José García Obrero
(Santa Coloma de Gramenet, Barcelona, 1973).
Codirigió las revistas culturales PDA-Perfil del Aire y Girándula y emprendió junto a Óscar Sotillos, el proyecto visual El Píxel en el Ojo, cuyas acciones han podido verse en la Filmoteca de Andalucía o Cosmopoética.
Como autor individual ha participado en el Ciclo de Poesía Efímera Otoñeces.y en el IV Encuentro de Poesía Visual.
Sus poemas figuran en varias publicaciones (Agua para chocolate, Guaita!o Ciudades Esqueleto) así como en la antología Poesía en Santa Coloma de Gramenet (Paralelo Sur Ediciones, 2012).
Ha participado como poeta invitado en la 10ª edición de Cosmopoética (2013)
En la actualidad forma parte del equipo de redacción de la revista de poesía contemporánea en lenguas peninsulares Caravansari y colabora como asesor literario en la Editorial Proscritos
Tiene publicados los poemarios Un dios enfrente (Ed. La Garúa, 2013) y Mi corazón no es alimento (Ediciones En Huida, 2014).
http://quedalacascara.blogspot.com es su blog personal.
El poeta-músico vociferó al auditorio
que la música era lo único vivo en la poesía,
y desapareció rompiendo una orquídea,
secando un lago, degollando a los bueyes
que araban el sembrado de las tierras cercanas.
Yo busqué desde entonces
su paisaje perdido;
lo encontré en un camino
camuflado a la izquierda
tras un corto mareo de droga desbocada.
Un camino de baches tan profundos
que las sienes redoblaban el pálpito de la idea.
Estaba ahí, un día apareció revelándose
despacio como el sonido de los bares al amanecer.
Era el papel de gelatina de plata que atrapa la luz:
una mujer, un amor, una fe: esta certeza.
Ahora la niebla no eleva hasta mi boca
sus sacos de algodón bloqueando compuertas;
navega suavemente sobre la tierra fresca
reforzando el camino que se rompe y bifurca,
pero que ya no quiere dejar de ser paisaje.
(Inédito)
José G. Obrero es un poeta nómada de larga trayectoria. Un dios enfrente, una crónica del combate que el autor detalla ante el dios que aparece en su propio espejo, ese enemigo que representa la pérdida del mundo idealizado y las contradicciones a que conduce a menudo la sórdida supervivencia; la erosión del refriegue con el mundo va dejando marcas entre la intemperie del dolor íntimo, del poeta desmoronándose. En el trayecto se observa la fascinación del poeta por la intangibilidad de los objetos, los hechos y las personas. Las muestras de fragilidad, que aparecen en un friso de bajorrelieves tratados con un delgado bisturí preciso en el lenguaje, un trazo firme de imágenes nítidas: «Amontonas las cáscaras para crear un lecho», «Somos formas que buscan la llamarada viva» formas que se deslizan entre una diversidad de voces, desde: Luís Alberto de Cuenca a José Ángel Valente o las eléctricas miradas femeninas de Alejandra Pizarnik o Maria Lainá. Un dios enfrente nos sorprende en su tránsito por los abundantes destellos de una poètica que emerge desgarrada en todo su esplendor.
JORDI VALLS
“Agradecida y emocionada,
solamente puedo decir:
Gracias por venir.”
Lina Morgan
José, et robo tres coses: la cita de Lina Morgan, amb què fa una semana vas obrir la presentació del teu llibre Un dios enfrente, a la Tasca Bohèmia de Barcelona; la foto de portada del teu llibre, que encapçala la meva confessió de robatoris, i algunes espurnes de poemes teus d’aquesta obra que m’han emocionat i només em deixen dir-te: Gràcies per venir!
“Nunca heredé esta tierra.
La tierra es esa sombra con que vine a este cuarto,
una marca en la frente que ahuyenta los afectos,
el disparo certero siempre atento a mis pasos.
La tierra siempre ha sido una cuerda en la viga.
Nací con las raíces enfermas de distancia.”
(p. 20, Molde)
“Dice que es absurdo hacer este viaje;
el trajinar continuo de maletas y esperas
le está abriendo una grieta por la espina dorsal.
–Me desangro– le dice –con los cambios de luz–.”
(p. 25, Microclima)
“Baila y bombea un río para tu nado,
un amanecer desnudo sin cartílagos ni espalda
con los filos dispuestos como abrelatas eléctricos.
Para que no sequen tus tentáculos, salta a la noche,
teje una cortina de lluvia para tu umbrela
blanca.”
(p. 43, Medusa)
“Y está convencida de que yo… Me llama fuente
por tener humedad bajo los párpados, uñas azules.
Pero yo soy el vaso, soy el jarrón, soy la copa
que cae al suelo desde sus manos ásperas.”
(p. 44, Desierto)
“Te lo digo desde abajo,
desde más abajo aún, cóncavo
agujero, yo te nombro tragando
peces transparentes.”
(p. 45, Isla)
“Nada se ha hundido de manera solemne,
no ha habido capitanes erguidos en la popa,
no ha habido mascarones chocando con las algas.
Ha sido un fin sincero sin medida de tiempo,
sin grados ni erosiones, sin aviso, sin lírica.
Alguien pintó una línea que derivó en un círculo,
alguien prendió fuego con válvulas mitrales.
Nosotros, escorpiones, nos quedamos dentro.”
(p. 49, Apocalipsis)
“Sé que estás cerca porque huelo a hojarasca.”
(p. 62, Cerca)
(Tots els fragments dels poemes citats pertanyen al llibre de José García Obrero Un dios enfrente. La Garúa libros. S. Coloma de Gramenet, 2013)
Raíz
Algo nace quebrado.
Lo indica esa montaña cubierta de edificios.
Ni un solo palmo de tierra limpia para la siembra.
Un descampado, a veces, interrumpe el paisaje
vertical de ventanas.
Un descampado es una tierra podrida;
ningún loco pretende ahondar bajo sus piedras
y enterrar la semilla de la fruta del miedo.
Aquí se invierte el mundo:
él cosecha entre hombres, agujas y cristales,
protege de miradas a los cuerpos urgentes.
A veces un cuchillo amenaza los juegos
de los niños que ignoran el temblor
de las venas cansadas de estar rotas.
Y algo nace quebrado si no hay tierra
tan limpia que podría morderse.
Se arrojan las semillas, sin mirar, a la acera,
esperando que el viento las proteja en su marcha.
La respuesta es el tronco que crece sin raíces.
De Un dios enfrente. Ed. La Garúa, 2013
Plaza de Abades un día de julio
Este cielo traza la copa de una palmera
que termina fundida en la calzada.
Llamea este cielo azul metálico.
Irrumpe el ruido de un falso chaparrón:
bolsas de plástico rozando el pavimento.
Esas rejas son la sombra del balcón
en la fachada blanca de la esquina.
Llamea la fachada, espejo solar.
La cabeza del hombre que se cruza:
caja vacía para la mudanza.
Todo este blanco despidiendo calor…
Mirar este cielo es darse un chapuzón
en los orígenes.
De Mi corazón no es alimento. Ediciones En Huida, 2014
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