José Antonio Carr
Nació en la ciudad de Panamá en 1958.
Realizó estudios de Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad de Panamá.
Profesor de Literatura Universal, Hispanoamericana y Panameña en Panamá School. Miembro Fundador del "Gallo de Oro" y del colectivo de escritores "Atabal" en 1988 Y 1990, respectivamente. Fue editor del suplemento cultural "Tragaluz" del periódico El Universal.
Obtuvo el premio Pablo Neruda en 1984, 1985 y 1986, así como Mención Honorífica en el Premio Nacional Signos de Joven Literatura Panameña. Ha sido ganador del Torneo de Poesía de Verano del Instituto Nacional de Cultura, en 1989 y 1995. Obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil "Medio Pollito" del INAC en 1987; el Premio 'Juegos Florales Universitarios" 1988; el Premio Ensayo Universidad de Panamá de Ciencias y Tecnología (segundo lugar, 1985).
En 1991 gana el Concurso Literario 'Ricardo Miró" con el poemario La rosa contra el muro, y el mismo certamen en 1995 con el poemario Estación de la sangre.
En 2006 gana el Concurso Nacional de Literatura Ricardo Miró como poeta.
Artículos suyos sobre arte, literatura y política se han publicado en periódicos de Panamá.
Libros publicados: La rosa contra el muro (INAC, Panamá, 1992); Estación de la sangre (INAC, Panamá, 1995), Reino adentro (INAC, 2007).
La rosa contra el muro
(Fragmentos)
«La luz tiene una edad,
la noche no.»
René Char
Primero que la luz,
fueron las sombras:
las aguas y las llamas,
la noche y la vigilia.
Y antes que la voz
fueron las aguas.
Más la palabra fue
dando paso a la vida.
Las sombras seguirán
cuando no existas.
Es tiempo de vigilias.
Agua mansa
y tiempo en calma.
Luz. Rebaño.
Los hombres pastan
magra ración del tiempo.
La vida se desliza en comunión.
Fiera, la muerte ve
el convite. Aguarda
los despojos.
Ya dentro,
la flor no pasa.
Entonces fue la cruz
y fue la espada
Después vino una paz
amurallada.
Los muertos prisioneros.
La carne machacada.
Es la hora de Belial
y de las sombras.
Ni la celda es testigo
de lo que confesó la sangre.
En la hora del cilicio
y el arcángel,
¿ en dónde estabas tú,
Rosa de tarde?
y la carne fue débil
sobre el potro.
Desblanquecida muerte
nos traerá
el negro velo
de sus naves.
Moloch querrá tu cuerpo:
devorarte.
Más tarde.
Camino sempiterno
es la memoria,
nave.
La carne oscura sabe
del látigo y la reja.
Del hambre te habla el hombre.
La noche
no dura para siempre.
Sin pétalo y memoria
aún perduran
la casa solariega
que aprisionó mis juegos
y el patio desolado,
aún nuestro.
¡Qué sola está la noche
de los muertos!
¿Soy vivo?
Pupila enfurecida
por la ira.
Mi casa
ocupada por fieras
será huella en los pasillos,
camino para hogueras.
El paso de la fiera
por mi ira.
Iremos como hermanos
contra esos
que hicieron de la casa
una tierra abrazada en los fuegos
de la guerra.
La noche es de la fiera.
Y la mañana es nuestra.
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