IÑIGO ARANBARRI
(Azkoitia, 1963. PAÍS VASCO)
Licenciado en Filología, en la actualidad se dedica a la enseñanza. Iñigo Aranbarri es conocido por su obra poética, la cual ha sido definida por algunos de «hermética». Koldo Izagirre se muestra contrario a tal designación, y sitúa las claves de la poesía del de Azkoitia en el simbolismo y en la riqueza de fuentes literarias. «El símbolo se nutre de diferentes mitologías, las citas culturales son múltiples, muestra muchas referencias de diferentes artes, enriquece a las palabras con nuevos significados... Todo esto aumenta la fuerza connotativa del texto y, por lo tanto, exige un lector con coraje. Cabe decir que esa dificultad es resultado de una elección consciente del poeta, pues siempre ha considerado, incluso en los poemas de su último libro, a la poesía como enemiga del "pensamiento lógico" le interesa la poesía en la medida en que es un pensamiento que va más allá de la astucia, porque posee, más que ningún otro género, la capacidad de sobresaltar» (in Izagirre, Koldo coord. Iñigo Aranbarri, XX. mendeko Poesia Kaierak, Susa, 2001).
Al título de Jonas Poisson (Susa, 1986) responde el primer poemario publicado por Aranbarri. Según Iñaki Aldekoa, el poeta «no disimula su deuda con el mito central que vertebra el poemario: el mito bíblico de Jonás. Mas no basta para alumbrar una abundante, rica y laberíntica red de imágenes surrealistas que traslucen la importante influencia del mundo del cine expresionista en la formación del poeta» (in Varios Autores. Historia de la literatura vasca, UNED, Madril, 2000). Entre esas imágenes se encuentra la de Lorelei, sirena que seducía a los viajeros que se aventuraban por el río Rhin, cuya versión moderna vendría a ser la Suzanne descrita por Leonard Cohen, ambas mujeres descarriadas, rescatadas del olvido por Aranbarri.
En cuestión de estilo mucho más limpio es su siguiente trabajo, Dordokak eta elurrak (Tortugas y nieves; Susa, 1989). «Resuenan en este poemario los ecos de Amapola y Memoria de Paul Celan. Como la amapola de Celan, la nieve de Aranbarri simboliza el olvido y la tortuga la duradera memoria. El hermetismo de Aranbarri -como probablemente todo hermetismo- responde a una necesidad de autoencubrimiento. Son muy reveladoras, por otra parte, las máscaras de poetas y artistas que confluyen en las páginas de este poemario: Celan, Hölderlin, Pavese, Ducasse, Giacometti, etc», señala Aldekoa (in V. A. Op. cit).
Mientras, el crítico pone en relación su hasta ahora último poemario, Harrien lauhazka (Piedras al galope; Susa, 1998), con el imaginario mostrado por el poeta Koldo Izagirre en Non dago Basques' Harbour? (¿Dónde está Basques' Harbour?) (ver Aldekoa, Iñaki. Historia de la literatura vasca, Erein, San Sebastián, 2004). Los poemas de esta obra ganan en narratividad, lo que dentro de la trayectoria poética de Aranbarri supone «un viaje de la oscuridad a la luz», en palabras del poeta Felipe Juaristi. «De todas formas este libro muestra características ya vistas en sus anteriores trabajos, la atmósfera, las palabras que se repiten aquí y allá, reaparecen temas con tenacidad y fuerza» (in Juaristi, Felipe. "Harrien musika", El Diario Vasco, 30-01-1999).
Aranbarri cuenta con una sola novela publicada, Emon bihar yako (Hay que darle; Susa, 1994), «una de esas novelas en las que la propia narración es la aventura» (in Zabala, Juan Luis. "Laino trinkoz zehatz zizelatua", Euskaldunon Egunkaria, 18-12-1994). También ha hecho incursiones en otros géneros como la biografía -Sakabi, soinu txikiaren handitasuna (Sakabi, la grandeza del sonido pequeño; Trikitixa Elkartea, 2003)-, la crónica -Zapataren oihana (La selva de Zapata; Susa, 1997)-, o el ensayo -Gerraurreko literatur kritika (La crítica literaria anterior a la guerra; junto a Koldo Izagirre, Labayru, 1996), Gure mendea (Nuestro siglo; Argia, 2000), Hitzak eta giltzak (Palabras y llaves; Alberdania, 2001), Loiolarik ez balitz (Si no hubiera Loiola; junto a Jose Luis Otamendi, Uztarria, 2005)-.
Loreley
Habitabas en rastros postales Loreley
En la muerte de las palabras La más desviada
Suzanne de estos caminos
Enterrados en el umbral del día
Los pasos de la infancia
No hay ya lo sabes ninguna imagen de jade
En el hayedo
No hay atajos recuerda
Pero emprendimos el camino sin embargo
A través del otoño de los jabalíes
Hacia las frías estancias del tiempo
Conscientes de que son fácilmente corruptibles
Muy conocidas para los acemileros
Frágiles cuadernos
Sin signo alguno
De los quemados por la viruela
Jonas Poisson, Susa, 1986.
Habitación 203
Todos los amaneceres
el viajante de la habitación 203 recuerda
los colores de los coches que van hacia la playa
mientras dobla en su pequeña maleta
sonrisas y besos negros
ve ese sol comprado en alguna granvía
hasta clavar uno a uno
los nombres de aquellos que se comió la flaqueza
sin llegar a cien seguramente
lloviznas puede hacer
malas comparaciones en el balcón
un charco un espejo por ejemplo
para al fin y al cabo acariciar
el bronce de los puentes (a sabiendas
de que está prohibido) en el cuerpo
de una mujer obesa
qué lejos la sábana del mar
en la habitación 203
Jonas Poisson, Susa, 1986.
El camino es del color de tu cabello
Gris
Voy como un ciervo herido
Imaginando lagos plateados
O llanuras sin horizonte
Y la tierra no va conmigo
Soy un Giacometti asustado
Mientras las calles tejen su blanca red
A lo lejos
Veo eunucos bajo tu ventana
Esperando la claridad que mana de las colinas
Al amanecer
Y la lluvia trae conchas
Estamos en la era del rinoceronte -son
tus primeras palabras
Dordokak eta elurrak (Las tortugas y la nieve), Susa, 1989.
Aún llevo atado a la muñeca
Aquel reloj Isidore Ducasse Luxe Quartz
Que las pasadas fiestas de San Juan me regalaste
Puedo necesitarlo tanto como tu flor
Al abrir la puerta, los dí-
As insulsos de zumo de limón.
No he escrito ni palabra
Me conoces, c'est trop topique
Mientras miraba la niebla de membrillos viscosos
He oído el rumor de hojarasca,
La ola de fresas de entre tus muslos.
Y la ceniza de la tarde en el hueco de la puerta.
Sí, se me hace tarde.
Dordokak eta elurrak (Las tortugas y la nieve), Susa, 1989.
Cuando era un niño atrevido
sentado a la vera del río
de la redondez de las piedras manaba sangre
y sangre también de la mujer gigantesca
que se extendía por la fresneda
como si hubiera muerto guardando recuerdos
y el tiempo me dejaba libre
en el prado de sus ojos negros
me dejaba libre
para adentrarme en la podredumbre de los días
a cazar ensangrentadas mariposas amarillentas
de las tierras fértiles
me dejaba libre
para mi bautizo en las aguas azules de los años
en el prado de sus ojos negros
donde la hierba se adentraba en el cielo
hasta que hacía rebrotar sus heridas
cortados todos los senderos
degollando leones
Dordokak eta elurrak (Las tortugas y la nieve), Susa, 1989.
Navego en las últimas horas
a lo largo de palabras enfiladas
no enviaré sino esta carta
todo anda mal, ya te imaginas
sabrás que sigo bien
que el musgo cubre
mi corazón minúsculo
que los ríos son largos aquí
y queriendo ahogar el rastro del tiempo
se encogen y serpentean
casi todas las tardes salimos al monte
en busca de nostalgia
pero la única captura son grillos muertos
y gotean las flores del laurel
al descubrir nuestra pequeña américa accesible
y de repente todo es oscuro
o bien enorme
tan grande como lo es el pasado
y recuerdo vuestras cartas
que me ofrecen besos de polvo
como si fueran grullas fugitivas
hasta que se me vuelve cal el recuerdo
Dordokak eta elurrak (Las tortugas y la nieve), Susa, 1989.
Siempre queda algo
botellas, prados llenos de zapatos
tus pies dentro de la cama
tan blancos como la nieve de Navarra
pañuelos en las estaciones, los enemigos
representan el fragmento más sutil
de las horas de las aves
el lamento de las garzas imperiales: las plumas
ahí está también la soledad de las calles
la desesperanza machacada en tus ojos
y lágrimas
es preciso odiar
el odio es nuestro tesoro
más escondido
altos árboles alrededor
nos acompañarán como un escolta
cubierto con los trapos más extraños
mientras se acerca a pequeños pasos
lo lóbrego del día
como si fuera una de las garzas heridas
y nos mirara con ojos compasivos
luego se oyeron sonrisas
Dordokak eta elurrak (Las tortugas y la nieve), Susa, 1989.
Esta cuestión de la patria
Cómo aligerar la carga de tanta impaciencia
Cómo usar nuestro orgullo castigado
Cómo odiar el hipócrita mercado de nuestra lengua
Los árboles santos que hace tiempo debimos abatir
Las jaras indomables que nunca debieron abatirnos
Que nunca debimos abatir
Cómo olvidar los prados donde apedreamos
a pájaros de oscura sombra
Cómo olvidar tanto camino vallado, tanta valla hecha camino
Dime cómo hemos de enseñar nuestra casa
Sin cerrar con llave ningún cuarto
Cómo mostrar nuestras manos, cómo cerrar los ojos
Cómo hacer que enmudezca su código
Dime cómo hemos de ensuciar nuestra memoria
Tan frágil, tan íntima
Una geografía tan salvaje que los senderos
Se precipitan al mar
Nos precipitan al mar
Las rocas que abrazan los cadáveres olvidados
Aguas que arrullan los sueños de antaño
Dime cómo ha de amarse
Lo que se requema tan despacio
Esta rosa de cristal, herida tan amordazada
Cómo encontrar su rostro si no es con dedos de ciego
Cómo llevarse a la boca sus dedos sin un pequeño mordisco
Cómo podemos aprender tanto deber
Cómo debemos aprender
Cómo escribir sobre terrones
Cómo desescribir sin dejar yermo el suelo
Harrien lauhazka (El galope de las piedras), Susa, 1998.
Los Nerviones del Bidasoa
Sobre la piel del agua, los niños hacen brincar las piedras
Las gaviotas se han vuelto veleros
Alguien ha abierto un camino en la fábrica abandonada
Sobre la piel del agua, vapores alemanes protegen
los pasos de los desconocidos
Quizá debería gritar
Pero mis manos son ligaduras
Sobre la piel del agua, alguien ha dado fuego a un autobús
Los teléfonos no callan en casa de los amigos
Ven imágenes de una guerra lejana en televisión
Alguien llora. Sé por qué lo hace:
Al atardecer todos los muertos nos parecemos
sobre la piel del agua
Sobre la piel del agua, manos conocidas hacen agujeros
como si buscaran algo
Dicen que tienen el tiempo de su lado
No hay operarios en las grúas. Las zarzas han crecido como nunca este año
Sobre la piel del agua la gente rehúye al amigo que se acerca
a hablar con él, haciendo gestos por la acera
Yo me aferro a las piedras, pero pesan como la noche
Sobre la piel del agua, las sospechas pesan tanto como las piedras
Sobre la piel del agua, las bañeras se tapan por la noche
para que los niños no se caigan en ellas
El agua no se come los rostros. Los muertos no sabemos nadar
Hablo con los muertos adheridos al lecho del río
A fin de que las palabras no se me oxiden en el fondo del agua
En el fondo del agua mi desdicha no tiene idioma
Pero es difícil saberlo
Harrien lauhazka (El galope de las piedras), Susa, 1998.
Miedo a decir no en cuarenta minutos
Dilo con calma. Dímelo. Dilo bruscamente
Di que no acertamos a amarnos
Di que no nos tomamos el tiempo de dulcificar las heridas
Dímelo. Dilo bruscamente. Dilo despacio
Di bruscamente que el futuro no nos quiere así
Di que no queremos así el futuro
Di que hemos echado demasiada sal en ellas
Di que han aprendido demasiado nuestras aberturas
Dilo tranquilamente. Dímelo. Dilo bruscamente
Di que también a ti te ha crecido una humillación raída
Di que se enfrenta escarbando a cada amanecer
Di que ya basta, que se agotan los corazones
Di que no alabaremos el sufrimiento
Di que no nos quiere de cualquier manera
Di que esperar también es vivir
Di que esperar también es vivir
Dilo dulcemente. Solamente dilo. Di
Harrien lauhazka (El galope de las piedras), Susa, 1998.
Casas abandonadas
Todos tenemos una casa que espera
al atardecer nuestra llegada
Una ventana recién mojada en la cocina
Una mesa que la noche no puede hacer suya
junto a la nevera
Una botella de vino sin descorchar,
Señal de que aún no ha venido nadie
Un profundo mar de amenazas
en que alguien camina ahíto de amor
Encendemos la luz y nos sentamos en sendas sillas
El silencio necesita reposo
La humedad ha levantado la pintura del techo
Han robado las manillas de puertas y ventanas
Llenamos los vasos que estaban vacíos
Las aguas rojas van crecidas, revueltas por dentro
Así es como nos contamos
nuestro miedo a la soledad
No llueve, y vemos más luces en la lejanía
Son del color del papel viejo y palpitan
Guardan la agrietada felicidad ajena
La noche es un gran barco volcado bajo las estrellas
Marcamos algunos números conocidos
Los amigos reducidos a números
Soy yo llamamos diciendo Soy yo Soy yo
Pero el verbo ser es inútil sin línea telefónica
Nuestras palabras, amigos borrachos que no pueden volver a casa
Perdidos por callejones del pueblo
Un barco volcado sin timón
Es tarde, me ha dicho mi amiga
Y sus dedos han dibujado un viejo gesto
Como si estuviera quitando el corcho
A la botella en que mira un mar agotado
Pero el dial no trae otra cosa que la noche
Mensajes de amor en voces extrañas
Que no comprendemos
Tora mea tunsa chilug
Sora mea de detentie si singuatate
Las aguas del mar embravecidas
Vosotros no sabéis lo que es
No sabéis qué es oír esos mensajes
Caminar y oír esos mensajes lejos de casa
Moartea citeste ziarul
Las luces palpitan en la lejanía
Del color del papel viejo
Harrien lauhazka (El galope de las piedras), Susa, 1998.
Si lo oyes
Si oyes el galope de las piedras
No me llames al alba
Si oyes el galope de las piedras
Bajo un tejado que parecía seguro
No te refugies en ninguna amistad
Es tan sólo para ti ese golpe de la tierra
Para ti la herida de esa bala dum-dum asesina
Este deseo de huir. Estos pasos de desheredado
Dormitorios habilitados en talleres vacíos
Si oyes el galope de las piedras
Te pisará la mano con la que escribes
Te buscará los ojos
Te echará la soga al cuello
En el sertaô de tierras blancas
Y en la extrañeza del desierto
No me llames al alba
Prefiero amar en la ignorancia
Si oyes el galope de las piedras
Si oyes el galope de las piedras
Respira las nubes de algún recuerdo
Cierra las ventanas y oye: escucha
La veloz cabalgada. El sonido de las piedras sobre la tierra
Harrien lauhazka (El galope de las piedras), Susa, 1998.
Cazador nocturno
Soy cazador de la noche que derrite tus ojos
La luna llena de estrellas el suelo bajo la cama
Todos los coches pisan la tapa de la alcantarilla
al pasar bajo nuestra ventana: estamos vivos
Déjame dibujar una red para envolver tu cuerpo
Déjame soltar miles de globos negros
que en su camino
La podredumbre no te muerda los tobillos
Te quiero dormida en el cálido suero de la oscuridad
No descalza en las peñas del insomnio
Tampoco caminando de su mano
Miles de globos negros para esa noche que llega con paso firme
Para proclamar que el sueño no es derecho de unos pocos
No dejaré ninguna noche que te abra las heridas
Un corazón agotado no puede latir más rápido que el que funciona
Esos ojos enternecidos no serán pasto de mohos azulados
Y yo te quiero dormida
Déjame mecerte al barlovento de mis palabras
Déjame dar a tu sueño un tejado de abril
Soy cazador de esos ojos que te derrite la noche
Harrien lauhazka (El galope de las piedras), Susa, 1998.
Piedras conmemorativas
Vayas a donde vayas
Tráeme una piedra
Tráeme una piedra
Hagámosle una hermosa tumba musulmana
Vayas a donde vayas
A cada roja trinchera de nuestros corazones
Que en lugar de fatigarnos descansen
Una verde luna menguante con forma de hoz
Más ligera la estrella que el martillo
Que nos sea leve la tierra
Que nos acompañará en todas las fugas
Vayas a donde vayas por la piel del agua
También yo quisiera, para pintarlos de vivos colores,
A los de aquí y a los de allá
A los lisos y a los mellados
La borrachera de un pintor vudú
Para vestir la piel de las piedras demasiado desnudas para mí
Un pequeño museo ofensivo para todos los coroneles
Pero todo cuanto necesitaría se me ha debilitado
Y me ensucia, tan deslucido como la lluvia
Vayas donde vayas
Tráeme una hermosa piedra
Para que ponga una nube generosa
Sobre la roja Boavista de nuestra soledad
Una simple piedra
Un golpe amargo de la memoria
Para hacer un barco altivo a nuestras ganas de estar quietos
Vayas a donde vayas
Vayas a donde vayas
No te olvides nunca de mi piedra
Las tumbas necesitan una nube de piedras
La nube y el orgullo del barco de piedra
Dan la proa sin esfuerzo a las olas negras
La bella fotografía que nunca olvidaré
La lengua que nunca te daré a conocer
Tráeme una piedra
Cuando vayas a los pueblos que no están en ningún lado
Harrien lauhazka (El galope de las piedras), Susa, 1998.
Traducción: Gerardo Markuleta
Parkeko irudia
21 mila liberetan erosia preso
zisneen aintziran herioaren irudia
planeta ororen maitaleak bereiz zitzakeen
karezko lur zirriborratuak ere
hala nola zituen ezagunak
hiriko antenetan katibu
harrapaturiko orkatilak
lurrinik hegazkorrena eta
pianista beltzen goante galduak
egun hojaldrezko hortzek
mugatzen diote dastamena
egunen arpegi deslaiak
bereiz ditzake soilik
zisne lotien begietan
w1985
TRUMOIAREN ZAIN
Aspaldidanik zor zaigun udako lehen orduak
behar dutenak
Belar moztu berriaren itzalera biltzen den arratsa
Auto baten hotsa, traktorea aldatsaren magalean geldia
Leihoa zabalik, trumoiaren zain geratzen naiz
Argi iheskorrak noiz pitzatuko hodeien pisua
Oinutsik, urduri ekiteko bere burua
berdintzen duen bideari
Etxe barnean beti, urrats handiegi, presatuz
Mundu osoa goizalba baino lehen egiteko balego bezala
Auzoko azken etxeen atzean, umeen itzalak labainka
ostentzen dira
Kartoizko kaxak, arrama hautsiak, pintura
pote hutsen garraioan
Elkarren orpotik doazen oihuak
Nonbaitetik hemen den trumoiaren ihesian
Pisua? Oroimenez baino astuntzen ez diren hondar arinak
Horrek behar du izan urduritzen nauen erantzuna
Ahantz ditzadan behingoz lurpera ezineko orainak
Ez da inoiz horrela izan
Beste zerbait ekarri gomutara: Rory Gallagher hil da
Bezperako izara bustiak
Sargoria eta lasaitasun beldurgarria
Begi hobiak lur palakadaz betetzen
Euriak gogoz busti gabeko zokorrak
Busot-eko egutera txilartuan
Ihesi malkarraren argia, traktorea itzal bihurtu da
Umeek utzi diote surik handienerako egurketari
Eta ortziari beha nagoela egin didate oihu beherakoan
—Zaindu ondo!
Itzaltzera egin du bonbilak
Argiaren artegatasuna isiltasunean abailtzen
Lurra. Ez nau loak hartuko lurra dugun bitartean,
diotsot Anari
Batanarekin nahasten den ostargiaren usaina
—Zaudete lasai!
Ez nioke honelako baieztapenik egin behar
Lurra da krimenik handiena
Ez naiz inoiz beste bihotz bakar baten jabe izanen,
eta badakit
Sinpleago. Haren begiek berbaroan ikasi dute behatzen
Ahantz ezazu begietan ekarritakoa diost
Hartzeko arnasa
Belar moztu berriaren indarra biriketan lehertzen
Traktorearen goldearena airean ildoa egiten
Lurpera ezinak garela egin
Kamioi-hozkailuetan batera eta bestera
Gogoeten errepide haustuetan
Inork ezpainak bustitzeko ere gelditu gabe
Ez du euririk eginen, behatzen nauen eragatik dakit
Argindarrezko zuhaitz dira
Inoren iraganetik erredizak zutoin etzanaren kontra
Garbigailu kaxa hutsen azpian
Aurpegirik gabeko txorimaloa masta muturrean
Arrats urratuaren zama sudur-mintzetan
Eta edertasun hura, ezin herrenago
Trumoiaren zain, sorbalda izerdituan beratzen den eskua
Mihuraz bezala janzten da zerua
Euririk ez, lurra
Entzun al duzu zer zarata ateratzen duen gure gainean?
Ez da ezer. Trumoia lehertu gabe joango da
Egunen batean aitortuko dizut
Nire eskua zurera heldu ezinik
Umeak, zeruraino eginen den tontorra busti ez dadila
erregutzen elkarri
http://www.basqueliterature.com/Katalogoak/egileak/aranbarri
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