miércoles, 17 de octubre de 2012

JEANNE KAREN (8067)




Jeanne Karen es una poeta mexicana nacida en San Luis Potosí el 14 de mayo de 1975. En sus textos emplea el verso libre. Fue asimismo directora de la revista de arte, cultura y literatura Caja Curva publicada por el gobierno del Estado.
Ha participado en diversas antologías como Poetas de Tierra Adentro, Cantera la voz, Mujer es Isla, Tras la ventana, Poesía sintética potosina –entre otras.
Ha recibido los premios Viene la muerte cantando, en 1996; Manuel José Othón , en 2002 y 2006; y el Premio Nacional de Poesía Joven Salvador Gallardo Dávalos , en 1999.
Ha leído su obra en Lisboa, Portugal, Madrid y Barcelona, España, y diferentes ciudades de México. En mayo de 2007, fue invitada al Festival Internacional de Poesía de Costa Rica.
Parte de su obra ha sido traducida al portugués y al francés, y actualmente se encuentra preparando un nuevo libro de poesía, a la par de trabajar como tallerista en la ciudad de Rioverde, San Luis Potosí.

Una institución de educación inicial, ubicada en el corazón de la colonia Julián Carrillo, en San Luis Potosí, lleva su nombre: Jardín de Niños “Jeanne Karen”.
Hollywood , es su quinto título de poesía, del que extractamos algunos poemas.

Obra

Canto de una mujer en tierra (Ed. Ponciano Arriaga, 1999)
Cuaderno de Ariadna (Ed. Instituto Cultural de Aguascalientes, 2000)
La luna en un tatuaje (Ed. Verdehalago, 2002)
El club de la tortura (Ed. Sin Nombre, 2005)
Hollywood (Ed. Casa de Poesía, 2007)






Llevo una vida tranquila
en el barrio de San Mike
todos los días arrullo mi sombra

sobre las piernas
y busco en vano algo
que no se parezca a nada

Es una vida tranquila donde
hasta los perros
parecen el asombro de otros perros

Nada pasa acá frente al jardín
las flores se han mudado
lejos de nuestra mirada

No voy a ningún bar
de este barrio o de ningún otro
porque nadie me reconoce aún

Caminar me hace feliz
al menos eso dices tú que me conoces enteramente
y eso es realmente lo que me hace sonreír

Qué vago es todo esto
cuánta verdad hay en un caso de leche
y qué raro es todo esto

Siempre las palabras frente a las palabras
siempre haciendo preguntas a mí mismo
contradiciéndome, queriendo abofetearme por casi nada

sin nadie que contenga mis tormentas
sin una roca donde decida quebrarme finalmente

¿Sería así hasta el fin,
hasta el último día
en que por fin todo se vaya al diable

de la manera como se alejan
los autos cuando uno se va
caminando sobre la acera?






Un paraíso es esta mano

que se hunde
en el gozo de sí misma
dura semilla ósea
que se tiende
a la lesbiana
la incestuosa caricia
de su gemela

Saben tocar un cuerpo
lenta ah morosamente
acariciar su sombra
su aroma
sin saber que lo saben
ni saberlo doloroso
-sus pensamientos son
apenas de miel y de aceite

Un paraíso son estas manos
entrelazadas sobre mi pecho
y su quietud de hermanas
haciéndose compañía
en deliciosa infinita
soledad
de atardeceres y sepulcros

Del libro Canto de una mujer en tierra, editorial Ponciano Arriaga, Gobierno del Estado de San Luis Potosí, 1999





Imagino las palabras escapando de mi boca

con una fragilidad de mariposas en invierno
ese lento aletear de aves oscuras
y un pesado descenso de piedra

Qué voy a decir ahora
si sé que la tristeza
era la última uva del frutero
los instantes de amargura
los bebo en mi café
y la soledad es esa tía lejana
que se tiñe el cabello a media luz
en su baño de tina verde

Puedo decir que estoy tranquila
que la felicidad es ese rostro en el espejo
sin embargo la sombra atrae
a seres de extraño linaje como el mío
a los cuales un cambio en el peinado
un ligero gesto
una ceja que se frunce
nos hace estallar el corazón
y delatarnos
al volver hacia el abrigo del alba

Del libro Cuaderno de Ariadna, Premio Nacional de Poesía “Salvador Gallardo Dávalos” 1999. Editorial del Instituto Cultural de Aguascalientes, año 2000






DEBISTE DEJARME CAER AQUELLA VEZ, mientras descendía a caballo por las colinas de San Diego, ese mediodía de mil colores y canícula ponzoñosa que sofocaba el alma y mi cuerpo enfermo por la vida que como relámpago lo atravesaba, por el sol, el viento, la gente inasible y distante.

Mis ojos no soportaban tanta luz y tanta fiesta. O tal vez debiste sujetarme con más fuerza cuando el solo sol sólo brillaba sobre mi cabeza en el río de Jalpan y abriste tus brazos de agua para arrojarme al vacío y mi cuerpo se rompió en la margen como un costal de polvo de estrellas.

¿Por qué no me tomaste de la mano esa noche en que dormía en las fauces del lobo? Vi a un mendigo cuidarse de mi cercanía como un tesoro olvidado aquella noche, la ciudad era una madre extraviada, un animal peligroso y herido y quise ver tu rostro de frente, cerca muy cerca, cerca, en Lisboa, sobre los muros de un castillo donde habías pernoctado siglos atrás y no esperaste por mí. Volando sobre la nada de Nueva York, vi tus ojos negros como dos agujeros sobre la tierra abrirse al infinito, pero no me reflejaron, quizás por la distancia. 

¿Te encontré en algún oscuro puerto, o acaso todavía no logro convocarte, no te conmueve mi suerte de ser miserable, no te mueve el hedor de mi carne y mis huesos, la suciedad de mis palabras? ¿Cuál es el sitio preciso al que debo acudir para que me prometas no alejarte y ser mi hermana por la eternidad que nos nombra?

Debiste dejarme caer, aquella vez, mientras descendía a caballo por las colinas de San Diego.

Del libro La luna en un tatuaje, editorial Verdehalago, año 2003.







Tarde de teatro


I

      Existió para nombrarlo o
existió al nombrarlo.
Existes para ser nombrado
para ser removido del fondo de la nada y
crecer como un relámpago sobre la calle.
Correr, retroceder cauce vencido por el río.
El árbol trueno crece a las orillas.
Los ojos del relámpago se abren bajo su sombra.
Son acaso lo mismo:
                              voz, luz, trueno y relámpago.


II

      Un pájaro azul
canta a su agua azulísima en la panza y un látigo de colores forja un hombro para un brazo, una mano para los dedos. El personaje es una flecha que se incendia al tocar el suelo. Pero la pesadilla está más clavada que una estaca de plata en el corazón tembloroso del poema. Es un cascabel de sordidez, una casa de espejos vacía, una flor que se desangra.

Las plumas no son el vuelo; mi pluma es la libertad. Quien no ha saciado la vista está encontrando algo bajo las hojas muertas de los árboles. Yo busco algo con los ojos cerrados: una luz que crece en mis orillas, una flama que arde con el carbón de las palabras que pienso, un fuego que no se extiende.


III

      De pronto veo mis cabellos ovillarse en el suelo. Un ser nace de mi desgracia. Un ser que ha sido atado a la enfermedad por un pelo color cobre y otro negro, por la mugre, las boronas, los restos de la cena, los hilos viejos de las sábanas. Soy yo en la locura, tendida muerta en una parte diminuta, allí en el salón, luego sobre el escenario, volando con mis cabellos que besan el aire. Estoy pesada como siempre y con las rodillas acalambradas, con la angustia de estar tendida sobre el mundo, absurdamente viva.

      Lo he descifrado: Hölderlin cruzaba su corazón cada tarde por un puente; después su rebaño. Otro día trataba de regresar y no sabía cómo pronunciar las palabras para construir el puente ya olvidado, la tarde, las ovejas.

      Cruzamos puentes, como la aurora cruza la noche. No debo ir sola sobre el puente, no debo caminar sola bajo el puente. Y el orégano refresca mi memoria como la brisa de la tortura. Vuelo por encima del puente. Es una postal de la tarde en una bolsa de mi pantalón.

      Todo parece tan perfecto en el papel.


IV

El relámpago es
un animal luminoso
en la palma de mi mano
El caballo de la noche
lleva en sus crines
un prendedor de trueno

Del libro El club de la tortura, editorial Ediciones sin nombre y Ediciones Nod, año 2005.






No recuerdo cuándo perdí mi voluntad

Se fue a las tierras del Norte y dejó mi cabeza flotando en la ausencia
se escondió bajo mi piel
y salí a caminar entre los campos de maíz 
entre los campos de cebollas 
que no dejan de brillar con esa luz iridiscente 

Caminé y partí mis talones
pero no había ni una sola respuesta
Entre los pueblos que se caen día tras día caminé 
e inquirí por noticias
-todos quieren tener noticia de los suyos
Entonces en la plaza permanecí de pie
Los recuerdos ondeaban a la par de una bandera entristecida

Algo un día me sacó los ojos
me dejó con las manos necias sobre el rostro
y en el vientre un zumbido que no cesa
Algo me dijo que nada más existe

Entonces supe que entre partir y quedarse
hay una grieta 
una sombra que abre los cielos
y la mente me comenzó a dar vueltas en un remolino devastador 

Ahora soy un árbol al que le duelen las raíces
un hogar sin comida 
una hoguera que no arde

Si abandono mi sitio
me quedaré sin alas
sin el sueño abrasador
y la mente volverá a dar vueltas 
en ese aire que todo lo rompe y que es circular completamente

Del libro inédito Otros poemas y el gato de Schrödinger.






Amigos en el bar Conde

Dentro del estómago rasgado de un cuadro de Jackson Pollock vivo 
los tragos con sabor a margaritas de la amargura se reproducen frente a mis ojos
la fiesta no se acaba hasta que alguien en los lindes de la cantina
explore en los tres comensales de ésta mesa
la real dimensión
o la tinta de Hooper sobre los sombreros
Mientras
voy y vengo del océano grisáceo con flores amarillas 
los barcos de la muerte
grandes cuadros del instinto

Hay aromas impensables bajo el mantel
ciertos vinos
Cada quién desde su silla
está con el rostro de grifo goteando minutos
para llegar al sueño del otro
mientras se recrean de Goya algunas realidades
Los espíritus del asco 
liban demasiadas botellas

Al dejar el sitio 
la claridad regala de nuevo una mirada que irrita
el arsenal del día nos parte la cara
con los ruidos 
de las cosas que corren sin sustancia y nosotros
descentrados 
sin cabeza
con los poemas de cada uno en el bolsillo
-fuera de foco nuestros cuerpos se acortan-
malgastamos el abandono 
y cualquier pérdida nos enloquece

La voluntad
se evapora en nuestros vasos
Clemencia
pide una banda de fósiles que acuden 
a picar en la boca de la luz
cuando damos la vuelta por la esquina 
Han penetrado hasta la asfixia
el sitio limitado en donde
nuestras imágenes 
nos rompen uno a uno
los cuerpos

Se busca cierta razón de eternidad
como si todavía pendieran 
en un sitio nuestros cordones umbilicales
fulgurando estallidos que sólo nosotros reconocemos
porque nos leemos 
sin tocarnos las manos en la oscuridad algunas veces
algunos días en que con gracia
pretendemos ocultar
que de uno
las palabras lee el otro y que del otro brotan
las palabras distintas de maizales y cáñamos 
de cloacas 
y ciertamente reconozco
de ustedes las viejas palabras
su arte poética
los siglos y siglos de oro
del oro los siglos y sus palabras
y mi canto
de tristeza que no se erradica
de la profunda 
de la que late en el pozo ondas
y pulsaciones que llegan hasta su mirada
y los hacen reventar
con el terror del día cortado desde el tronco
de odio a veces
pero casi todo el tiempo
de ganas de agarrarme de la solapa
para que no me quiebre 

Existen nuestros tres paralelos
apenas como columnas de un mundo que se talla
que está desierto y acaso
tiene por corazón un sol que aparece los días 
de herrumbre 
no sueños de playas no 
pues la arena nos trae la única casa que habitamos
aunque cerremos los ojos y sin querer
volvamos a las invocaciones de las cartas de óleo
figuras sobre las cuáles dormimos en algún tiempo
las cosas imposibles
en eso estaríamos de acuerdo
pero no en la determinación sólo mía 
de decirlo o no
e incendiar nuestras mentes y abrir los paralelos

Del libro inédito Poetógrafos, año 2008.





LAS HISTORIAS, LA PERSECUCIÓN DE UN SUEÑO de espuma entre la baja marea, los monos de la isla que aprendieron a nadar para ir a dónde refulgen los plátanos de otra tierra, las tazas para el té entre las algas, los desperdicios, pedazos de pies y de brazos cintilando en el mar con una cubierta de moscas, algunos melones agusanados, el remedio para el escorbuto. Escríbemelo mi amor. Frutas podridas con crema o algún queso viejo, o sólo soñar con las sábanas secas, que se burlan y dicen adiós, mientras mi sonrisa se cae con un hilo de sangre entre los dientes diminutos. Pero volveré para deshacer su piel con la tabla cortadora, con mi nave surcando las tinieblas, llevándome a los riscos, con el grito para sus oídos levantados, los filos que me besaron la calamidad.

Del libro inédito Inviernos del Golfo, 2008.




Poemas inéditos del poemario Paisaje Blanco


entre los pinos resplandecen nuestras sombras
mi esperanza abriga un animal muerto
y la confusión de tu rostro surge entre la niebla del bosque
por donde corro sin toparme con el vacío

Allí estás de pie con tu traje de alba
entre espinas de cactus 
que flotan en el paisaje
donde la ebriedad se vuelve una hermana bellísima

Adoradores de Quetzalcóatl y Kukulkán
mis amigos elevan cantos que llegan hasta la ciudad
y permanecen de pie
mientras tú fragmentas las montañas

Del centro y del sur llegamos
sin embargo es en el norte 
donde se encuentran nuestras aguas
para arrancar un soplo de arena a cada piedra

Entre los pinos resplandecen nuestras sombras
y debajo de las piedras el amor





La inspiración encontrada en una fiesta

Otra vez el alcohol
un bourbon que arde en las costillas de la mañana
pero entre mis piernas nada es efímero 
ni frívolo

Un recorrido de noches  
nada nimio en verdad
flechas de incandescencia
y la luz puliéndose bajo las alas

A veces creo que eres tú
detrás de mí
susurrando
como una lámpara que esparce los sueños
en el día de la creación







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