Karl Vennberg
(Blädinge, Smaland, SUECIA 1910-Estocolmo, 1995) Entre su obra poética cabe citar: Himno y hambre (1939), Excursión de pesca (1949), Cruce de calles (1952), Cerca del árbol rojo (1955), Post-scriptum (1960) y Siete palabras en el metro (1971). Tradujo a Franz Kafka, y era igualmente conocido por su obra crítica. De origen campesino. Estudió filosofía, alemán y filología nórdica. Su primer éxito, antorcha de paja (1944), lo convirtió en una de las figuras de la generación de los 40. Periodista, ensayista, crítico literario, destacado polemista. Es uno de los más notables defensores de la Tercera posición, que en plena guerra fría rechazaba por igual el imperialismo norteamericano y el socialismo soviético. Fue durante muchos años director de la página cultural del vespertino socialdemócrata Aftonblandet. Formó parte de la comisión que ha traducido la Biblia al sueco moderno.
Se trata de evitar
Se trata de evitar
el cabo más remoto
solo allí se puede ver
que el más remoto
se ahoga en el horizonte
y que todos los velámenes están perplejos.
De Halmfackla, 1944
El verdadero conocedor de té
prepara su té de la forma siguiente:
el verdadero conocedor de té
conocedor de dios, conocedor de hombres
enjuaga las almas a conciencia
con agua hirviendo
¡estado, caciques de partidos y patronos!
no subestiméis las ventajas
de las almas enjugadas
en agua hirviendo
que echan con esmero la ceniza
del cigarrillo en el cenicero.
La fe está bien
aunque sea absurda
pero dejadla reposar
de 3 a 5 minutos
si queréis ingresar en academias.
La fe demasiado fuerte
hay que rebajarla con agua
la fe fría es el mejor refresco
y el más barato.
Halmflaka, 1944
Por qué tenemos que llevar siempre
Por qué tenemos que llevar siempre las cosas hasta el extremo
o intentar a hora y deshora salir victoriosos.
Como si hubiésemos estado siquiera un instante
en el punto donde quedan soldadas la verdad y la mentira.
Oh tú antorcha de paja de nuestro pensamiento
que hablamos bellamente
oh mano temblorosa que machaca
bacalao ajo y nata
y cubre con aceite este plato provenzal.
Aquí ahorcan a un judío
aquí mueren de hambre unos niños
aquí ahogan a un pueblo en odio
aquí lucha un país para evitar lo peor
pero la resina desciende en grumos
por el tronco enfermo.
Oh humanidad
por qué no íbamos a cantar tu futuro
y levantar un altar
a tu Nunca Más
liberación tras el golpe mortal
fosforescencia sobre los cadáveres.
Quizá esta taberna
no sea de nosotros que nos ocupamos de los grandes negocios
pero recojamos nuestras castañas
y terminemos nuestra comida
con admirable apetito
regocíjate oh hija de Sión
piensa que esta es la última feria anual
de los cazadores furtivos
cambiemos nuestras mujeres unos con otros
mientras la aguja de la brújula gira locamente
y los ejércitos victoriosos
ponen una camisa de fuerza a la razón universal.
O por qué llevar las cosas hasta el extremo
como si hubiésemos estado siquiera un instante
en el punto donde quedan soldadas la verdad y la mentira
arreglemos nuestros bragueros sobre las hernias
y esperemos con nuestros aplausos
a que el vencedor haya cantado su más brillante aria
Insólitamente
como una ostra en un asilo de pobres provincianos
ocupa la locura vestida de frac su sitio en el patio de butacas
mientras los mitos redentores
y la valerosa humanidad
tartamudeando
se vuelven a sus casas
Halmfackla, 1944
Si hubiese teléfono
Si hubiese teléfono por aquí cerca
podríamos llamar a un hospital
y pedir consejos que nadie podría darnos
o podríamos llamar a un médico
que no podría hacer nada.
Si dispusiésemos de una camilla
podríamos transportar al enfermo hasta un camino
al que podría llegar un automóvil
si los bombarderos no hubiesen gastado toda la gasolina
o un carro
si los caballos de los campesinos no hubiesen sido reclutados para la guerra.
Con algunos abrigos y un par de ramas
o con una manta y un par de estacas
hubiésemos podido hacer probablemente una camilla de emergencia
si alguno de nosotros hubiese tenido
un abrigo o una manta.
Si hubiésemos tenido una camilla
y si la asistencia médica hubiese servido para algo
hubiésemos cogido al enfermo por el lado sano
- si hubiese tenido un lado sano-
Le hubiésemos preparado un lecho de hierba y cojines
y lo hubiésemos colocado en una cómoda posición.
Como tiene heridas en el occipucio, en la nuca y en la espalda
lo hubiésemos tumbado sobre un costado
y lo hubiésemos abrigado con paja
sin apretarlo demasiado y sin ensuciarle la herida.
Como tiene heridas en el pecho
lo hubiésemos sentado bien incorporado
con un respaldo.
Como tiene heridas en el vientre
lo hubiésemos tumbado sobre la espalda
Como tiene heridas tanto a lo largo como a lo ancho
le hubiésemos doblado las piernas por la rodilla y por las caderas
y se las hubiésemos dejado estiradas.
Lo hubiésemos transportado
arrítmicamente y con extraordinario cuidado como lo exigen las instrucciones
con la cabeza en alto y con los pies en alto
ya que el caso exige ambas cosas.
Pero no hay camillas
ni camino ni automóvil ni siquiera un carro
no tenemos un teléfono a mano
ni médico ni hospital
se ha acabado la gasa
y tampoco tenemos práctica para poner vendajes.
Además el caso
ya es de por sí desesperado
la pérdida de sangre demasiado grande
las heridas demasiado profundas
los dolores demasiado intensos.
Y si a pesar de todo quisiésemos prestar socorro
las ráfagas de las ametralladoras
nos barrerían.
De otra manera siempre hubiésemos podido
permitirnos el lujo de darle un poco de morfina al moribundo.
Sin embargo nos peleamos por el cadáver
por el derecho a enterrar
los mutilados miembros
de la civilización occidental.
Halmfackla, 1944
Réplica de nuestro tiempo
Los que todavía tienen fuerzas para creer
¡que intenten perforar el sopor del mundo!
Cuan dispuestos estamos a aplaudir
el lento avance de los tanques
de la convicción
con qué ojos tan brillantes observaremos
las ingeniosas actividades de la quinta columna de la idealidad.
Que nosotros mismos preferimos
estar sentados a horcajadas en los caballetes de los tejados
no debe desconcertar a nadie
ni perturbar el entusiasmo de ningún cruzado.
Por qué no iba a poder continuar
el verso bellamente adornado
de nuestro tiempo
hasta la exultante cadencia.
El heroísmo es grandioso
siempre que procuremos
que no se atragante nadie
cuando fluya a torrentes con demasiada rapidez
y que no se haya debilitado la vista
de los que han estado demasiado tiempo
con la cabeza metida entre los hombros.
Realmente
hay que procurar
que no haya confusiones
cuando la verdad y la mentira
intercambien sus prisioneros
y que solo los que están marcados en la oreja debida
sean entregados
a la guillotina que trabaja jubilosamente.
http://escueladepoesiadomingoa.blogspot.com.es/p/poeta-karl-vennberg.html
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