Cecilia Pavón (Nació en Mendoza, Argentina en 1973) es una escritora y artista argentina. Vive en Buenos Aires, donde se licenció en Letras por la Universidad de Buenos Aires.
Utiliza el estilo directo y al mismo tiempo especulativo, analítico y simple. Con influencias variadas que van desde César Aira hasta Victoria Ocampo, Miss Kittin y Miranda July
Los poemas de Cecilia Pavón frecuentemente apelan a una recepción inmediata, en un registro discursivo similar al de un afiche callejero o la letra de una canción.
Obra
¿Existe el amor a los animales? (Editorial Siesta, Buenos Aires, 2001)
Pink Punk (Eloísa, 2003)
Caramelos de Anís (2004)
Discos Gato Gordo (2005)
Swedenborg vs. Kant (La Propia Cartonera, 2010)
pequeños detalles, pequeños miedos
el barniz aceitoso de la puerta que se soltaba de a poco
un sonido en la cerradura,
falso, imaginado
que atravesaba el living de la casa.
siempre el mismo pequeño miedo,
día tras día, durante años.
un miedo perdido para siempre, que no regresará.
Pantano
Mi casa se está poniendo antigua, está envejeciendo,
las paredes se están descascarando y yo no tengo dinero para arreglarlas.
No importa, me gusta igual, paso la tarde muy contenta, limpiándola,
las llavecitas de la luz, las manijas de las puertas de la alacena, la lámpara de piel
Ayer me arrodillé ante el paraíso, pero el paraíso no estaba en mi casa, estaba en otra parte
cuando caminé lo vi,
era una plaza.
Una tonta plaza con árboles secos y adornos de Navidad en las ramas,
llena de perros y ancianos y niños de muy baja estatura
la primavera que dio sus frutos la había llenado de pájaros silvestres.
yo quería entrar, pero tenía rejas (se las puso la municipalidad.)
Rejas negras y filosas, y mirándolas les dije:
" Devuélvanme mi paraíso o tendré que entrar a las patadas, aunque así no se entra, tendré que romper la puerta de cristal con mi cuerpo y después no alcanzará toda la sangre que derrame"
¿quién sabe de qué material están hechas las puertas de la felicidad?
Yo no las vi nunca. Nunca se me aparecieron las escalinatas que conducen hacia ella,
cuando viajé en colectivo la tarde me hirió con su sable de luz,
y muchas más cosas me hirieron .
y repetí encaprichada la misma canción de siempre:
"lo que realmente quiero, lo que de verdad quiero es un pantano"
¿habrá un pantano en la plaza, un pantano para mí?
Se que es una idea descabellada, por eso también he llorado toda la tarde.
No tendré mi pantano, nunca lo tendré: Nadie lo tiene.
Pero lo imagino, perfectamente, como quien imagina las mejores cosas que le sucederán:
su humedad desborda, los insectos son silenciosos, y el musgo un gran anillo a su alrededor, musgo fosforescente como una alfombra.
Mis pies allí resbalan y no tengo miedo,
lianas me cruzan las cara y no me asusta, cantan los animales,
se mueven sigilosos,
caen miles de estrellas fugaces
y las enredaderas son como personas
Infelicidad
La primavera está empezando, pero yo acuno a mi hija, la infelicidad.
La siento en mis rodillas, es una niña bella: ha cumplido un año.
Estamos en el día de su cumpleaños, le he hecho una torta, sopla su primer velita
Se lo festejamos en Talka un restaurant gay
Gabriela, Esteban y yo.
Gabriela vestida de negro, Esteban de jean
yo de marrón.
La niña infelicidad en realidad es como un murciélago que vuela sobre nuestras cabezas.
Gabriela y yo nos besamos.
Esteban nos mira, y está molesto
en el bar sólo hay gente grande.
Se acurruca en el sillón como diciendo "Vamos, Vamos"
Han pasado cinco años desde que Gabriela y yo nos enamoramos por primera vez.
Desde entonces no hago más que temerle,
Hoy ellos cayeron como un regalo a mi vida. Estaba el el living,
sola,
y tocaron el timbre.
Pasen, les dije, qué hermosa sorpresa, y si vamos a tomar algo por ahí?, un café?
salimos a la calle, a pasear, pero ellos no sabían que yo llevaba a infelicidad envuelta en el cuello como una boa de plumas de vedette,
sólo que invisible.
En el sillón le toqué los muslos a Gabriela. Me gusta tocar muslos, susurré. A mí también, contestó y se reía como una niña pequeña, más pequeña que mi hija,
Todo era agradable. Los mozos que nos miraban, los recuerdos del pasado, mi frialdad.
Porque yo estaba caliente, pero estaba fría. Amaba a Gabriela con todo el corazón, pero no sentía deseo.
¿Es un pecado no sentir deseo? pregunté
Por adentro lloraba a mares, sentía la piel salada, creía que me estaba equivocando.
Subimos y Esteban le dio el teléfono a uno de los mozos
¿No es un poco gordito para vos? preguntó Gabriela
Mejor, más carne, dijo.
Caminamos por la Avenida de Mayo los tres.
Riendo como tres enamorados
como un triángulo amoroso del momento que se disolvería en minutos.
Siempre me gusta que me acompañen en mi casa.
En la puerta besé a Gabriela, el beso que le di a ella
fue más largo que el que le di a Esteba,
y además fue en la boca.
A Esteban yo también lo quería besar en la boca, pero él corrió la cara.
Me desvestí y acosté a mi niña con ropa junto a mí. Me dormí mirando el cielo, en el cual pude distinguir las estrellas, las sábanas se sentían más tibias. El aire humedecido. .
Que tengas lindos sueños Gabriela, que tengas lindos sueños Esteban,
Gabriela, que puedas abrir tu negocio, que seas buena profesora de inglés
Esteban, que tu novio acepte tu adicción a las drogas.
a Fernanda
Estoy acostumbrada a estar
en lugares donde no hay nadie
y eso no está mal.
Más temprano, cuando caminaba por la calle sentí el olor del mar,
¡Y estamos en Buenos Aires! a muchísimos kilómetros, pero
ese olor me hizo revivir.
Me dio palmadas en el pecho y en la espalda,
y se metió en mi cuerpo como una víbora
de juventud
El barrio era triste
y miles de brazos tomaban al espacio y abrían surcos en las dimensiones
con los que yo me ilusionaba,
"existe el infinito "existe el infinito", esa frase se escribía sola en mi mente y se volvía a escribir
Con Fernanda organizábamos una fiesta,
la peor fiesta de la historia,
con tan poquita gente,
que todos estaban ahí de compromiso
el lugar era marrón
encerrado,
pero Fernanda como un hada de los cuentos lo veía resplandecer
Es como un hotel decía
es como una cajita de música
Afuera estaba el eclipse de luna, el que no volverá a suceder hasta dentro de 23 años,
y eso volvía todo más fantasmal
llegará la locura alguna vez? la convulsión? la epilepsia?
Eramos dos llamitas a punto de extinguirse festejando nadie sabe qué
tratando de bailar para que los demás bailaran contagiados
El DJ se había enamorado de las dos
y trabajaba sólo de enamorado
pasaba una música lánguida
sin ritmo, sin emoción,
a la puerta donde contábamos el dinero venían personas malvadas
que nos querían robar,
pero teníamos la plata escondida por todo el cuerpo,
Fernanda y yo, los billetes eran nuestra ropa
y nadie nunca nos quitaba nada.
Era como volar sobre el dinero,
poseer todo el dinero del universo
para repartirlo entre los pobres
La gran señora
Soy una gran señora que es en realidad como ser una gran serpiente
con miles de anillos
y escamas de metal
así me imagino,
sentada acá,
esperando a la persona de la que estoy enamorada por error
debería resignarme y olvidar,
debería saber que el deseo
es siempre una enfermedad quisiera investigarlo y descubrir la brujería que hay detrás de él
quisiera partirlo en dos -como a una anguila-
y ver que no se parece en nada a lo que yo pienso que es.
Querida Gabriela:
te escribo para hacerte una pregunta,
¿Por qué nunca me venís a visitar por la tarde?
siempre de noche, cuando ya está todo oscuro
Las pocas veces que venís ya es la madrugada
es extraño: a mí me gustaría ver tu cara con la luz del sol
o sentarnos a tomar café en este barcito de la esquina
y mirar el cielo a través de tus ojos
Querida gabriela:
mi intención era hacer una lista de "queridos"
con muchos otros nombres además del tuyo,
pero te puse sólo a vos:
¿por qué siempre decís que soy mala?
lo repetís una y otra vez,
y a veces lo recuerdo y me quedo pensando
Vos sos mi mejor amiga
por eso siento que cada partecita tuya es una de las otras personas que deseo y amo
y cuyos nombres no me animo a escribir .
Este sentimiento es un poco confuso
es como descuartizarte
no sé si decírtelo porque no sé si es bueno o malo, lindo o feo.
Querida Gabriela:
los demás son siempre un misterio
Pero yo sé quien sos vos :
te miro
te acercás a la ventana
con delicadeza percibís algo en la calle
tu piel es muy blanca,
de los paraísos se desprende
una brisa helada en pleno verano
veo tu ropa tirada en el piso de tu cuarto
montañas de ropa
como un nuevo paisaje
adentro de una caja
De todos los vestidos que te probaste nada te gusta
Pero
para
mí
te quedan todos bien
pero donde está el mar? donde queda el mar?
Anoche soñé que Fernanda vivía en un edificio enfrente de la playa
que yo había entrado a las patadas rompiendo la puerta (de cristal) y ensangrentándome con las astillas,
pero no, no había entrado había sido simplemente una tonta imagen mental.
Son peligrosas las imágenes mentales tan peligrosas como los sueños y las cartas, y me di cuenta que el paraíso, en realidad el verdadero paraíso estaba en mi costado, en la calle Las Heras donde yo estaba parada mirando los autos como tonta: El Botánico.
Esa tarde me di cuenta que el paraíso era el jardín botánico, y yo le daba la espalda.
Si entraba, poseería una tarde iluminada.
Una simple tarde, pero plagada de vaivanes y visiones que me caerían sobre el pecho como mensajes.
Imaginé, otra vez imaginé que caminaba tranquila entre las hojas gigantes,
que me sentaba en un banco y veía pasar a los enamorados y que cortaba flores,
pero lo que más deseaba, lo que más deseaba era que ahí adentro cosas extrañas se me pudieran aparecer,
no sé qué cosas, sentimientos quizás
Sí, nuevos sentimientos.
Nuevas formas de amor inexplicadas y pasiones todavía no vistas por mí, formas de amor injustificadas, ¡violencia!
me senté sobre la vereda sucia para mirar las plantas
Buenos Aires ahora se podía partir en dos.
Antes y después. Antes y después. Antes y después
La primavera ya había dado sus frutos. Yo la quería más que a mi padre. Brotes jóvenes, cielos del calor y humedad.
Habría un pantano en el jardín botánico ? un pantano para mí?
El corazón me dio un salto y sentí que me iba de viaje.
Alguien me llevaba hacia ese pantano, el "pantano oscuro del Amor", el de mis sueños
yo allí tocaba el musgo con mis pies y era como una alfombra, y en la penumbra, rodeada de esa naturaleza me dejaba esta como cayendo pero quieta, quieta como una estatua y llena de fuego como una constelación.
y después todo lo demás, lo que no voy a contar. La onda energética llegando, la promotora que me dijo acaba de ganar algo. a mí: vino una promotora en minifalda y me dio una tarjeta para raspar, si salía verde yo me ganaba algo si salía rojo perdía. Salió verde. El premio era un viaje.El viaje más raro que me hayan propuesto: al país del Nunca Jamás.
me arrodillé ante el paraíso,
a la tarde, venía de trabajar, esperaba un colectivo en la calle Las Heras
yo ya lo había imaginado, el paraíso eran esas plantas gigantes del Botánico, lo vi, árboles milenarios, jardines y bancos para que los amigos conversen
pero me arrodillé en mi mente,
yo estaba sola y el paríso estaba detrás de unas rejas negras, no me llamaba y yo no lo llamaba a él. Todo estaba a mi alrededor, penetrante e iluminado, con la humedad típica de los jardines. No sabía si entrar.
venía mi colectivo a lo lejos, debería perderme entre las plantas sentarme en un banco a perder el tiempo?
El tiempo de todas formas siempre lo estoy derrochando, en mi casa no queda nada, no queda nadie.
Ayer me dijeron que Casi nunca miro a la naturaleza, pero cuando caminábamos por Palermo miré a los árboles, y siempre miro el cielo. El cielo me impacta más que nada. El cielo es la naturaleza?
En el viaje que hice cruzando la ciudad pensé en otra ciudad.
Una ciudad brasilera.
A la noche fui al teatro a ver a Chavela Vargas, sólo en Argentina se aplaude tanto. Yo quería llorar en silencio con las canciones, quería estar en una cantina pero la multitud gritaba, rompía en mil pedazos la ola de melancolía que ella dejaba caer sobre mí
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