Néstor E. Rodríguez
(La Romana, República Dominicana 1973). También ensayista y académico de la Universidad de Toronto. Ha publicado La isla y su envés (San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 2003), Animal pedestre (Puerto Rico: Terranova, 2004), Escrituras de desencuentro en la República Dominicana(México: Siglo XXI, 2005), Crítica para tiempos de poco fervor (Santo Domingo: Ediciones del Banco Central de la República Dominicana, 2009) y El desasido (México: El Billar de Lucrecia, 2009).
JANO
Es la cercanía de los espejismos
lo que nos hace inmortales.
Ariel Frieda
Sobre la sombra única
el debate de dos rostros:
el uno agota los ardides del conocimiento puro,
la soledad precaria,
la vela
y la vasta biblioteca.
Las huellas de la mano le han revelado al otro
el sentido previo a la idea del tiempo.
No son para sus ojos
carne y fuego
verdades distintas,
sino una sola.
La misma de la noche repetida,
los silencios y las voces.
El uno cuestiona su imagen libresca
de ampulosas redes adjetivas.
Es uno su cuerpo,
como uno el gesto que lo abriga.
Vence la vigilia.
Contra la pared,
como atávico reflejo,
el otro torna a soñar.
Sabe del aire conocido por sus padres
y de una extraña palabra
gemela de muchas otras.
El doble murmullo.
Es de cal el lienzo y la certeza
de una sombra sola
que el reflejo desdibuja.
La voz geminada.
Sea la cifra que se escinde
junto a la opacidad del reflejo
la indudable marca,
una frágil seña perfecta.
Ella se niega a referir ambos nombres.
Queda por testigo el parco eco del silencio,
esa continua carencia que no olvida,
y un camino dividido que se expande,
y una secreta promesa que vacila.
El instante precisa un motivo irresoluto,
Jano ensaya su contorno.
Del libro Animal Pedestre
Horizonte de sucesos
En el vértice del fulgor
el oro que flamea
y no parece invocar
con este lance nada.
Ni una mueca rotunda,
ni un sobresalto.
Limo
De pronto
te define el légamo,
la savia que antes conoció
usos y costumbres.
Ahora que los pasos
se rinden
al acoso milimétrico
el estuche se enlaza,
te regala un motivo.
Ante la muerte rotunda del poeta José María Lima
¿Imaginé siquiera en aquel gesto
lo que pesa una letra en la epidermis?
A los veinte años moraba en las imágenes
de esos versos secos y espectrales,
veinte han transcurrido desde aquel fogonazo.
La resaca me dice que aún quedan
alquimias en proceso, vestigios de un libro
que eras tú mismo, marcado por lo no dicho
en décadas de ágapes y anuarios.
La duración de ese sigilo sibilino brilla
como una muesca en su propia reserva,
el fulgor de cieno de un viejo
cascarrabias con vocación de orate.
Por eso me conmueve la medida de tu pérdida,
esa muerte rotunda que nos seguiremos pasando,
ahora sí, como un amuleto.
...que hable el Poeta:
Una muerte rotunda
reclama mis palomas,
la hoja, sin embargo,
declara su red,
su arquitectura
pendiente de otro aire,
dócil a otra ventisca
más atenta a los timbres
de auroras por nacer.
Perdonen si no muero
ya sé que es necesaria
la rotura del hilo
y que furias no faltan,
que el paño se destiñe,
que la mano enmudece,
pero una letra nueva
resuena por el cráneo
ya casi todo cuencas
pero alto de deseos.
Perdonen que al meñique
le asigne la tarea
de escribir en el polvo
mis nuevos manuscritos.
El desasido
"Ven / Mira las presencias / Transformadas"
David Huerta
Bienvenido al recinto
de las presencias
transformadas.
Venga por aquí,
pase adelante.
Siga el haz de viento
que la bruma empape
y no se diga nada más,
que aquí las cosas van
por cuenta nuestra.
Despójese
de cuanto ayer supuso
materia comprobable
de los días
y arrímese
a esta velada singular,
pero con los ojos
bien abiertos.
Mundo giratorio
Por la ventana
pasa el mundo
a escala minúscula:
el patético teatro del afuera.
Un poco desorientado
por la gracia
lumínica de los viandantes,
insisto en concitar
el miedo.
De la calle veo su resplandor
sobre el asfalto mojado,
el celaje de unos pocos automóviles
y una tríada de canes aguardando.
Suele saberse de tres,
me digo, matemático,
guarismo impar
ése que bordea
la boca de mi boca
hasta descubrirse
en su desnudez
de fierecilla alada,
número danzante
ése que activa
la memoria del cetáceo
al punto de perdidas emanaciones.
Si estuvieras aquí,
si vieras hasta qué hora son cuatro estas paredes.
Confidencia
En este punto
empieza el tronco
de mi sed,
donde posaste el beso
derramado contra las aguas.
Isabel
De ser cierta
la cadencia
de lo acontecido,
la débil ráfaga
de letras sembrando acertijos
en la memoria naciente,
alguna salida habrá,
es un hecho,
cuajada en la memoria
de la infante.
Quema de Markitos
En el carnaval de Zalduondo, pequeña comarca de la ruralía vasca,
el protagonista forzado es Markitos, muñeco que simboliza el mal
agüero y al que se sacrifica infamemente en medio de las festividades.
Quien te viera de tal guisa
así vejado, a la gracia de todos
fatalmente repartido,
uno a uno tus huesos
a la risa y el escarnio dando,
conocería por fin
lo que al ojo del común dejas aquí:
la llave y el tesoro y el cadalso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario