Félix Betances
Samaná, República Dominicana 17 de marzo de 1962.
Cursó la carrera de Letras en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Miembro del Taller Literario César Vallejo. Sus poemas han sido publicados en periódicos y revistas del país. Félix Betances, extrapola la imagen poética, extraída de su asombro frente a la naturaleza, fundada en una búsqueda interior y la explaya, en un discurso que sugiere a partir de su experiencia con la realidad.
Imparte docencia en el Centro Universitario Regional de San Pedro de Macorís (CURSAPEM), una extensión de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
Ha publicado los poemarios: “Espejismo del sueño, 2009”, “Alucinación de la Mirada, 2013”
Ojos del alba
Brota la maldad de algún rostro
opacando los destellos del arco.
Ominoso quejido ensordecedor
mordiendo los sentidos.
La mano de la brisa
deposita en los ojos del alba
un apacible aroma:
desvaneciendo el temor
que se arrincona en los sueños.
Misericorde el amor que se aferra:
uvas sujetando la extensión del rostro:
el viento lo humedece de azul.
Árbol de luna
Árbol de luna
Estruendo de sueño
Angustia del viento
Esferas del miedo
Correr tras las sombras
Erigirse la noche
Galopar las estrellas
Envejeciendo muros de arena
Llegar al esplendor de la rosa
Agotándose en un beso
Despertarse en los brazos
Abrir la puerta del día
Respirar la verde magia del asombro
Dormitar de las sombras
¡Ay! otrora verdor lunar
dormitando al pie de la sombra
¡Ay! el perfume, la noticia gris.
Galope de amapolas el prado
un árbol escondido en la noche;
escarabajos nocturnos poblando las mejillas.
¡Ay! la lluvia
enredaderas de piedras tejiendo las pestañas.
Abrid las ventanas de mármol
el aire abriga la mortaja de un águila.
Abrid las ventanas de mármol
se mece el alba en una telaraña.
Abrid,
abrid las ventanas de mármol.
Despertar de la frescura
Despertar de la frescura
sentir el júbilo del rocío.
No sirve de nada negarse,
un hombre
siempre será un hombre.
Llegar a los límites del polvo
una piedra cotejando soledad.
Pobre del árbol caído
no hay canto que pueda levantar
a los muertos.
Reliquias de los años
Reliquias de los años
que nunca acabamos de comprender.
Remando aún el rostro
prehistóricas tempestades.
Si estamos aquí
es porque ya nadie nos espera.
Reposo
A Pedro de la Nuez
In memorian
Acércame a tus días
tallados por el bronce
jugueteando a lo inmortal
con el ocio de las sombras.
No hay olvido que pueda despertar
la ceguera de quien duerme.
No hay retorno que duela tanto.
La lámpara de tus manos
se desvanece a gritos.
Recipiente de ecos
¡Oh! Saxofón oculto en las sombras
origen de piedra vegetal orinando las raíces,
como melodía de mal agüero.
Tocad la amargura del silencio
que se enquista en la sangre
como recipiente de ecos.
Sombras ahogando el júbilo en las sombras
pétalos expirando en la cuna del viento.
Tocadme.
Arrastro la angustia incinerando las sienes.
Dejad escurrir la voz encorvada de bronce,
palabras de sal metálica evaporando el desaliento.
Tocadme. Tocadme.
Dentro de tus ojos
A Ingrid
Dentro de tus ojos
un árbol prolonga el alba.
De este lado del mar
Mírate
Tendiendo a la mitad del ruido.
Aquella quietud de pájaros
anidándote la boca.
Palpitar soberbio escalofrío de luciérnagas.
Los ángeles inquietos no logran reposar su ira.
Ebrio fantasma retornando
en caballos de escombros.
Volver al recuerdo,
de este lado del mar.
Caminos de lágrimas atravesando el cielo.
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