has no film.
Poema en español
La tumba tiene más poder que los ojos del amado.
Una tumba abierta con todo su magnetismo.
Este peso en las alas. El cielo está esperando un dirigible.
Tengo el presentimiento de que no es mucha la vida que me queda.
Tres horas después el ataque celestial.
¿Por qué no respondo cuando me ofenden?
Porque mi religión no me lo permite.
Mapas exteriores: geografía. Mapas interiores: psicografía.
Y en tu dura cathedral me arrodillo.
Montañas pasan camellos pasan
como la historia de las guerras en la antigüedad.
De todos los hombres que soy, no puedo encontrar a ninguno
sin el control del ojo invasor.
Problemas. Misterios que se amarran ellos mismos a mi pecho.
Todo lo que quiero es no ver más negocios ni jardines
ni mercados ni gafas ni ascensores.
Con el fin de atender a todos nuestros radioescuchas
sin discriminar entre clases sociales, hablo una lengua
que llena los corazones con la ley de las nubes comunicantes.
Tengo mi cerebro o lo que quiera que sea lleno de las polillas de la muerte.
Para que el mundo siga siendo lo que es tiene
—por fuerza— que tomar una forma otra.
Los verdaderos poemas son llamas. Cuando se quema algo muy querido
en lugar del bomber que yo llamo, sale a relucir el incendiario.
Dice: vive, vive, vive!
Se trata de la muerte.
Poem in Spanish
The grave has more power than the eyes of the beloved.
An open grave with all its magnets.
This weight on the wings. The sky is waiting for an airship.
I have the feeling that I haven’t got much life left.
Three hours after the celestial attack.
Why don’t I respond when I’m being offended?
Because my religion doesn’t allow me to.
Exterior maps: geography. Interior maps: psychography.
And in your hard cathedral I kneel.
Mountains pass camels pass
like the history of wars in antiquity.
Of all the men I am, I can’t find any of them
without the control of the intruding eye.
Problems. Mysteries that fasten themselves to my chest.
All I want is not to see businesses nor gardens
nor markets nor eyeglasses nor elevators.
In order to serve all radio listeners,
without discriminating between social classes, I speak a tongue
that fills hearts with the law of communicating clouds.
I have my brain or whatever it is full of skull moths.
For the world to go on being what it is it must
—per force—take another form.
True poems are fires. When something cherished burns
instead f the fireman I call, rushes forth the incendiary.
It says: live, live, live!
It is Death.
Derby de demolición
Sonya es tan buena que todos los tipos la molestan, o por lo menos así va la narrativa del atardecer. He escuchado que todo el tiempo ella lleva poleras amarillas que hagan juego con su pelo. La última vez, sus zapatillas quedaron tan sucias que ella tuvo que botarlas, porque no había forma en este mundo de dejarlas blancas otra vez.
Los pantalones cortos se encogen como acordeones desinflados, como melodramáticos argumentos una vez que han sido expuestos a la indiferencia de alguien. Un guagua está llorando y hace pucheros mientras su madre intenta echarle más Velveta en sus nachos. El padre es adicto a alguna cosa, le escuchamos decir a alguien cerca de nosotros. Un adolescente con un severo acné se da vuelta y tira un dardo lleno de huecos atravesando mi mirada. Nos dejamos llevar por las ganas de echar a perder las cosas por el puro placer del desperdicio. Y adentro, la colisión, el tirón en el cuello que le hace preguntarse al conductor si este en realidad es. Que me trague el polvo mientras el gentío celebra y reparte sus papas fritas en el espacio, entre un neón que queda cerca y los reflectores que reúnen un ejército de polillas gigantescas.
Demolition Derby
Sonya’s so good that all the guys pick on her, so the evening’s narrative goes. I’ve heard she wears yellow t-shirts each time to match her hair. Last time her tennis shoes got so dusty that she had to throw them out because there was no way on earth that they could be white again.
Trunks shrink like deflated accordions, like melodramatic arguments after they’ve met face to face with someone’s indifference. A baby cries and pouts while her mother is trying to scoop more Velveta on to her nacho. The father is strung out on something, someone in back of us says. A teenager with severe acne turns around and fires a dart full of cavities into my gaze. We give in to the pleasure of destruction for the sheer sake of waste. What inside, the collision, the jerk on the nape that makes the driver wonder whether this one is it. Swallow me dust while the crowd cheers and claps its French fries away into the space between a nearby neon and the floodlights gathering an army of many sized moths.
Olímpicamente
Para María del Rosario Espinoza
Fueron mis pies. Demasiado grandes para mi edad,
intranquilos y lo suficientemente fuertes como para algo más que recoger frutas
o vender pescado. Para las patadas, en mi pueblo natal de dos mil habitantes, probé con el taekwondo. Tenía cinco años.
Mis vecinos me veían como una tomboy.
Las mujeres a mi alrededor eran duras, pero ninguna era una marimacha.
Mi papá, pescador de oficio, no se desanimó. Es bueno cultivando.
Somos gente decidida, él y yo. Del tipo que mira
más allá del horizonte — al este y al oeste, pero sin perder el ritmo.
De ahí que nos quedaran chicos los caminos llenos de desperdicios allá en The Gap (La Brecha), en Sinaloa.
¿Fui yo la que escogí al arte, o fue el arte el que me escogió a mí?
Sin embargo, para un uniforme blanco, ya me sabía lo básico.
Este era mi sello: una defensa personal para la cual no se necesita que los brazos sean armas. Sólo puños.
Sólido como una roca. Y miembros indesmembrables y un espíritu guerreo
que no fuera antagonista. Piensa en repartir golpes para que menos golpes
sean repartidos — el propósito es terminar la pelea, no acabar con tu rival, tu semejante.
De donde vengo, hay gente que hace las cosas de otra forma.
Mi camino es el camino de la mano y del pie, la unidad
del propósito. En el tatami, escribo su caligrafía corporal.
Olímpicamente
For María del Rosario Espinoza
It was my feet. They were oversized for my age,
restless and strong enough to do more than pick fruit or sell fish.
For kicks, in my hometown of two thousand, I tried taekwondo. I was five.
The neighbors, they thought of me as marimacha.
Women around me were tough, but they were no tomboys.
Dad, a fisherman by trade, was undeterred. He’s good at cultivating.
He and I, we’re driven people. The kind that look
beyond the horizon — westward and eastward in step.
Hence we outgrew the dirt roads of La Brecha (The Gap) in Sinaloa.
Did I choose the art; was it the art that chose me?
But for a white uniform, I had the essentials.
This was my calling: self-defense for which you needed no arms. Only fists.
Rock solid. And limber limbs and a feistiness
not antagonistic. Think dealing blows so less blows
are dealt — aiming to stop the fight, but not destroy your rival, your equal.
Where I am from, some folks do things differently.
My way’s the way of the hand and foot, and unity
of purpose. On the tatami, I write their bodily calligraphy.
Versiones de Santiago Matías
El ángel en la casa
a) Haga un regalo de Navidad bien pensado.
Manipúlelo con cuidado. Las cajas
pueden dañar las alas.
Y/o b) Arránquele todas las plumas,
enjuáguelo con agua tibia,
déjelo hervir hasta
que sus rasgos particulares desaparezcan.
Personalice su ángel,
vístalo,
dibújele la cara (si aún no tiene una).
O, c) Diséquelo,
póngale una instalación eléctrica
a través de la médula espinal.
Cuélguelo.
The angel in the house
a) Makes a thoughtful Chrismas gift.
Beware and handle with care. Boxes
may damage the wings.
And/or b) Pluck all feathers out,
rinse with lukewarm water,
let boil until
distinctive features vanish.
Customize your angel,
dress it up,
draw its face (if it doesn’t already have one).
Or, c) Dissect,
wire electric installment
through spinal cord.
Hang it.
Tenis de mesa
—Cuatro es demasiado, Ping.
—El invierno no es mejor, Pong.
—Ya basta, Ping.
—Detente, Pong.
—Traigo un rollo, Ping.
—Para el auto, Pong.
—Tres es una pulgada, Ping.
—Tarta de pizza, Pong.
—Devuelve, Ping.
—Esfuérzate, Pong.
—Deja de pensar en pollos tristes, Ping.
—No es divertido, Pong.
—Casi nunca, Ping. Silencio.
Table Tennis
—Four’s too much, Ping.
—Winter’s no better, Pong.
—Cut it out, Ping.
—Pull over, Pong.
—I’m on a roll, Ping.
—Stop the car, Pong.
—Three’s an inch, Ping.
—Pizza pie, Pong.
—Correspond, Ping.
—Pump it up, Pong.
—Quit thinking about sad chickens, Ping.
—It’s not funny, Pong.
—Almost never, Ping. Silence
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