Augusto Bueno
(Montecristi, REPÚBLICA DOMINICANA 1975). Egresado de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) en Filosofía y Letras. Tiene dos libros de poesía publicados: Otra forma para morir (2007) e Introspección del retorno (2009), ambos premiados a nivel nacional.
La figura en el espejo
Tal vez no sea necesario tener que trepar
por el pecho de aquella imagen de Dios
—abrir la compuerta del paraíso
y entraremos en júbilo a beber la miel
Adán por Adán, Eva por Eva
en manos constructoras de lascivias—
he visto un dios del Egeo embriagarse
de lenguas y flores de luz
a un ángel redescubriendo sexo en paredes
y a un hombre hermoso riendo de sí mismo
—aquel olor de pureza febril
a medio día llega como olas
La noche no puede ocultar nuestra revelación
de seres completamente arrepentidos
y nos entregamos al vicio, plenos
de ver por esta vez las aguas
del goce de las mariposas.
Esta pesadez de hombre
Allí estoy en el tumulto cogiendo
a cada momento la oscura luz de la dicha
—acaso estaré enfermo mientras todo se mueve
hacia aquel torrente terrible y solemne—
las voces son cuchillos encestados en mis retinas de luz
nunca he visto a tantas gentes disfrutar de mi piel
muerden la fruta de mi torso
me inhalan desde las venas esta pesadez de hombre
—temo abrirme en el día
en las tinieblas la brisa tibia encuentra mi rostro
me envuelve, así poseo alas
y toco miembros duros—
mis amigos rechazan el loco correr de este desasosiego
y solo allí en el tumulto tengo la necesidad de ser
la tímida mujer de antaño.
Palacios de hojalatas
Maldita sea, frecuento el restauran chino, establecido en la Del Sol, después de alumbrar palabras en el Taller Literario del Viejo Centro, como amasijos, Caín, rodeos, sombras, postmodernidad y otras embestidas similares, a comer niños envueltos.
La tarde vaticina conciertos y es necesario ir a mi cuartucho de pensión, que es un hotel de cinco estrellas comparado con las chozas de hojalatas del Barrio Pastor.
Duermo bajo el frío artificial, las sabanas impregnadas de ciclamen y lotos acurrucan mi cuerpo.
El vino horas antes hacía la de vaciarme los sesos enfocando la materia que conmueve mi estado catatónico.
Esta pesadilla algún día tendrá que acabar definitivamente; aún no he sabido de un ser humano que haya soportado tantas penalidades ni que haya sobrevivido al horror de esta realidad, solo que a veces toma un sorbo de algo para aliviar su tormento como lo hago en esta circunstancia.
¿Terminaré entonces suicidándome? Este instinto autodestructor me lleva a ver infiernos posando ruidosamente, y de igual manera tan sutiles, sobre los habitantes de este mundo.
El estado extraterreno, al que me refiero, aparece como un paraíso azul, es lo que buscamos más allá de las estrellas. Esta contradicción latente, es sin duda lo que me hace levantar mi rostro, para resucitar las prisiones de los borrachos semimuertos en las aceras, hacia aquel paraíso. Pues hay tantos lamentos que el peso suspendido en mis retinas no soporta el criterio del Barrio.
¡Oh, lodo mío, espejo de mis presentimientos, balanza del infierno y el cielo, tan vieja y moderna de luces! ¡Cuánta Soledad bastará para calmar mi dolor en aquellos Palacios de Hojalatas!
20
En un café veo tras los cristales las siluetas elásticas de los Gatos. Cada voz distorsiona los trazos infringidos en el humo de la soledad. Pues hay gentes que emergen del espejo a murmurarme el peso de mi conciencia. No me dejan por más que les suplico. Todo se relaciona quejumbrosamente y solo una figura se escapa; la contemplo desde mi lejanía que abraza los gestos maltratados, quebrados de mi cara como si fueran latidos ausentándose breves.
Él me brota por los dedos, mas perdido, sonrío por la pasión de un féretro redondo que me espera. Me arrulla sin timidez, bruscamente, inspirándome temor, que no me pertenezco, sino absolutamente a Él; y un impulso ensordecedor aplasta mi voz cuando deseo gritarle que me deje.
Indignado sostengo esta alquimia que sube reflejada en la levedad de la Nada o como un Demonio comiéndose la Muerte.
La vasija de la ciudad
La suerte está echada en las calles
los hombres y mujeres ya no son
—cojo una vasija y orino en sus bordes
fumo un habano a la brisa
todo se desmiembra en el fondo
las mariposas beben de mi cuerpo
cuervos con sus gritos humanos
tajan las venas de un cielo plomo
la multitud se vierte en la vasija
sigo orinando las migajas
los espumarajos en regocijo se destruyen
construyendo vulvas y penes fornicando
los culos se contraen de ancianidad
la suerte está echada en las calles
mientras fumo y las mariposas beben de mi cuerpo
16
Sentarme aquí y pedir un café
pensarme mientras los visitantes toman fotos
cuando paso a preguntar a un muchacho afeminado
sobre el subir por las escaleras de una muchacha
de pelo revoltoso y del placer estético
que corta las pupilas de cada uno de ellos
—creo ver mi figura dilatarse en el cristal
el humo del cigarrillo envuelve mis dedos
que se escurren en los toques de las narices
poseo un temor no defraudado
en los seres que confían en las obras de arte
expuestas meticulosamente en las salas
ahora en los pasillos existen los residuos de las palabras
pero tengo pese a esta vorágine mental
un profundo temor enorme por no defraudar
a mis amantes en este cuarto devorador de imágenes
Sonrisa de agua
Aun existe la loca rondando desnuda
muy abiertos sus ojos lúdicos
el sexo estropeado por las luces clandestinas
ríe de agua en los capullos
le queda poco tiempo para irse a pescar
estrellas en la brevedad de la lluvia
junto a la humana ciudad
—palmotea a ciegas el muro escribiendo caricias
de repente sonríe largamente
al comprender que no envejece
que el reloj de su pecho poco importa
sostenerlo en los dedos
sino a la niña juguetona
Prostituto de infancia
La torre de tu carne
me sabe a otros anos
acostarme contigo
un dios a cada embestida
lo sabes sabandija
engañas mi dolor
mi verga retoña
inundándote el hueco
apetecido por los verdugos
de la ciudad
prostituto de infancia
ayer fuiste al campo
de las alondras y aun no llegas
si topaste al vecino te dirá mi engaño
—por qué coño un pedo—
no resisto a ningún engendro
burlarse de mis ganas
te perdono
siempre he sabido que tu sexo
sabe a muchas mierdas
Palabra de deseo
Perderse entre la misma agonía
ocultar los dedos
en las arenas de las calles
ausentar la memoria en lo servible
cuando el valor en el objeto
deja de ser
cansarse de todo
aborreciendo las madres:
EVA palabra de deseo
con mi mundo en su vientre
*
Descubierto mi pecho
desprendo la carne
dónde te metiste placer
solo fui a ver las mariposas de coral
y en mi sienes hay un hondo lago
prontamente sus charcos secarán
ven a beber cuervo del desierto
el polvo de este dolor malvado
dormido en mi escotilla arrugada
no tengo deseo de lavarme
en la luz de los puercos
sino de ti erguido y hermoso
vuelan mis pies aniquilados
tras tus saltos en las barcas
engáñame oscuro y dorado semental
seré de ti del todo y abandonado
*
Tus dedos saben a opio
y miras así mis frutos
caer amargos
ripio de dátiles
los vellos de tus muslos
no te aflijas bajo el sol
que hace tantas mañanas
brota en todos tus sueños
el aroma de los estanques
procura las almendras sufridas
yacientes en mi costado
el diablo dulce cela
y desvía el cauce del falo
hacia las cloacas de hemorroides
tu olor a ciprés fermentado
repta en mis intestinos
por qué has olvidado la escritura
en las alas de esta mariposa
Eva enamorada a los 14 años
El día era caluroso y oscuro
cuando la vi hablar con un caracol
y en la noche fría y perpetua
no dejé de soñar con las pupilas azules
desde entonces corren por mis venas
hormigas carnívoras
una tarde recolectando dátiles
vino a mí para tenderse en mi cuerpo
nos amamos severamente
y nuestros sexos
corrieron en las hierbas
Acerca de la Muerte
Mi pecho está lleno de luz
a veces resalta y resalta
y desea como algo vivo salírseme
voy a morir y la lluvia
transforma cada espacio de mi cuerpo
en mi corazón hay aves revoleteando
se encumbran, cantan, cantan dulcemente
aliviando este presagio
no tengo culpas y libre
de toda atadura dejé de temer
ahora sonrío frente a mi tumba
brotada en lirios y agua.
Morgue
No le ha devorado los dedos
la inmensidad de la noche
ni el día las voraces retinas
extrae explicaciones de abandono
me cuenta endeble la historia
le han dejado morir de intensa luminosidad
entonces y sólo entonces
es cuando canturrea el extraño tormento
de su piel plegada en el dorso de la mano.
La enemiga
La veo esparcir el humo
pide un cenicero
-habla de estatuas
quizás de esculturas de flores
de hombres cornudos-
el cuerpo meretriz se acerca
a una pintura de Botero
hay líneas y planetas rojos
verdes a veces naranjas
llenos de gravedad infernal
-ella entra varonil tendiendo
la alfombra de su voz
en mis tragos blancos-
la risa superficial baila
una música sacada de su lengua
grita y hace señas verosímiles
como seduciendo a los muertos
que han subido de senos traviesos
columbeándose en la fuerza
elaborada de Dios
Septiembre
Estábamos bajo el frondoso roble
como fetos totalmente dichosos
entonces la tormenta de septiembre
cubría nuestras bocas deseosas de flores blanquecinas
no quito de sus pezones mis dedos
de pronto era una egipcia como si viniera
de la ruina de un sarcófago
-aborigen recién salida del océano
prototipo de niña diosa inspeccionando el sexo incierto-
vagábamos por toda la tierra anchamente en regocijo
como artesanos hicimos del deleite nuestra obra maestra
septiembre siguió oscureciéndose
nunca dejó derramar una gota de nieve del glande
-atractiva se lanza olorosa de queso
a las corridas puras de una yegua en celo-
así mismos estábamos bajo los efectos de la dicha
como catadores de vino
entraba y retiraba parte de mí
en su carne dulce y caliente
gemía, gritaba… Ay!
septiembre era un torrente
13
Sepulto mi ofrenda en la criatura
dorada de la esfinge
abierta como un tierno postre
de avena y las sombras líquidas
son sus diminutos senos
la edad solar le sobra
bálsamo de placer juguetón
el sino de mi espíritu
arrugas perfectas como floreceres
lluviosos y caracoles erguidos
la poseen hostigadamente
bajo un manto tibio y delicado
-sólo por hoy sepulto esta flor
en el conducto de la vida
y residuos de mis genes
quedan en el fondo
Ciruela
-El estanque reposa
mientras manitas buscan renacuajos
el día es gris en el fondo
con ese hedor a perro corrompido-
voy hacia el hueco de las ciguapas
comedoras de pájaros vivos
quedo bajo los árboles
miro mi travesía plena
huyendo a salvar
la vida en la noche desierta
-posee todos los nombres
colecta fetiches y aborta
hay realidad tras los barrotes
oxidados de tu cuerpo
la ciudad había dicho
tus crímenes infames
tus hermanitas seguirán oportunas
amándose a tu dicha como lesbianas
los hombres han comprado tu boca
llena de nubes blancas
a esta hora estará drogada
consumiéndose a pedazos
ahora sé de tu edad entera
fabulaste la estatura de tus huesos
corroídos por el reloj del campanario
cómo niña adulta elaboraste
el espejismo del goce púber
desconozco tu origen fermentado
y te besaba (de modo cursi)
bajo los almendros bañados por estrellas
con rabia como si Dios
derramara lluvia de oro
sobre sus senos Dánae
palpé consonantes lívidas
vocales dulces de salivas agrias
y fue cuando la tierra empezó a tragarme
despidiendo un vaho a animal podrido
es desde tu vientre (lo sé)
donde se refugian los restos
untados de óvulos purulentos
-olí la muerte en cada poro-
te dolió tanto la última sesión
de revolcarnos como hienas
en el lecho putrefacto de hierbas y rosas
(se retuerce
es una lombriz seca debajo o encima de mí
grita-gime-inhala cocaína del aire
atrapa animitas
ánimas oscuras ascendiendo de la menstruación
reflejada en el lado oculto de la luna)
no recuerdo desde cuando estoy despierto
o si acaso yazgo entre sus piernitas
haciéndole cosquillas a la campana
tal vez he sido el malolor
escapado de su sexo
o que soy producto del sueño suyo
mi espíritu permanece enclavado
en mi dormir bocarriba
para no tener pesadillas
-abro la puerta de mi cuarto
y el busto rojo de la vida
galopa en un corcel alazán
viniéndoseme encima a arrancarme los ojos
he visto como el huerto se deforma
y como de ella sale
un chillido grave haciendo ecos
Anónimos
Se besaron hasta el inequilibrio
desnudos autoconsagrándose al placer
se abandonaron sin temor de pecar
sus sexos se frotaron arcanos
en la delicia espesa del polvo
poblaron sus carnes juveniles
de deseos escarlatas y amarillos
y era la miel brotando sin pausa
en aquellos jóvenes delicados
¾desde entonces todas las tardes
regresan anónimos a lo prohibido
Injerto
Se sumerge en la rosa
traicionando su sexo de varón
con muslos de muchacha hombre sueño
liándose a mi cintura ardorosa
como una agonía placentera
al deseo de la boca suya
a mis instintos de poseerlo
-vuela suave por mi pecho
la lengua hembra de niño
como el fruto del injerto-
desbarataría la realidad
de los goces obtenidos por vulvas
subiría en su voz grave
a deshojar los oscuros rincones del cielo
siendo dignos
-por sus glúteos firmes
baja el pulpo seco a mojarse
de aguas turbulentas-
son celajes arquitectónicos mi semen
fabricando en su vagina anal
cólicos y dioses amados
sueño y lo observo inventando
el sexo de mujer en los vientos
fiel a la entrega
Cuerpos ajenos
Sin entender buscamos sincronizados
el subir profundo hacia el exterminio del cielo
en donde allí por un instante somos únicos
-aquí estoy golpeando las paredes
resistentes a los embates
mientras tus flujos humedecen
el grosor blasfemo del goce
mis huesos deseosos son espejos
no palpo las líneas de mis córneas
aferrándose a tu dorso eterno
solo percibo caer por el hueco
condensado en negritud
vivo en catarsis no detenida
y veo incidentes prefigurados
como si viniesen de épocas distintas
una magnolia desflorada a media noche
quizá la luz eclipsada descendiendo
en sucesivas almas superfluas
de abismos y desnudos esotéricos
venidos de un país oriental
o de algún espacio lejano
donde fornicar en cualquier circunstancia
son los deberes del hombre
-toda la vida son figuras por redescubrir
es como si antes lo hubiese vivido
en mi dolorosa existencia de cuerpos
ajenos a un mundo paralelo y aniquilado
Tritones
Cómo diablos se me ha ocurrido
taponarme los oídos de silencio
con esta pestilencia ahogándome los ojos
las olas son aves moribundas levantándose
y las nubes veloces genitales
el viento en mi rostro devastándose tierno
es un cuento perverso la música
durmiendo mis brazos
todo el pecho anchándoseme
y me poseen inesperadamente
saltando en las aguas hombres cantores
voy erguido y humillado sin ataduras
a beber de sus labios
a liar en las escamas mi sangre
Adolescencia tardía
Vivo en un cuarto de retratos
donde Dios fornica consigo mismo
condenado a los olores del sexo
viajo a los círculos semipeludos
en una especie de bucle macizo
-soy lacerado por los síntomas
de la adolescencia tardía-
como rudimento me encierro
a ver si olvido la flor caníbal
para jamás ser penumbra lechosa
(un fracaso pendejo vivir
asexuado en este cuarto)
estoy de Dios condenado
a los olores del sexo
Debajo
Palpo la llaga con el silencio malogrado de mi sexo
el viento deja intacto y terrible los glúteos
de tu entrepierna surgen invisibles miradas
que buscan la blancura de la noche
hay fragancia de peces en desove
y acuchilla la esperma tus labios
como un ahogo del demonio en el sol
-está Dios en mis retinas inertes
devorando caliente el chorro anal
los intestinos se corrompen
como tiernos adolescentes gimiendo-
y miro mis manos adheridas a tus caderas
danzando extasiadas y olvidadas
de este cuerpo que fluye debajo
LAS LUNAS Y VERÓNICA
Verónica se sienta a observar la derretida luz de oro que se escurre por sus senos: Las lunas ya no brillan como antes, quizá el Gran Hacedor las ha roto para que mi tormento sea más misterioso y para que los terribles líricos no les canten. Están exprimidas en mi boca y suben con alas cansadas de diosas, ninfas y jóvenes hermosas por el faro de una isla sin tiempo.
Hoy Verónica se sentó a media noche en el balneario del río que parte en dos a la cuidad a esperar a sus lunas reaparecer. Vio a los peces que repentinos agonizaban en las breves olas y se preguntó si tenía sentido ver aquello mientras las lunas cantaran.
Un viento sumiso peinaba su pelo y a las flores de almendra que adornaban sus senos. Es un desatino su bella realidad, en sus hombros tenebrosos están rotos los astros como barcos en los muelles que van representando cadáveres y la Luz famélica, de color amarillento, destroza su torso.
Verónica dulce de sal, la fachada de tus inmundas Posesiones van tejiendo la tierra en esa pobre luz que un día canté en la estéril pasión escuchada jamás; y como la poeta griega te lanzas al abismo del río por no soportar tu desnudez ni la ofensa de esta vieja sinfonía.
Del libro Introspección del retorno
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