miércoles, 23 de julio de 2014

CLAUDE COUFFON [12.458]




Claude Couffon 

(Caen, Francia  4 de mayo de 1926 - 18 de diciembre de 2013) fue un hispanista, traductor, catedrático de universidad y poeta francés, especialista en literatura española e hispanoamericana.

Profesor de literatura española e hispanoamericana en La Sorbona (París, IV), donde se jubiló en 1991. Desde 1945 empezó a divulgar la obra de Nicolás Guillén, Rafael Alberti y Miguel Ángel Asturias en revistas, suplementos culturales y periódicos de París. Son destacables sus investigaciones, iniciadas en 1951, sobre la obra de Federico García Lorca y Miguel Hernández, a raíz de su primera visita a España; también dio a conocer escritos juveniles inéditos de éste último y de Miguel Ángel Asturias y en 1994 la Escala melografiada, de César Vallejo.

En los últimos años fueron frecuentes las referencias a su reconocido trabajo publicado en "Le Figaro Littéraire" en el año 1951 sobre las circunstancias que rodearon la muerte del poeta Federico García Lorca en agosto de 1936. Compuso varias antologías de literatura hispanoamericana (por ejemplo, Poésie péruvienne du XXe. siècle, Genève: Patiño, 2000 o El París latinoamericano. Antología de los escritores latinoamericanos en París, edición bilingüe, Editorial Indigo & Côté Femmes, 2007), y es un fecundo traductor al francés de obras de Lorca, Alberti, Pablo Neruda (el Canto general, por caso); Camilo José Cela (San Camilo 1936); Miguel Ángel Asturias, Gabriel García Márquez, Manuel Scorza, Juan Carlos Onetti, Nicolás Guillén, Jorge Icaza, Martín Adán, Alejandra Pizarnik, Juan Liscano, Antonio Carvajal y otros muchos. 

Como poeta escribió ocho libros y fue nombrado caballero de la Legión de Honor y galardonado con el Premio de Arte y Letras de Francia.




Me habría gustado ser otro.
No aquél que conocemos
O que llegamos a reconocer.

Ser Bosquet o Sabatier.
Alberti o Neruda,
Louis Aragon o Paul Éluard.
O bien
Tantos otros que ríen en sus barbas...

Pero yo sólo soy 
--perdónenme el orgullo—
aquel al que todos llaman Couffon






Claude Couffon, poeta y traductor

Cuando se habla de Claude Couffon (Caen, Francia, 1926) se habla de la larga y fecunda correspondencia de la lengua francesa con una buena parte de lo mejor que ha producido la literatura en España y América Latina.

Claude Couffon comenzó su carrera de hispanista siendo aún muy joven, desde mediados de los años cuarenta, divulgando en periódicos y revistas de su país la obra de algunos de los más grandes poetas de la lengua española: Federico García Lorca, Miguel Hernández, Juan Ramón Jiménez, César Vallejo, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Rafael Alberti y Nicolás Guillén, por mencionar sólo a unos cuantos de los más grandes. Con varios de ellos establecería después una profunda amistad, lo mismo que con narradores de la talla de Julio Cortázar con quien sostuvo, además, una fugaz y simpática rivalidad amorosa. Primer traductor de Gabriel García Márquez al francés, ha colaborado también con Juan Carlos Onetti, Camilo José Cela, Miguel Ángel Asturias y Mario Vargas Llosa con quien le he escuchado compartir recuerdos con la complicidad de viejos camaradas.

Entre sus últimas novelas traducidas al francés están Los Convidados del Volcán, en 1997, y El Cielo a Dentelladas, en 2001, ambas del autor de este blog. Que un hispanista de su talla se ofreciera a trabajar en ese par de obras mías es, y ha sido siempre, para mí motivo de asombro, orgullo y gratitud.

Entre sus numerosas distinciones se cuentan el Gran Premio de Traducción Halpérine-Kaminski, el Gran Premio Nacional de Traducción del Ministerio de la Cultura, el Premio de Artes y Letras y el nombramiento de Caballero de la Legión de Honor. El premio a la traducción que todos los años concede El Salón del Libro Iberoamericano de Gijón que convoca Luís Sepúlveda se llama, en su honor, Premio Claude Couffon.

Un hombre tan ligado a las letras no podía más que escribir él mismo. Sus trabajos de poeta, sin embargo, han quedado oscurecidos por su colosal labor de traductor. Una gran injusticia que repararemos esta semana, al menos en una mínima parte, reproduciendo algunos de sus propios poemas. Las versiones al español son de Lina Zerón a quien agradecemos la gentileza de facilitarlas para este blog.




LA CONFESIÓN

Puedo aún escribir
y, con la mano temblorosa 
deshojando sílabas,
mofarme de la muerte
¿Pero de qué me sirve?
¿de cara a quién?
¿Para qué hablar,
incluso en voz baja,
de la soledad?





ELLA

Como todos, claro que pienso en ella,
sin angustia puesto que sé
por haberla frecuentado a menudo
que ella es sólo un símbolo.

Es triste, cierto, pero tranquilizador
ya que todos terminaremos ahí,
grandes o pequeños, nutrientes
de unas briznas de hierba en el cementerio.

Visto que los poetas 
la han celebrado tanto, renunciemos.
Entremos en la muerte y dejemos
que el silencio nos sonría, burlón, en la tumba.






VIAJES II

Llegué a la edad en la que se viaja dentro de un cuarto
en aviones que piloteamos solitarios
hacia islas imaginarias
de continentes cercanos al cielo
o al infierno
pero poco importa:
se asemejan en su salvaje libertad.
Emparejarse aquí es soñar
con todos esos cuerpos que fueron nuestros
y que el tiempo no puede envejecer
¡Ah, los viajes sin regreso
en los que me hundo cada noche!






BALANCE III

Vivir es una crueldad si sabemos
que todo lo que fue ya no será
o es tan sólo un destello
del azar o de la suerte escasa.
Ya no poder ser el hombre 
aquel seductor seguro de sí
que volvía reales los excesos
de los más ardientes fantasmas.
Ahora andrajo que a veces
concretiza el sueño loco
de ser todavía ya sin nada
la imagen de un duende estéril
de una vida que fue larga y breve.






NOMBRE

Me hubiera gustado ser otro.
No aquél a quien se conoce
e incluso a veces se reconoce.

Ser Bosquet o Sabatier.
Alberti o Neruda.
Louis Aragon o Paul Eluard.
O bien
tantos otros que ríen en sus barbas…

Pero yo sólo quiero ser
—disculpen si me ufano—
aquél que todos llaman Couffon.






DE PASO

¿Sólo somos materia que se transmite
consciente 
o inconscientemente?
La edad lo afirma 
o lo rechaza
si se trata de juventud 
o de extinción
pero de qué nos sirve plantearnos tantas preguntas
si vivir es la maravilla de un tiempo
a lo más pasajero.





Nos gustaría terminar con una reflexión del propio Couffon después de traducir Confieso que he vivido, las memorias de Pablo Neruda:
“¿Por qué todos, en cierta medida, mentimos al contar nuestras vidas? Cierto: nos tocó una vida privilegiada, ¿y qué? Aunque hayamos tenido esa vida llena de experiencias, ésta no llegó a ser nunca la que habríamos querido. Por eso le agregamos un poco de pimienta y ese poco la convierte de veras en literatura. Todos sabemos que la literatura no existe, que es pura ficción. Un sueño de absoluto y de imposible.”

http://losconvidados.com/claude-couffon-poeta-y-traductor/





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