Raina J. León
Es actualmente profesora asistente de la Universidad de California, poeta, y editora.
US Latino Poets en español
Por Xánath Caraza
Copatrocinado por Letras Latinas, the literary program of the Institute for Latino Studies, Universidad de Notre Dame
Miembro graduada de Cave Canem en 2006 y miembro del Carolina African American Writers Collective ha sido publicada internacionalmente como poeta y narradora. Su primer poemario, Canticle of Idols (Word Tech Communications, 2008) fue finalista tanto para el premio de poesía para primer libro publicado de Cave Canem en 2005 como para el premio de poesía Andrés Montoya en 2006. Su segundo libro, Boogeyman Dawn (Salmon Poetry, 2013) fue finalista para los siguientes premios: Macdowell Colony, Kimmel Harding Nelson Center para las artes, Vermont Studio Center, el Tyrone Guthrie Center en Annamaghkerrig, Irlanda y Ragdale. Actualmente es profesora de pedagogía en el St. Mary’s College de California. León es editora fundadora de The Acentos Review.
Raina J. León está comprometida con la realidad social que le ha tocado vivir, la dibuja entre sus versos. Es una poeta que se desplaza entre diferentes registros de voz y que experimenta con la estructura de su poesía. León manifiesta disparidad económica y racial en sus estrofas porque está consciente de la historia, las luchas por los derechos civiles, y desventajas económicas, que afroamericanos y, por ende, afro-latinos han experimentado.
León no le tiene miedo a la hoja en blanco. Poetiza agudas observaciones de una sociedad urbana contemporánea. Cuestiona la sociedad, reta los papeles establecidos y su voz, de mujer poeta y educadora, se eleva.
He seleccionado los poemas, una (segunda) para considerar (generación) del poemario, Boogeyman Dawn (Salmon Poetry, 2013) y Abuelita habla de bocas que alimentar del poemario, Canticle of Idols (Word Tech Communications, 2008).
En una (segunda) para considerar (generación) León no usa, intencionalmente, mayúsculas en todo el poema y los versos no están alineados de manera convencional. A nivel de contenido, el poema revela su identidad mestiza, un padre afro-puertorriqueño y una madre afroamericana, y cómo es compleja su relación con la sociedad estadounidense. La voz poética cuestiona esa identidad. ¿Es lo suficientemente latina? O, ¿es afroamericana? O, ¿es simplemente una persona afroamericana con un apellido en español? Por otro lado, la voz poética comparte con el lector su tímido uso del idioma español; y el descubrimiento de que el padre, puertorriqueño, en realidad no ha nacido en la isla caribeña. También comparte su confusión al casi olvidar los nombres de platillos, que para cualquier puertorriqueño deben de ser obvios. León es asertiva y en una línea condensa gran parte de la historia de los afroamericanos y afro-latinos en los Estados Unidos, “…mezcla del rebaño protestante…”. Igualmente, desde su perspectiva como intelectual y mujer, reta los roles esperados por la sociedad para las mujeres.
En Abuelita habla de bocas que alimentar el mensaje es claro y conciso. Dibuja una realidad social que a veces queremos ignorar, el estado en el que viven algunas comunidades en los Estados Unidos. Hay muchos, niños, y la comida es escasa. En León nunca es escasa la creatividad, su poesía está impregnada de comentario social y retos al sistema establecido.
A continuación mi traducción de inglés a español de una (segunda) para considerar (generación) y Abuelita habla de bocas que alimentar.
una (segunda) para considerar (generación)
no endulzo mis labios con boleros
bailo en la oscuridad por velas
hablo español tímidamente y asiento
aún cuando no entienda
mi padre nació aquí en los Estados Unidos
aunque me tomó veinte años saberlo
le gusta contar historias
para que yo las descifre
aún cuando no entienda
en lugar de darle al pilón
veo comedias románticas
películas de vampiros y el canal de ciencia ficción
no debería estar rezando o
cocinando
o espabilándome con la bofetada
de mi madre
no debería ser exaltada o sumisa
no debería ya estar casada
bailo en la oscuridad por velas
olvido la diferencia
entre alcapurrias y pasteles
me atraganto de pastelillos
cubro mi blusa con azúcar glas
no soy blanca pero me blanqueo con frecuencia
hablo de dialéctica y hegemonía
el canon occidental que suena en contra
rezo y descuento las oraciones
hago pedestales para orishas que no conozco
creo en el mito de mi padre
de santos y ángeles y salvación
aún cuando no entienda
mi amante es negro
mezcla del rebaño protestante
mi abuela golpea las paredes
con una escoba para sacarles el diablo
puedo ser perdonada por amar
uno que escupe en el papa y María
hasta mi nombre es incorrecto
americanizado para calmar las multitudes
mi madre imaginó en mi nacimiento
mami negra con su voz gangosa
papi deseando más reconocimiento para mí que él
como de sangre puertorriqueña
en la pronunciación incorrecta puedo yo ser menos
me hace esto o no
lo suficiente latina
no bastante para pasar como puertorriqueña
sólo una chica negra con apellido en español
aún cuando no entienda
un cuerpo para hablar
como si las orejas no pudieran oír
Abuelita habla de bocas que alimentar
“Si te sientas quieto, los niños te comen.
Son tantos, la comida tan poca,”
Abuelita les dijo a amigos de la iglesia que se encontraba.
Si te sientas en la ventana, los niños se comen
el perro, el gato, hasta la silla buena del abuelo.
“Dios ayude a esos…” dijo dulcemente. “Te
sientas quieto, Hermano, los niños te deben
comer. Son tantos, la comida tan poca”.
Read a sample from this book
Wishing tree
On the ash bough,
I hang the wish
ribbon beside the threads
of others pleading miracle.
Red silk and curling orange
satin, a pulled piece of tartan
cloth, and here a work shirt hem,
they twist and twirl
into their decrepit end.
With the rot, the wish
ripples out to change
the rainy world.
Beneath the ash bough,
a thousand remnants,
the scraps of desire done
with dancing on a string
and set down to earth,
an odd mulch. What of those
ribbons plucked by birds
and used for multicolor havens?
There are wish nests
in the tall trees nearby.
Who sees to them,
the air, who traverses
its own way? A child
summer frolics in my mind,
I fear my eyes will never see. I hang
the wish, turn it tight and watch it spin.
Philomela teaches a child to sew
Our fingers butterfly through window bars to winged testaments.
What rough wounds we carry, their scars, are meant to be cleansed.
Allow the clanging tune of your own blood to slip
from your ears as a stream. You are a nightingale’s water, meant to cleanse.
His sin can not taint for ever. These two white cloths parallel
your body, and the needle, how he marred. To sew is meant to cleanse.
After he poisoned me with his sex, he cut my tongue from the root,
watched it flop on the floor. An unstringed guitar is still meant to cleanse.
He silenced you with threat, with the perversion of love’s touch.
I am as wide and seeing as the night, he said. You are the star, meant to cleanse.
We will braid hair and sunlight into this colored thread,
make a woman’s robe of twisted beauty, a woolen memoir, meant to cleanse.
A single strand can be alchemy, transmute envenomed intentions into elusive liberty.
Muted queen and child, we are more than shards; we are meant to cleanse.
The rising
He tells the other soldiers
before they go about their killing
that his woman at that moment
bakes bread to scent the house,
that for nearly one year she has baked
a different loaf and wrapped it tight
in cellophane so that he can see
her heart beating. The mail, too slow,
she points the computer’s camera
at the perfect loaf, says smell, and he does
through the screen. A viscous melody flows
down the nose into the open throat,
and he sings a moan of the familiar.
Every week, a different loaf – raison,
banana nut, vanilla and peach – that he smells
first before the children devour
the bread that their love sets.
He tells the other soldiers
that when he goes home the curtains will exhale
the breath of bread, pears, cinnamon.
He tells them he wants to be like bread,
kneaded by her fingers, filled with sweetness,
baked within her oven body, then he carries
the gun and fills his eye light with darkened glass
and dust. That very afternoon a woman will wait
for her man. The house will smell of bread,
spice and sweat, and then suddenly copper.
Copyright © Raina J. León, 2013
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