Fidel Sepúlveda Llanos (San José, Cobquecura, 20 de Noviembre de 1936 - Santiago de Chile, 27 de Septiembre de 2006) Poeta, Investigador, Profesor de castellano, Doctor en Filología Hispánica y Miembro de la Academia Chilena de la Lengua es uno de los más profundos conocedores e investigadores de la identidad y cultura tradicional y popular chilena junto con Violeta Parra, Oreste Plath, Margot Loyola.
Fidel Sepúlveda Llanos nace en el sector de San José cercano al pueblo de Cobquecura el 20 de noviembre de 1936. Su padre fallece al año de nacido y vive sus primeros años con su madre y sus tíos en el campo donde aprende a leer, escribir y las cuatro operaciones matemáticas básicas en un contexto humilde en donde su tío se dedicaba a la carpintería y poseía una pequeña biblioteca con algunos libros del siglo de oro español y sus tías cultivaban tradiciones campesinas como el canto. A los ocho años viaja con su madre a vivir al pueblo de Cobquecura y a los once ingresa como seminarista en los padres franciscanos, primero en Chillán y después en Santiago, donde estudia latín, filosofía clásica y teología permaneciendo hasta los veintiún años. Posteriormente cursa Derecho en la Universidad de Chile (de donde egresa) y, paralelamente, Pedagogía en Castellano en la Universidad Católica de Chile en donde se titula el año 1965. Licenciado en filología hispánica (1978) y Doctor en Filosofía y Letras (1980) con calificación sobresaliente en la Universidad Complutense de Madrid.
Fue profesor de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación y de la Universidad Católica de Chile, director del Instituto de Estética de la Universidad Católica de Chile por diecisiete años en dos periodos (1971 – 1977 y 1993 – 2002) y de la revista Aisthesis de investigaciones estéticas del mencionado instituto por 21 años (1982 – 2003). Durante veinte años organizó y dirigió el Programa de Arte y Cultura Tradicional, primero en Concepción desde 1982 y luego en la Universidad Católica de Santiago (1987 – 2003).
Poeta y ensayista. Su trabajo de investigación y creación se traduce en numerosos libros, trabajos, conferencias, premios y distinciones. Realiza numerosos viajes a universidades extranjeras en su tarea de difusión docente de la cultura e identidad chilena (España, Alemania, Francia, México, Bulgaria, entre otros). Entre los reconocimientos que recibió se cuentan: el Premio Internacional del Instituto de Cooperación Iberoamericana a la mejor tesis doctoral hispanoamericana el año 1981 con su obra "Teoría de América en la novela actual", Premio de la Academia Chilena de la Lengua a la mejor creación literaria del año 1990 con su obra "A lo Humano y a lo divino", su nombramiento como Miembro de Número de la Academia Chilena de la Lengua (1998) y la nominación al «Premio a lo Chileno» (2004) por su aporte a la investigación y reflexión en torno a la identidad nacional y sus expresiones artísticas. Fallece en Santiago el 27 de Septiembre de 2006. Su cuerpo descansa en la tierra de sus ancestros Cobquecura.
Premio "Fidel Sepúlveda Llanos" y legado póstumo
Como un homenaje póstumo y velando por la continuación de su legado la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile (DIBAM) crea el año 2006 el premio Fidel Sepúlveda Llanos cuyo objetivo es "Distinguir anualmente a la persona o grupo que se haya destacado en la investigación, rescate, puesta en valor y divulgación de bienes, saberes y prácticas que conforman el patrimonio inmaterial de nuestro país".
El 8 de septiembre del año 2010, con la presencia de más de 30 creadores, cultores, académicos y gestores culturales de destacado quehacer nacional se firma el Acta de Constitución y los Estatutos de la Corporación Cultural Fidel Sepúlveda Llanos cuya misión será "Conservar y difundir el pensamiento y la obra del poeta, filólogo, académico e investigador Fidel Sepúlveda Llanos y contribuir a los procesos de investigación, identificación, visibilización, difusión, valoración, preservación, uso y beneficio social de las diversas manifestaciones que constituyen nuestro patrimonio cultural, en especial de aquellas referidas al patrimonio inmaterial, y en la comprensión del rol protagónico de las personas y comunidades en la identificación y significación de lo patrimonial como acervo y construcción social colectiva, integral y dinámica que, constituyendo una herencia de generaciones que nos han antecedido, son valoradas , apropiadas, vividas y enriquecidas por las personas y comunidades en el presente, con vocación y voluntad de proyectarlas para el futuro y para las nuevas generaciones".
Obra de Fidel Sepúlveda
Libros
1974 Geografías (poemas) y Autosacramental Por Navidad. Nueva Universidad, Santiago.
Canto a Lo Poeta A lo Divino y a lo Humano - Fidel Sepúlveda Llanos
1977? Cuentos chilenos (con Manuel Pereira).(Antología y comentarios).
1979 Cuentos chilenos para niños (con Manuel Pereira). (Antología y comentarios).
1982 Teoría de América en la novela actual. Universidad Complutense, Madrid.
1982 Aproximación estética a la literatura chilena. Colección Aisthesis.
1990 A lo Humano y a lo Divino. (Poemas). Editorial Documentas, Santiago.
1992 Aventuras estelares de Zoom, el aveser. (Novela) Editorial Planeta, Santiago.
1993 Cuentos Folklóricos para niños. (Antología y comentarios). Editorial Andrés Bello, Stgo.
1993 Octavio Paz: Poética e identidad. (en coautoría con Luis Cecereau). Ediciones de la Universidad Católica de Chile , Santiago.
1994 De la raíz a los frutos. Literatura tradicional, fuente de identidad. Dirección de Archivos y Museos, Archivo de Cultura Popular, Santiago. Chile.
1995 América: Un viaje a la esperanza.(Poemas). Ed. Lom, Santiago. Chile.
1995 Cultura e Identidad en América Latina, Ed. Iche. Santiago. Chile.
1999 Cuentos campesinos. (Antología y comentarios). Ed. Andrés Bello, Santiago.
1999 Cuentos Latinoamericanos. (Antología y comentarios). Ed. Andrés Bello, Santiago.
2000 La fiesta ritual (editor) Colección Aisthesis Nº16, Santiago.
2001 Culturas Indígenas Chilenas (editor), Colección Aisthesis n°18, Santiago.
2002 Cultura tradicional, identidad y Reforma Educacional (Editor). Colección Aisthesis, N° 19, Santiago.
2006 Arte, Identidad y Cultura Chilena. Editor. Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago.
2006 Voz clamante en el desierto. Cinco autos sacramentales. Ediciones Pontificia Universidad Católica. Santiago.
2009 El Canto a lo Poeta: a lo Divino y a lo Humano. Análisis Estético Antropológico y Antología Fundamental. Ediciones Pontificia Universidad Católica de Chile y Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos. Santiago.
2010 Patrimonio, identidad, tradición y creatividad. Centro de Investigaciones Diego Barros Arana - Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile (DIBAM). Santiago.
Creación multidiscipinaria
1996 "Misa de Chilenía: En lo Humano y lo Divino". Textos de Fidel Sepúlveda y música de Fernando Carrasco.
2002 Autosacramental “La cena prodigiosa del Padre Hurtado”. Textos de Fidel Sepúlveda y música de Fernando Carrasco.
2004 "Autosacramental por Navidad". Textos de Fidel Sepúlveda y música de Gastón Soublette.
de Rincones del Valle del Itata
quirihue
chirihue
sin copihue
ni colihue.
Quirihue,
ni copihue ni colihue,
sino plátano oriental
en tu alameda tierral,
casatierra que se encierra,
hombretierra que se entierra
tierra arriba tierra abajo,
trumao, greda, cascajo,
se agrietan tus viñas niñas
en tierra que se destierra.
Y, en Coiquén, el cielo pleno,
ajeno
nogueche
¡nogueche ya no da leche!
Nogueche ya no da leche;
antes tampoco la daba
pero, en fin, la producía.
Ahora no.
Nogueche ya no hay quien le eche
una mano al huaso pobre…
aunque el ánimo nos sobre…
Ahora no.
Nogueche ya no hay donde teche
ni donde siembre ni coseche
ni barbeche ni repreche.
PERFIL
(inédito)
Me ocurre la memoria como memoria de raíces.
Me ocurren los sueños como realidad real.
Me ocurren los pensamientos como metáforas.
Las metáforas me ocurren como la respiración.
Me ocurre una palabra que no es mía.
Una idea que tampoco es mía.
Una utopía que tampoco es mía.
Brota de las raíces, asciende y enciende
el horizonte. Es el aire.
No se puede vivir sin aire,
sin tierra,
sin agua,
sin fuego como los miserables que se mueren de frío.
Esto es lo mío que ocurre que es lo de mi gente,
la de los campos, la de los pueblos, la de las ciudades.
Ahí me encuentro con el encuentro de lo viejo y lo nuevo.
Este encuentro me encuentra con lo mío
que se dice en metáforas
que dicen lo que la gente dice,
que me dicen lo que tengo que decir.
(Inédito, escrito en el Cajón del Maipo)
Esta herida descomunal
que no cesa de abrirse
este hormiguero sideral
de montañas
que no cesan de hundirse para arriba
y de auparse para abajo
esta parición sin fin
de infinito infinito
en que te ensañas
desde tanto tiempo atrás
desde tanto tiempo al frente
en que te empeñas
en proliferar una prole
que no cesa de
arenas, areniscas, florecillas, vilanos,
abejas, avispas, avecillas y cóndores
y pumas y huemules y avestruces y
ubutardas amén de canelos
y litres y peumos y quillayes
y maitenes. Mesas y misas sacras
y non sacras, inmensas mesas, mesetas
íntimas mesas, de gentiles gentes gentiles
cuando no hostiles, gentes gentes
que proliferan, que proliferan
más gente, gente gentil cuando
no hostil aun en el cajón donde
aprendió a caminar la infancia de los abuelos.
PRIMAVERA
(inédito)
En la raíz ya el tallo
y en el tallo, la flor
y en la flor, la semilla
y en la semilla el sol
volando abismo abajo
a encontrarse con sus
estirpes sepultadas
guardianas de la luz
que roza la semilla
y hace estallar la flor
y en la flor la semilla
y en la semilla el sol…
(Inédito, escrito en el Cajón del Maipo)
Al atardecer
he sentido el espíritu de la
montaña
su silencio de mole
su silencio inmenso
de mole inmensa
recorrida por infinitas
infinitesimales vidas
y el bajo continuo del Río Maipo
que no cesa de correr
al costado de la mole inmensa
y quieta
esta herida que fluye
a la mar
adonde ¿vamos todos ?
silencio y voz
quietud y movimiento
en esta tarde
de estío
en el Cajón
en esta casi noche
donde se escucha un Dios
que no habla
que habla en la montaña
en la altura honda
de la montaña.
El otro mar de Fidel Sepúlveda Llanos:
poesía para masticar
Por Felipe Espinoza V.
El poeta chileno Fidel Sepúlveda Llanos (1936 - 2006), dejó un rico legado en términos creativos, de enseñanza y, tal vez lo más atesorable, una forma poética de vivir y habitar el mundo. Su abrupta partida de este mundo el pasado año, ha dejado un vacío difícil de llenar, a la vez que un deber para los que nos sentimos ligados y agradecidos de su labor, en cuanto a difundir y continuar profundizando respecto a su obra. En este artículo, abordaré parte de la faceta poética del profesor Sepúlveda, deteniéndome en una de sus obras poéticas más notables en cuanto a su profundidad, el uso de recursos estilísticos y la capacidad de entregarnos un tipo de poesía a la cual la vanguardia poética nos desacostumbró: una poesía cercana a la oralidad, donde la palabra pronunciada y la escrita se unen, formando una síntesis poética única e irrepetible. Una de las mayores virtudes de esta creación es que ella, como pocas veces se puede decir de la poesía que se escribe actualmente, es una escritura que puede masticarse, morderse y saborearse, a medida que avanza su lectura.
En su tercer y último libro de poemas publicado, América, un Viaje a la Esperanza (1995), Fidel Sepúlveda realiza una suerte de apología y exaltación del continente americano como referente histórico e identitario pues, tal como él mismo señala, "en América hay una luz/que no se apaga", en el contexto de la desesperanza que caracteriza a la era posmoderna. De este trabajo, he seleccionado el poema El otro mar* , notable pieza del poemario, la que a través del "uso y abuso" de la dicotomía significante/significado desarrolla una temática que siempre ha acompañado a la literatura, especialmente desde la vertiente mítica y aventurera: el mar. No olvidemos que Océano correspondía a la parte masculina del mar, mientras que Tetis a su aspecto femenino. Juntos, formaban la pareja primordial, pródiga en hijos y encargada de dar a luz los ríos de la Tierra. Simbólicamente, al mar se le consideró siempre como principio y fin de la vida, lugar donde ésta se renueva y purifica. Junto con ser la fuente de la vida, en la matriz marina yacen además todas las posibilidades de existencia viviente en estado potencial.
¿Qué significa que Fidel Sepúlveda se refiera Al otro mar, al comenzar este poema? Como señalábamos, el tópico marino se repite de manera recurrente en la literatura universal (basta mencionar obras como "Moby Dick" o "La Odisea", donde el ente marítimo actúa como un telón de fondo respecto del argumento de las historias). Específicamente, también dentro de la poesía el mar ha ocupado un lugar señero y recurrente. En el caso de Chile, basta ver el protagonismo que tuvo todo el tema marino en la poesía nerudiana, transformándose su morada de Isla Negra prácticamente en una vertiente de creación poética así como de la propia persona de Neruda: "Para los chilenos de la costa y del mar Pablo Neruda es el gran fantasma que ha dado el Océano Pacífico."(1) Pareciera que la distinción que hace Fidel, al colocar el adjetivo otro, fuera para diferenciarlo del mar que ha nombrado tradicionalmente la cultura occidental (el Atlántico o los mares europeos): el mar de América tiene vida y existencia propia pero, sobre todo, otra. El Pacífico se alza entonces como el mar de la permanente otredad, a la vez como icono de la otredad americana frente al Viejo Mundo.
El poema podría dividirse, fundamentalmente, en 5 secciones: una introducción o presentación del tema marítimo, luego el desarrollo de este tópico a través de cada una de las tres letras que componen la palabra MAR, para concluir con una síntesis final que expresa lo que, para el poeta, significa la figura marina.
Se parte reconociendo la inmensidad, lo innumerable, aquello sobre lo que se poetizará, colocándose el hablante desde un inicio en una posición de humildad y reconocimiento ante la majestuosidad de lo marino. A la vez que se admira su portento, también se destaca la presencia del detalle que teje una realidad desde lo simple hasta llegar a lo más complejo, para posteriormente vincularlo a las dos realidades humanas fundamentales: el suelo (lo terrestre) y el Cielo (lo celestial y trascendente). De alguna manera, aquel que poetiza el mar es parte de esta poética del detalle y lo ínfimo, capaz de ser también arquitecto de lo inmenso y abarcador.
El mar además, es un ente que se personifica y caracteriza con rasgos humanos: en su vaivén permanente tiene una lengua que se muerde y dientes, simbolizados por los granos de arena que arrastra el oleaje, y que hieren a la orilla litoral que lo ha cobijado por milenios. Es en este vaivén hiriente y eterno, que el poeta realiza una interesante anulación de los límites entre el mar y la Tierra, lo acuoso y lo terrestre: desde lo de afuera a lo de adentro y viceversa, para luego cuestionarse si lo terreno está excluido del mar o si es éste el que se encuentra fuera de nosotros.
Junto con el mar, el otro "personaje" que protagonizará el poema, será la Tierra que le da sustento, áspera espera que en su inmovilidad e ineludible presencia logra resaltar aún más la fluidez, el vaivén y lo inaprensible de la realidad marítima, mediante una operación comparativa - dialéctica que se realiza a lo largo de todo el poema. Entre el mar y la Tierra, se debaten los contrastes naturales (detención/movimiento; unidad/dispersión), metáfora de las divergencias y contradicciones vitales del hombre. De esta manera, ni el ser humano más duro de alma es tal, como tampoco el más disperso está totalmente desasistido de algún centro al cual asirse, a la vez que la aparente estabilidad y pasividad (lo horizontal) del hombre también está dotada de un anhelo permanente de elevación y trascendencia de su propia condición (lo vertical).
El pronunciar el mar lo convoca, vinculándose con ello a una tradición poética ritual - sagrada: el acto de nombrar que invoca y al mismo tiempo convoca. De esta manera, hablar del mar tiene una influencia sobre él y el universo entero. Se parte con la "M", la cual es capaz de remover los tres cuartos del planeta, y vincular al que pronuncia con el suelo y el cielo, el horizonte que impone límites y los cuatro elementos, dando forma al Caos cósmico primigenio.
Luego, el poeta desarrollará lo que podríamos denominar el núcleo del poema, a través de la pronunciación de la "A" que, por su condición de letra intermedia, es capaz también de vincular realidades extremas (los costados de la tierra con las tres caras del cielo). Con esta letra se despliega un verdadero "banquete marítimo", donde el color azul es el mantel adornado de espuma sobre el cual se servirá la hostia de cielo y mar, apareciendo el sentido trascendente que vincula a estas dos realidades.
En esta sección, el poeta se da espacio para jugar con la sonoridad de las palabras, que muchas veces pierden sentido para dar paso a la recreación lúdica, que retrotrae a los juegos infantiles de ver cómo sonaban las primeras palabras al pronunciarse en voz alta. Junto con esto, se destacará la fuerza y poder que tiene la A del mar, la misma del amor, paz y de más, acentuando el carácter nutricio - espiritual que se le asigna al ente marítimo. Las "aes" de estas palabras son de la apertura, del derramamiento y el desborde vinculantes de realidades humanas, naturales y trascendentes.
La A del mar, la misma de la sal que lo compone, se contrapone al vacío existencial, pues su carácter es antecedente a todo lo creado, tiene el son, zumbido y latido de lo que desborda con una A que suena y resuena, hasta llegar a crujir. El consejo para el hombre contemporáneo, que perdió la vinculación vital con el mundo natural, es que en su enajenación y vacuidad vuelva a la fuente que enceguece y ensordece lo exterior y que ilumina y apuntala lo interior. Vendrá entonces la analogía de aperturidades, entre la realidad marítima y el alma humana: si el hombre es capaz de abrirse a la inmensidad marina, descubrirá también su propia inmensidad interior y se vinculará con su origen más primigenio, dando paso a la R final.
La letra final está presente en muchas facetas que caracterizan lo marino (resaca, pleamar, olear, harina, arena) y en todo lo de celeste que posee la realidad marina, la cual se comporta como un organismo vivo que respira por los cuatro costados, como también a través de su letra final. La R de mar es capaz de convocar los 3 momentos de la Divina Comedia, en un juego sonoro permanente, llegando a experimentar lo más cercano a lo que sería "saborear" un texto poético. Ya otros estudios han detectado tal rasgo recurrente en la poesía de Fidel Sepúlveda: "El poema, más que un mensaje o una comunicación informativa (…) se presenta como un fenómeno que impacta los sentidos (…) crepitaciones sonoras antes que significaciones conceptuales."(2) A través de esta agua viva y sus letras por las cuales el mar da señales de vida, es posible masticar, degustar y sentir el resabio de lo salobre, nunca inmóvil y en incesante diálogo con la Tierra, el hombre y el universo entero. El mar, finalmente, aparece como la gran síntesis del Cielo y la Tierra, entidad asiladora de lo fértil y del engendrar universal.
Fidel nos dejó un legado inmenso, el cual tal vez lo tenemos demasiado cerca para calibrarlo en su justa medida. Pero dentro de esos tesoros está su poesía, y en particular un mar que no es una mancha azul que adorna un mapa desteñido, pues a través de este océano, el de Cobquecura y el de América, el universo le habla al hombre para que lo descubra y se descubra en su cotidiano devenir.
* He aquí el mar,
una palabra innumerable,
tejida con millones de granos de sal liberados
en infinita sustancia ágil de suelo y cielo,
mordiéndose la lengua al chocar
con los dientes infinitos de las arenas infinitas,
en la orilla herida del litoral eterno,
el gran foso abierto para el gran salto
desde lo de afuera a lo de adentro y viceversa.
¿Lo de afuera es el mar o lo de la tierra es lo de afuera?
Ahí el mar, la fluidez,
la voluntad de ir
y ahí la tierra y la áspera espera de la eterna embestida
tan aparentemente dura y nada de eso,
tan aparentemente disgregada y nada de eso,
blanda tierra impenetrable,
dura roca penetrada,
horizontal en insaciable vertical reconocimiento
recién aún comenzado,
concertando las curvas erectas de la vida.
Mar: se abren los labios de la M en un esfuerzo
Que remueve los tres cuartos del planeta,
el par de labios del cielo y del suelo,
del firmamento y del cimiento, los dos fundamentos,
en el abrazo redondo del horizonte,
en el encuentro de los cuatro elementos
cuando el caos se encuentra y pare el mundo,
cuando el caos se goza y revienta la vida,
cuando el caos se mira y se hace la luz.
La luz es un haz, es una A redonda que se abre más
allá
de los cuatro costados de la tierra,
de las tres caras del cielo.
Cuando se despliega la A amanece en azul,
en azul de mantel para gozar el mundo,
con bordados de espuma eucarística
para comulgar con la hostia azul del cielo
y con la hostia de la mar azul.
La A más redonda, la más abierta es la A de mar,
la A de amor, la A de paz, la A de más,
de más allá del más allá del más allá
desde donde les llega la A de la fuerza de las olas
que vienen del más allá y van al más allá llevándose
a más al más acá y al menos ca
adonde nunca llegan pero adonde siempre van
la A de sal que salva de la pudrición, de la perdición.
¡Qué extensión de Aes tan abiertamente derramadas
para no caer en la tentación de cerrarse a nada!
La A de el agua salada es la antípoda
de la A de la nada.
Ella sobrenada la nada.
Viene de allá.
Desde infinitos siglos la dejó atrás, inmensamente
atrás.
Trae el son, el zumbido, el latido
de lo que no se contiene en sí
Y se derrama como una A crujiente,
clamante, sonante, consonante, consolante.
Nada tan eficaz para reponerse como ese son del mar
y nada tan radiante, tan brillante.
Tan crepitantemente deslumbrante,
enceguecedor, ensordecedor
a lo de afuera,
apuntador, alumbrador,
de lo de adentro.
Nada como la A abierta de la palabra mar
para abrir las ventanas de las almas de par en par,
infinitas como las olas infinitas,
alumbradoras de lo de adentro,
deletreadoras de la minúscula sal, de la gota,
del gránulo ínfimo
en que espera el origen,
origen eternamente originante
originándose con el estrépito trepidante
de la R de mar,
con el flujo reflujo de la resaca,
con el vaivén de baja y pleamar,
olear incesante, restallante,
hecho añicos, harina, arena,
polvo estelar estallando en los acantilados
donde escalan las ansias de cielo,
de astros, de luna y de sol,
y entonces resopla, resuella, resuena, restalla,
ruge, rae, rasga, raya
en absoluto, en infinito, en redondo su rayuela
para rastrear la gloria, purgatorio, infierno
de atrás para más, de más para más,
de ras en ras
el terso rasante ondular, estelar,
ente-lar, mar-lar, de la vida del más mar,
lar-mar, de la muerte final e inicial,
en redonda rueda tus olas ruedan,
las rodajas del tiempo
rechinan, reclaman, remuelen
sal y roca, espuma y arena,
las rodajas remuelen, renacen, rehácense
desde la experiencia mínima de la partícula del
corpúsculo,
ahí codo a codo tactan , saborean la infinitud,
lado a lado, por arriba, por abajo, por los costados,
por los derramados labios, oídos, pupilas, papilas,
poros
sienten la infinitud innumerable, indestructible
estando - siendo ahí,
arenas y todo respirando,
espuma y todo rezumando, remoliendo, asumiendo
el pasado y el futuro en el giro espiral
a lo hondo
en el avance el regreso,
en el regreso el avance,
en el reflujo el flujo,
en el flujo el arrastre del lastre,
en el reflejo el lustre del sol, la luna y las estrellas
y las raíces, los cimientos ardientes del planeta.
MAR, ahí se encuentra el trepidar
de lo celeste y lo terrestre,
alto y hondo se acuestan en tus azules sábanas,
se acuestan a engendrar el universo.
NOTAS
(1) "Neruda y el mar" en http://www.mgar.net/docs/neruda.htm
(2) Blume, Jaime, "Poesía en el límite", Santiago, Chile, Instituto de Estética, Facultad de Filosofía, Pontificia Universidad Católica de Chile, 1993, p. 57-58.
Don Fidel fue uno de mis profesores de estética, en mis años juveniles. Lo recuerdo con cariño. Borracho de poesîa y belleza conducîa un viejo automovil. A mi me tocô subir a ese vehîculo. No se como estoy vivo hoy en dia. El mismo don Fidel comentaba "no hay placer màs grande en la vida que aquel de tomar un taxi". Yo pienso, ahora, que conducir un automovil debiera estar prohibido por ley a poetas y soñadores como don Fidel. Sin don Fidel tampoco hubieramos tenido un concepto correcto de Curepto.
ResponderEliminarGuillermo JEREZ